lunes, 29 de abril de 2013

Lectura de la Biblia abril 29 de 2013


(Éxodo 13:1-16:36) Y Jehová habló adicionalmente a Moisés, y dijo: 2 “Santifícame todo primogénito varón que abre cada matriz entre los hijos de Israel, entre hombres y bestias. Es mío”. 3 Y Moisés pasó a decir al pueblo: “Que haya un recordar este día en que salieron ustedes de Egipto, de la casa de esclavos, porque por fuerza de mano los sacó Jehová de aquí. De modo que no puede comerse nada leudado. 4 Hoy van a salir en el mes de Abib. 5 Y tiene que suceder que cuando Jehová te haya introducido en la tierra de los cananeos y de los hititas y de los amorreos y de los heveos y de los jebuseos, la cual juró a tus antepasados darte, tierra que mana leche y miel, entonces tienes que prestar este servicio en este mes. 6 Siete días has de comer tortas no fermentadas, y el séptimo día es fiesta a Jehová. 7 Han de comerse tortas no fermentadas por los siete días; y no ha de verse contigo nada leudado, y no ha de verse contigo masa fermentada dentro de todos tus límites. 8 Y tienes que informar a tu hijo en aquel día, diciendo: ‘Es a causa de aquello que Jehová hizo por mí cuando salí de Egipto’. 9 Y tiene que servirte de señal sobre tu mano y de memoria entre tus ojos, para que la ley de Jehová resulte estar en tu boca; porque por mano fuerte te sacó Jehová de Egipto. 10 Y tienes que guardar este estatuto en su tiempo señalado de año en año. 11 ”Y tiene que suceder que cuando Jehová te introduzca en la tierra de los cananeos, tal como les ha jurado a ti y a tus antepasados, y cuando de veras te la dé, 12 entonces tienes que dar por entero a Jehová todo el que abre la matriz, y todo primer parto, la cría de la bestia, que llegue a ser tuyo. Los machos pertenecen a Jehová. 13 Y todo primer parto de asno lo has de redimir con una oveja, y si no quieres redimirlo, entonces tienes que quebrarle la cerviz. Y todo primogénito de hombre entre tus hijos, lo has de redimir. 14 ”Y tiene que suceder que en caso de que tu hijo te pregunte más tarde, diciendo: ‘¿Qué significa esto?’, entonces tienes que decirle: ‘Por fuerza de mano nos sacó Jehová de Egipto, de la casa de esclavos. 15 Y aconteció que Faraón mostró obstinación en cuanto a enviarnos, y Jehová procedió a matar a todo primogénito de la tierra de Egipto, desde el primogénito de hombre hasta el primogénito de bestia. Por eso voy a sacrificar a Jehová todos los machos que abren la matriz, y a todo primogénito de mis hijos redimo’. 16 Y tiene que servir de señal sobre tu mano y de venda frontal entre tus ojos, porque por fuerza de mano nos sacó Jehová de Egipto”. 17 Y aconteció, al tiempo en que Faraón envió al pueblo, que Dios no los guió por el camino de la tierra de los filisteos simplemente porque estaba cerca, porque dijo Dios: “Puede ser que el pueblo sienta pesar al ver guerra y ciertamente se vuelva a Egipto”. 18 Por lo tanto, Dios hizo que el pueblo rodeara por el camino del desierto del mar Rojo. Pero fue en orden de batalla como subieron los hijos de Israel de la tierra de Egipto. 19 Y Moisés llevaba consigo los huesos de José, porque este había hecho jurar solemnemente a los hijos de Israel, diciendo: “Dios sin falta dirigirá su atención a ustedes, y tienen que llevar mis huesos de aquí con ustedes”. 20 Y procedieron a partir de Sucot y a acampar en Ezam en la orilla del desierto. 21 Y Jehová iba delante de ellos durante el día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y durante la noche en una columna de fuego para darles luz, para ir de día y de noche. 22 La columna de nube no se alejaba de delante del pueblo durante el día, ni la columna de fuego durante la noche. 
14 Jehová ahora habló a Moisés, diciendo: 2 “Habla a los hijos de Israel, que se vuelvan y acampen delante de Pihahirot, entre Migdol y el mar, a vista de Baal-zefón. Frente a él han de acampar junto al mar. 3 Entonces ciertamente dirá Faraón respecto a los hijos de Israel: ‘Andan errantes en confusión en la tierra. El desierto los tiene encerrados’. 4 De modo que yo realmente dejaré que se haga obstinado el corazón de Faraón, y él ciertamente correrá tras ellos, y yo me conseguiré gloria por medio de Faraón y de todas sus fuerzas militares; y los egipcios ciertamente sabrán que yo soy Jehová”. Por consiguiente, ellos hicieron precisamente aquello. 5 Más tarde, al rey de Egipto se dio informe de que el pueblo había huido. Inmediatamente se mudó el corazón de Faraón, y también el de sus siervos, respecto al pueblo, de modo que dijeron: “¿Qué es esto que hemos hecho, de haber enviado a Israel de servirnos como esclavo?”. 6 De modo que él procedió a alistar sus carros de guerra, y tomó consigo a su pueblo. 7 Y procedió a tomar seiscientos carros escogidos y todos los demás carros de Egipto, y guerreros sobre cada uno de ellos. 8 Así dejó Jehová que se hiciera obstinado el corazón de Faraón, el rey de Egipto, y este se fue corriendo tras los hijos de Israel, mientras los hijos de Israel iban saliendo con mano alzada. 9 Y los egipcios se fueron corriendo tras ellos, y todos los caballos de los carros de Faraón y sus soldados de caballería y sus fuerzas militares iban alcanzándolos mientras estaban acampados junto al mar, junto a Pihahirot, a vista de Baal-zefón. 10 Cuando Faraón logró acercarse, los hijos de Israel empezaron a alzar los ojos, y aquí venían los egipcios marchando tras ellos; y a los hijos de Israel les dio mucho miedo, y empezaron a clamar a Jehová. 11 Y se pusieron a decir a Moisés: “¿Es porque no hay absolutamente ninguna sepultura en Egipto por lo que nos has traído acá a morir en el desierto? ¿Qué es esto que nos has hecho, al habernos sacado de Egipto? 12 ¿No es esta la palabra que te hablamos en Egipto, diciendo: ‘Déjanos, para que sirvamos a los egipcios’? Porque nos es mejor servir a los egipcios que morir en el desierto”. 13 Entonces Moisés dijo al pueblo: “No tengan miedo. Estén firmes y vean la salvación de Jehová, que él ejecutará para ustedes hoy. Pues a los egipcios que ustedes realmente ven hoy, no los volverán a ver, no, nunca jamás. 14 Jehová mismo peleará por ustedes, y ustedes mismos guardarán silencio”. 15 Jehová ahora dijo a Moisés: “¿Por qué sigues clamando a mí? Habla a los hijos de Israel para que levanten el campamento. 16 En cuanto a ti, alza tu vara y extiende tu mano sobre el mar y pártelo, para que los hijos de Israel vayan por en medio del mar en tierra seca. 17 En cuanto a mí, ¡mira!, voy a dejar que se haga obstinado el corazón de los egipcios, para que entren tras ellos y para que yo me consiga gloria por medio de Faraón y todas sus fuerzas militares, sus carros de guerra y sus soldados de caballería. 18 Y los egipcios ciertamente sabrán que yo soy Jehová cuando me consiga gloria por medio de Faraón, sus carros de guerra y sus soldados de caballería”. 19 Entonces el ángel del Dios [verdadero] que iba delante del campamento de Israel partió y se puso detrás de ellos, y la columna de nube partió de la vanguardia de ellos y se situó detrás de ellos. 20 De manera que se introdujo entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel. Por una parte resultaba ser una nube junto con oscuridad. Por otra parte seguía alumbrando la noche. Y este grupo no se acercó a aquel grupo durante toda la noche. 21 Moisés ahora extendió su mano sobre el mar; y Jehová empezó a hacer que el mar se retirara por un fuerte viento del este durante toda la noche, y que la cuenca del mar se convirtiera en suelo seco, y se iba efectuando una partición de las aguas. 22 Por fin los hijos de Israel fueron por en medio del mar sobre tierra seca, mientras las aguas eran un muro para ellos a su derecha y a su izquierda. 23 Y los egipcios emprendieron la persecución, y todos los caballos de Faraón, sus carros de guerra y sus soldados de caballería empezaron a entrar tras ellos, en medio del mar. 24 Y durante la vigilia matutina aconteció que Jehová empezó a mirar hacia el campamento de los egipcios desde dentro de la columna de fuego y nube, y empezó a poner en confusión el campamento de los egipcios. 25 Y siguió quitándoles ruedas a sus carros, de modo que los conducían con dificultad; y los egipcios empezaron a decir: “Huyamos de todo contacto con Israel, porque Jehová ciertamente pelea por ellos contra los egipcios”. 26 Por fin Jehová dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas se vuelvan sobre los egipcios, sus carros de guerra y sus soldados de caballería”. 27 En seguida extendió Moisés su mano sobre el mar, y el mar empezó a volver a su estado normal al amanecer. Mientras tanto los egipcios huían para no encontrarse con él, pero Jehová sacudió a los egipcios, echándolos en medio del mar. 28 Y las aguas siguieron regresando. Finalmente cubrieron los carros de guerra y a los soldados de caballería que pertenecían a todas las fuerzas militares de Faraón y que habían entrado en el mar tras ellos. No se dejó que quedara ni siquiera uno solo de entre ellos. 29 En cuanto a los hijos de Israel, anduvieron en tierra seca en medio del lecho del mar, y las aguas fueron para ellos un muro a su derecha y a su izquierda. 30 Así salvó Jehová en aquel día a Israel de mano de los egipcios, e Israel alcanzó a ver a los egipcios muertos en la orilla del mar. 31 Israel también alcanzó a ver la gran mano que Jehová puso en acción contra los egipcios; y el pueblo empezó a temer a Jehová y a poner fe en Jehová y en Moisés su siervo. 
15 En aquella ocasión Moisés y los hijos de Israel procedieron a cantar esta canción a Jehová, y a decir lo siguiente: “Cante yo a Jehová, porque se ha ensalzado soberanamente. Al caballo y a su jinete ha lanzado en el mar.  2 Mi fuerza y [mi] poderío es Jah, puesto que él sirve para mi salvación. Este es mi Dios, y yo lo elogiaré; el Dios de mi padre, y lo enalteceré.  3 Jehová es persona varonil de guerra. Jehová es su nombre.  4 Los carros de Faraón y sus fuerzas militares él ha echado en el mar, y los selectos de sus guerreros han sido hundidos en el mar Rojo.  5 Las aguas agitadas procedieron a cubrirlos; como piedra bajaron a las profundidades.  6 Tu diestra, oh Jehová, está demostrando que es poderosa en habilidad, tu diestra, oh Jehová, puede destrozar a un enemigo.  7 Y en la abundancia de tu superioridad puedes echar abajo a los que se levantan contra ti; envías tu cólera ardiente, los consume cual rastrojo.  8 Y por un soplo de tus narices se amontonaron aguas; quedaron inmóviles como una represa de inundaciones; las aguas agitadas se quedaron cuajadas en el corazón del mar.  9 Dijo el enemigo: ‘¡Iré en pos! ¡Alcanzaré! ¡Dividiré despojo! ¡Mi alma se llenará de ellos! ¡Desenvainaré mi espada! ¡Los expulsará mi mano!’. 10 Soplaste con tu aliento, los cubrió el mar; se hundieron como plomo en aguas majestuosas. 11 ¿Quién entre los dioses es como tú, oh Jehová? ¿Quién es como tú, que resultas poderoso en santidad? Aquel que ha de ser temido con canciones de alabanza, Aquel que hace maravillas. 12 Extendiste tu diestra, procedió la tierra a tragárselos. 13 Tú en tu bondad amorosa has guiado al pueblo que has recobrado; tú en tu fuerza ciertamente los conducirás a tu lugar santo de habitación. 14 Tendrán que oír los pueblos, se agitarán; dolores de parto tendrán que apoderarse de los habitantes de Filistea. 15 En aquel tiempo los jeques de Edom verdaderamente se perturbarán; en cuanto a los déspotas de Moab, temblor se apoderará de ellos. Todos los habitantes de Canaán verdaderamente se desalentarán. 16 Sobre ellos caerán terror y pavor. A causa de la grandeza de tu brazo quedarán inmóviles como una piedra, hasta que pase tu pueblo, oh Jehová, hasta que pase el pueblo que tú has producido. 17 Tú los traerás y los plantarás en la montaña de tu herencia, un lugar establecido que has alistado para habitarlo tú, oh Jehová, un santuario, oh Jehová, que tus manos han establecido. 18 Jehová reinará hasta tiempo indefinido, aun para siempre. 19 Cuando los caballos de Faraón con sus carros de guerra y sus soldados de caballería entraron en el mar, entonces Jehová hizo volver sobre ellos las aguas del mar, mientras los hijos de Israel anduvieron en tierra seca por en medio del mar”. 20 Y Míriam la profetisa, hermana de Aarón, procedió a tomar una pandereta en la mano; y todas las mujeres empezaron a salir con ella con panderetas y en danzas. 21 Y Míriam siguió respondiendo a los hombres: “Canten a Jehová, porque se ha ensalzado soberanamente. Al caballo y a su jinete en el mar ha lanzado”. 22 Más tarde, Moisés hizo que Israel partiera del mar Rojo, y ellos salieron al desierto de Sur y siguieron marchando por tres días en el desierto, pero no hallaron agua. 23 Por fin llegaron a Marah, pero no pudieron beber el agua de Marah porque era amarga. Por eso él le puso por nombre Marah. 24 Y el pueblo empezó a murmurar contra Moisés, diciendo: “¿Qué hemos de beber?”. 25 Entonces él clamó a Jehová. De modo que Jehová lo dirigió a un árbol, y él lo arrojó en el agua, y el agua se puso dulce. Allí Él les estableció una disposición reglamentaria y una causa para juicio y allí los puso a prueba. 26 Y pasó a decir: “Si escuchas estrictamente la voz de Jehová tu Dios y haces lo que es recto a sus ojos y verdaderamente prestas oído a sus mandamientos y guardas todas sus disposiciones reglamentarias, no pondré sobre ti ninguna de las dolencias que puse sobre los egipcios; porque yo soy Jehová, quien te sana”. 27 Después de eso llegaron a Elim, donde había doce manantiales de agua y setenta palmeras. De modo que se pusieron a acampar allí junto al agua. 
16 Más tarde partieron de Elim, y por fin llegó toda la asamblea de los hijos de Israel al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, el día quince del segundo mes después de haber salido de la tierra de Egipto. 2 Y toda la asamblea de los hijos de Israel empezó a murmurar contra Moisés y Aarón en el desierto. 3 Y siguieron diciéndoles los hijos de Israel: “¡Si siquiera hubiéramos muerto por la mano de Jehová en la tierra de Egipto, mientras nos sentábamos junto a las ollas de carne, mientras comíamos pan hasta quedar satisfechos, porque ustedes nos han sacado a este desierto para hacer que toda esta congregación muera de hambre!”. 4 Entonces Jehová dijo a Moisés: “¡Mira!, voy a hacer que llueva pan para ustedes desde los cielos; y el pueblo tiene que salir y recoger cada cual su cantidad día por día, a fin de que los ponga yo a prueba en cuanto a si andarán en mi ley o no. 5 Y el día sexto tiene que ocurrir que tienen que preparar lo que hayan de traer, y tiene que resultar el doble de lo que siguen recogiendo día a día”. 6 De manera que Moisés y Aarón dijeron a todos los hijos de Israel: “Al atardecer ciertamente sabrán que es Jehová quien los ha sacado de la tierra de Egipto. 7 Y por la mañana realmente verán la gloria de Jehová, porque él ha oído sus murmuraciones contra Jehová. ¿Y qué somos nosotros para que murmuren contra nosotros?”. 8 Y continuó Moisés: “Será cuando Jehová por la tarde les dé carne para comer y por la mañana pan hasta quedar satisfechos, porque Jehová ha oído sus murmuraciones que murmuran contra él. ¿Y qué somos nosotros? Sus murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová”. 9 Y Moisés pasó a decir a Aarón: “Di a la entera asamblea de los hijos de Israel: ‘Acérquense delante de Jehová, porque él ha oído sus murmuraciones’”. 10 Entonces ocurrió que tan pronto como hubo hablado Aarón a la entera asamblea de los hijos de Israel, ellos se volvieron y dirigieron sus rostros hacia el desierto, y, ¡mire!, la gloria de Jehová apareció en la nube. 11 Y Jehová habló nuevamente a Moisés, y dijo: 12 “He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Háblales, y diles: ‘Entre las dos tardes comerán carne, y por la mañana se satisfarán con pan; y ciertamente sabrán que yo soy Jehová su Dios’”. 13 Por consiguiente, ocurrió que al atardecer las codornices empezaron a subir y a cubrir el campamento, y por la mañana se había desarrollado una capa de rocío alrededor del campamento. 14 Con el tiempo la capa de rocío se evaporó, y resultó que sobre la superficie del desierto había una cosa fina, hojaldrada, fina como la escarcha sobre la tierra. 15 Cuando alcanzaron a verla los hijos de Israel, empezaron a decirse unos a otros: “¿Qué es?”. Pues no sabían lo que era. Por eso les dijo Moisés: “Es el pan que Jehová les ha dado para alimento. 16 Esta es la palabra que ha mandado Jehová: ‘Recojan de él, cada cual en proporción con lo que coma. Han de tomar la medida de un omer por cada individuo, según el número de almas que tenga cada uno de ustedes en su tienda’”. 17 Y empezaron a hacerlo así los hijos de Israel; y fueron recogiéndolo, algunos juntando mucho y algunos juntando poco. 18 Cuando lo medían con el omer, el que había juntado mucho no tenía sobrante y el que había juntado poco no tenía escasez. Lo recogieron cada cual en proporción con lo que comía. 19 Entonces les dijo Moisés: “Que nadie deje nada de él hasta la mañana”. 20 Pero no escucharon a Moisés. Cuando algunos hombres dejaban de él hasta la mañana, producía gusanos y hedía; de modo que Moisés se indignó contra ellos. 21 Y lo recogían mañana a mañana, cada uno en proporción con lo que comía. Cuando el sol calentaba, aquello se derretía. 22 Y aconteció que el día sexto recogieron el doble de pan, dos medidas de omer para una persona. De modo que todos los principales de la asamblea vinieron y lo informaron a Moisés. 23 Ante esto, él les dijo: “Es lo que ha hablado Jehová. Mañana habrá una observancia sabática de un sábado santo a Jehová. Lo que puedan cocer, cuézanlo, y lo que puedan hervir, hiérvanlo, y todo el sobrante que haya resérvenlo para ustedes como algo que ha de guardarse hasta la mañana”. 24 Por consiguiente, lo reservaron hasta la mañana, tal como había mandado Moisés; y no hedió ni se desarrollaron en él cresas. 25 Entonces dijo Moisés: “Cómanlo hoy, porque hoy es un sábado a Jehová. Hoy no lo hallarán en el campo. 26 Seis días lo recogerán, pero en el séptimo día hay sábado. En él no se formará”. 27 Sin embargo, el séptimo día aconteció que algunos del pueblo sí salieron para recogerlo, pero no lo hallaron. 28 Por consiguiente, Jehová dijo a Moisés: “¿Hasta cuándo tendrán ustedes que negarse a guardar mis mandamientos y mis leyes? 29 Tomen nota del hecho de que Jehová les ha dado el sábado. Por eso les da en el día sexto el pan de dos días. Quédese sentado cada uno en su propio lugar. No salga nadie de su localidad en el séptimo día”. 30 Y el pueblo procedió a observar el sábado en el séptimo día. 31 Y la casa de Israel se puso a llamar aquello por nombre “maná”. Y era blanco como la semilla de cilantro, y su sabor era como el de tortas aplastadas con miel. 32 Entonces dijo Moisés: “Esta es la palabra que Jehová ha mandado: ‘Llena de él la medida de un omer como algo que ha de guardarse durante todas las generaciones de ustedes, a fin de que ellos vean el pan que hice que ustedes comieran en el desierto cuando estaba sacándolos de la tierra de Egipto’”. 33 Así que Moisés dijo a Aarón: “Toma una jarra y pon en ella un omer completo de maná y deposítala delante de Jehová como algo que ha de guardarse durante todas las generaciones de ustedes”. 34 Tal como Jehová había mandado a Moisés, Aarón procedió a depositarla delante del Testimonio como algo que había de guardarse. 35 Y los hijos de Israel comieron el maná durante cuarenta años, hasta su llegada a una tierra habitada. El maná fue lo que comieron hasta su llegada a la frontera de la tierra de Canaán. 36 Ahora bien, el omer es la décima parte de una medida de efá.

domingo, 28 de abril de 2013

Lectura de la Biblia abril 28 de 2013


(2 Corintios 3:1-4:18) ¿Comenzamos de nuevo a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O acaso necesitamos, como algunos hombres, cartas de recomendación para ustedes o de ustedes? 2 Ustedes mismos son nuestra carta, inscrita en nuestros corazones y conocida y leída por toda la humanidad. 3 Porque queda mostrado que ustedes son carta de Cristo escrita por nosotros como ministros, no inscrita con tinta, sino con espíritu de un Dios vivo, no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, en corazones. 4 Ahora bien, mediante el Cristo tenemos esta clase de confianza para con Dios. 5 No que de nosotros mismos estemos adecuadamente capacitados para estimar algo como proveniente de nosotros mismos, sino que el estar nosotros adecuadamente capacitados proviene de Dios, 6 quien verdaderamente nos ha capacitado adecuadamente para ser ministros de un nuevo pacto, no de un código escrito, sino de espíritu; porque el código escrito condena a muerte, pero el espíritu vivifica. 7 Además, si el código que administra muerte y que fue grabado con letras en piedras se efectuó con una gloria, de modo que los hijos de Israel no podían fijar la vista con intensidad en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, [gloria] que había de ser eliminada, 8 ¿por qué no debería ser con mucha más razón con gloria la administración del espíritu? 9 Porque si el código que administraba condenación fue glorioso, mucho más abunda en gloria la administración de la justicia. 10 De hecho, hasta lo que en un tiempo fue hecho glorioso ha sido despojado de gloria en este respecto, a causa de la gloria que lo supera. 11 Porque si lo que había de ser eliminado fue introducido con gloria, mucho más sería con gloria lo que permanece. 12 Por lo tanto, dado que tenemos tal esperanza, estamos usando gran franqueza de expresión, 13 y no hacemos como cuando Moisés se ponía un velo sobre el rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista con intensidad en el fin de aquello que había de ser eliminado. 14 Pero sus facultades mentales fueron embotadas. Porque hasta este día presente el mismo velo permanece sin ser alzado durante la lectura del antiguo pacto, porque es eliminado por medio de Cristo. 15 De hecho, hasta el día de hoy cuando se lee a Moisés, un velo está puesto sobre el corazón de ellos. 16 Pero cuando hay un volverse a Jehová, se quita el velo. 17 Ahora bien, Jehová es el Espíritu; y donde está el espíritu de Jehová, hay libertad. 18 Y todos nosotros, mientras con rostros descubiertos reflejamos como espejos la gloria de Jehová, somos transformados en la misma imagen de gloria en gloria, exactamente como lo hace Jehová [el] Espíritu. 
4 Por eso, teniendo este ministerio según la misericordia que se nos mostró, no nos rendimos; 2 antes bien, hemos renunciado a las cosas solapadas de las cuales hay que avergonzarse, y no andamos con astucia, ni adulteramos la palabra de Dios, sino que mediante poner de manifiesto la verdad, nos recomendamos a toda conciencia humana a vista de Dios. 3 Ahora, si las buenas nuevas que declaramos están de hecho veladas, están veladas entre los que están pereciendo, 4 entre quienes el dios de este sistema de cosas ha cegado las mentes de los incrédulos, para que no pase [a ellos] la iluminación de las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo, que es la imagen de Dios. 5 Porque no nos estamos predicando a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como esclavos de ustedes por causa de Jesús. 6 Porque Dios es el que dijo: “De la oscuridad resplandezca la luz”, y él ha resplandecido en nuestros corazones para iluminar[los] con el glorioso conocimiento de Dios por el rostro de Cristo. 7 Sin embargo, tenemos este tesoro en vasos de barro, para que el poder que es más allá de lo normal sea de Dios y no el que procede de nosotros. 8 Se nos oprime de toda manera, mas no se nos aprieta de tal modo que no podamos movernos; nos hallamos perplejos, pero no absolutamente sin salida; 9 se nos persigue, pero no se nos deja sin ayuda; se nos derriba, pero no se nos destruye. 10 Siempre aguantamos por todas partes en nuestro cuerpo el tratamiento mortífero que se dio a Jesús, para que la vida de Jesús también se haga manifiesta en nuestro cuerpo. 11 Porque a nosotros los que vivimos se nos está poniendo siempre cara a cara con la muerte por causa de Jesús, para que la vida de Jesús también se haga manifiesta en nuestra carne mortal. 12 Por consiguiente, la muerte está obrando en nosotros, pero la vida en ustedes. 13 Ahora bien, porque tenemos el mismo espíritu de fe como aquel del cual está escrito: “Ejercí fe, por eso hablé”, nosotros también ejercemos fe y por eso hablamos, 14 sabiendo que el que levantó a Jesús nos levantará también a nosotros junto con Jesús y nos presentará juntamente con ustedes. 15 Porque todas las cosas son para el bien de ustedes, para que la bondad inmerecida que fue multiplicada abunde a causa de la acción de gracias de muchos más para gloria de Dios. 16 Por lo tanto no nos rendimos; más bien, aunque el hombre que somos exteriormente se vaya desgastando, ciertamente el hombre que somos interiormente va renovándose de día en día. 17 Porque aunque la tribulación es momentánea y liviana, obra para nosotros una gloria que es de más y más sobrepujante peso y es eterna; 18 mientras tenemos los ojos fijos, no en las cosas que se ven, sino en las que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

sábado, 27 de abril de 2013

Lectura de la Biblia abril 27 de 2013


(Marcos 13:1-37) Al ir saliendo él del templo, uno de sus discípulos le dijo: “Maestro, ¡mira!, ¡qué clase de piedras y qué clase de edificios!”. 2 Sin embargo, Jesús le dijo: “¿Contemplas estos grandes edificios? De ningún modo se dejará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada”. 3 Y estando él sentado en el monte de los Olivos con el templo a la vista, Pedro y Santiago y Juan y Andrés empezaron a preguntarle privadamente: 4 “Dinos: ¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal cuando todas estas cosas estén destinadas a alcanzar una conclusión?”. 5 De modo que Jesús comenzó a decirles: “Cuidado que nadie los extravíe. 6 Muchos vendrán sobre la base de mi nombre, diciendo: ‘Yo soy ese’, y extraviarán a muchos. 7 Además, cuando oigan de guerras e informes de guerras, no se aterroricen; [estas cosas] tienen que suceder, pero todavía no es el fin. 8 ”Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino, habrá terremotos en un lugar tras otro, habrá escaseces de alimento. Estos son principio de dolores de angustia. 9 ”En cuanto a ustedes, cuídense; los entregarán a los tribunales locales, y serán golpeados en las sinagogas y tendrán que estar de pie ante gobernadores y reyes por mi causa, para testimonio a ellos. 10 También, en todas las naciones primero tienen que predicarse las buenas nuevas. 11 Pero cuando vayan conduciéndolos para entregarlos, no se inquieten de antemano acerca de qué hablar; más bien, lo que se les dé en aquella hora, eso hablen, porque no son ustedes los que hablan, sino el espíritu santo. 12 Además, el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo, y los hijos se levantarán contra los padres y los harán morir; 13 y ustedes serán objeto de odio de parte de toda la gente por causa de mi nombre. Pero el que haya aguantado hasta el fin es el que será salvo. 14 ”Sin embargo, cuando alcancen a ver la cosa repugnante que causa desolación parada donde no debe (use discernimiento el lector), entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas. 15 El que esté sobre la azotea no baje, ni entre a sacar nada de su casa; 16 y el que se halle en el campo no vuelva a las cosas atrás para recoger su prenda de vestir exterior. 17 ¡Ay de las mujeres que estén encintas y de las que den de mamar en aquellos días! 18 Sigan orando que no ocurra en tiempo de invierno; 19 porque aquellos días serán [días de] una tribulación como la cual no ha sucedido una desde [el] principio de la creación que Dios creó hasta aquel tiempo, y no volverá a suceder. 20 De hecho, a menos que Jehová hubiera acortado los días, ninguna carne se salvaría. Mas por causa de los escogidos que él ha escogido ha acortado los días. 21 ”Entonces, también, si alguien les dice: ‘¡Miren! Aquí está el Cristo’, ‘¡Miren! Allá está’, no [lo] crean. 22 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas y darán señales y prodigios para descarriar, si posible, a los escogidos. 23 Ustedes, pues, estén alerta; les he dicho todas las cosas de antemano. 24 ”Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su luz, 25 y las estrellas estarán cayendo del cielo, y los poderes que están en los cielos serán sacudidos. 26 Y entonces verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria. 27 Y entonces él enviará los ángeles y reunirá a sus escogidos desde los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. 28 ”Ahora bien, aprendan de la higuera la ilustración: Luego que su rama nueva se pone tierna y hace brotar sus hojas, ustedes saben que está cerca el verano. 29 Así mismo también ustedes, cuando vean acontecer estas cosas, sepan que él está cerca, a las puertas. 30 En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación hasta que acontezcan todas estas cosas. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 32 ”Respecto a aquel día o la hora, nadie sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. 33 Sigan mirando, manténganse despiertos, porque no saben cuándo es el tiempo señalado. 34 Es como un hombre que, al viajar al extranjero, dejó su casa y dio la autoridad a sus esclavos, a cada uno su trabajo, y mandó al portero que se mantuviera alerta. 35 Por lo tanto, manténganse alerta, porque no saben cuándo viene el amo de la casa, si tarde en el día o a medianoche o al canto del gallo o muy de mañana; 36 para que, cuando él llegue de súbito, no los halle durmiendo. 37 Pero lo que les digo a ustedes, a todos lo digo: Manténganse alerta”.
(Marcos 14:1-72) Ahora bien, dos días después era la pascua y [la fiesta de] las tortas no fermentadas. Y los sacerdotes principales y los escribas buscaban cómo prenderlo mediante un ardid astuto, y matarlo; 2 porque repetidas veces decían: “No en la fiesta; puede que haya alboroto del pueblo”. 3 Y mientras él estaba en Betania, en casa de Simón el leproso, estando reclinado a la mesa, vino una mujer con una cajita de alabastro llena de aceite perfumado, nardo genuino, muy costoso. Rompiendo la cajita de alabastro, ella se puso a derramarlo sobre la cabeza de él. 4 Al ver esto, hubo algunos que expresaban indignación entre sí: “¿Por qué se ha efectuado este desperdicio del aceite perfumado? 5 ¡Pues este aceite perfumado pudiera haberse vendido por más de trescientos denarios y haberse dado a los pobres!”. Y estaban muy disgustados con ella. 6 Pero Jesús dijo: “Déjenla. ¿Por qué tratan de causarle molestia? Excelente obra ha hecho ella para conmigo. 7 Porque siempre tienen a los pobres con ustedes, y cuando quieran pueden hacerles bien, pero a mí no siempre me tienen. 8 Ella hizo lo que pudo; se anticipó a ponerme aceite perfumado sobre el cuerpo en vista del entierro. 9 En verdad les digo: Dondequiera que se prediquen las buenas nuevas en todo el mundo, lo que hizo esta mujer también se contará para recuerdo de ella”. 10 Y Judas Iscariote, uno de los doce, se fue a los sacerdotes principales para traicionarlo a ellos. 11 Estos, al oírlo, se regocijaron, y prometieron darle dinero en plata. De modo que él se puso a buscar cómo traicionarlo convenientemente. 12 Ahora bien, el primer día de las tortas no fermentadas, cuando acostumbraban sacrificar la [víctima de la] pascua, sus discípulos le dijeron: “¿Dónde quieres que vayamos y hagamos los preparativos para que comas la pascua?”. 13 Entonces él envió a dos de sus discípulos y les dijo: “Vayan a la ciudad, y se encontrará con ustedes un hombre que lleva una vasija de barro con agua. Síganlo, 14 y donde entre, digan al amo de casa: ‘El Maestro dice: “¿Dónde está el cuarto para convidados para mí donde yo pueda comer la pascua con mis discípulos?”’. 15 Y él les mostrará un cuarto grande, arriba, amueblado en preparación; y allí hagan los preparativos para nosotros”. 16 De modo que los discípulos salieron, y entraron en la ciudad y lo hallaron así como él les había dicho; e hicieron preparativos para la pascua. 17 Cuando hubo anochecido, él vino con los doce. 18 Y estando ellos reclinados a la mesa y comiendo, Jesús dijo: “En verdad les digo: Uno de ustedes, que come conmigo, me traicionará”. 19 Ellos comenzaron a contristarse y a decirle uno por uno: “No soy yo, ¿verdad?”. 20 Él les dijo: “Es uno de los doce, que moja conmigo en la fuente común. 21 Cierto, el Hijo del hombre se va, así como está escrito respecto a él, mas ¡ay de aquel hombre por medio de quien el Hijo del hombre es traicionado! Le hubiera sido mejor a aquel hombre no haber nacido”. 22 Y mientras continuaban comiendo, él tomó un pan, y habiendo dicho una bendición, lo partió y se lo dio a ellos, y dijo: “Tómenlo; esto significa mi cuerpo”. 23 Y tomando una copa, ofreció gracias y se la dio a ellos, y todos bebieron de ella. 24 Y les dijo: “Esto significa mi ‘sangre del pacto’, que ha de ser derramada a favor de muchos. 25 En verdad les digo: De ningún modo beberé yo más del producto de la vid hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios”. 26 Por último, después de cantar alabanzas, salieron al monte de los Olivos. 27 Y Jesús les dijo: “A todos ustedes se les hará tropezar, porque está escrito: ‘Heriré al pastor, y las ovejas serán esparcidas’. 28 Pero después que yo haya sido levantado iré delante de ustedes a Galilea”. 29 Pero Pedro le dijo: “Aun si a todos los demás se les hace tropezar, sin embargo a mí no se me hará”. 30 Ante aquello, Jesús le dijo: “En verdad te digo: Hoy tú, sí, esta noche, antes que un gallo cante dos veces, hasta tú me repudiarás tres veces”. 31 Pero él se puso a decir con insistencia: “Aunque tenga que morir contigo, de ningún modo te repudiaré”. También, todos los demás decían la misma cosa. 32 Entonces llegaron a un lugar cuyo nombre era Getsemaní, y él dijo a sus discípulos: “Siéntense aquí mientras yo oro”. 33 Y tomó consigo a Pedro y a Santiago y a Juan, y comenzó a aturdirse y a perturbarse penosamente. 34 Y les dijo: “Mi alma está hondamente contristada, hasta la muerte. Quédense aquí y manténganse alerta”. 35 Y yendo un poco más adelante caía al suelo y oraba que, si fuera posible, pasara de él aquella hora. 36 Y decía: “Abba, Padre, todas las cosas te son posibles; remueve de mí esta copa. No obstante, no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”. 37 Y vino y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: “Simón, ¿duermes? ¿No tuviste las fuerzas para mantenerte alerta una sola hora? 38 Varones, manténganse alerta y orando, para que no entren en tentación. El espíritu, por supuesto, está pronto, pero la carne es débil”. 39 Y de nuevo se fue y oró, diciendo la misma palabra. 40 Y vino otra vez y los halló durmiendo, pues tenían los ojos cargados, de modo que no sabían qué contestarle. 41 Y vino la tercera vez y les dijo: “¡En una ocasión como esta ustedes duermen y descansan! ¡Basta! ¡Ha llegado la hora! ¡Miren! El Hijo del hombre es traicionado en manos de pecadores. 42 Levántense, vámonos. ¡Miren! El que me traiciona se ha acercado”. 43 E inmediatamente, mientras todavía hablaba, llegó Judas, uno de los doce, y con él una muchedumbre con espadas y garrotes, de parte de los sacerdotes principales y de los escribas y de los ancianos. 44 Ahora bien, el que lo traicionaba les había dado una señal fija, diciendo: “Al que bese, ese es; deténganlo y llévenselo con seguridad”. 45 Y vino en seguida y se acercó a él y dijo: “¡Rabí!”, y lo besó muy tiernamente. 46 De modo que ellos le echaron mano y lo detuvieron. 47 Sin embargo, uno de los que estaban de pie allí sacó su espada e hirió al esclavo del sumo sacerdote y le quitó la oreja. 48 Mas, tomando la palabra, Jesús les dijo: “¿Salieron con espadas y garrotes como contra un salteador para arrestarme? 49 Día tras día estaba con ustedes en el templo enseñando, y sin embargo no me detuvieron. No obstante, es con el fin de que se cumplan las Escrituras”. 50 Y todos lo abandonaron y huyeron. 51 Pero cierto joven que llevaba puesta sobre su [cuerpo] desnudo una prenda de vestir de lino fino se puso a seguirlo de cerca; y trataron de prenderlo, 52 pero él dejó atrás su prenda de lino y se escapó desnudo. 53 Entonces condujeron a Jesús al sumo sacerdote, y se reunieron todos los sacerdotes principales y los ancianos y los escribas. 54 Mas Pedro, de lejos, lo siguió hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado junto con los servidores de la casa y calentándose delante de la brillante lumbre. 55 Mientras tanto, los sacerdotes principales y todo el Sanedrín buscaban testimonio contra Jesús para darle muerte, pero no hallaban ninguno. 56 Muchos, en realidad, testificaban falsamente contra él, pero sus testimonios no estaban de acuerdo. 57 También, algunos se levantaban y daban falso testimonio contra él, diciendo: 58 “Nosotros le oímos decir: ‘Yo derribaré este templo que fue hecho de manos y en tres días edificaré otro, no hecho de manos’”. 59 Pero tampoco sobre esta base estaba de acuerdo su testimonio. 60 Por fin se levantó en medio de ellos el sumo sacerdote e interrogó a Jesús, diciendo: “¿No respondes nada? ¿Qué es lo que estos testifican contra ti?”. 61 Mas él se quedó callado y no respondió nada. De nuevo el sumo sacerdote se puso a interrogarle, y le dijo: “¿Eres tú el Cristo el Hijo del Bendito?”. 62 Entonces Jesús dijo: “Lo soy; y ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder y viniendo con las nubes del cielo”. 63 Ante esto, el sumo sacerdote rasgó sus prendas de vestir interiores y dijo: “¿Qué más necesidad tenemos de testigos? 64 Ustedes han oído la blasfemia. ¿Qué se les hace evidente?”. Todos ellos lo condenaron, declarándolo expuesto a muerte. 65 Y algunos comenzaron a escupirle y a cubrirle todo el rostro y a darle de puñetazos y a decirle: “¡Profetiza!”. Y, dándole de bofetadas, lo recibieron los servidores del tribunal. 66 Ahora bien, mientras Pedro estaba abajo en el patio, vino una de las sirvientas del sumo sacerdote, 67 y, viendo a Pedro que se calentaba, lo miró directamente y dijo: “Tú, también, estabas con el Nazareno, este Jesús”. 68 Pero él lo negó, diciendo: “Ni lo conozco, ni entiendo lo que dices”, y salió fuera al vestíbulo. 69 Allí la sirvienta, al verlo, comenzó de nuevo a decir a los que estaban de pie por allí: “Este es uno de ellos”. 70 De nuevo lo negaba. Y otra vez, después de poco, los que estaban de pie por allí se pusieron a decir a Pedro: “Ciertamente eres uno de ellos, porque, de hecho, eres galileo”. 71 Pero él comenzó a maldecir y a jurar: “No conozco a este hombre de quien hablan”. 72 E inmediatamente cantó un gallo por segunda vez; y Pedro recordó el dicho que Jesús le había hablado: “Antes que un gallo cante dos veces, me repudiarás tres veces”. Y, abatido, rompió a llorar.