(2 Corintios 3:1-4:18)
¿Comenzamos de nuevo a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O acaso necesitamos,
como algunos hombres, cartas de recomendación para ustedes o de ustedes? 2 Ustedes
mismos son nuestra carta, inscrita en nuestros corazones y conocida y leída por
toda la humanidad. 3 Porque queda mostrado que ustedes
son carta de Cristo escrita por nosotros como ministros, no inscrita con tinta,
sino con espíritu de un Dios vivo, no en tablas de piedra, sino en tablas de
carne, en corazones. 4 Ahora bien, mediante el Cristo
tenemos esta clase de confianza para con Dios. 5 No que
de nosotros mismos estemos adecuadamente capacitados para estimar algo como
proveniente de nosotros mismos, sino que el estar nosotros adecuadamente
capacitados proviene de Dios, 6 quien verdaderamente nos
ha capacitado adecuadamente para ser ministros de un nuevo pacto, no de un código
escrito, sino de espíritu; porque el código escrito condena a muerte, pero el
espíritu vivifica. 7 Además, si el código que administra
muerte y que fue grabado con letras en piedras se efectuó con una gloria, de
modo que los hijos de Israel no podían fijar la vista con intensidad en el
rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, [gloria] que había de ser
eliminada, 8 ¿por qué no debería ser con mucha más razón
con gloria la administración del espíritu? 9 Porque si
el código que administraba condenación fue glorioso, mucho más abunda en gloria
la administración de la justicia. 10 De hecho, hasta lo
que en un tiempo fue hecho glorioso ha sido despojado de gloria en este
respecto, a causa de la gloria que lo supera. 11 Porque
si lo que había de ser eliminado fue introducido con gloria, mucho más sería
con gloria lo que permanece. 12 Por lo tanto, dado que
tenemos tal esperanza, estamos usando gran franqueza de expresión, 13 y
no hacemos como cuando Moisés se ponía un velo sobre el rostro, para que los
hijos de Israel no fijaran la vista con intensidad en el fin de aquello que había
de ser eliminado. 14 Pero sus facultades mentales fueron
embotadas. Porque hasta este día presente el mismo velo permanece sin ser
alzado durante la lectura del antiguo pacto, porque es eliminado por medio de
Cristo. 15 De hecho, hasta el día de hoy cuando se lee a
Moisés, un velo está puesto sobre el corazón de ellos. 16 Pero
cuando hay un volverse a Jehová, se quita el velo. 17 Ahora
bien, Jehová es el Espíritu; y donde está el espíritu de Jehová, hay libertad. 18 Y
todos nosotros, mientras con rostros descubiertos reflejamos como espejos la
gloria de Jehová, somos transformados en la misma imagen de gloria en gloria,
exactamente como lo hace Jehová [el] Espíritu.
4 Por eso, teniendo
este ministerio según la misericordia que se nos mostró, no nos rendimos; 2 antes
bien, hemos renunciado a las cosas solapadas de las cuales hay que
avergonzarse, y no andamos con astucia, ni adulteramos la palabra de Dios, sino
que mediante poner de manifiesto la verdad, nos recomendamos a toda conciencia
humana a vista de Dios. 3 Ahora, si las buenas nuevas
que declaramos están de hecho veladas, están veladas entre los que están
pereciendo, 4 entre quienes el dios de este sistema de
cosas ha cegado las mentes de los incrédulos, para que no pase [a ellos] la
iluminación de las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo, que es la imagen
de Dios. 5 Porque no nos estamos predicando a nosotros
mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como esclavos de ustedes
por causa de Jesús. 6 Porque Dios es el que dijo: “De la
oscuridad resplandezca la luz”, y él ha resplandecido en nuestros corazones
para iluminar[los] con el glorioso conocimiento de Dios por el rostro de Cristo.
7 Sin embargo, tenemos este tesoro en vasos de barro,
para que el poder que es más allá de lo normal sea de Dios y no el que procede
de nosotros. 8 Se nos oprime de toda manera, mas no se
nos aprieta de tal modo que no podamos movernos; nos hallamos perplejos, pero
no absolutamente sin salida; 9 se nos persigue, pero no
se nos deja sin ayuda; se nos derriba, pero no se nos destruye. 10 Siempre
aguantamos por todas partes en nuestro cuerpo el tratamiento mortífero que se
dio a Jesús, para que la vida de Jesús también se haga manifiesta en nuestro
cuerpo. 11 Porque a nosotros los que vivimos se nos está
poniendo siempre cara a cara con la muerte por causa de Jesús, para que la vida
de Jesús también se haga manifiesta en nuestra carne mortal. 12 Por
consiguiente, la muerte está obrando en nosotros, pero la vida en ustedes. 13 Ahora
bien, porque tenemos el mismo espíritu de fe como aquel del cual está escrito: “Ejercí
fe, por eso hablé”, nosotros también ejercemos fe y por eso hablamos, 14 sabiendo
que el que levantó a Jesús nos levantará también a nosotros junto con Jesús y
nos presentará juntamente con ustedes. 15 Porque todas
las cosas son para el bien de ustedes, para que la bondad inmerecida que fue
multiplicada abunde a causa de la acción de gracias de muchos más para gloria
de Dios. 16 Por lo tanto no nos rendimos; más bien,
aunque el hombre que somos exteriormente se vaya desgastando, ciertamente el
hombre que somos interiormente va renovándose de día en día. 17 Porque
aunque la tribulación es momentánea y liviana, obra para nosotros una gloria
que es de más y más sobrepujante peso y es eterna; 18 mientras
tenemos los ojos fijos, no en las cosas que se ven, sino en las que no se ven.
Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario