jueves, 28 de febrero de 2013

jueves, 28 de febrero de 2013


TEXTO DEL DÍA

CITA BÍBLICA
Descripción Biblia

Referencias BÍBLICAS
*** Texto del jueves, 28 de febrero de 2013 ***

Jueves 28 de febrero

Jehová dará a conocer quién le pertenece a él (Núm. 16:5).



Respetemos la autoridad de Jehová Drama Testigos de Jehová YouTube 


(Números 16:5) Entonces habló a Coré y a su entera asamblea, y dijo: “Por la mañana Jehová dará a conocer quién le pertenece a él y quién es santo y quién tiene que acercársele, y quienquiera a quien él escoja se acercará a él.
(2 Timoteo 2:19) 19 Con todo, el fundamento sólido de Dios queda en pie, y tiene este sello: “Jehová conoce a los que le pertenecen”, y: “Que renuncie a la injusticia todo el que nombra el nombre de Jehová”.
(Levítico 21:6) 6 Deben resultar santos a su Dios, y no deben profanar el nombre de su Dios, porque ellos son los que presentan las ofrendas de Jehová hechas por fuego, el pan de su Dios; y tienen que resultar santos.
(Éxodo 28:43) Y tienen que estar sobre Aarón y sus hijos cuando entren en la tienda de reunión o cuando se acerquen al altar para ministrar en el lugar santo, para que no incurran en error y ciertamente mueran. Es estatuto hasta tiempo indefinido para él y para su prole después de él.
(Levítico 10:3) Entonces Moisés dijo a Aarón: “Esto es lo que ha hablado Jehová, diciendo: ‘Entre los allegados a mí sea yo santificado, y ante el rostro de todo el pueblo sea yo glorificado’”. Y Aarón guardó silencio.
(Éxodo 28:1) ”Y en cuanto a ti, haz que se te acerque Aarón tu hermano, y sus hijos con él, de en medio de los hijos de Israel, para que él me haga trabajo de sacerdote, Aarón, Nadab y Abihú, Eleazar e Itamar, los hijos de Aarón.
(Números 17:5) Y lo que tiene que suceder es que el hombre a quien yo escoja, su vara echará botones, y ciertamente haré cesar de en contra de mí las murmuraciones de los hijos de Israel, que ellos están murmurando en contra de ustedes”.
(1 Samuel 2:28) Y hubo un escogerlo para mí de todas las tribus de Israel, para que hiciera trabajo de sacerdote y subiera sobre mi altar para hacer ascender en espirales el humo de sacrificios, para que llevara un efod delante de mí, para que yo diera a la casa de tu antepasado todas las ofrendas de los hijos de Israel hechas por fuego.
(Salmo 105:26) Envió a Moisés su siervo, a Aarón, a quien había escogido.
Coré perdió de vista que el cabeza de la nación era Jehová y dejó de ser leal a las personas que Dios estaba utilizando. ¡Mejor hubiera sido que confiara en Jehová! Él podía hacerle ver los asuntos desde la óptica adecuada o realizar cualquier cambio que fuera necesario. Pero Coré no hizo eso, y terminó manchando su historial de fiel servicio por culpa del orgullo (Núm. 16:1-34).







(Números 16:1-34) Y Coré hijo de Izhar, hijo de Qohat, hijo de Leví, procedió a levantarse, junto con Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pélez, hijos de Rubén. 2 Y procedieron a levantarse delante de Moisés, ellos y doscientos cincuenta hombres de los hijos de Israel, principales de la asamblea, los convocados de la reunión, hombres de fama. 3 De modo que se congregaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: “Ya basta de ustedes, porque la entera asamblea son todos santos, y Jehová está en medio de ellos. ¿Por qué, pues, deben ustedes alzarse por encima de la congregación de Jehová?”. 4 Cuando Moisés llegó a oírlo, en seguida cayó sobre su rostro. 5 Entonces habló a Coré y a su entera asamblea, y dijo: “Por la mañana Jehová dará a conocer quién le pertenece a él y quién es santo y quién tiene que acercársele, y quienquiera a quien él escoja se acercará a él. 6 Hagan esto: Tomen para ustedes braserillos, Coré y toda su asamblea, 7 y pongan fuego en ellos y coloquen incienso sobre ellos delante de Jehová mañana, y tiene que suceder que el hombre a quien Jehová escoja, él es el santo. ¡Ya basta de ustedes, hijos de Leví!”. 8 Y Moisés pasó a decir a Coré: “Escuchen, por favor, ustedes, los hijos de Leví. 9 ¿Les es cosa tan pequeña el que el Dios de Israel los haya separado de la asamblea de Israel para presentarlos a sí para efectuar el servicio del tabernáculo de Jehová y para estar de pie delante de la asamblea para ministrarles, 10 y el que a ti y a todos tus hermanos contigo, los hijos de Leví, los haya hecho acercarse? Así es que ¿también tienen que tratar de conseguir el sacerdocio? 11 Por esa razón tú y toda tu asamblea que van reuniéndose están contra Jehová. En cuanto a Aarón, ¿qué es para que murmuren contra él?”. 12 Más tarde Moisés envió a llamar a Datán y Abiram, hijos de Eliab, pero ellos dijeron: “¡No vamos a subir! 13 ¿Es cosa tan pequeña el que nos hayas hecho subir de una tierra que mana leche y miel para hacernos morir en el desierto, que también procuras hacerte príncipe sobre nosotros hasta el límite? 14 El caso es que no nos has introducido en una tierra que mane leche y miel, para que nos des una herencia de campo y viña. ¿Será acaso que quieres perforar y sacar los ojos de aquellos hombres? ¡No vamos a subir!”. 15 Ante esto, Moisés se encolerizó mucho y dijo a Jehová: “No te vuelvas para mirar su ofrenda de grano. Ni un asno he tomado yo de ellos, ni he hecho daño a ninguno de ellos”. 16 Entonces Moisés dijo a Coré: “Tú y toda tu asamblea, estén presentes delante de Jehová, tú y ellos y Aarón, mañana. 17 Y tome cada uno su braserillo, y ustedes tienen que poner incienso sobre ellos y presentar cada cual su braserillo delante de Jehová, doscientos cincuenta braserillos, y tú y Aarón cada uno su braserillo”. 18 De modo que tomaron cada cual su braserillo y pusieron fuego sobre ellos y colocaron incienso sobre ellos y se quedaron parados a la entrada de la tienda de reunión, junto con Moisés y Aarón. 19 Cuando Coré tenía a toda la asamblea reunida contra ellos a la entrada de la tienda de reunión, entonces la gloria de Jehová se apareció a toda la asamblea. 20 Jehová ahora habló a Moisés y Aarón, y dijo: 21 “Sepárense de en medio de esta asamblea, para que extermine a estos en un instante”. 22 Ante esto, ellos cayeron sobre sus rostros y dijeron: “Oh Dios, el Dios de los espíritus de toda clase de carne, ¿pecará un solo hombre y te indignarás contra la entera asamblea?”. 23 A su vez, Jehová habló a Moisés, y dijo: 24 “Habla a la asamblea, y di: ‘¡Retírense de alrededor de los tabernáculos de Coré, Datán y Abiram!’”. 25 Después Moisés se levantó y fue a Datán y Abiram, y los ancianos de Israel fueron con él. 26 Entonces habló a la asamblea, y dijo: “Apártense, por favor, de delante de las tiendas de estos hombres inicuos, y no toquen cosa alguna que pertenezca a ellos, para que no sean barridos en todo el pecado de ellos”. 27 Inmediatamente ellos se retiraron de delante del tabernáculo de Coré, Datán y Abiram, por todos lados, y Datán y Abiram salieron, y se plantaron a la entrada de sus tiendas, junto con sus esposas, y sus hijos y sus pequeñuelos. 28 Entonces Moisés dijo: “En esto sabrán que Jehová me ha enviado a hacer todas estas obras, que no es de mi propio corazón: 29 Si fuera según la muerte de toda la humanidad como murieran estas personas, y con el castigo de toda la humanidad como se les impusiera castigo, entonces no es Jehová quien me ha enviado. 30 Pero si es algo creado que Jehová haya de crear, y el suelo tiene que abrir su boca y tragárselos, y todo cuanto les pertenece, y ellos tienen que bajar vivos al Seol, entonces de cierto sabrán ustedes que estos hombres han tratado a Jehová irrespetuosamente”. 31 Y aconteció que, tan pronto como él hubo acabado de hablar todas estas palabras, el suelo que estaba debajo de ellos empezó a partirse. 32 Y la tierra procedió a abrir su boca y a tragárselos a ellos y a sus casas y a todo el género humano que pertenecía a Coré, y todos los bienes. 33 Así que abajo fueron ellos, y todos los que les pertenecían, vivos al Seol, y la tierra fue cubriéndolos, de modo que perecieron de en medio de la congregación. 34 Y todos los israelitas que estaban en su derredor huyeron al grito de ellos, porque empezaron a decir: “¡Tenemos miedo de que la tierra nos trague a nosotros!”.
Este relato encierra una seria advertencia para todos, incluidos los ancianos. Es preciso que cultivemos la humildad, pues esta virtud nos ayudará a esperar en Jehová y seguir las directrices de los hermanos que ha puesto a cargo de la obra. ¿Nos esforzamos por ser tan humildes y mansos como Moisés? ¿Respetamos la posición que ocupan los hermanos responsables del rebaño y aplicamos sus instrucciones? ¿Tenemos la madurez necesaria para superar las decepciones? Si somos humildes y sumisos, Jehová nos conocerá y nos amará profundamente. w11 15/9 5:12, 15, 16


*** w11 15/9 ¿Me conoce Jehová? ***

¿Me conoce Jehová?
“Jehová conoce a los que le pertenecen.” (2 TIM. 2:19)
EN CIERTA ocasión, un fariseo se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el mandamiento más grande de la Ley?”. Y él le respondió: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” (Mat. 22:35-37). Es obvio que el propio Cristo vivía de acuerdo con estas palabras. Pero además de sentir un gran amor por su Padre celestial, estaba muy deseoso de recibir su aprobación, y lo demostró siéndole siempre fiel. Por eso, poco antes de morir, pudo afirmar que su Padre sabía muy bien que era una persona fiel que obedecía todos sus mandamientos. Y, de este modo, se mantuvo en el amor de Jehová (Juan 15:10).
2 Hoy día son muchos los hombres y mujeres —entre ellos nosotros— que afirman conocer y amar a Dios. Pero no basta con eso. Hay que saber si él nos “conoce” —es decir, nos aprueba— a nosotros. Por eso, conviene que nos planteemos esta importante pregunta: “¿Puedo decir yo que Jehová me conoce y me ve como alguien que le pertenece?” (2 Tim. 2:19). Sin duda, es un maravilloso privilegio disfrutar de una relación tan especial con el Soberano del universo.
3 Hay quienes, aunque aman profundamente a Jehová, no terminan de convencerse de que pueden disfrutar de su amistad. A veces se debe a que se consideran poca cosa, indignos de pertenecerle. ¡Menos mal que él no nos ve así! (1 Sam. 16:7.) Fijémonos en estas palabras de Pablo: “Si alguien ama a Dios, este es conocido por él” (1 Cor. 8:3). Como notamos, para que Dios conozca a una persona, es necesario que esta lo ame. Pensemos por un momento: “¿Por qué estoy leyendo yo esta revista? ¿Por qué me esfuerzo por servir a Jehová con todo mi corazón, alma, mente y fuerzas? ¿Le he dedicado mi vida y me he bautizado? Si así es, ¿por qué lo he hecho?”. Recordemos que nuestro Padre celestial examina los corazones de los seres humanos, y solo atrae hacia él a quienes considera “cosas deseables”, es decir, personas valiosas (léanse Ageo 2:7 y Juan 6:44). Por lo tanto, si le estamos sirviendo es porque nos ha invitado a ser sus amigos. Mientras le seamos fieles, jamás nos abandonará. Nos cuidará siempre con mucho cariño, pues somos para él un tesoro (Sal. 94:14).
4 Una vez que Jehová nos atrae a su lado, ¿cuál debería ser nuestro mayor interés? Mantenernos en su amor (léase Judas 20, 21). La Biblia advierte que los cristianos pueden ser llevados “a la deriva” y “alejarse del Dios vivo” (Heb. 2:1; 3:12, 13). Eso fue lo que les sucedió a Himeneo y Fileto, a quienes menciona el apóstol Pablo justo antes de hacer el comentario de 2 Timoteo 2:19, nuestro texto temático. Por lo que vemos, estos dos hombres pertenecieron a Jehová, pero luego se apartaron de la verdad (2 Tim. 2:16-18). Y lo mismo les ocurrió a algunos miembros de las congregaciones de Galacia. Aunque llegaron a ser conocidos por Dios, no permanecieron en su luz espiritual (Gál. 4:9). ¡Nunca cometamos esa equivocación! No hay nada en el mundo que iguale el honor de ser amigos del Altísimo.
5 Para que una persona sea conocida por Dios, debe manifestar algunas cualidades que él aprecia (Sal. 15:1-5; 1 Ped. 3:4). Entre ellas figuran la fe y la humildad. Centrémonos en dos siervos fieles de la antigüedad que fueron ejemplos de estas virtudes y por ello gozaron del amor divino. Luego examinemos la historia de un hombre que, por su arrogancia, terminó siendo rechazado por Jehová a pesar de creerse amigo suyo. Todos estos casos encierran valiosas lecciones para nosotros.
“El padre de todos los que tienen fe”
6 La Biblia destaca que Abrahán fue un hombre que “puso fe en Jehová”, y de hecho lo llama “el padre de todos los que tienen fe” (Gén. 15:6; Rom. 4:11). Este patriarca dejó atrás su hogar, sus posesiones y sus amigos, y se mudó a un país lejano (Gén. 12:1-4; Heb. 11:8-10). Sin duda, tenía una enorme fe en Dios. Y no la perdió con los años. La demostró en múltiples ocasiones, particularmente cuando estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac a fin de cumplir las órdenes divinas (Heb. 11:17-19). Dios sabía que Abrahán confiaba plenamente en sus promesas, y por ello lo consideró un hombre muy especial y señaló que había “llegado a conocerlo” (léase Génesis 18:19). Es obvio que con estas palabras Jehová no solo quería decir que sabía que Abrahán existía, sino que lo estimaba como amigo (Sant. 2:22, 23).
7 Abrahán recibió la promesa divina de que sus descendientes heredarían la Tierra Prometida y serían tan numerosos “como los granos de arena que hay en la orilla del mar” (Gén. 22:17, 18). Sin embargo, aunque no vivió para ver el cumplimiento de esta promesa, mantuvo firme su confianza en Jehová. Comprendía que siempre que el Creador daba su palabra de hacer algo, podía darse por hecho. Y por su forma de vivir probó que tenía esa seguridad (léase Hebreos 11:13). ¿Qué puede decirse de nosotros? ¿Nos conoce Dios como personas que poseen una fe semejante?
Las personas de fe saben esperar en Jehová
8 Entre los anhelos más comunes del ser humano figuran disfrutar de buena salud, conseguir un cónyuge y formar una familia. Claro, aunque estos y otros deseos son perfectamente legítimos, no siempre llegan a realizarse. ¿Qué haremos en tales casos? La manera en que actuemos revelará hasta qué punto es fuerte nuestra fe.
9 Si queremos que Jehová nos conozca como siervos aprobados, sería insensato tratar de satisfacer esos deseos yendo en contra de su voluntad. Algunos caen en este error al elegir tratamientos médicos contrarios a los principios bíblicos. Otros lo hacen al aceptar empleos que no les dejan tiempo para su familia o les hacen perder reuniones de la congregación. Y hay quienes cometen esa equivocación al cultivar relaciones románticas con quienes no comparten su fe. ¿De verdad aprecian su relación con Jehová los cristianos que actúan de estas maneras? Pensemos en el caso de Abrahán. Si se hubiera cansado de esperar a que se cumplieran las promesas divinas y hubiera decidido mejorar su situación por su cuenta, tal vez volviendo a tener un domicilio fijo y haciéndose famoso entre la gente, ¿qué habría pensado Jehová? (Compárese con Génesis 11:4.) ¿Le habría seguido concediendo su favor?
10 ¿Cuáles son los deseos que a usted le gustaría ver hechos realidad? ¿Tiene la fe necesaria para seguir esperando en Jehová, quien promete satisfacer todos sus legítimos anhelos? (Sal. 145:16.) No olvidemos que, como en el caso de Abrahán, el cumplimiento de algunas promesas divinas pudiera tardar más de lo que nos gustaría. Pero si seguimos esforzándonos por imitar la fe de Abrahán, Dios nunca se olvidará de nosotros y, tarde o temprano, recibiremos grandes bendiciones (Heb. 11:6).
Dos polos opuestos
11 Moisés y Coré eran dos hombres a los que Jehová no veía de igual modo. ¿Por qué? Porque habían manifestado actitudes completamente opuestas ante el orden que él había establecido y las instrucciones que había dado. Repasemos la trayectoria de Coré, levita de la familia de Qohat. Tuvo grandes privilegios, entre los cuales probablemente estuvieron presenciar la liberación de su pueblo en el mar Rojo, respaldar el castigo de Jehová contra los rebeldes en el monte Sinaí y ayudar a transportar el arca del pacto (Éxo. 32:26-29; Núm. 3:30, 31). Parece que fue fiel a Jehová por muchos años, lo que le ganó el respeto de buena parte del campamento israelita.
12 Sin embargo, durante el trayecto a la Tierra Prometida, llegó un momento en que Coré creyó ver problemas en el modo como se dirigía la organización de Dios. Junto con 250 hombres destacados de la nación, trató de imponer ciertos cambios. Seguramente pensaban que contaban con el favor divino, y por eso desafiaron la autoridad de Moisés. Les dijeron a él y a su hermano Aarón: “Ya basta de ustedes, porque la entera asamblea son todos santos, y Jehová está en medio de ellos” (Núm. 16:1-3). ¡Qué muestra de arrogancia! Moisés se limitó a responder: “Jehová dará a conocer quién le pertenece a él” (léase Números 16:5). Al final del día siguiente, Coré y sus secuaces ya estaban muertos (Núm. 16:31-35).
13 A diferencia de Coré, “Moisés era con mucho el más manso de todos los hombres que había sobre la superficie del suelo” (Núm. 12:3). ¿Cuál fue una de las formas en que manifestó esa actitud mansa? Siguiendo humildemente las órdenes divinas (Éxo. 7:6; 40:16). En la Biblia no lo vemos cuestionando vez tras vez los mandatos del Creador o quejándose de sus decisiones. Pensemos tan solo en la orden de Jehová de que se le construyera un tabernáculo, una tienda donde sería adorado. Moisés recibió indicaciones muy precisas sobre la confección de las telas, el color de las hebras, el número de presillas y muchos otros detalles (Éxo. 26:1-6). A lo largo de la historia, Jehová ha usado en su organización superintendentes para guiar a su pueblo. Claro, quizás nos sintamos desanimados cuando dan instrucciones que nos parecen demasiado meticulosas. Pero nuestro Padre celestial es un superintendente perfecto, y sabe confiar en sus siervos y delegarles autoridad. Por eso, siempre que da muchos detalles lo hace con buenas razones. Cuando Moisés recibió tantas especificaciones para el tabernáculo, no se enojó con Jehová ni pensó que lo estuviera rebajando o que estuviera reprimiendo su creatividad y libertad. Todo lo contrario. Fue muy obediente y se aseguró de que los trabajadores realizaran sus labores exactamente como se había dispuesto (Éxo. 39:32). ¡Cuánta humildad demostró Moisés! Sin duda, reconocía que era la obra de Dios y que él no era más que un instrumento suyo.
14 Tiempo después, volvió a dar un ejemplo de humildad al enfrentarse a circunstancias que lo afectaron directamente. Fue en cierta ocasión en la que los israelitas se pusieron a quejarse. Él perdió los estribos y, lo que es peor, no dio gloria a Jehová. Como castigo, se le anunció que no introduciría a su pueblo en la Tierra Prometida (Núm. 20:2-12). Recordemos que, junto con su hermano Aarón, había soportado durante años las protestas de los israelitas. Y ahora, por haber cometido aquel único error, se le indicó que se quedaría sin presenciar el cumplimiento de algo que llevaba mucho tiempo esperando. ¿Cómo reaccionó al saberlo? Aunque lógicamente se sentiría decepcionado, aceptó con humildad la decisión de Jehová. Sabía que es un Dios recto “con quien no hay injusticia” (Deu. 3:25-27; 32:4). No hay duda de que Moisés era una de las personas a quienes Jehová conocía como fieles siervos suyos (léase Éxodo 33:12, 13).
Necesitamos ser humildes para obedecer a Jehová
15 Hoy, los hermanos que dirigen la obra mundial tienen que tomar muchas decisiones, lo que a veces exige realizar cambios. ¿Cómo reaccionamos cuando esto sucede? Recordemos que está en juego nuestra relación con Jehová. No podemos caer en el mismo error que Coré. Tanto él como sus compañeros perdieron el favor divino por confiar demasiado en sí mismos y hacer las cosas a su manera, manifestando orgullo y falta de fe. Coré no se dio cuenta de que, aunque la persona a la que veía tomar las decisiones día tras día era el anciano Moisés, el verdadero cabeza de la nación era Jehová. Al pasar por alto este hecho, dejó de ser leal a las personas que Dios estaba utilizando. ¡Cuánto mejor hubiera sido que confiara en Jehová! Él podía hacerle ver los asuntos desde la óptica adecuada o realizar cualquier cambio que fuera necesario. Pero Coré no lo hizo así, y terminó manchando su historial de fiel servicio por culpa del orgullo.
16 Este relato encierra una seria advertencia para todos, incluidos los ancianos de las congregaciones. Es preciso que cultivemos la humildad, pues esta virtud nos ayudará a esperar en Jehová y seguir las directrices de los hermanos que ha puesto a cargo de la obra. ¿Nos esforzamos por ser tan humildes y mansos como Moisés? ¿Respetamos la posición que ocupan los hermanos responsables del rebaño y aplicamos las instrucciones que nos dan? ¿Tenemos la madurez necesaria para superar las decepciones personales? Si manifestamos humildad y sumisión, Jehová sin duda nos conocerá y, lo que es más, nos amará profundamente.
“Jehová conoce a los que le pertenecen”
17 ¡Cuánto nos ayuda reflexionar sobre los ejemplos de personas a las que Jehová atrajo a su lado y concedió su amistad! Como hemos visto, Abrahán y Moisés, aunque cometían errores y eran tan imperfectos como nosotros, gozaron del privilegio de pertenecer a Dios. Coré, por el contrario, terminó lejos de Jehová y perdió su aprobación. En vista de este peligro, deberíamos preguntarnos: “¿Me conoce Jehová como un siervo fiel? ¿Qué lecciones extraigo de estos ejemplos bíblicos?”.
18 ¿Verdad que es alentador saber que Jehová nos ha atraído y nos ve como una preciada posesión suya? Si nos mantenemos fieles y cultivamos cualidades como la fe y la humildad, seremos cada día más valiosos a sus ojos. Sin duda, es un privilegio que él nos conozca. Gracias a ello, disfrutamos de una vida feliz en la actualidad y podremos recibir maravillosas bendiciones en el futuro (Sal. 37:18).
Puntos que recordar
• ¿Qué hermosa relación nos une a Jehová?
• ¿Cómo podemos imitar la fe de Abrahán?
• ¿Qué aprendemos de los ejemplos de Coré y Moisés?
[Preguntas del estudio]
 1, 2. a) ¿Cuál era el mayor deseo de Jesús? b) ¿Qué pregunta deberíamos plantearnos?
 3. ¿Por qué a algunas personas les cuesta creer que pueden disfrutar de la amistad con Dios, y qué puede ayudarles a cambiar su forma de pensar?
 4. ¿Por qué debemos meditar sobre lo valiosa que es nuestra amistad con Dios?
 5. a) ¿Qué dos cualidades valora Dios? b) ¿Qué ejemplos vamos a repasar?
 6. a) ¿Cómo demostró Abrahán que confiaba en las promesas divinas? b) ¿En qué sentido conocía Jehová a Abrahán?
 7. ¿Qué comprendía Abrahán acerca de las promesas de Jehová, y cómo influyó este hecho en su forma de vivir?
 8. ¿Cuáles son los anhelos legítimos de muchas personas?
 9, 10. a) ¿Cómo intentan algunos hacer realidad sus deseos? b) ¿Qué confianza tiene usted en las promesas de Jehová?
11. Al parecer, ¿qué privilegios tuvo Coré, y con qué actitud sirvió a Jehová por años?
12. Tal como vemos en la ilustración de la página 28, ¿cómo afectó el orgullo de Coré a su amistad con Dios?
13, 14. ¿De qué formas demostró Moisés que era una persona humilde?
15. ¿Qué lección aprendemos del error de Coré?
16. ¿Cómo nos ayuda el ejemplo de humildad de Moisés?
17, 18. ¿Qué nos ayudará a seguir gozando del favor de Jehová?

miércoles, 27 de febrero de 2013

miércoles, 27 de febrero de 2013


TEXTO DEL DÍA

CITA BÍBLICA
Descripción Biblia

Referencias BÍBLICAS
*** Texto del miércoles, 27 de febrero de 2013 ***

Miércoles 27 de febrero

Ocúpate en arreglar prestamente los asuntos con el que se queja contra ti en juicio (Mat. 5:25).

(Mateo 5:25) ”Ocúpate en arreglar prestamente los asuntos con el que se queja contra ti en juicio, mientras estás con él en camino hacia allá, no sea que el querellante te entregue al juez, y el juez al servidor del tribunal, y seas echado en prisión.
(Lucas 12:58) Por ejemplo, cuando vas con tu adversario en juicio al gobernante, esfuérzate, mientras estás en el camino, por desembarazarte de la disputa con él, para que nunca te lleve ante el juez, y el juez te entregue al oficial del tribunal, y el oficial del tribunal te eche en prisión.
(Lucas 18:3) Pues bien, había en aquella ciudad una viuda, y ella seguía yendo a él, y decía: ‘Ve que se me rinda justicia de mi adversario en juicio’.

¿Qué debemos hacer si se nos ha ofendido? Mateo 18:15 nos indica cómo resolver el problema de forma pacífica: “Si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre tú y él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano”. Es cierto que en el contexto inmediato (versículos 15 a 17) se está hablando de ofensas graves. Sin embargo, el versículo 15 contiene un principio aplicable a la situación de la que hablamos: debemos abordar en privado a quien nos ha ofendido, haciéndolo con respeto y tratando de arreglar las cosas. El apóstol Pablo escribió: “Que no se ponga el sol estando ustedes en estado [de irritación], ni dejen lugar para el Diablo” (Efe. 4:26, 27).
(Mateo 18:15-17) ”Además, si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre tú y él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. 16 Pero si no escucha, toma contigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos se establezca todo asunto. 17 Si no les escucha a ellos, habla a la congregación. Si no escucha ni siquiera a la congregación, sea para ti exactamente como hombre de las naciones y como recaudador de impuestos.

(Levítico 19:17) ”’No debes odiar a tu hermano en tu corazón. Debes sin falta censurar a tu asociado, para que no cargues pecado junto con él.
(Proverbios 25:9) Defiende tu propia causa con tu semejante, y no reveles el habla confidencial de otro;
(Lucas 17:3) Presten atención a ustedes mismos. Si tu hermano comete un pecado, dale una reprensión; y si se arrepiente, perdónalo.
(Santiago 5:20) 20 sepan que el que hace volver a un pecador del error de su camino salvará su alma de la muerte y cubrirá una multitud de pecados.
(Deuteronomio 19:15) ”Ningún testigo solo debe levantarse contra un hombre respecto a cualquier error o cualquier pecado, en el caso de cualquier pecado que él cometa. Por boca de dos testigos o por boca de tres testigos debe quedar establecido el asunto.
(Juan 8:17) También, en la propia Ley de ustedes está escrito: ‘El testimonio de dos hombres es verdadero’.
(2 Corintios 13:1) Esta es la tercera vez que voy a ustedes. “Por boca de dos testigos, o de tres, todo asunto tiene que ser establecido.”
(1 Timoteo 5:19) No admitas una acusación contra un anciano, salvo y únicamente por la evidencia de dos o tres testigos.
(Hebreos 10:28) Cualquiera que ha desatendido la ley de Moisés muere sin compasión, por el testimonio de dos o tres.
(Juan 18:28) Entonces condujeron a Jesús desde Caifás al palacio del gobernador. Era temprano en el día ahora. Pero ellos mismos no entraron en el palacio del gobernador, para no contaminarse, sino poder comer la pascua.
(Hechos 10:28) y les dijo: “Bien saben ustedes cuán ilícito le es a un judío unirse o acercarse a un hombre de otra raza; y, no obstante, Dios me ha mostrado que no debo llamar contaminado o inmundo a ningún hombre.
(Hechos 11:3) diciendo que había entrado en casa de varones que no eran circuncisos y había comido con ellos.
(Romanos 16:17) Ahora los exhorto, hermanos, a que vigilen a los que causan divisiones y ocasiones de tropiezo contrario a la enseñanza que ustedes han aprendido, y que los eviten.
(1 Corintios 5:11) Pero ahora les escribo que cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni siquiera coman con tal hombre.
(Efesios 4:26, 27) Estén airados, y, no obstante, no pequen; que no se ponga el sol estando ustedes en estado provocado, 27 ni dejen lugar para el Diablo.
(Salmo 4:4)  4 Agítense, pero no pequen. Digan lo que quieran en su corazón, sobre su cama, y callen. Sélah.
(Levítico 19:17) ”’No debes odiar a tu hermano en tu corazón. Debes sin falta censurar a tu asociado, para que no cargues pecado junto con él.
(Colosenses 3:13) Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes.
(1 Pedro 4:8) Ante todo, tengan amor intenso unos para con otros, porque el amor cubre una multitud de pecados.
(Santiago 4:7) 7 Sujétense, por lo tanto, a Dios; pero opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes.
Hay que actuar sin demora para mantener la paz y evitar que se agraven las heridas. Nunca dejemos que el orgullo, la envidia o la codicia nos impidan resolver rápidamente los problemas (Sant. 4:1-6). w11 15/8 4:6, 7
(Santiago 4:1-6) ¿De qué fuente son las guerras y de qué fuente son las peleas entre ustedes? ¿No son de esta fuente, a saber, de sus deseos vehementes de placer sensual que se hallan en conflicto en sus miembros? 2 Ustedes desean, y sin embargo no tienen. Siguen asesinando y codiciando, y sin embargo no pueden obtener. Siguen peleando y guerreando. No tienen, porque no piden. 3 Sí piden, y sin embargo no reciben, porque piden con un propósito malo, para gastar[lo] en los deseos vehementes que tienen de placer sensual. 4 Adúlteras, ¿no saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, por lo tanto, que quiere ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios. 5 ¿O se figuran ustedes que la escritura dice en balde: “Es con tendencia hacia la envidia con lo que el espíritu que se ha domiciliado en nosotros sigue anhelando”? 6 Sin embargo, la bondad inmerecida que él da es mayor. Por eso se dice: “Dios se opone a los altivos, pero da bondad inmerecida a los humildes”.
(Santiago 3:14) 14 Pero si ustedes tienen en el corazón amargos celos y espíritu de contradicción, no anden haciendo alardes y mintiendo contra la verdad.
(Romanos 7:23) pero contemplo en mis miembros otra ley que guerrea contra la ley de mi mente y que me conduce cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
(Gálatas 5:17) Porque la carne está contra el espíritu en su deseo, y el espíritu contra la carne; porque estos están opuestos el uno al otro, de manera que las mismísimas cosas que ustedes quisieran hacer, no las hacen.
(1 Pedro 2:11) Amados, los exhorto como a forasteros y residentes temporales a que sigan absteniéndose de los deseos carnales, los cuales son los mismísimos que llevan a cabo un conflicto en contra del alma.
(1 Juan 3:15) 15 Todo el que odia a su hermano es homicida, y ustedes saben que ningún homicida tiene la vida eterna [como cosa] permanente en él.
(Colosenses 3:5, 6) 5 Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría. 6 . . .
(Mateo 5:22) Sin embargo, yo les digo que todo el que continúe airado con su hermano será responsable al tribunal de justicia; pero quienquiera que se dirija a su hermano con una palabra execrable de desdén será responsable al Tribunal Supremo; mientras que quienquiera que diga: ‘¡Despreciable necio!’, estará expuesto al Gehena de fuego.
(Santiago 3:16) Porque donde hay celos y espíritu de contradicción, allí hay desorden y toda cosa vil.
(Isaías 1:15) Y cuando ustedes extienden las palmas de las manos, escondo de ustedes los ojos. Aunque hagan muchas oraciones, no escucho; sus mismas manos se han llenado de derramamiento de sangre.
(Zacarías 7:13) “‘Y así ocurrió que, tal como él llamó y ellos no escucharon, así ellos llamaban y yo no escuchaba —ha dicho Jehová de los ejércitos—.
(Miqueas 3:4) En aquel tiempo clamarán a Jehová por socorro, pero él no les responderá. Y él ocultará de ellos su rostro en aquel tiempo, según como cometieron maldad en sus tratos.
(1 Juan 3:22) y cualquier cosa que le pedimos la recibimos de él, porque estamos observando sus mandamientos y estamos haciendo las cosas que son gratas a sus ojos.
(Ezequiel 16:15) 15 “‘Pero tú empezaste a confiar en tu belleza y a hacerte prostituta debido a tu nombre, y a derramar tus actos de prostitución sobre todo el que pasaba; de él llegó a ser.
(2 Crónicas 19:2) Jehú hijo de Hananí el hombre de visiones salió ahora delante de él y dijo al rey Jehosafat: “¿Es a los inicuos a quienes se ha de dar ayuda, y es para los que odian a Jehová para quienes debes tener amor? Y por esto hay indignación contra ti procedente de la persona de Jehová.
(Juan 15:19) Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría afecto a lo que es suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, a causa de esto el mundo los odia.
(Juan 17:14) Yo les he dado tu palabra, pero el mundo los ha odiado, porque ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo.
(1 Juan 5:19) Sabemos que nosotros nos originamos de Dios, pero el mundo entero yace en el [poder del] inicuo.
(Lucas 6:26) ”¡Ay, cuando todos los hombres hablen bien de ustedes, porque cosas como estas son las que los antepasados de ellos hicieron a los falsos profetas!
(Gálatas 1:10) ¿Es, de hecho, a hombres a quienes ahora estoy tratando de persuadir, o a Dios? ¿O estoy procurando agradar a hombres? Si todavía estuviera agradando a hombres, no sería esclavo de Cristo.
(Juan 18:36) Jesús contestó: “Mi reino no es parte de este mundo. Si mi reino fuera parte de este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero, como es el caso, mi reino no es de esta fuente”.
(Romanos 8:7) porque el tener la mente puesta en la carne significa enemistad con Dios, porque esta no está sujeta a la ley de Dios, ni, de hecho, lo puede estar.
(1 Juan 2:15) No estén amando ni al mundo ni las cosas [que están] en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él;
(Génesis 8:21) 21 Y Jehová empezó a oler un olor conducente a descanso, de modo que dijo Jehová en su corazón: “Nunca más invocaré el mal sobre el suelo a causa del hombre, porque la inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud; y nunca más asestaré un golpe a toda cosa viviente tal como he hecho.
(Juan 1:16) 16 Porque todos nosotros recibimos de su plenitud, sí, bondad inmerecida sobre bondad inmerecida.
(Salmo 138:6) Porque Jehová es alto, y, no obstante, al humilde lo ve; pero al altanero lo conoce solo de distancia.
(Isaías 2:11) Los ojos altivos del hombre terrestre tienen que ser rebajados, y la altanería de los hombres tiene que inclinarse; y solo Jehová tiene que ser puesto en alto en aquel día.
(Proverbios 3:34) Si se trata de burladores, él mismo escarnecerá; pero a los mansos mostrará favor.
(1 Pedro 5:5) De igual manera, ustedes, hombres de menos edad, estén en sujeción a los hombres de más edad. Pero todos ustedes cíñanse con humildad mental los unos para con los otros, porque Dios se opone a los altivos, pero da bondad inmerecida a los humildes.
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Busquemos la paz
“Sigamos tras las cosas que contribuyen a la paz.” (ROM. 14:19)
EL MUNDO actual no disfruta de verdadera paz. Ni siquiera viven unidos quienes pertenecen al mismo país y hablan el mismo idioma, pues a menudo los separan cuestiones religiosas, políticas y sociales. ¡Qué diferente es el pueblo de Jehová! En él reina la paz, a pesar de que en su seno están representadas “todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas” (Rev. 7:9).
2 Pero esta bendición no es casualidad. ¿Qué razones explican que el pueblo de Jehová viva en armonía? La primera y más importante es que sus integrantes están en “paz con Dios”, ya que han cifrado su fe en Jesús y han sido redimidos por su sangre (Rom. 5:1; Efe. 1:7). La segunda razón es que, como sirven lealmente a Jehová, reciben el espíritu santo, el cual produce como fruto diversas cualidades, entre ellas la paz (Gál. 5:22). La tercera razón es que “no son parte del mundo” (Juan 15:19). Siempre se mantienen neutrales en asuntos políticos y nunca participan en las guerras, sean dentro o fuera de su país, pues han convertido “sus espadas en rejas de arado” (Isa. 2:4).
3 Ahora bien, la paz de que gozamos no solo nos lleva a evitar hacer daño a nuestros hermanos. Nos mueve a amarlos, sin importar su raza o cultura (Juan 15:17). En efecto, nos impulsa a hacer “lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe” (Gál. 6:10). Vivimos en un auténtico paraíso espiritual que debemos valorar y proteger. Por eso, es bueno examinar cómo podemos buscar la paz en la congregación.
Cuando un hermano ofende a otro
4 Santiago escribió: “Todos tropezamos muchas veces. Si alguno no tropieza en palabra, este es varón perfecto” (Sant. 3:2). Por tanto, es inevitable que se produzcan malentendidos y desavenencias entre hermanos (Fili. 4:2, 3). Pero ¿es posible resolverlos sin perturbar la paz de la congregación? Desde luego que sí. La Biblia indica qué pasos debemos dar si notamos que hemos ofendido a alguien (léase Mateo 5:23, 24).
5 Pero ¿y si es el otro el que ha cometido una ofensa contra nosotros? ¿Deberíamos razonar que es él quien tiene que dar el primer paso y disculparse? No. Recordemos que el verdadero amor “no lleva cuenta del daño” (1 Cor. 13:5). Cuando se trata de problemas de poca importancia, es mucho mejor hacer borrón y cuenta nueva, o sea, perdonar y olvidar (léase Colosenses 3:13). Al actuar así, estaremos en paz con los demás y con nosotros mismos. ¡Con razón dice la Biblia que es una “hermosura [...] pasar por alto la transgresión”! (Pro. 19:11.)
6 ¿Y si no logramos pasar por alto lo sucedido? ¿Sacaremos algo contándoselo a todo el que esté dispuesto a escucharnos? Con eso lo único que conseguiremos será perturbar la paz de la congregación. Mateo 18:15 nos indica cómo resolver el problema de forma pacífica: “Si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre tú y él a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano”. Es cierto que en el contexto inmediato (versículos 15 a 17) se está hablando de ofensas graves. Sin embargo, el versículo 15 contiene un principio aplicable a la situación de la que hablamos: debemos abordar en privado a quien nos ha ofendido, haciéndolo con respeto y tratando de arreglar las cosas.
7 El apóstol Pablo escribió: “Estén airados, y, no obstante, no pequen; que no se ponga el sol estando ustedes en estado [de irritación], ni dejen lugar para el Diablo” (Efe. 4:26, 27). Y Jesús aconsejó: “Ocúpate en arreglar prestamente los asuntos con el que se queja contra ti en juicio” (Mat. 5:25). En ambos textos se subraya la importancia de actuar sin demora para mantener la paz y evitar que se agraven las heridas. Nunca dejemos que el orgullo, la envidia o la codicia nos impidan resolver rápidamente los problemas (Sant. 4:1-6).
Cuando hay varios implicados
8 Supongamos que el problema no se limita a dos hermanos, sino que hay varios implicados. Eso fue lo que sucedió en el siglo primero entre los cristianos de Roma, algunos de los cuales eran de origen judío y otros no. Parece que la polémica surgió porque había quienes menospreciaban a los que tenían una conciencia “débil” —es decir, muy restrictiva— y los criticaban por decisiones estrictamente personales. ¿Qué consejos dio Pablo por inspiración? (Rom. 14:1-6.)
9 El apóstol se dirigió a ambas partes. Al que tenía muy claro que no era necesario obedecer la Ley mosaica, le advirtió que no se creyera mejor que quienes aún no lo tenían tan claro y consideraban repulsivos los alimentos que esta prohibía (Rom. 14:2, 10). Si trataba con desprecio a estos hermanos, podría hundirlos espiritualmente. “Deja de demoler la obra de Dios simplemente por causa de alimento —escribió Pablo—. [...] Es bueno no comer carne, ni beber vino, ni hacer cosa alguna por la cual tu hermano tropiece.” (Rom. 14:14, 15, 20, 21.) Por otra parte, al cristiano de conciencia más restrictiva le aconsejó que no criticara a quienes no compartían su criterio (Rom. 14:13). Anteriormente ya les había hecho esta exhortación: “Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que sea necesario pensar” (Rom. 12:3). Y ahora les recomendó: “Sigamos tras las cosas que contribuyen a la paz y las cosas que sirven para edificación mutua” (Rom. 14:19).
10 ¿Cómo respondieron los romanos a las palabras de Pablo? Sin duda, le escucharon y corrigieron su forma de actuar. Hoy día, los cristianos deben demostrar la misma actitud cuando surgen diferencias entre ellos. Han de analizar los principios bíblicos pertinentes y aplicarlos con amor y humildad. Claro está, para que “mantengan [la] paz”, es probable que todas las partes involucradas necesiten hacer cambios, tal y como hicieron los cristianos de Roma (Mar. 9:50).
Cuando los ancianos dan ayuda
11 Imaginémonos que un hermano acude a un anciano para contarle cierto problema que tiene con alguien de la familia o de la congregación. ¿Qué hará el superintendente? En primer lugar, escucharle con atención, pues recuerda la siguiente advertencia: “Cualquiera que tapa su oído al clamor [...] del de condición humilde [...] clamará y no se le responderá” (Pro. 21:13). Ahora bien, evitará ponerse automáticamente de parte del ofendido, pues otro proverbio señala: “El primero que da su versión parece que dice la verdad, hasta que llega el otro y lo desmiente” (Pro. 18:17, Nueva Biblia al Día). Por lo general, después de escucharle, le preguntará si ha hablado con la otra persona. Además, le mostrará con la Palabra de Dios los pasos que puede dar a fin de restablecer la paz.
12 Ciertamente, formarse una opinión sin conocer antes las dos versiones es muy peligroso. Así lo demuestra el ejemplo de tres personajes bíblicos. El primero es Potifar, quien creyó a su esposa cuando esta le contó que José había intentado violarla. Se enojó tanto con él que lo encarceló injustamente (Gén. 39:19, 20). El segundo es el rey David. Cuando Zibá aseguró que su amo, Mefibóset, se había pasado al enemigo, David no comprobó si era cierto. Simplemente le dijo: “¡Mira! Tuyo es todo lo que pertenece a Mefibóset” (2 Sam. 16:4; 19:25-27). El tercero es Artajerjes, rey de Persia. En cierta ocasión recibió un informe de que los judíos estaban reedificando las murallas de Jerusalén e iban a rebelarse contra él. La acusación era falsa, pero el monarca la dio por verdadera y ordenó paralizar todas las obras. Como consecuencia, se detuvo la reconstrucción del templo de Dios (Esd. 4:11-13, 23, 24). Estos casos contienen una importante lección para los ancianos: antes de emitir cualquier juicio, deben informarse bien y, como aconsejó Pablo, evitar a toda costa el favoritismo (léase 1 Timoteo 5:21).
13 ¿Es suficiente con escuchar las dos versiones de un conflicto? No; a menudo hace falta algo más. La Biblia indica que “si alguien piensa que ha adquirido conocimiento de algo, todavía no lo sabe exactamente como debe saberlo” (1 Cor. 8:2). Es muy probable que nos falten datos sobre el origen del problema o sobre las circunstancias de los implicados. Cuando los ancianos juzgan algún asunto, deben tener cuidado para no dejarse llevar por manipulaciones, mentiras o rumores. Han de recordar que Jesucristo, el Juez que Dios ha nombrado, siempre actúa con justicia, tal como se había profetizado: “No juzgará por la mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni [...] simplemente según lo que oigan sus oídos” (Isa. 11:3, 4). Además, él sigue en todo momento la guía del espíritu de Jehová, y lo mismo deben hacer ellos.
14 Por eso es tan necesario que, antes de emitir un juicio, le pidan a Jehová su espíritu y busquen su guía consultando las Escrituras y las publicaciones del “esclavo fiel y discreto” (Mat. 24:45).
Algo más importante que conservar la paz
15 Es cierto que los cristianos debemos buscar siempre la paz. Con todo, la Biblia afirma: “La sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica” (Sant. 3:17). Como vemos, Jehová considera que mantener la castidad —es decir, la pureza moral y espiritual— es aún más importante que conservar la paz. Por eso, si nos enteramos de que un hermano ha cometido un pecado grave, debemos animarle a que se lo confiese a los ancianos (1 Cor. 6:9, 10; Sant. 5:14-16). Pero si no lo hace, tenemos el deber de informárselo nosotros. Sería un grave error quedarnos callados, tal vez creyendo que así mantenemos la paz con el pecador. Si lo hiciéramos, nos convertiríamos en sus cómplices (Lev. 5:1; léase Proverbios 29:24).
16 Cierto episodio de la vida de Jehú demuestra que es más importante defender la justicia divina que buscar la paz. Jehová envió a Jehú a castigar a la familia del rey Acab. Cuando el malvado rey Jehoram, hijo de Acab y Jezabel, salió a su encuentro en su carro, le dijo: “¿Hay paz, Jehú?”. Su respuesta fue contundente: “¿Qué paz podría haber mientras haya las fornicaciones de Jezabel tu madre y sus muchas hechicerías?” (2 Rey. 9:22). De inmediato, Jehú le disparó una flecha que le atravesó el corazón. ¿Qué lección pueden extraer de este relato los ancianos de la actualidad? Que cuando alguien peca y se niega a arrepentirse, no pueden tolerar su mala conducta solo por mantener la paz con esa persona. Deben expulsarla, pues así la congregación podrá seguir disfrutando de paz con Dios (1 Cor. 5:1, 2, 11-13).
17 Afortunadamente, la mayoría de los problemas entre hermanos no tienen que ver con pecados graves ni requieren la formación de un comité judicial. En tales casos, el amor dicta que perdonemos y pasemos la página. La Biblia asegura: “El que encubre la transgresión busca amor, y el que sigue hablando de un asunto separa a los que se han familiarizado entre sí” (Pro. 17:9). Si nos esforzamos por pasar por alto los errores de nuestros hermanos, la congregación será un oasis de paz. Y, lo que es más, conservaremos la buena relación con Jehová (Mat. 6:14, 15).
Las bendiciones de buscar la paz
18 El cristiano que busca “las cosas que contribuyen a la paz” recibirá grandes bendiciones. Para empezar, como imita la personalidad de Jehová, gozará de su amistad y estará colaborando para que todos disfrutemos de armonía y unidad en nuestro paraíso espiritual. Por otro lado, al promover las buenas relaciones en la congregación, le resultará más fácil hacer lo mismo en el territorio cuando predica “las buenas nuevas de la paz” (Efe. 6:15). Así logrará “ser amable para con todos” y mantenerse “reprimido”, o controlado, cuando lo traten mal (2 Tim. 2:24).
19 Además, verá hacerse realidad esta promesa: “Va a haber resurrección así de justos como de injustos” (Hech. 24:15). Cuando eso suceda en la Tierra, volverán a la vida millones de personas de todos los orígenes, culturas, personalidades y épocas, desde la actualidad hasta los tiempos de “la fundación del mundo” (Luc. 11:50, 51). Dado que entonces tendremos el gran honor de enseñarles los caminos de la paz, ¡qué importante es que ya estemos andando en ellos!
[Nota]
La Atalaya del 15 de octubre de 1999, páginas 17 a 22, expone consejos bíblicos aplicables a casos graves, como la calumnia y el fraude.
¿Lo sabría explicar?
• ¿Qué pasos debemos dar si notamos que hemos ofendido a alguien?
• ¿De qué forma mantenemos la paz cuando un hermano nos ofende?
• ¿Por qué es un error ponerse de parte de alguien en los problemas ajenos?
• ¿Qué es más importante que buscar la paz?
[Preguntas del estudio]
 1, 2. ¿Por qué razones reinan la paz y la concordia entre los testigos de Jehová?
 3. ¿A qué nos impulsa la paz de que gozamos, y qué veremos en este artículo?
 4. ¿Qué debemos hacer si hemos ofendido a alguien?
 5. ¿De qué forma buscamos la paz cuando un hermano nos ofende?
 6. ¿Qué deberíamos hacer si no logramos pasar por alto cierta ofensa?
 7. ¿Por qué es importante resolver los problemas lo antes posible?
 8, 9. a) ¿Qué polémica surgió entre los cristianos de Roma? b) ¿Qué consejos dio Pablo?
10. Al igual que los cristianos de Roma, ¿qué debemos hacer para solucionar las diferencias?
11. ¿Qué deben hacer los ancianos cuando alguien les cuente que tiene un problema con otro cristiano?
12. ¿Qué ejemplos ilustran el peligro de emitir un juicio sobre un conflicto sin haber oído antes a todas las partes?
13, 14. a) ¿Qué debemos recordar cuando hay un problema entre dos personas? b) ¿Con qué ayuda cuentan los superintendentes a la hora de emitir un juicio?
15. ¿Cuándo debemos hacerles saber a los ancianos que un hermano ha cometido un pecado grave?
16. ¿Qué nos enseña el relato de Jehú y el rey Jehoram?
17. ¿Cómo contribuimos a que la congregación sea un oasis de paz?
18, 19. ¿Qué bendiciones recibiremos si nos esforzamos por buscar la paz?