TEXTO DEL DÍA
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CITA BÍBLICA
Descripción Biblia
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Referencias BÍBLICAS
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*** Texto del
jueves, 28 de febrero de 2013 ***
Jueves 28 de
febrero
Jehová dará a
conocer quién le pertenece a él (Núm. 16:5).
Respetemos la autoridad de Jehová Drama Testigos de Jehová YouTube
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(Números 16:5) Entonces habló a Coré y a su entera asamblea, y dijo:
“Por la mañana Jehová dará a conocer quién le pertenece
a él y quién es santo y quién tiene que acercársele, y quienquiera a quien él escoja se acercará a él.
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(2 Timoteo
2:19) 19 Con todo, el fundamento sólido de Dios
queda en pie, y tiene este sello: “Jehová conoce a los que le pertenecen”, y:
“Que renuncie a la injusticia todo el que nombra el nombre de Jehová”.
(Levítico 21:6) 6 Deben resultar santos a su
Dios, y no deben profanar el nombre de su Dios, porque ellos son los que
presentan las ofrendas de Jehová hechas por fuego, el pan de su Dios; y
tienen que resultar santos.
(Éxodo 28:43) Y tienen que estar sobre Aarón y sus
hijos cuando entren en la tienda de reunión o cuando se acerquen al altar
para ministrar en el lugar santo, para que no incurran en error y ciertamente
mueran. Es estatuto hasta tiempo indefinido para él y para su prole después
de él.
(Levítico 10:3) Entonces Moisés dijo a Aarón: “Esto es
lo que ha hablado Jehová, diciendo: ‘Entre los allegados a mí sea yo
santificado, y ante el rostro de todo el pueblo sea yo glorificado’”. Y Aarón
guardó silencio.
(Éxodo 28:1) ”Y en cuanto a ti, haz que se te acerque Aarón tu
hermano, y sus hijos con él, de en medio de los hijos de Israel, para que él
me haga trabajo de sacerdote, Aarón, Nadab y Abihú, Eleazar e Itamar, los
hijos de Aarón.
(Números 17:5) Y lo que tiene que suceder es que el hombre a quien yo
escoja, su vara echará botones, y ciertamente haré cesar de en contra de mí
las murmuraciones de los hijos de Israel, que ellos están murmurando en
contra de ustedes”.
(1 Samuel 2:28) Y hubo un escogerlo para mí de todas las
tribus de Israel, para que hiciera trabajo de sacerdote y subiera sobre mi
altar para hacer ascender en espirales el humo de sacrificios, para que
llevara un efod delante de mí, para que yo diera a la casa de tu antepasado
todas las ofrendas de los hijos de Israel hechas por fuego.
(Salmo 105:26) Envió a Moisés su siervo, a Aarón, a quien había
escogido.
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Coré perdió de
vista que el cabeza de la nación era Jehová y dejó de ser leal a las personas
que Dios estaba utilizando. ¡Mejor hubiera sido que confiara en Jehová!
Él podía hacerle ver los asuntos desde la óptica adecuada o realizar
cualquier cambio que fuera necesario. Pero Coré no hizo eso, y terminó
manchando su historial de fiel servicio por culpa del orgullo (Núm. 16:1-34).
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(Números 16:1-34) Y Coré hijo de Izhar, hijo de Qohat, hijo de Leví,
procedió a levantarse, junto con Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de
Pélez, hijos de Rubén. 2 Y procedieron a levantarse
delante de Moisés, ellos y doscientos cincuenta hombres de los hijos de
Israel, principales de la asamblea, los convocados de la reunión, hombres de
fama. 3 De modo que se congregaron contra Moisés y
Aarón y les dijeron: “Ya basta de ustedes, porque la entera asamblea son
todos santos, y Jehová está en medio de ellos. ¿Por qué, pues, deben ustedes
alzarse por encima de la congregación de Jehová?”. 4 Cuando
Moisés llegó a oírlo, en seguida cayó sobre su rostro. 5 Entonces
habló a Coré y a su entera asamblea, y dijo: “Por la mañana Jehová dará a
conocer quién le pertenece a él y quién es santo y quién tiene que
acercársele, y quienquiera a quien él escoja se acercará a él. 6 Hagan
esto: Tomen para ustedes braserillos, Coré y toda su asamblea, 7 y
pongan fuego en ellos y coloquen incienso sobre ellos delante de Jehová
mañana, y tiene que suceder que el hombre a quien Jehová escoja, él es el
santo. ¡Ya basta de ustedes, hijos de Leví!”. 8 Y
Moisés pasó a decir a Coré: “Escuchen, por favor, ustedes, los hijos de Leví.
9 ¿Les es cosa tan pequeña el que el Dios de Israel
los haya separado de la asamblea de Israel para presentarlos a sí para
efectuar el servicio del tabernáculo de Jehová y para estar de pie delante de
la asamblea para ministrarles, 10 y el que a ti y a
todos tus hermanos contigo, los hijos de Leví, los haya hecho acercarse? Así
es que ¿también tienen que tratar de conseguir el sacerdocio? 11 Por
esa razón tú y toda tu asamblea que van reuniéndose están contra Jehová. En
cuanto a Aarón, ¿qué es para que murmuren contra él?”. 12 Más
tarde Moisés envió a llamar a Datán y Abiram, hijos de Eliab, pero ellos
dijeron: “¡No vamos a subir! 13 ¿Es cosa tan pequeña
el que nos hayas hecho subir de una tierra que mana leche y miel para
hacernos morir en el desierto, que también procuras hacerte príncipe sobre
nosotros hasta el límite? 14 El caso es que no nos has
introducido en una tierra que mane leche y miel, para que nos des una
herencia de campo y viña. ¿Será acaso que quieres perforar y sacar los ojos
de aquellos hombres? ¡No vamos a subir!”. 15 Ante
esto, Moisés se encolerizó mucho y dijo a Jehová: “No te vuelvas para mirar
su ofrenda de grano. Ni un asno he tomado yo de ellos, ni he hecho daño a
ninguno de ellos”. 16 Entonces Moisés dijo a Coré: “Tú
y toda tu asamblea, estén presentes delante de Jehová, tú y ellos y Aarón,
mañana. 17 Y tome cada uno su braserillo, y ustedes
tienen que poner incienso sobre ellos y presentar cada cual su braserillo
delante de Jehová, doscientos cincuenta braserillos, y tú y Aarón cada uno su
braserillo”. 18 De modo que tomaron cada cual su
braserillo y pusieron fuego sobre ellos y colocaron incienso sobre ellos y se
quedaron parados a la entrada de la tienda de reunión, junto con Moisés y
Aarón. 19 Cuando Coré tenía a toda la asamblea reunida
contra ellos a la entrada de la tienda de reunión, entonces la gloria de
Jehová se apareció a toda la asamblea. 20 Jehová ahora
habló a Moisés y Aarón, y dijo: 21 “Sepárense de en
medio de esta asamblea, para que extermine a estos en un instante”. 22 Ante
esto, ellos cayeron sobre sus rostros y dijeron: “Oh Dios, el Dios de los
espíritus de toda clase de carne, ¿pecará un solo hombre y te indignarás
contra la entera asamblea?”. 23 A su vez, Jehová habló
a Moisés, y dijo: 24 “Habla a la asamblea, y di:
‘¡Retírense de alrededor de los tabernáculos de Coré, Datán y Abiram!’”. 25 Después
Moisés se levantó y fue a Datán y Abiram, y los ancianos de Israel fueron con
él. 26 Entonces habló a la asamblea, y dijo:
“Apártense, por favor, de delante de las tiendas de estos hombres inicuos, y
no toquen cosa alguna que pertenezca a ellos, para que no sean barridos en
todo el pecado de ellos”. 27 Inmediatamente ellos se
retiraron de delante del tabernáculo de Coré, Datán y Abiram, por todos
lados, y Datán y Abiram salieron, y se plantaron a la entrada de sus tiendas,
junto con sus esposas, y sus hijos y sus pequeñuelos. 28 Entonces
Moisés dijo: “En esto sabrán que Jehová me ha enviado a hacer todas estas
obras, que no es de mi propio corazón: 29 Si fuera
según la muerte de toda la humanidad como murieran estas personas, y con el
castigo de toda la humanidad como se les impusiera castigo, entonces no es
Jehová quien me ha enviado. 30 Pero si es algo creado
que Jehová haya de crear, y el suelo tiene que abrir su boca y tragárselos, y
todo cuanto les pertenece, y ellos tienen que bajar vivos al Seol, entonces
de cierto sabrán ustedes que estos hombres han tratado a Jehová
irrespetuosamente”. 31 Y aconteció que, tan pronto
como él hubo acabado de hablar todas estas palabras, el suelo que estaba
debajo de ellos empezó a partirse. 32 Y la tierra
procedió a abrir su boca y a tragárselos a ellos y a sus casas y a todo el
género humano que pertenecía a Coré, y todos los bienes. 33 Así
que abajo fueron ellos, y todos los que les pertenecían, vivos al Seol, y la
tierra fue cubriéndolos, de modo que perecieron de en medio de la
congregación. 34 Y todos los israelitas que estaban en
su derredor huyeron al grito de ellos, porque empezaron a decir:
“¡Tenemos miedo de que la tierra nos trague a nosotros!”.
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Este relato
encierra una seria advertencia para todos, incluidos los ancianos.
Es preciso que cultivemos la humildad, pues esta virtud nos ayudará a
esperar en Jehová y seguir las directrices de los hermanos que ha puesto a
cargo de la obra. ¿Nos esforzamos por ser tan humildes y mansos como Moisés?
¿Respetamos la posición que ocupan los hermanos responsables del rebaño y
aplicamos sus instrucciones? ¿Tenemos la madurez necesaria para superar las
decepciones? Si somos humildes y sumisos, Jehová nos conocerá y nos
amará profundamente. w11 15/9 5:12, 15, 16
*** w11 15/9 ¿Me conoce Jehová? ***
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¿Me conoce Jehová?
“Jehová conoce a los que le
pertenecen.” (2 TIM. 2:19)
EN CIERTA ocasión, un fariseo se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál
es el mandamiento más grande de la Ley?”. Y él le respondió: “Tienes que
amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu
mente” (Mat. 22:35-37). Es obvio que el propio Cristo vivía de acuerdo
con estas palabras. Pero además de sentir un gran amor por su Padre
celestial, estaba muy deseoso de recibir su aprobación, y lo demostró
siéndole siempre fiel. Por eso, poco antes de morir, pudo afirmar que su
Padre sabía muy bien que era una persona fiel que obedecía todos sus
mandamientos. Y, de este modo, se mantuvo en el amor de Jehová (Juan
15:10).
2 Hoy día son muchos los hombres y mujeres —entre
ellos nosotros— que afirman conocer y amar a Dios. Pero no basta con
eso. Hay que saber si él nos “conoce” —es decir, nos aprueba— a nosotros. Por
eso, conviene que nos planteemos esta importante pregunta: “¿Puedo decir yo
que Jehová me conoce y me ve como alguien que le pertenece?” (2 Tim.
2:19). Sin duda, es un maravilloso privilegio disfrutar de una relación tan
especial con el Soberano del universo.
3 Hay quienes, aunque aman profundamente a Jehová,
no terminan de convencerse de que pueden disfrutar de su amistad.
A veces se debe a que se consideran poca cosa, indignos de pertenecerle.
¡Menos mal que él no nos ve así! (1 Sam. 16:7.) Fijémonos en estas
palabras de Pablo: “Si alguien ama a Dios, este es conocido por él”
(1 Cor. 8:3). Como notamos, para que Dios conozca a una persona, es
necesario que esta lo ame. Pensemos por un momento: “¿Por qué estoy leyendo
yo esta revista? ¿Por qué me esfuerzo por servir a Jehová con todo mi
corazón, alma, mente y fuerzas? ¿Le he dedicado mi vida y me he bautizado?
Si así es, ¿por qué lo he hecho?”. Recordemos que nuestro Padre
celestial examina los corazones de los seres humanos, y solo atrae hacia él a
quienes considera “cosas deseables”, es decir, personas valiosas (léanse
Ageo 2:7 y Juan 6:44).
Por lo tanto, si le estamos sirviendo es porque nos ha invitado a ser sus
amigos. Mientras le seamos fieles, jamás nos abandonará. Nos cuidará siempre
con mucho cariño, pues somos para él un tesoro (Sal. 94:14).
4 Una vez que Jehová nos atrae a su lado, ¿cuál
debería ser nuestro mayor interés? Mantenernos en su amor (léase
Judas 20, 21). La Biblia
advierte que los cristianos pueden ser llevados “a la deriva” y “alejarse del
Dios vivo” (Heb. 2:1; 3:12, 13). Eso fue lo que les sucedió a Himeneo y
Fileto, a quienes menciona el apóstol Pablo justo antes de hacer el
comentario de 2 Timoteo 2:19, nuestro texto temático. Por lo que vemos,
estos dos hombres pertenecieron a Jehová, pero luego se apartaron de la
verdad (2 Tim. 2:16-18). Y lo mismo les ocurrió a algunos miembros
de las congregaciones de Galacia. Aunque llegaron a ser conocidos por Dios,
no permanecieron en su luz espiritual (Gál. 4:9). ¡Nunca cometamos esa
equivocación! No hay nada en el mundo que iguale el honor de ser amigos
del Altísimo.
5 Para que una persona sea conocida por Dios, debe
manifestar algunas cualidades que él aprecia (Sal. 15:1-5; 1 Ped. 3:4).
Entre ellas figuran la fe y la humildad. Centrémonos en dos siervos fieles de
la antigüedad que fueron ejemplos de estas virtudes y por ello gozaron del
amor divino. Luego examinemos la historia de un hombre que, por su
arrogancia, terminó siendo rechazado por Jehová a pesar de creerse amigo
suyo. Todos estos casos encierran valiosas lecciones para nosotros.
“El padre de todos los que
tienen fe”
6 La Biblia destaca que Abrahán fue un hombre que
“puso fe en Jehová”, y de hecho lo llama “el padre de todos los que tienen
fe” (Gén. 15:6; Rom. 4:11). Este patriarca dejó atrás su hogar, sus
posesiones y sus amigos, y se mudó a un país lejano (Gén. 12:1-4; Heb.
11:8-10). Sin duda, tenía una enorme fe en Dios. Y no la perdió con los
años. La demostró en múltiples ocasiones, particularmente cuando estuvo
dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac a fin de cumplir las órdenes divinas
(Heb. 11:17-19). Dios sabía que Abrahán confiaba plenamente en sus promesas,
y por ello lo consideró un hombre muy especial y señaló que había “llegado a
conocerlo” (léase Génesis 18:19).
Es obvio que con estas palabras Jehová no solo quería decir que
sabía que Abrahán existía, sino que lo estimaba como amigo (Sant.
2:22, 23).
7 Abrahán recibió la promesa divina de que sus
descendientes heredarían la Tierra Prometida y serían tan numerosos “como los
granos de arena que hay en la orilla del mar” (Gén. 22:17, 18). Sin
embargo, aunque no vivió para ver el cumplimiento de esta promesa,
mantuvo firme su confianza en Jehová. Comprendía que siempre que el Creador
daba su palabra de hacer algo, podía darse por hecho. Y por su forma de
vivir probó que tenía esa seguridad (léase Hebreos
11:13). ¿Qué puede decirse de nosotros? ¿Nos conoce Dios como
personas que poseen una fe semejante?
Las personas de fe saben esperar
en Jehová
8 Entre los anhelos más comunes del ser humano
figuran disfrutar de buena salud, conseguir un cónyuge y formar una familia.
Claro, aunque estos y otros deseos son perfectamente legítimos,
no siempre llegan a realizarse. ¿Qué haremos en tales casos?
La manera en que actuemos revelará hasta qué punto es fuerte nuestra fe.
9 Si queremos que Jehová nos conozca como siervos
aprobados, sería insensato tratar de satisfacer esos deseos yendo en contra
de su voluntad. Algunos caen en este error al elegir tratamientos médicos
contrarios a los principios bíblicos. Otros lo hacen al aceptar empleos que
no les dejan tiempo para su familia o les hacen perder reuniones de la
congregación. Y hay quienes cometen esa equivocación al cultivar
relaciones románticas con quienes no comparten su fe. ¿De verdad
aprecian su relación con Jehová los cristianos que actúan de estas maneras?
Pensemos en el caso de Abrahán. Si se hubiera cansado de esperar a que
se cumplieran las promesas divinas y hubiera decidido mejorar su situación
por su cuenta, tal vez volviendo a tener un domicilio fijo y haciéndose
famoso entre la gente, ¿qué habría pensado Jehová? (Compárese con Génesis
11:4.) ¿Le habría seguido concediendo su favor?
10 ¿Cuáles son los deseos que a
usted le gustaría ver hechos realidad? ¿Tiene la fe necesaria para seguir
esperando en Jehová, quien promete satisfacer todos sus legítimos anhelos?
(Sal. 145:16.) No olvidemos que, como en el caso de Abrahán, el
cumplimiento de algunas promesas divinas pudiera tardar más de lo que nos
gustaría. Pero si seguimos esforzándonos por imitar la fe de Abrahán, Dios
nunca se olvidará de nosotros y, tarde o temprano, recibiremos grandes
bendiciones (Heb. 11:6).
Dos polos opuestos
11 Moisés y Coré eran dos hombres
a los que Jehová no veía de igual modo. ¿Por qué? Porque habían
manifestado actitudes completamente opuestas ante el orden que él había
establecido y las instrucciones que había dado. Repasemos la trayectoria de
Coré, levita de la familia de Qohat. Tuvo grandes privilegios, entre los
cuales probablemente estuvieron presenciar la liberación de su pueblo en el
mar Rojo, respaldar el castigo de Jehová contra los rebeldes en el monte
Sinaí y ayudar a transportar el arca del pacto (Éxo. 32:26-29; Núm.
3:30, 31). Parece que fue fiel a Jehová por muchos años, lo que le ganó
el respeto de buena parte del campamento israelita.
12 Sin embargo, durante el
trayecto a la Tierra Prometida, llegó un momento en que Coré creyó ver
problemas en el modo como se dirigía la organización de Dios. Junto con
250 hombres destacados de la nación, trató de imponer ciertos cambios.
Seguramente pensaban que contaban con el favor divino, y por eso desafiaron
la autoridad de Moisés. Les dijeron a él y a su hermano Aarón: “Ya basta de
ustedes, porque la entera asamblea son todos santos, y Jehová está en medio
de ellos” (Núm. 16:1-3). ¡Qué muestra de arrogancia! Moisés se limitó a
responder: “Jehová dará a conocer quién le pertenece a él” (léase
Números 16:5). Al final del día siguiente,
Coré y sus secuaces ya estaban muertos (Núm. 16:31-35).
13 A diferencia de Coré, “Moisés
era con mucho el más manso de todos los hombres que había sobre la superficie
del suelo” (Núm. 12:3). ¿Cuál fue una de las formas en que manifestó esa
actitud mansa? Siguiendo humildemente las órdenes divinas (Éxo. 7:6; 40:16).
En la Biblia no lo vemos cuestionando vez tras vez los mandatos del
Creador o quejándose de sus decisiones. Pensemos tan solo en la orden de
Jehová de que se le construyera un tabernáculo, una tienda donde sería
adorado. Moisés recibió indicaciones muy precisas sobre la confección de las
telas, el color de las hebras, el número de presillas y muchos otros detalles
(Éxo. 26:1-6). A lo largo de la historia, Jehová ha usado en su
organización superintendentes para guiar a su pueblo. Claro, quizás nos sintamos
desanimados cuando dan instrucciones que nos parecen demasiado meticulosas.
Pero nuestro Padre celestial es un superintendente perfecto, y sabe confiar
en sus siervos y delegarles autoridad. Por eso, siempre que da muchos
detalles lo hace con buenas razones. Cuando Moisés recibió tantas
especificaciones para el tabernáculo, no se enojó con Jehová
ni pensó que lo estuviera rebajando o que estuviera reprimiendo su
creatividad y libertad. Todo lo contrario. Fue muy obediente y se aseguró de
que los trabajadores realizaran sus labores exactamente como se había
dispuesto (Éxo. 39:32). ¡Cuánta humildad demostró Moisés! Sin duda, reconocía
que era la obra de Dios y que él no era más que un instrumento suyo.
14 Tiempo después, volvió a dar
un ejemplo de humildad al enfrentarse a circunstancias que lo afectaron
directamente. Fue en cierta ocasión en la que los israelitas se pusieron a
quejarse. Él perdió los estribos y, lo que es peor, no dio gloria a
Jehová. Como castigo, se le anunció que no introduciría a su pueblo en
la Tierra Prometida (Núm. 20:2-12). Recordemos que, junto con su hermano
Aarón, había soportado durante años las protestas de los israelitas.
Y ahora, por haber cometido aquel único error, se le indicó que se
quedaría sin presenciar el cumplimiento de algo que llevaba mucho tiempo
esperando. ¿Cómo reaccionó al saberlo? Aunque lógicamente se sentiría
decepcionado, aceptó con humildad la decisión de Jehová. Sabía que es un Dios
recto “con quien no hay injusticia” (Deu. 3:25-27; 32:4). No hay
duda de que Moisés era una de las personas a quienes Jehová conocía como
fieles siervos suyos (léase Éxodo 33:12, 13).
Necesitamos ser humildes
para obedecer a Jehová
15 Hoy, los hermanos que dirigen
la obra mundial tienen que tomar muchas decisiones, lo que a veces exige
realizar cambios. ¿Cómo reaccionamos cuando esto sucede? Recordemos que está
en juego nuestra relación con Jehová. No podemos caer en el mismo error
que Coré. Tanto él como sus compañeros perdieron el favor divino por confiar
demasiado en sí mismos y hacer las cosas a su manera, manifestando orgullo y
falta de fe. Coré no se dio cuenta de que, aunque la persona a la que
veía tomar las decisiones día tras día era el anciano Moisés, el verdadero
cabeza de la nación era Jehová. Al pasar por alto este hecho, dejó de
ser leal a las personas que Dios estaba utilizando. ¡Cuánto mejor hubiera
sido que confiara en Jehová! Él podía hacerle ver los asuntos desde la
óptica adecuada o realizar cualquier cambio que fuera necesario. Pero Coré
no lo hizo así, y terminó manchando su historial de fiel servicio por
culpa del orgullo.
16 Este relato encierra una seria
advertencia para todos, incluidos los ancianos de las congregaciones.
Es preciso que cultivemos la humildad, pues esta virtud nos ayudará a
esperar en Jehová y seguir las directrices de los hermanos que ha puesto a
cargo de la obra. ¿Nos esforzamos por ser tan humildes y mansos como Moisés?
¿Respetamos la posición que ocupan los hermanos responsables del rebaño y
aplicamos las instrucciones que nos dan? ¿Tenemos la madurez necesaria para
superar las decepciones personales? Si manifestamos humildad y sumisión,
Jehová sin duda nos conocerá y, lo que es más, nos amará profundamente.
“Jehová conoce a los
que le pertenecen”
17 ¡Cuánto nos ayuda reflexionar
sobre los ejemplos de personas a las que Jehová atrajo a su lado y concedió
su amistad! Como hemos visto, Abrahán y Moisés, aunque cometían errores y
eran tan imperfectos como nosotros, gozaron del privilegio de pertenecer a
Dios. Coré, por el contrario, terminó lejos de Jehová y perdió su aprobación.
En vista de este peligro, deberíamos preguntarnos: “¿Me conoce Jehová
como un siervo fiel? ¿Qué lecciones extraigo de estos ejemplos bíblicos?”.
18 ¿Verdad que es alentador saber
que Jehová nos ha atraído y nos ve como una preciada posesión suya?
Si nos mantenemos fieles y cultivamos cualidades como la fe y la
humildad, seremos cada día más valiosos a sus ojos. Sin duda, es un
privilegio que él nos conozca. Gracias a ello, disfrutamos de una vida feliz
en la actualidad y podremos recibir maravillosas bendiciones en el futuro
(Sal. 37:18).
Puntos que recordar
• ¿Qué hermosa relación nos une a Jehová?
• ¿Cómo podemos imitar la fe de Abrahán?
• ¿Qué aprendemos de los ejemplos de Coré y Moisés?
[Preguntas del estudio]
1, 2. a) ¿Cuál era el
mayor deseo de Jesús? b) ¿Qué pregunta deberíamos plantearnos?
3. ¿Por qué a algunas personas
les cuesta creer que pueden disfrutar de la amistad con Dios, y qué puede
ayudarles a cambiar su forma de pensar?
4. ¿Por qué debemos meditar
sobre lo valiosa que es nuestra amistad con Dios?
5. a) ¿Qué dos cualidades
valora Dios? b) ¿Qué ejemplos vamos a repasar?
6. a) ¿Cómo demostró
Abrahán que confiaba en las promesas divinas? b) ¿En qué sentido conocía
Jehová a Abrahán?
7. ¿Qué comprendía Abrahán
acerca de las promesas de Jehová, y cómo influyó este hecho en su forma de
vivir?
8. ¿Cuáles son los anhelos
legítimos de muchas personas?
9, 10. a) ¿Cómo intentan
algunos hacer realidad sus deseos? b) ¿Qué confianza tiene usted en las
promesas de Jehová?
11. Al parecer, ¿qué privilegios tuvo Coré, y con qué actitud sirvió a
Jehová por años?
12. Tal como vemos en la ilustración de la página 28, ¿cómo
afectó el orgullo de Coré a su amistad con Dios?
13, 14. ¿De qué formas demostró Moisés que era una persona humilde?
15. ¿Qué lección aprendemos del error de Coré?
16. ¿Cómo nos ayuda el ejemplo de humildad de Moisés?
17, 18. ¿Qué nos ayudará a seguir gozando del favor de Jehová?
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jueves, 28 de febrero de 2013
jueves, 28 de febrero de 2013
miércoles, 27 de febrero de 2013
miércoles, 27 de febrero de 2013
TEXTO DEL DÍA
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CITA BÍBLICA
Descripción Biblia
|
Referencias BÍBLICAS
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*** Texto del
miércoles, 27 de febrero de 2013 ***
Miércoles 27 de
febrero
Ocúpate en arreglar
prestamente los asuntos con el que se queja contra ti en juicio (Mat. 5:25).
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(Mateo 5:25) ”Ocúpate en arreglar prestamente los asuntos con el que
se queja contra ti en juicio, mientras estás con él en camino hacia allá, no
sea que el querellante te entregue al juez, y el juez al servidor
del tribunal, y seas echado en prisión.
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(Lucas 12:58) Por ejemplo, cuando vas con tu adversario en juicio al
gobernante, esfuérzate, mientras estás en el camino, por desembarazarte de la
disputa con él, para que nunca te lleve ante el juez, y el juez te entregue
al oficial del tribunal, y el oficial del tribunal te eche en prisión.
(Lucas 18:3) Pues bien, había en aquella ciudad una viuda, y ella
seguía yendo a él, y decía: ‘Ve que se me rinda justicia de mi adversario en
juicio’.
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¿Qué debemos hacer
si se nos ha ofendido? Mateo
18:15 nos indica cómo resolver el problema de forma pacífica: “Si tu
hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre tú y él a
solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano”. Es cierto que en el
contexto inmediato (versículos
15 a 17) se está hablando de ofensas graves. Sin embargo, el
versículo 15 contiene un principio aplicable a la situación de la que
hablamos: debemos abordar en privado a quien nos ha ofendido, haciéndolo con
respeto y tratando de arreglar las cosas. El apóstol Pablo escribió:
“Que no se ponga el sol estando ustedes en estado [de irritación],
ni dejen lugar para el Diablo” (Efe. 4:26, 27).
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(Mateo 18:15-17)
”Además, si tu hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta
entre tú y él a solas. Si te escucha, has
ganado a tu hermano. 16 Pero si no escucha,
toma contigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres testigos se
establezca todo asunto. 17 Si
no les escucha a ellos, habla a la congregación. Si no escucha ni siquiera a
la congregación, sea para ti exactamente como hombre de las naciones y
como recaudador de impuestos.
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(Levítico 19:17)
”’No debes odiar a tu hermano en tu corazón. Debes sin falta censurar a tu
asociado, para que no cargues pecado junto con él.
(Proverbios 25:9)
Defiende tu propia causa con tu semejante, y no reveles el habla confidencial
de otro;
(Lucas 17:3)
Presten atención a ustedes mismos. Si tu hermano comete un pecado, dale una
reprensión; y si se arrepiente, perdónalo.
(Santiago 5:20)
20 sepan que el que hace volver a un pecador del error
de su camino salvará su alma de la muerte y cubrirá una multitud de pecados.
(Deuteronomio 19:15)
”Ningún testigo solo debe levantarse contra un hombre respecto a cualquier
error o cualquier pecado, en el caso de cualquier pecado que él cometa. Por
boca de dos testigos o por boca de tres testigos debe quedar establecido el
asunto.
(Juan 8:17)
También, en la propia Ley de ustedes está escrito: ‘El testimonio de dos
hombres es verdadero’.
(2 Corintios
13:1) Esta es la tercera vez que voy a ustedes. “Por boca de dos
testigos, o de tres, todo asunto tiene que ser establecido.”
(1 Timoteo
5:19) No admitas una acusación contra un anciano, salvo y únicamente
por la evidencia de dos o tres testigos.
(Hebreos 10:28)
Cualquiera que ha desatendido la ley de Moisés muere sin compasión, por el
testimonio de dos o tres.
(Juan 18:28)
Entonces condujeron a Jesús desde Caifás al palacio del gobernador. Era
temprano en el día ahora. Pero ellos mismos no entraron en el palacio del
gobernador, para no contaminarse, sino poder comer la pascua.
(Hechos 10:28)
y les dijo: “Bien saben ustedes cuán ilícito le es a un judío unirse o
acercarse a un hombre de otra raza; y, no obstante, Dios me ha mostrado que
no debo llamar contaminado o inmundo a ningún hombre.
(Hechos 11:3)
diciendo que había entrado en casa de varones que no eran circuncisos y había
comido con ellos.
(Romanos 16:17)
Ahora los exhorto, hermanos, a que vigilen a los que causan divisiones y
ocasiones de tropiezo contrario a la enseñanza que ustedes han aprendido, y
que los eviten.
(1 Corintios
5:11) Pero ahora les escribo que cesen de mezclarse en la compañía de
cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la
avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni
siquiera coman con tal hombre.
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(Efesios 4:26, 27)
Estén airados, y, no obstante, no pequen;
que no se ponga el sol estando ustedes en estado provocado,
27 ni dejen lugar para el Diablo.
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(Salmo 4:4)
4 Agítense, pero no pequen. Digan lo que quieran
en su corazón, sobre su cama, y callen. Sélah.
(Levítico 19:17) ”’No
debes odiar a tu hermano en tu corazón. Debes sin falta censurar a tu
asociado, para que no cargues pecado junto con él.
(Colosenses 3:13)
Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros
si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó
liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes.
(1 Pedro 4:8)
Ante todo, tengan amor intenso unos para con otros, porque el amor cubre una
multitud de pecados.
(Santiago 4:7) 7 Sujétense,
por lo tanto, a Dios; pero opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes.
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Hay que actuar sin
demora para mantener la paz y evitar que se agraven las heridas. Nunca
dejemos que el orgullo, la envidia o la codicia nos impidan resolver
rápidamente los problemas (Sant.
4:1-6). w11 15/8 4:6, 7
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(Santiago 4:1-6) ¿De
qué fuente son las guerras y de qué fuente son las peleas entre ustedes? ¿No
son de esta fuente, a saber, de
sus deseos vehementes de placer sensual que se hallan en conflicto
en sus miembros? 2 Ustedes desean, y
sin embargo no tienen. Siguen asesinando
y codiciando, y sin embargo no pueden
obtener. Siguen peleando y guerreando. No
tienen, porque no piden. 3 Sí piden, y sin embargo no
reciben, porque piden con un propósito malo, para gastar[lo] en
los deseos vehementes que tienen de placer sensual. 4 Adúlteras,
¿no saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, por
lo tanto, que quiere ser amigo del mundo está
constituyéndose enemigo de Dios. 5 ¿O
se figuran ustedes que la escritura dice en balde: “Es con tendencia hacia la
envidia con lo que el espíritu que se ha domiciliado en
nosotros sigue anhelando”? 6 Sin embargo, la bondad
inmerecida que él da es mayor. Por eso se dice: “Dios se opone a los altivos, pero da bondad inmerecida
a los
humildes”.
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(Santiago
3:14) 14 Pero si ustedes tienen en el corazón
amargos celos y espíritu de contradicción, no anden haciendo alardes y
mintiendo contra la verdad.
(Romanos
7:23) pero contemplo en mis miembros otra ley que guerrea contra la
ley de mi mente y que me conduce cautivo a la ley del pecado que está en mis
miembros.
(Gálatas
5:17) Porque la carne está contra el espíritu en su deseo, y el
espíritu contra la carne; porque estos están opuestos el uno al otro, de
manera que las mismísimas cosas que ustedes quisieran hacer, no las hacen.
(1 Pedro
2:11) Amados, los exhorto como a forasteros y residentes temporales a
que sigan absteniéndose de los deseos carnales, los cuales son los mismísimos
que llevan a cabo un conflicto en contra del alma.
(1 Juan
3:15) 15 Todo el que odia a su hermano es
homicida, y ustedes saben que ningún homicida tiene la vida eterna [como
cosa] permanente en él.
(Colosenses
3:5, 6) 5 Amortigüen, por lo tanto, los
miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación,
inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría. 6 . . .
(Mateo
5:22) Sin embargo, yo les digo que todo el que continúe airado con su
hermano será responsable al tribunal de justicia; pero quienquiera que se
dirija a su hermano con una palabra execrable de desdén será responsable al
Tribunal Supremo; mientras que quienquiera que diga: ‘¡Despreciable necio!’,
estará expuesto al Gehena de fuego.
(Santiago
3:16) Porque donde hay celos y espíritu de contradicción, allí hay
desorden y toda cosa vil.
(Isaías 1:15)
Y cuando ustedes extienden las palmas de las manos, escondo de ustedes los
ojos. Aunque hagan muchas oraciones, no escucho; sus mismas manos se han
llenado de derramamiento de sangre.
(Zacarías 7:13)
“‘Y así ocurrió que, tal como él llamó y ellos no escucharon, así ellos
llamaban y yo no escuchaba —ha dicho Jehová de los ejércitos—.
(Miqueas 3:4)
En aquel tiempo clamarán a Jehová por socorro, pero él no les responderá. Y
él ocultará de ellos su rostro en aquel tiempo, según como cometieron maldad
en sus tratos.
(1 Juan
3:22) y cualquier cosa que le pedimos la recibimos de él, porque
estamos observando sus mandamientos y estamos haciendo las cosas que son
gratas a sus ojos.
(Ezequiel 16:15)
15 “‘Pero tú empezaste a confiar en tu belleza y a
hacerte prostituta debido a tu nombre, y a derramar tus actos de prostitución
sobre todo el que pasaba; de él llegó a ser.
(2 Crónicas
19:2) Jehú hijo de Hananí el hombre de visiones salió ahora delante de
él y dijo al rey Jehosafat: “¿Es a los inicuos a quienes se ha de dar ayuda,
y es para los que odian a Jehová para quienes debes tener amor? Y por esto
hay indignación contra ti procedente de la persona de Jehová.
(Juan 15:19)
Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría afecto a lo que es
suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he
escogido del mundo, a causa de esto el mundo los odia.
(Juan 17:14)
Yo les he dado tu palabra, pero el mundo los ha odiado, porque ellos no son
parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo.
(1 Juan
5:19) Sabemos que nosotros nos originamos de Dios, pero el mundo
entero yace en el [poder del] inicuo.
(Lucas 6:26)
”¡Ay, cuando todos los hombres hablen bien de ustedes, porque cosas como
estas son las que los antepasados de ellos hicieron a los falsos profetas!
(Gálatas 1:10)
¿Es, de hecho, a hombres a quienes ahora estoy tratando de persuadir, o a
Dios? ¿O estoy procurando agradar a hombres? Si todavía estuviera agradando a
hombres, no sería esclavo de Cristo.
(Juan 18:36)
Jesús contestó: “Mi reino no es parte de este mundo. Si mi reino fuera parte
de este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado
a los judíos. Pero, como es el caso, mi reino no es de esta fuente”.
(Romanos 8:7)
porque el tener la mente puesta en la carne significa enemistad con Dios,
porque esta no está sujeta a la ley de Dios, ni, de hecho, lo puede estar.
(1 Juan
2:15) No estén amando ni al mundo ni las cosas [que están] en el
mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él;
(Génesis 8:21)
21 Y Jehová empezó a oler un olor conducente a
descanso, de modo que dijo Jehová en su corazón: “Nunca más invocaré el mal
sobre el suelo a causa del hombre, porque la inclinación del corazón del
hombre es mala desde su juventud; y nunca más asestaré un golpe a toda cosa
viviente tal como he hecho.
(Juan 1:16)
16 Porque todos nosotros recibimos de su plenitud, sí,
bondad inmerecida sobre bondad inmerecida.
(Salmo
138:6) Porque Jehová es alto, y, no obstante, al humilde lo ve; pero
al altanero lo conoce solo de distancia.
(Isaías
2:11) Los ojos altivos del hombre terrestre tienen que ser rebajados,
y la altanería de los hombres tiene que inclinarse; y solo Jehová tiene que
ser puesto en alto en aquel día.
(Proverbios 3:34)
Si se trata de burladores, él mismo escarnecerá; pero a los mansos mostrará
favor.
(1 Pedro
5:5) De igual manera, ustedes, hombres de menos edad, estén en sujeción
a los hombres de más edad. Pero todos ustedes cíñanse con humildad mental los
unos para con los otros, porque Dios se opone a los altivos, pero da bondad
inmerecida a los humildes.
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Busquemos la paz
“Sigamos tras las cosas que contribuyen a la paz.”
(ROM. 14:19)
EL MUNDO actual no disfruta de verdadera paz. Ni siquiera
viven unidos quienes pertenecen al mismo país y hablan el mismo idioma, pues
a menudo los separan cuestiones religiosas, políticas y sociales. ¡Qué
diferente es el pueblo de Jehová! En él reina la paz, a pesar de que en
su seno están representadas “todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas”
(Rev. 7:9).
2 Pero esta bendición no es casualidad. ¿Qué
razones explican que el pueblo de Jehová viva en armonía? La primera y
más importante es que sus integrantes están en “paz con Dios”, ya que han
cifrado su fe en Jesús y han sido redimidos por su sangre (Rom. 5:1;
Efe. 1:7). La segunda razón es que, como sirven lealmente a Jehová,
reciben el espíritu santo, el cual produce como fruto diversas cualidades,
entre ellas la paz (Gál. 5:22). La tercera razón es que “no son parte
del mundo” (Juan 15:19). Siempre se mantienen neutrales en asuntos políticos
y nunca participan en las guerras, sean dentro o fuera de su país, pues han
convertido “sus espadas en rejas de arado” (Isa. 2:4).
3 Ahora bien, la paz de que gozamos no solo nos
lleva a evitar hacer daño a nuestros hermanos. Nos mueve a amarlos, sin
importar su raza o cultura (Juan 15:17). En efecto, nos impulsa a hacer
“lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están
relacionados con nosotros en la fe” (Gál. 6:10). Vivimos en un auténtico
paraíso espiritual que debemos valorar y proteger. Por eso, es bueno examinar
cómo podemos buscar la paz en la congregación.
Cuando un hermano ofende a otro
4 Santiago escribió: “Todos tropezamos muchas veces.
Si alguno no tropieza en palabra, este es varón perfecto” (Sant.
3:2). Por tanto, es inevitable que se produzcan malentendidos y desavenencias
entre hermanos (Fili. 4:2, 3). Pero ¿es posible resolverlos sin
perturbar la paz de la congregación? Desde luego que sí. La Biblia
indica qué pasos debemos dar si notamos que hemos ofendido a alguien (léase
Mateo 5:23, 24).
5 Pero ¿y si es el otro el que ha cometido una ofensa
contra nosotros? ¿Deberíamos razonar que es él quien tiene que dar el primer
paso y disculparse? No. Recordemos que el verdadero amor “no lleva cuenta del
daño” (1 Cor. 13:5). Cuando se trata de problemas de poca importancia,
es mucho mejor hacer borrón y cuenta nueva, o sea, perdonar y olvidar (léase
Colosenses 3:13). Al actuar así, estaremos
en paz con los demás y con nosotros mismos. ¡Con razón dice la Biblia que es
una “hermosura [...] pasar por alto la transgresión”! (Pro. 19:11.)
6 ¿Y si no logramos pasar por alto lo sucedido?
¿Sacaremos algo contándoselo a todo el que esté dispuesto a escucharnos? Con
eso lo único que conseguiremos será perturbar la paz de la congregación.
Mateo 18:15 nos indica cómo resolver el problema de forma pacífica: “Si tu
hermano comete un pecado, ve y pon al descubierto su falta entre tú y él a
solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano”. Es cierto que en el
contexto inmediato (versículos 15 a 17) se está hablando de ofensas graves.
Sin embargo, el versículo 15 contiene un principio aplicable a la situación
de la que hablamos: debemos abordar en privado a quien nos ha ofendido,
haciéndolo con respeto y tratando de arreglar las cosas.
7 El apóstol Pablo escribió: “Estén airados, y,
no obstante, no pequen; que no se ponga el sol estando ustedes
en estado [de irritación], ni dejen lugar para el Diablo” (Efe.
4:26, 27). Y Jesús aconsejó: “Ocúpate en arreglar prestamente los
asuntos con el que se queja contra ti en juicio” (Mat. 5:25). En ambos
textos se subraya la importancia de actuar sin demora para mantener la paz y
evitar que se agraven las heridas. Nunca dejemos que el orgullo, la envidia o
la codicia nos impidan resolver rápidamente los problemas (Sant. 4:1-6).
Cuando hay varios implicados
8 Supongamos que el problema no se limita a dos
hermanos, sino que hay varios implicados. Eso fue lo que sucedió en el siglo
primero entre los cristianos de Roma, algunos de los cuales eran de origen
judío y otros no. Parece que la polémica surgió porque había quienes
menospreciaban a los que tenían una conciencia “débil” —es decir, muy
restrictiva— y los criticaban por decisiones estrictamente personales. ¿Qué
consejos dio Pablo por inspiración? (Rom. 14:1-6.)
9 El apóstol se dirigió a ambas partes. Al que
tenía muy claro que no era necesario obedecer la Ley mosaica, le
advirtió que no se creyera mejor que quienes aún no lo tenían tan
claro y consideraban repulsivos los alimentos que esta prohibía (Rom.
14:2, 10). Si trataba con desprecio a estos hermanos, podría
hundirlos espiritualmente. “Deja de demoler la obra de Dios simplemente por
causa de alimento —escribió Pablo—. [...] Es bueno no comer
carne, ni beber vino, ni hacer cosa alguna por la cual tu hermano
tropiece.” (Rom. 14:14, 15, 20, 21.) Por otra parte, al cristiano de conciencia más
restrictiva le aconsejó que no criticara a quienes no compartían su
criterio (Rom. 14:13). Anteriormente ya les había hecho esta exhortación:
“Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí
mismo de lo que sea necesario pensar” (Rom. 12:3). Y ahora les
recomendó: “Sigamos tras las cosas que contribuyen a la paz y las cosas
que sirven para edificación mutua” (Rom. 14:19).
10 ¿Cómo respondieron los romanos a las palabras de
Pablo? Sin duda, le escucharon y corrigieron su forma de actuar. Hoy día, los
cristianos deben demostrar la misma actitud cuando surgen diferencias entre
ellos. Han de analizar los principios bíblicos pertinentes y aplicarlos con
amor y humildad. Claro está, para que “mantengan [la] paz”, es probable que
todas las partes involucradas necesiten hacer cambios, tal y como hicieron
los cristianos de Roma (Mar. 9:50).
Cuando los ancianos dan ayuda
11 Imaginémonos que un hermano acude a un anciano para
contarle cierto problema que tiene con alguien de la familia o de la
congregación. ¿Qué hará el superintendente? En primer lugar, escucharle
con atención, pues recuerda la siguiente advertencia: “Cualquiera que tapa su
oído al clamor [...] del de condición humilde [...] clamará y
no se le responderá” (Pro. 21:13). Ahora bien, evitará ponerse automáticamente
de parte del ofendido, pues otro proverbio señala: “El primero que da su
versión parece que dice la verdad, hasta que llega el otro y lo desmiente”
(Pro. 18:17, Nueva Biblia al Día). Por lo
general, después de escucharle, le preguntará si ha hablado con la otra
persona. Además, le mostrará con la Palabra de Dios los pasos que puede dar a
fin de restablecer la paz.
12 Ciertamente, formarse una opinión sin conocer antes
las dos versiones es muy peligroso. Así lo demuestra el ejemplo de tres
personajes bíblicos. El primero es Potifar, quien creyó a su esposa
cuando esta le contó que José había intentado violarla. Se enojó tanto
con él que lo encarceló injustamente (Gén. 39:19, 20). El segundo
es el rey David. Cuando Zibá aseguró que su amo, Mefibóset, se había pasado
al enemigo, David no comprobó si era cierto. Simplemente le dijo:
“¡Mira! Tuyo es todo lo que pertenece a Mefibóset” (2 Sam. 16:4;
19:25-27). El tercero es Artajerjes, rey de Persia. En cierta
ocasión recibió un informe de que los judíos estaban reedificando las
murallas de Jerusalén e iban a rebelarse contra él. La acusación era
falsa, pero el monarca la dio por verdadera y ordenó paralizar todas las
obras. Como consecuencia, se detuvo la reconstrucción del templo de Dios
(Esd. 4:11-13, 23, 24). Estos casos contienen una importante lección
para los ancianos: antes de emitir cualquier juicio, deben informarse bien y,
como aconsejó Pablo, evitar a toda costa el favoritismo (léase 1 Timoteo
5:21).
13 ¿Es suficiente con escuchar las dos versiones de un
conflicto? No; a menudo hace falta algo más. La Biblia indica que “si
alguien piensa que ha adquirido conocimiento de algo, todavía no lo sabe
exactamente como debe saberlo” (1 Cor. 8:2). Es muy probable que
nos falten datos sobre el origen del problema o sobre las circunstancias de
los implicados. Cuando los ancianos juzgan algún asunto, deben tener cuidado
para no dejarse llevar por manipulaciones, mentiras o rumores. Han de
recordar que Jesucristo, el Juez que Dios ha nombrado, siempre actúa con
justicia, tal como se había profetizado: “No juzgará por la mera
apariencia de las cosas a sus ojos, ni [...] simplemente según lo que
oigan sus oídos” (Isa. 11:3, 4). Además, él sigue en todo momento la
guía del espíritu de Jehová, y lo mismo deben hacer ellos.
14 Por eso es tan necesario que, antes de emitir un
juicio, le pidan a Jehová su espíritu y busquen su guía consultando las
Escrituras y las publicaciones del “esclavo fiel y discreto” (Mat. 24:45).
Algo más importante que conservar
la paz
15 Es cierto que los cristianos debemos buscar siempre
la paz. Con todo, la Biblia afirma: “La sabiduría de arriba es primeramente
casta, luego pacífica” (Sant. 3:17). Como vemos, Jehová considera que
mantener la castidad —es decir, la pureza moral y espiritual— es aún más
importante que conservar la paz. Por eso, si nos enteramos de que un hermano
ha cometido un pecado grave, debemos animarle a que se lo confiese a los
ancianos (1 Cor. 6:9, 10; Sant. 5:14-16). Pero si no lo hace,
tenemos el deber de informárselo nosotros. Sería un grave error quedarnos
callados, tal vez creyendo que así mantenemos la paz con el pecador.
Si lo hiciéramos, nos convertiríamos en sus cómplices (Lev. 5:1; léase
Proverbios 29:24).
16 Cierto episodio de la vida de Jehú demuestra que es
más importante defender la justicia divina que buscar la paz. Jehová envió a
Jehú a castigar a la familia del rey Acab. Cuando el malvado rey Jehoram,
hijo de Acab y Jezabel, salió a su encuentro en su carro, le dijo: “¿Hay paz,
Jehú?”. Su respuesta fue contundente: “¿Qué paz podría haber mientras
haya las fornicaciones de Jezabel tu madre y sus muchas hechicerías?”
(2 Rey. 9:22). De inmediato, Jehú le disparó una flecha que le
atravesó el corazón. ¿Qué lección pueden extraer de este relato los ancianos
de la actualidad? Que cuando alguien peca y se niega a arrepentirse,
no pueden tolerar su mala conducta solo por mantener la paz con esa
persona. Deben expulsarla, pues así la congregación podrá seguir disfrutando
de paz con Dios (1 Cor. 5:1, 2, 11-13).
17 Afortunadamente, la mayoría de los problemas entre
hermanos no tienen que ver con pecados graves ni requieren la
formación de un comité judicial. En tales casos, el amor dicta que
perdonemos y pasemos la página. La Biblia asegura: “El que encubre la
transgresión busca amor, y el que sigue hablando de un asunto separa a los
que se han familiarizado entre sí” (Pro. 17:9). Si nos esforzamos por
pasar por alto los errores de nuestros hermanos, la congregación será un
oasis de paz. Y, lo que es más, conservaremos la buena relación con
Jehová (Mat. 6:14, 15).
Las bendiciones de buscar la
paz
18 El cristiano que busca “las cosas que contribuyen a
la paz” recibirá grandes bendiciones. Para empezar, como imita la
personalidad de Jehová, gozará de su amistad y estará colaborando para que
todos disfrutemos de armonía y unidad en nuestro paraíso espiritual. Por otro
lado, al promover las buenas relaciones en la congregación, le resultará más
fácil hacer lo mismo en el territorio cuando predica “las buenas nuevas de la
paz” (Efe. 6:15). Así logrará “ser amable para con todos” y mantenerse
“reprimido”, o controlado, cuando lo traten mal (2 Tim. 2:24).
19 Además, verá hacerse realidad esta promesa: “Va a
haber resurrección así de justos como de injustos” (Hech. 24:15). Cuando eso
suceda en la Tierra, volverán a la vida millones de personas de todos los
orígenes, culturas, personalidades y épocas, desde la actualidad hasta los
tiempos de “la fundación del mundo” (Luc. 11:50, 51). Dado que entonces
tendremos el gran honor de enseñarles los caminos de la paz, ¡qué importante
es que ya estemos andando en ellos!
[Nota]
La Atalaya del 15 de octubre de 1999,
páginas 17 a 22, expone consejos bíblicos aplicables a casos graves,
como la calumnia y el fraude.
¿Lo sabría explicar?
• ¿Qué pasos debemos dar si notamos que hemos ofendido a alguien?
• ¿De qué forma mantenemos la paz cuando un hermano nos ofende?
• ¿Por qué es un error ponerse de parte de alguien en los problemas
ajenos?
• ¿Qué es más importante que buscar la paz?
[Preguntas del estudio]
1, 2. ¿Por qué razones reinan
la paz y la concordia entre los testigos de Jehová?
3. ¿A qué nos impulsa la paz de
que gozamos, y qué veremos en este artículo?
4. ¿Qué debemos hacer si hemos
ofendido a alguien?
5. ¿De qué forma buscamos la
paz cuando un hermano nos ofende?
6. ¿Qué deberíamos hacer si
no logramos pasar por alto cierta ofensa?
7. ¿Por qué es importante
resolver los problemas lo antes posible?
8, 9. a) ¿Qué polémica surgió
entre los cristianos de Roma? b) ¿Qué consejos dio Pablo?
10. Al igual que los cristianos de Roma, ¿qué debemos hacer para
solucionar las diferencias?
11. ¿Qué deben hacer los ancianos cuando alguien les cuente que tiene
un problema con otro cristiano?
12. ¿Qué ejemplos ilustran el peligro de emitir un juicio sobre un
conflicto sin haber oído antes a todas las partes?
13, 14. a) ¿Qué debemos recordar cuando hay un problema entre dos
personas? b) ¿Con qué ayuda cuentan los superintendentes a la hora de emitir
un juicio?
15. ¿Cuándo debemos hacerles saber a los ancianos que un hermano ha
cometido un pecado grave?
16. ¿Qué nos enseña el relato de Jehú y el rey Jehoram?
17. ¿Cómo contribuimos a que la congregación sea un oasis de paz?
18, 19. ¿Qué bendiciones recibiremos si nos esforzamos por buscar la
paz?
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