TEXTO DEL DÍA
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CITA BÍBLICA
Descripción Biblia
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Referencias BÍBLICAS
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Domingo 3 de marzo
Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te
apoyes en tu propio entendimiento (Pro. 3:5).
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(Proverbios 3:5) Confía en
Jehová con todo tu corazón, y no te
apoyes en tu propio entendimiento.
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(Salmo 62:8)
Confía en él a todo tiempo, oh pueblo. Delante de él derramen ustedes su
corazón. Dios es refugio para nosotros. Sélah.
(Isaías 26:4)
Confíen en Jehová para siempre, porque en Jah Jehová está la Roca de tiempos
indefinidos.
(Jeremías 17:7)
Bendito es el hombre físicamente capacitado que confía en Jehová, y cuya
confianza Jehová ha llegado a ser.
(Proverbios 28:26) El que confía en su propio corazón es
estúpido, pero el que anda con sabiduría es el que escapará.
(Jeremías 9:23) Esto es lo que ha dicho Jehová: “No se
gloríe el sabio a causa de su sabiduría, y no se gloríe el poderoso a causa
de su poderío. No se gloríe el rico a causa de sus riquezas”.
(Jeremías 10:23) Bien sé yo, oh Jehová, que al hombre
terrestre no le pertenece su camino. No pertenece al hombre que está andando
siquiera dirigir su paso.
(1 Corintios
3:18) Que nadie esté seduciéndose a sí mismo: Si alguno entre ustedes
piensa que es sabio en este sistema de cosas, hágase necio, para que se haga
sabio.
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Confiar en Jehová de
todo corazón implica hacer las cosas a su manera, es decir, según su
voluntad. Para ello es imprescindible que le oremos siempre y le pidamos con
sinceridad su guía. A muchos cristianos, no obstante, les resulta
muy difícil confiar de lleno en Jehová. Tomemos por caso a Linda, una
cristiana que admite: “Para mí, aprender a confiar plenamente en Jehová ha
sido una lucha continua”. ¿Por qué? “No tengo ningún contacto con mi
padre —cuenta—, y mi madre nunca se preocupó por mí, ni física ni
emocionalmente. Así que aprendí desde niña a cuidar de mí misma.” Debido a su
pasado, a Linda le cuesta mucho confiar en los demás. La capacidad y el
éxito personales, por otra parte, pueden hacer que nos creamos
autosuficientes. Hasta un anciano cristiano, apoyándose en su experiencia,
pudiera empezar a atender asuntos de la congregación sin orar primero en
busca de la guía divina. w11 15/11
1:3
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“No te apoyes en tu
propio entendimiento”
“Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu
propio entendimiento.” (PRO. 3:5)
EL JEFE
de Claudia* ya ha
cerrado algunas secciones de su empresa y ha despedido a varios
empleados. Ella cree que será la próxima. ¿Qué hará si pierde el trabajo? ¿De
qué vivirá? Una cristiana llamada Pamela desea mudarse a un lugar donde se
necesitan más predicadores del Reino; pero ¿es sensato que lo haga? Samuel,
joven de 20 años, tiene una preocupación de otra índole. De pequeño
veía pornografía y ahora siente el fuerte deseo de volver a ese
vicio. ¿Cómo puede luchar contra la tentación?
2
¿En quién nos apoyamos a la hora de afrontar situaciones angustiosas, tomar
decisiones importantes o combatir las tentaciones? ¿Confiamos solo en
nosotros mismos, o arrojamos la carga sobre Jehová? (Sal. 55:22.) “Los
ojos de Jehová están hacia los justos —asegura la Biblia—, y sus oídos están
hacia su clamor por ayuda.” (Sal. 34:15.) Por
tanto, es vital que confiemos en Dios con todo el corazón y no en
nuestra propia inteligencia (Pro. 3:5).
3 Confiar en Jehová de todo corazón implica hacer las cosas a su
manera, es decir, según su voluntad. Para ello es imprescindible que le
oremos siempre y le pidamos con sinceridad su guía. A muchos cristianos,
no obstante, les resulta muy difícil confiar de lleno en Jehová. Tomemos
por caso a Linda, una cristiana que admite: “Para mí, aprender a confiar
plenamente en Jehová ha sido una lucha continua”. ¿Por qué? “No tengo
ningún contacto con mi padre —cuenta—, y mi madre nunca se preocupó por mí,
ni física ni emocionalmente. Así que aprendí desde niña a cuidar de
mí misma.” Debido a su pasado, a Linda le cuesta mucho confiar en los demás.
La capacidad y el éxito personales, por otra parte, pueden hacer que nos
creamos autosuficientes. Hasta un anciano cristiano, apoyándose en su
experiencia, pudiera empezar a atender asuntos de la congregación sin orar
primero en busca de la guía divina.
4
Jehová espera que seamos consecuentes con nuestras oraciones y actuemos en
armonía con su voluntad. ¿Cómo podemos hallar el equilibrio entre contarle
nuestras preocupaciones y esforzarnos por resolver las situaciones difíciles?
A la hora de tomar decisiones, ¿qué precaución debemos tener? ¿Por qué
es importante orar cuando nos enfrentamos a tentaciones? A continuación
responderemos estas preguntas analizando varios ejemplos bíblicos.
En momentos de angustia
5
Hablando del rey Ezequías de Judá, la Biblia dice: “Él siguió adhiriéndose a
Jehová. No se desvió de seguirlo, sino que continuó guardando sus
mandamientos que Jehová había mandado a Moisés”. Así fue, “en Jehová el Dios
de Israel confió él” (2 Rey.
18:5, 6). ¿Cómo reaccionó Ezequías cuando Senaquerib, el rey de
Asiria, envió a Rabsaqué y otros representantes a Jerusalén acompañados de un
gran ejército? Las poderosas fuerzas asirias ya habían tomado varias ciudades
amuralladas de Judá y ahora su objetivo era Jerusalén. Ezequías fue a la casa
de Jehová y se puso a orar así: “Oh Jehová nuestro Dios, sálvanos, por favor,
de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que tú,
oh Jehová, eres Dios, tú solo” (2 Rey. 19:14-19).
6
Ezequías fue consecuente con su oración. Por ejemplo, incluso antes de subir
al templo a orar, ordenó al pueblo que no respondiera a las
provocaciones de Rabsaqué. Además envió un grupo de hombres al profeta Isaías
en busca de consejo (2 Rey.
18:36; 19:1, 2).
Ezequías hizo lo que debía hacer. En esta ocasión no buscó el apoyo
de Egipto ni de naciones vecinas —una solución que no hubiera
estado en sintonía con la voluntad de Jehová— ni tampoco se apoyó en su
experiencia personal. Ezequías confió en Dios. Tras la matanza de 185.000
soldados enemigos a manos del ángel de Jehová, Senaquerib regresó a Nínive (2 Rey.
19:35, 36).
7
Ana, la esposa de Elqaná el levita, también se apoyó en Jehová al sentirse
angustiada porque no podía concebir hijos (1 Sam. 1:9-11, 18).
Y el profeta Jonás fue liberado del vientre de un gran pez tras orar:
“Desde mi angustia clamé a Jehová, y él procedió a responderme. Desde el
vientre del Seol grité por ayuda. Oíste mi voz” (Jon. 2:1, 2, 10). Resulta
muy consolador saber que por difíciles que sean nuestras circunstancias,
siempre podemos acercarnos a Jehová con una “petición de favor” (léase
Salmo 55:1, 16).
8
Además, los ejemplos de Ezequías, Ana y Jonás nos enseñan una lección sobre
lo que nunca debemos olvidar cuando oramos en momentos difíciles. Los tres
sufrieron el dolor de enfrentarse a situaciones amargas; aun así, sus
plegarias indican que su mayor preocupación no eran ellos mismos
ni sus problemas, sino el nombre de Dios, su adoración y el cumplimiento
de su voluntad. A Ezequías le dolió que se deshonrara el nombre de
Jehová. Ana prometió dar al hijo que tanto deseaba para que sirviera en el
tabernáculo de Siló. Y Jonás dijo: “Lo que he prometido en voto,
ciertamente pagaré” (Jon. 2:9).
9
Cuando pedimos a Dios que nos libre de una situación compleja, es bueno
analizar nuestros motivos. ¿Nos preocupa únicamente resolver el problema, o
tenemos presente a Jehová y su propósito? Los sufrimientos pueden hacer que
estemos tan atrapados en nuestras circunstancias que el interés por los
asuntos espirituales pase a un segundo plano. Al pedirle a Dios que nos
ayude, nunca perdamos de vista a Jehová, la santificación de su nombre y la
vindicación de su soberanía. Todo esto nos ayudará a mantener una actitud
positiva aunque no se materialice la solución que esperábamos.
A veces Jehová responde a nuestras oraciones dándonos fortaleza para
aguantar la situación (léanse Isaías 40:29 y Filipenses
4:13).
Al tomar decisiones
10
¿Cómo toma usted las decisiones importantes? ¿Decide primero, quizás, y luego
ora a Jehová para que bendiga su decisión? Veamos lo que hizo Jehosafat, rey
de Judá, cuando un ejército combinado de moabitas y amonitas le declararon la
guerra. Judá no estaba en condiciones de luchar contra ellos. ¿Qué hizo
entonces el monarca?
11
“A Jehosafat le dio miedo, y dirigió su rostro a buscar a Jehová”, dice la
Biblia. Decretó un ayuno para todo Judá y reunió al pueblo “para inquirir de
Jehová”. Entonces Jehosafat se puso de pie ante la congregación de Judá y de
Jerusalén y oró: “Oh Dios nuestro, ¿no ejecutarás juicio contra ellos? Porque
no hay en nosotros poder delante de esta gran muchedumbre que viene
contra nosotros; y nosotros mismos no sabemos qué debemos hacer, pero
nuestros ojos están hacia ti”. El Dios verdadero oyó la súplica del rey
y libró milagrosamente al pueblo (2 Cró. 20:3-12, 17).
A la hora de tomar decisiones, sobre todo aquellas que pudieran
repercutir en nuestra espiritualidad, ¿no deberíamos confiar en Jehová más
bien que en nuestra inteligencia?
12
¿Y qué deberíamos hacer ante un problema que nos parece de fácil solución
porque en el pasado resolvimos uno parecido? Un relato de la vida del
rey David nos dará la respuesta. Cuando los amalequitas arrasaron la ciudad
de Ziqlag, se llevaron a las esposas y a los hijos de David y de sus hombres.
David inquirió de Jehová, diciendo: “¿Voy en seguimiento de esta partida
merodeadora?”. Jehová le respondió: “Ve en seguimiento, porque sin falta los
alcanzarás, y sin falta efectuarás una liberación”. David se puso en marcha y
“logró librar todo lo que los amalequitas habían tomado” (1 Sam. 30:7-9, 18-20).
13
Posteriormente, los filisteos invadieron Israel. David volvió a consultar a
Jehová y recibió una clara respuesta: “Sube, porque sin falta daré a los
filisteos en tus manos” (2 Sam.
5:18, 19). Al poco tiempo, los filisteos salieron una vez más
en batalla contra David. ¿Qué haría él ahora? Podría haber razonado: “Esto es
lo mismo que las otras dos veces, así que pelearé contra los enemigos de Dios”.
¿Decidiría él mismo, o buscaría la guía de Jehová? David no se fió de su
experiencia y volvió a orar en busca de consejo. ¡Y menos mal que lo hizo,
porque las instrucciones esta vez fueron diferentes! (2 Sam.
5:22, 23.) Cuando nos enfrentemos a una situación o problema que ya
hayamos tratado, tengamos cuidado de no confiar solamente en nuestra
experiencia personal (léase Jeremías 10:23).
14
Como todos somos imperfectos, nadie —ni siquiera los ancianos experimentados—
debe dejar de buscar la dirección de Jehová al tomar decisiones. Pensemos en
cómo actuaron Josué, sucesor de Moisés, y los ancianos de Israel cuando unos
astutos gabaonitas se les acercaron en son de paz. Estos se habían disfrazado
para dar la apariencia de que venían de un país distante. Sin preguntar a
Jehová, Josué y sus hombres sellaron un pacto de paz con ellos. Y aunque
es cierto que Jehová aprobó en última instancia aquel acuerdo, se aseguró de
que para beneficio nuestro se registrara en las Escrituras el hecho de que
no buscaron su dirección (Jos. 9:3-6, 14, 15).
Ante las tentaciones
15
Al tener “la ley del pecado” en nuestros miembros, debemos luchar decididamente
en contra de nuestras malas tendencias (Rom. 7:21-25).
Pero ¿cómo salir victoriosos en esta batalla? Jesús dijo a sus discípulos que
la oración es imprescindible para resistir las tentaciones (léase
Lucas 22:40).
Aun cuando los malos deseos o pensamientos persistan después de haber orado,
es necesario que sigamos “pidiéndole a Dios” sabiduría para enfrentarnos a la
prueba. El discípulo Santiago nos garantiza que “[Dios] da generosamente
a todos, y sin echar en cara” (Sant. 1:5).
Y añade: “¿Hay alguno [espiritualmente] enfermo entre ustedes? Que llame
a sí a los ancianos de la congregación, y que ellos oren sobre él, untándolo
con aceite en el nombre de Jehová. Y la oración de fe sanará al
indispuesto” (Sant.
5:14, 15).
16
A la hora de resistir las tentaciones es esencial orar, pero hemos de hacerlo
en el momento debido. Pensemos en el caso del joven que se menciona en Proverbios 7:6-23.
Al anochecer camina por una calle donde sabe que vive una mujer inmoral.
Seducido por su persuasión y la suavidad de sus labios, el hombre va tras
ella, como un toro hacia el degüello. ¿Por qué ha ido hasta allí? Como es
“falto de corazón”, es decir, inexperto, es posible que esté librando una
batalla interna con algún mal deseo (Pro. 7:7).
¿Cuándo tendría que haber orado? Le hubiera sido útil hacerlo mientras la
mujer le hablaba, pero indiscutiblemente hubiera sido mejor que orara en el
momento en que le vino la idea de pasar por esa calle.
17
En la actualidad, quizás un hombre esté esforzándose por no ver
pornografía. Pero supongamos que entre en páginas de Internet donde él sabe
que hay fotos o videos provocativos. ¿No sería este un caso parecido al
que se plantea en el capítulo 7 de
Proverbios? La verdad es que correría un serio peligro. Para
resistir la tentación de ver pornografía, la persona debe buscar la ayuda de
Jehová antes de ponerse a navegar por páginas de Internet que pudieran
despertar tal deseo.
18
No es fácil vencer una tentación o un vicio. “La carne está contra el
espíritu en su deseo —escribió el apóstol Pablo—, y el espíritu contra la
carne.” Por lo tanto, “las mismísimas cosas que [quisiéramos] hacer,
no las [hacemos]” (Gál. 5:17). Para
triunfar, debemos orar fervientemente en cuanto se presenten las tentaciones
o los malos pensamientos, y entonces ser consecuentes con nuestros ruegos.
La Biblia nos recuerda: “Ninguna tentación los ha tomado a ustedes salvo
lo que es común a los hombres”; así que con la ayuda de Jehová podemos serle
fieles (1 Cor.
10:13).
19
Tanto si nos hallamos en medio de una situación difícil, tomando una decisión
importante o tratando de resistir una tentación, contamos con un regalo
maravilloso de parte de Jehová: el precioso don de la oración. Cuando
buscamos su guía, demostramos que confiamos en él. Además, debemos seguir
pidiéndole su espíritu santo para que nos guíe y nos fortalezca (Lucas 11:9-13).
Y sobre todo, confiemos siempre en Jehová y no nos apoyemos en
nuestro propio entendimiento.
[Nota]
Se han cambiado los nombres.
¿Recuerda usted?
• ¿Qué aprendimos de Ezequías, Ana y Jonás sobre la confianza en
Jehová?
• ¿Cómo subrayan los ejemplos de David y Josué la necesidad de
pensar bien antes de tomar una decisión?
• ¿Cuándo debemos orar para resistir las tentaciones?
[Preguntas del estudio]
1, 2. a) ¿Qué situaciones pudieran surgirnos en la
vida? b) Ante una situación angustiosa, una decisión importante o una
tentación, ¿en quién debemos confiar, y por qué?
3. a) ¿Qué implica confiar en Jehová? b) ¿Por qué
pudieran algunos sentirse inclinados a confiar en su “propio entendimiento”?
4. ¿Qué estudiaremos en este artículo?
5, 6. ¿Cómo reaccionó Ezequías cuando el rey de Asiria lo
amenazó?
7. ¿Qué consuelo obtenemos de las oraciones de Ana y Jonás?
8, 9. Según se ve en las oraciones de Ezequías, Ana y
Jonás, ¿qué era lo que más les importaba? ¿Qué aprendemos de esto?
10, 11. ¿Qué hizo Jehosafat al enfrentarse a una situación
complicada?
12, 13. ¿Qué ejemplo dio el rey David a la hora de tomar
decisiones?
14. ¿Qué aprendemos de lo que hicieron Josué y los ancianos de
Israel en el caso de los gabaonitas?
15. ¿Por qué es importante que oremos al enfrentarnos a
tentaciones?
16, 17. Si deseamos que Jehová nos ayude a resistir una
tentación, ¿cuándo debemos orar?
18, 19. a) ¿Por qué puede ser difícil resistir una
tentación, pero cómo podemos vencerla? b) ¿Cuál debe ser nuestra
resolución?
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domingo, 3 de marzo de 2013
Domingo 3 de marzo de 2013
sábado, 2 de marzo de 2013
Sábado 2 de marzo de 2013
TEXTO DEL DÍA
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CITA BÍBLICA
Descripción Biblia
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Referencias BÍBLICAS
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es13 págs. 26-36
Marzo
Sábado 2 de marzode 2013
El cetro no se
apartará de Judá, ni el bastón de comandante de entre sus pies, hasta que
venga Siló (Gén.
49:10).
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(Génesis 49:10) El
cetro no se apartará de Judá,
ni el bastón de comandante de entre sus pies, hasta que venga Siló; y a él pertenecerá la obediencia de los pueblos.
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(Números 24:17) Lo veré, pero no ahora; lo contemplaré,
pero no de cerca. Una estrella ciertamente saldrá de Jacob, y un cetro
verdaderamente se levantará de Israel. Y él ciertamente partirá las sienes de
[la cabeza de] Moab y el cráneo de todos los hijos de tumulto de guerra.
(2 Samuel
2:4) Entonces vinieron los hombres de Judá y ungieron allí a David por
rey sobre la casa de Judá. Y vinieron a informar a David, diciendo: “Los
hombres de Jabés-galaad fueron los que enterraron a Saúl”.
(2 Samuel
7:16) Y tu casa y tu reino ciertamente serán estables hasta tiempo
indefinido delante de ti; tu mismísimo trono llegará a ser un [trono]
firmemente establecido hasta tiempo indefinido”’”.
(Isaías 9:6)
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el regir principesco
vendrá a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará Maravilloso
Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
(Ezequiel 21:27) Ruina, ruina, ruina la haré. En cuanto a
esta también, ciertamente no llegará a ser [de nadie] hasta que venga aquel
que tiene el derecho legal, y tengo que dar [esto] a él’.
(Lucas 1:32)
Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le dará el
trono de David su padre,
(Hebreos 7:14) Porque muy patente es que nuestro Señor
ha provenido de Judá, de la cual tribu nada habló Moisés respecto a
sacerdotes.
(Deuteronomio 18:18) Les levantaré un profeta de en medio de
sus hermanos, semejante a ti; y verdaderamente pondré mis palabras en su
boca, y él ciertamente les hablará todo lo que yo le mande.
(Salmo 2:8)
Pídeme, para que dé naciones por herencia tuya, y los cabos de la tierra por
posesión tuya propia.
(Isaías 11:10)
Y en aquel día tiene que suceder que habrá la raíz de Jesé que estará de pie
como señal enhiesta para los pueblos. A él hasta las naciones se dirigirán
inquiriendo, y su lugar de descanso tiene que llegar a ser glorioso.
(Mateo 2:6)
‘Y tú, oh Belén de la tierra de Judá, de ninguna manera eres la [ciudad] más
insignificante entre los gobernadores de Judá; porque de ti saldrá uno que
gobierne, que pastoreará a mi pueblo, Israel’”.
(Juan 10:16)
”Y tengo otras ovejas, que no son de este redil; a esas también tengo que
traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser un solo rebaño, un solo pastor.
(Revelación 7:9) Después de estas cosas vi, y, ¡miren!, una
gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y
tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero,
vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos.
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¿Qué representan el
cetro y el bastón de comandante? La autoridad real y el poder de mando. La
profecía indica, por lo tanto, que todos los reyes serían de la tribu de
Judá, tal como sucedió desde que David fue coronado. ¿Qué significa el nombre
Siló? “Aquel de Quien Es” o “Aquel a Quien Pertenece”. Siló sería un
descendiente de la casa real de Judá que reinaría para siempre. Algo que nos
ayuda a identificarlo es lo que Dios le dijo a Sedequías, el último rey de
Jerusalén. Le prometió que vendría un heredero al que le pertenecería el
derecho al trono, y que a él se lo daría (Eze. 21:26, 27).
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(Ezequiel 21:26, 27) esto es
lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová: ‘Remueve el turbante, y quita la corona.
Esta no será la misma.
Póngase en alto aun lo que está bajo, y póngase bajo aun al alto.
27 Ruina, ruina, ruina la haré.
En cuanto a esta también, ciertamente no llegará a ser [de nadie] hasta que
venga aquel que tiene el derecho
legal, y tengo que dar [esto] a él’.
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(2 Reyes
25:6) Entonces prendieron al rey y lo hicieron subir al rey de
Babilonia en Riblá, para que pronunciaran contra él una decisión judicial.
(Jeremías 13:18)
”Di al rey y a la dama: ‘Siéntense en un lugar más bajo, porque ciertamente
caerá de sus cabezas su corona de hermosura’.
(Jeremías 44:30)
Esto es lo que ha dicho Jehová: “Aquí voy a dar a Faraón Hofrá, el rey de
Egipto, en la mano de sus enemigos y en la mano de los que buscan su alma,
tal como he dado a Sedequías el rey de Judá en la mano de Nabucodorosor el
rey de Babilonia, su enemigo y el que buscaba su alma”.’”
(Jeremías 52:11)
Y cegó los ojos de Sedequías, después de lo cual el rey de Babilonia lo
sujetó con grilletes de cobre y lo llevó a Babilonia y lo puso en la casa de
custodia hasta el día de su muerte.
(Ezequiel 21:13) 13 Porque
un exterminio se ha hecho, ¿y qué si rechaza también el cetro? Este no
continuará existiendo’, es la expresión del Señor Soberano Jehová.
(1 Samuel
2:7) Jehová es Uno que empobrece y Uno que enriquece, Uno que abate,
también Uno que ensalza,
(Salmo 75:7)
Porque Dios es el juez. A este abate, y a aquel ensalza.
(Salmo 113:7)
y levanta al de condición humilde desde el polvo mismo; ensalza al pobre del
mismísimo pozo de cenizas,
(Daniel 4:17)
Por el decreto de vigilantes es la cosa, y [por] el dicho de santos la
solicitud es, con la intención de que sepan los vivientes que el Altísimo es
Gobernante en el reino de la humanidad, y que a quien él quiere [darlo] lo
da, y coloca sobre él aun al de más humilde condición de la humanidad”.
(Filipenses 2:9) Por esta misma razón, también, Dios lo
ensalzó a un puesto superior y bondadosamente le dio el nombre que está por
encima de todo [otro] nombre,
(Jeremías 24:8) ”’Y como los higos malos que no pueden
comerse de malos que son, esto de hecho es lo que ha dicho Jehová: “Así daré
a Sedequías el rey de Judá y a sus príncipes y al resto de Jerusalén que se
están quedando en este país y a los que están morando en la tierra de
Egipto...
(Ezequiel 12:13) Y ciertamente extenderé mi red sobre él,
y tiene que ser cogido en mi red de caza; y ciertamente lo llevaré a
Babilonia, a la tierra de los caldeos, pero no la verá; y allí morirá.
(Daniel 4:37)
”Ahora yo, Nabucodonosor, alabo y ensalzo y glorifico al Rey de los cielos,
porque todas sus obras son verdad y sus caminos son justicia, y porque a los
que andan con orgullo él los puede humillar.”
(Lucas 21:24)
y caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones; y
Jerusalén será hollada por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos
señalados de las naciones.
(2 Crónicas 20:23) Y los hijos de Ammón y Moab procedieron a
levantarse contra los habitantes de la región montañosa de Seír para darlos
por entero a la destrucción y aniquilarlos; y tan pronto como acabaron con
los habitantes de Seír, ayudaron a arruinar cada cual a su propio compañero.
(Ezequiel 5:16) ”’Cuando envíe las flechas dañinas del hambre sobre ellos,
que tienen que resultar ser para arruinamiento, las cuales enviaré para
arruinarlos a ustedes, hasta el hambre aumentaré sobre ustedes, y ciertamente
quebraré sus varas alrededor de las cuales se suspenden panes anulares.
(Génesis 49:10) El cetro no se apartará de Judá, ni el bastón de
comandante de entre sus pies, hasta que venga Siló; y a él pertenecerá la
obediencia de los pueblos.
(Salmo 89:3) “He celebrado un pacto para con mi escogido; he jurado a
David mi siervo:
(Salmo 110:1) La expresión de Jehová a mi Señor es: “Siéntate a mi
diestra hasta que coloque a tus enemigos como banquillo para tus pies”.
(Isaías 9:6) Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el
regir principesco vendrá a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará
Maravilloso Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
(Isaías 11:10) Y en aquel día tiene que suceder que habrá la raíz de Jesé
que estará de pie como señal enhiesta para los pueblos. A él hasta las
naciones se dirigirán inquiriendo, y su lugar de descanso tiene que llegar a
ser glorioso.
(Ezequiel 37:25) Y realmente morarán sobre la tierra que di a mi siervo, a
Jacob, en la cual moraron los antepasados de ustedes, y ellos realmente
morarán sobre ella, ellos y sus hijos y los hijos de sus hijos hasta tiempo
indefinido, y David mi siervo será su principal hasta tiempo indefinido.
(Lucas 1:32) Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová
Dios le dará el trono de David su padre,
(Romanos 15:12) Y otra vez dice Isaías: “Habrá la raíz de Jesé, y habrá
uno que se levante para gobernar naciones; en él cifrarán su esperanza
naciones”.
(Revelación 5:5) Pero uno de los ancianos me dice: “Deja de llorar. ¡Mira! El
León que es de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el
rollo y sus siete sellos”.
(Salmo 2:8)
Pídeme, para que dé naciones por herencia tuya, y los cabos de la tierra por
posesión tuya propia.
(Daniel 7:14)
Y a él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos,
grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él. Su gobernación es
una gobernación de duración indefinida que no pasará, y su reino uno que no
será reducido a ruinas.
(Lucas 22:29)
y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo,
para un reino,
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Después de
Sedequías, el único descendiente de David que contó con la promesa de recibir
el reino fue Jesús. En efecto, meses antes de su nacimiento, el ángel Gabriel
le dijo a María: “Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y reinará
sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin” (Luc. 1:32, 33).
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(Lucas 1:32, 33) Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, 33 y
reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá
fin”.
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(Filipenses 2:10) para que en el
nombre de Jesús se doble toda rodilla de los [que están] en el cielo y de los
[que están] sobre la tierra y de los [que están] debajo del suelo,
(1 Timoteo 6:15)
Esta [manifestación] la mostrará a los propios tiempos señalados de ella el
feliz y único Potentado, [él] el Rey de los que reinan y Señor de los que
gobiernan como señores,
(Mateo 27:54)
Pero el oficial del ejército y los que con él vigilaban a Jesús, al ver el
terremoto y las cosas que sucedían, tuvieron muchísimo miedo, y dijeron:
“Ciertamente este era Hijo de Dios”.
(Juan 1:49)
Natanael le contestó: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de
Israel”.
(2 Samuel
7:12) Cuando se cumplan tus días, y tengas que yacer con tus
antepasados, entonces yo ciertamente levantaré tu descendencia después de ti,
que saldrá de tus entrañas; y realmente estableceré con firmeza su reino.
(Salmo 132:11)
Jehová ha jurado a David, verdaderamente no se retraerá de ello: “Del fruto
de tu vientre pondré en tu trono.
(Isaías 9:7)
De la abundancia del regir principesco y de la paz no habrá fin, sobre el
trono de David y sobre su reino a fin de establecerlo firmemente y
sustentarlo por medio del derecho y por medio de la justicia, desde ahora en
adelante y hasta tiempo indefinido. El mismísimo celo de Jehová de los
ejércitos hará esto.
(Jeremías 23:5) “¡Miren! Vienen días —es la expresión de
Jehová—, y yo ciertamente levantaré a David un brote justo. Y un rey
ciertamente reinará y actuará con discreción y ejecutará derecho y justicia
en la tierra.
(Isaías 11:1)
Y tiene que salir una ramita del tocón de Jesé; y procedente de sus raíces un
brote será fructífero.
(Isaías 11:10)
Y en aquel día tiene que suceder que habrá la raíz de Jesé que estará de pie
como señal enhiesta para los pueblos. A él hasta las naciones se dirigirán
inquiriendo, y su lugar de descanso tiene que llegar a ser glorioso.
(Mateo 1:1)
El libro de la historia de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán:
(Daniel 2:44) ”Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo
establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no
será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos
reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos;
(Daniel 7:14) Y a él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para
que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él.
Su gobernación es una gobernación de duración indefinida que no pasará, y su reino
uno que no será reducido a ruinas.
(Hebreos 1:8) Pero respecto al Hijo: “Dios es tu trono para siempre jamás,
y [el] cetro de tu reino es el cetro de rectitud.
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Queda claro que Siló
no es otro que Jesús, quien era de la tribu de Judá y descendía de David (Mat. 1:1-3, 6; Luc. 3:23, 31-34).
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(Mateo 1:1-3) El libro de la
historia de Jesucristo, hijo de David,
hijo de Abrahán: 2 Abrahán
llegó a ser padre de Isaac; Isaac llegó a ser
padre de Jacob; Jacob llegó a
ser padre de Judá y de sus hermanos;
3 Judá llegó a ser padre de
Pérez y de Zérah mediante Tamar; Pérez llegó a ser padre de Hezrón;
Hezrón llegó a ser padre de Ram;
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(Génesis 5:1)
5 Este es el libro de la historia de Adán. En el día que Dios creó a
Adán, lo hizo a la semejanza de Dios.
(1 Crónicas
17:11) ”’”Y tiene que suceder que cuando se [te] hayan cumplido tus
días para ir [a estar] con tus antepasados, ciertamente levantaré después de
ti a tu descendencia que llegará a ser uno de tus hijos, y realmente
estableceré con firmeza su gobernación real.
(Mateo 9:27)
Al ir pasando Jesús de allí, dos ciegos le siguieron, clamando y diciendo:
“Ten misericordia de nosotros, Hijo de David”.
(Lucas 1:32)
Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le dará el
trono de David su padre,
(Génesis 22:18)
18 Y mediante tu descendencia ciertamente se
bendecirán todas las naciones de la tierra debido a que has escuchado mi
voz’”.
(Génesis 21:3)
Por lo tanto Abrahán llamó por nombre Isaac a su hijo que le había nacido,
que Sara le había dado a luz.
(1 Crónicas
1:28) Los hijos de Abrahán fueron Isaac e Ismael.
(Lucas 3:34)
[hijo] de Jacob, [hijo] de Isaac, [hijo] de Abrahán, [hijo] de Taré, [hijo]
de Nacor,
(Génesis 25:26) Y después salió su hermano, y con la
mano tenía asido el talón de Esaú; de modo que él lo llamó por nombre Jacob.
E Isaac tenía sesenta años de edad cuando ella los dio a luz.
(1 Crónicas
1:34) Y Abrahán llegó a ser padre de Isaac. Los hijos de Isaac fueron
Esaú e Israel.
(Génesis 29:35)
35 Y quedó encinta otra vez y dio a luz un hijo, y
entonces dijo: “Esta vez elogiaré a Jehová”. Por lo tanto lo llamó por nombre
Judá. Después de eso cesó de dar a luz.
(Génesis 38:29) Finalmente resultó que, luego que él
retiró la mano, pues, sucedió que salió su hermano, de modo que ella exclamó:
“¿Qué quieres decir con esto, que has producido para ti una ruptura
perineal?”. Por lo tanto fue llamado por nombre Pérez.
(1 Crónicas
2:4) Y Tamar su nuera fue quien le dio a luz a Pérez y Zérah. Todos
los hijos de Judá fueron cinco.
(Rut 4:18) Ahora bien, estas son las generaciones de Pérez: Pérez
llegó a ser padre de Hezrón;
(Lucas 3:33) [hijo] de Aminadab, [hijo] de Arní, [hijo] de Hezrón,
[hijo] de Pérez, [hijo] de Judá,
(1 Crónicas 2:9)
9 Y los hijos de Hezrón que le nacieron fueron
Jerahmeel y Ram y Kelubai.
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(Mateo 1:6) Jesé llegó a ser padre de David el rey.
David llegó a ser padre de Salomón
mediante la esposa de Urías;
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(Rut 4:17)
Entonces las vecinas le dieron nombre, diciendo: “Le ha nacido un hijo a
Noemí”. Y empezaron a llamarlo por nombre Obed. Él es el padre de Jesé, padre
de David.
(1 Crónicas
2:15) Ozem el sexto, David el séptimo.
(2 Samuel 5:4)
4 Treinta años de edad tenía David cuando llegó a ser
rey. Por cuarenta años reinó.
(2 Samuel
12:24) Y David empezó a consolar a Bat-seba su esposa. Además, fue a
ella y se acostó con ella. Andando el tiempo ella dio a luz un hijo, y llegó
a llamársele por nombre Salomón. Y Jehová mismo sí lo amó.
(1 Crónicas
3:5) Y estos le nacieron en Jerusalén: Simeá y Sobab y Natán y Salomón
—cuatro de Bat-seba hija de Amiel—
(Lucas 3:31)
[hijo] de Meleá, [hijo] de Mená, [hijo] de Matatá, [hijo] de Natán, [hijo] de
David,
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(Lucas 3:23) Además, Jesús mismo, cuando comenzó [su obra], era como de treinta años,
siendo hijo, según se opinaba, de José,
[hijo] de Helí,
(Lucas 3:31-34) [hijo] de Meleá, [hijo] de Mená,
[hijo] de Matatá, [hijo] de Natán, [hijo] de David, 32 [hijo]
de Jesé, [hijo] de Obed, [hijo] de Boaz, [hijo] de Salmón, [hijo] de Nahsón, 33 [hijo]
de Aminadab, [hijo] de Arní, [hijo] de Hezrón, [hijo] de Pérez, [hijo] de
Judá, 34 [hijo] de Jacob, [hijo] de Isaac, [hijo] de
Abrahán, [hijo] de Taré, [hijo] de Nacor,
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(Hechos 10:38)
38 a saber, Jesús que era de Nazaret, cómo Dios lo
ungió con espíritu santo y poder, y fue por la tierra haciendo bien y sanando
a todos los [que eran] oprimidos por el Diablo; porque Dios estaba con él.
(Números 4:3) 3 de
treinta años de edad para arriba hasta cincuenta años de edad, todos los que
están entrando en el grupo del servicio para hacer el trabajo en la tienda de
reunión.
(Mateo 13:55)
55 ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su
madre María, y los hermanos de él Santiago y José y Simón y Judas?
(Mateo 1:16) Jacob llegó a ser padre de José, el esposo de María, de la
cual nació Jesús, a quien se llama Cristo.
(Lucas 1:35) En respuesta, el ángel le dijo: “Espíritu santo vendrá
sobre ti, y poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, también, lo
que nace será llamado santo, Hijo de Dios.
(Lucas 4:22) Y todos daban testimonio favorable acerca de él y se
maravillaban de las palabras llenas de gracia que procedían de su boca, y decían:
“Este es hijo de José, ¿verdad?”.
(Juan 6:42) y empezaron a decir: “¿No es este Jesús, hijo de José, cuyo
padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo es que ahora dice: ‘Yo he bajado del
cielo’?”.
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w11 15/8 1:6
Esperaban al Mesías
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Esperaban al Mesías
“Todos esperaban
que el Mesías viniera pronto, y tenían muchas ganas de saber si Juan era el
Mesías.” (LUC. 3:15, NUEVA TRADUCCIÓN VIVIENTE)
HA CAÍDO la
noche. Los pastores se encuentran a campo raso, vigilando sus rebaños. De
repente, se sobresaltan al ver que aparece a su lado el ángel de Jehová y que
los envuelve la luz de la gloria divina. Escuchemos el emocionante anuncio
que les hace este mensajero celestial: “No teman, porque, ¡miren!, les
declaro buenas nuevas de un gran gozo que todo el pueblo tendrá, porque les
ha nacido hoy un Salvador, que es Cristo el Señor”. Efectivamente, había
nacido un niño que llegaría a ser el Mesías. Y podían encontrarlo en un
establo de un pueblo cercano, acostado en un pesebre. “De súbito —añade la
Biblia— se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, alabando a
Dios y diciendo: ‘Gloria en las alturas a Dios, y sobre la tierra paz entre
los hombres de buena voluntad[’].” (Luc. 2:8-14.)
2 Como judíos
que eran, los pastores sabían que la palabra “Mesías”, o “Cristo”, se refería
al “Ungido”, es decir, a la persona escogida por Jehová para desempeñar una
función especial (Éxo. 29:5-7). Ahora bien, ¿cómo podría cualquiera de ellos
aprender más sobre el Mesías y convencer a otras personas de que aquel niño era
el elegido para serlo, tal como señaló el ángel? Examinando las profecías de
las Escrituras Hebreas que hablaban del Mesías y observando cómo se cumplían
durante la vida del niño.
¿Por qué tanta expectación?
3 Años más
tarde, Juan el Bautista aparece en escena. Sus palabras y acciones llevan a
muchos a preguntarse si habrá llegado ya el Mesías (léase Lucas 3:15). ¿Por
qué piensan algunos que es el momento de que aparezca Cristo? Una posibilidad
es que hayan logrado entender correctamente la profecía de las “setenta
semanas”, la cual dice: “Hay setenta semanas que han sido determinadas sobre
tu pueblo [...]. Y debes saber [...] que desde la salida de la palabra de
restaurar y reedificar a Jerusalén hasta Mesías el Caudillo, habrá siete
semanas, también sesenta y dos semanas” (Dan. 9:24, 25). Numerosas obras
explican que se trata de semanas de años, o sea, períodos de siete años. Por
ejemplo, La Palabra de Dios para Todos aclara en una nota: “Setenta semanas
de años, o sea cuatrocientos noventa años”.
4 Hoy, los
siervos de Jehová sabemos que las 69 semanas de Daniel 9:25 comenzaron en el
455 antes de nuestra era, cuando el rey Artajerjes de Persia autorizó a
Nehemías a reconstruir Jerusalén (Neh. 2:1-8). Si contamos desde entonces 69
semanas, o 483 años, llegamos al 29 de la era cristiana, cuando tuvo lugar el
bautismo de Jesús. En ese momento fue ungido con espíritu santo y se
convirtió en el Mesías (Mat. 3:13-17).*
5 Examinemos
ahora otras predicciones que hablan del nacimiento, los primeros años y el
ministerio del Mesías. Al repasar cómo se cumplen, se fortalecerá nuestra fe
en la Biblia y nos quedará aún más claro que Jesús era el esperado Mesías.
Los primeros años
6 Pertenecería a
la tribu de Judá. En su lecho de muerte, Jacob pronunció bendiciones para sus
hijos. En una de ellas profetizó: “El cetro no se apartará de Judá, ni el
bastón de comandante de entre sus pies, hasta que venga Siló; y a él
pertenecerá la obediencia de los pueblos” (Gén. 49:10). Tal como lo
reconocieron muchos estudiosos judíos, estas palabras tienen que ver con el
Mesías. ¿Qué representan el cetro y el bastón de comandante? La autoridad
real y el poder de mando. La profecía indica, por lo tanto, que todos los
reyes serían de la tribu de Judá, tal como sucedió desde que David fue
coronado. ¿Qué significa el nombre Siló? “Aquel de Quien Es” o “Aquel a Quien
Pertenece”. Siló sería un descendiente de la casa real de Judá que reinaría
para siempre. Algo que nos ayuda a identificarlo es lo que Dios le dijo a
Sedequías, el último rey de Jerusalén. Le prometió que vendría un heredero al
que le pertenecería el derecho al trono, y que a él se lo daría (Eze. 21:26,
27). Después de Sedequías, el único descendiente de David que contó con la
promesa de recibir el reino fue Jesús. En efecto, meses antes de su
nacimiento, el ángel Gabriel le dijo a María: “Jehová Dios le dará el trono
de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y de su
reino no habrá fin” (Luc. 1:32, 33). Queda claro que Siló no es otro que
Jesús, quien era de la tribu de Judá y descendía de David (Mat. 1:1-3, 6;
Luc. 3:23, 31-34).
7 Nacería en
Belén. Miqueas escribió: “Tú, oh Belén Efrata, el demasiado pequeño para
llegar a estar entre los miles de Judá, de ti me saldrá aquel que ha de
llegar a ser gobernante en Israel, cuyo origen es de tiempos tempranos, desde
los días de tiempo indefinido” (Miq. 5:2). Como vemos, el Mesías nacería en
Belén, población que al parecer se había llamado antes Efrata. María y su
esposo José no vivían en aquella localidad de Judá, sino en Nazaret. Pero
como tuvieron que ir a Belén para inscribirse en un censo ordenado por los
romanos, fue allí donde nació Jesús en el año 2 antes de nuestra era (Mat.
2:1, 5, 6). ¡Qué forma tan extraordinaria de cumplirse la profecía!
8 Nacería de una
mujer virgen. Isaías anunció: “La doncella [...] quedará encinta” (léase
Isaías 7:14). Es cierto que este versículo no usa la palabra hebrea que
significa específicamente “virgen” (bethuláh), sino otra que quiere decir
“doncella” (ʽalmáh). Pero este último término también se aplicaba a las
mujeres solteras que no habían tenido relaciones sexuales, como es el caso de
Rebeca (Gén. 24:16, 43). Además, guiado por el espíritu de Dios, Mateo empleó
el vocablo griego preciso para “virgen” (parthénos) cuando explicó que Isaías
7:14 se había cumplido al nacer Jesús. Y los Evangelios de Mateo y Lucas no
dejan ninguna duda de que María lo había concebido sin haber tenido
relaciones con ningún hombre, sino únicamente por la acción del espíritu
santo (Mat. 1:18-25; Luc. 1:26-35).
9 Tras su
nacimiento ocurriría una matanza de niños. Varios siglos antes de la era
cristiana, cuando los hebreos vivían en Egipto, el faraón les mandó arrojar
al río Nilo a todos sus varones recién nacidos (Éxo. 1:22). Mucho tiempo
después, Jeremías 31:15, 16 anunció una matanza similar. La profecía habla de
“Raquel que llora a sus hijos”, pues se los han llevado a “la tierra del
enemigo”. Se lamenta con tanta fuerza que la oyen hasta en la lejana Ramá, en
el territorio de Benjamín, al norte de Jerusalén. Mateo muestra que la
predicción se cumplió cuando el rey Herodes ordenó ejecutar a los niños
varones de muy corta edad de Belén y sus alrededores (léase Mateo 2:16-18).
¡Cuánto dolor tuvieron que sentir las familias de aquella región!
10 Al igual que
al pueblo de Israel, Dios lo haría salir de Egipto (Ose. 11:1). Antes de que
Herodes decretara el exterminio de los niños, un ángel avisó a José para que
huyera a Egipto junto con María y Jesús. De allí salieron tras “el
fallecimiento de Herodes, para que se cumpliera lo que Jehová había hablado
por su profeta [Oseas], que dijo: ‘De Egipto llamé a mi hijo’” (Mat.
2:13-15). Dado que Jesús no tenía control sobre ninguno de estos sucesos
relacionados con su nacimiento y primeros años de vida, es imposible que
hubiera tramado algún plan para que se produjeran.
Comienza su ministerio
11 Irían delante
de él allanándole el camino. Malaquías anunció que “Elías el profeta” haría
esta labor al preparar los corazones del pueblo para la llegada del Mesías (léase
Malaquías 4:5, 6). El propio Jesús explicó que este “Elías” era Juan el
Bautista (Mat. 11:12-14). Además, Marcos indicó que el ministerio de Juan
cumplió una predicción de Isaías (Isa. 40:3; Mar. 1:1-4). Jesús no le pidió a
Juan que fuera su precursor y realizara una obra como la de Elías. Fue Jehová
quien le había encargado esa misión que ayudaría a los judíos a reconocer al
Mesías.
12 Podría ser
identificado por su comisión divina. En cierta ocasión, Jesús visitó la
sinagoga de Nazaret, el pueblo donde se había criado. Tomó el rollo de Isaías
y leyó el siguiente pasaje: “El espíritu de Jehová está sobre mí, porque él
me ungió para declarar buenas nuevas a los pobres, me envió para predicar una
liberación a los cautivos y un recobro de vista a los ciegos, para despachar
a los quebrantados con una liberación, para predicar el año acepto de
Jehová”. Era innegablemente el Mesías, y por eso se aplicó a sí mismo
aquellas palabras al decir: “Hoy se cumple esta escritura que acaban de oír”
(Luc. 4:16-21).
13 Realizaría su
ministerio público en Galilea. Refiriéndose a “Galilea de las naciones”, en
“la tierra de Zabulón y [...] Neftalí”, Isaías dijo: “El pueblo que andaba en
la oscuridad ha visto una gran luz. En cuanto a los que moran en la tierra de
sombra profunda, la luz misma ha brillado sobre ellos” (Isa. 9:1, 2). Pues
bien, ¿dónde comenzó Jesús su obra? Precisamente en el distrito de Galilea.
De hecho, vivió en una de sus ciudades, Capernaum. De este modo, los
residentes de Zabulón y Neftalí pudieron disfrutar de su iluminación
espiritual (Mat. 4:12-16). Además, fue en Galilea donde Cristo pronunció el
Sermón del Monte, eligió a sus apóstoles y realizó su primer milagro. Y es
muy probable que también fuera allí donde se apareció a más de quinientos
discípulos después de resucitar (Mat. 5:1–7:27; 28:16-20; Mar. 3:13, 14; Juan
2:8-11; 1 Cor. 15:6). Como vemos, cumplió las palabras de Isaías al predicar
en “la tierra de Zabulón y [...] Neftalí”. No obstante, llevó el mensaje del
Reino por todo Israel.
Se predicen otras
actividades
14 Utilizaría
comparaciones y parábolas. El salmista Asaf cantó: “En un dicho proverbial [o
“en parábolas”] ciertamente abriré mi boca” (Sal. 78:2; Reina-Valera
Actualizada). ¿Por qué podemos asegurar que estas palabras son aplicables a
Jesús? Porque así nos lo indica Mateo. Después de relatar las parábolas donde
Jesús compara el Reino a una semilla de mostaza y a la levadura del pan, el
evangelista añade: “Sin ilustración no les hablaba; para que se cumpliera lo
que se habló por medio del profeta que dijo: ‘Abriré mi boca con
ilustraciones, publicaré cosas escondidas desde la fundación [del mundo]’”
(Mat. 13:31-35). Ciertamente, las comparaciones y parábolas eran un medio que
usó con maestría para enseñar a la gente.
15 Haría curaciones
milagrosas. Así lo había anunciado Isaías: “Nuestras enfermedades fueron las
que él mismo llevó; y en cuanto a nuestros dolores, él los cargó” (Isa.
53:4). Mateo señaló que, después de curar a la suegra de Pedro, Cristo sanó a
otras personas “para que se cumpliera lo que se había hablado mediante Isaías
el profeta, que dijo: ‘Él mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras
dolencias’” (Mat. 8:14-17). Y este es tan solo uno de los numerosos relatos
donde Jesús aparece curando enfermos.
16 A pesar de
sus extraordinarias obras, no sería aceptado por la mayoría (léase Isaías
53:1). El apóstol Juan mostró cómo se había hecho realidad esta predicción en
el caso de Jesús: “Aunque había ejecutado tantas señales delante de ellos, no
ponían fe en él, de modo que se cumplió la palabra de Isaías el profeta, que
él dijo: ‘Jehová, ¿quién ha puesto fe en la cosa oída por nosotros? Y en
cuanto al brazo de Jehová, ¿a quién ha sido revelado?’” (Juan 12:37, 38).
Estas palabras seguían cumpliéndose años después, pues cuando Pablo predicaba
las buenas nuevas, la gente todavía se negaba a creer en Cristo (Rom. 10:16,
17).
17 Sería odiado
sin motivo (Sal. 69:4). Juan cita este comentario de Jesús: “Si yo no hubiera
hecho entre [los judíos] las obras que ningún otro ha hecho, no tendrían
pecado; pero ahora han visto y también han odiado tanto a mí como a mi Padre.
Pero es para que se cumpla la palabra que está escrita en la Ley de ellos:
‘Me odiaron sin causa’” (Juan 15:24, 25). ¿Por qué dijo que la predicción
está en “la Ley”, si se encuentra en los Salmos? Porque a menudo se llamaba
“la Ley” a todas las Escrituras Hebreas (Juan 10:34; 12:34). Los Evangelios
confirman que Jesús tuvo muchos enemigos, sobre todo entre los guías
religiosos judíos. Él mismo dijo a sus oyentes: “El mundo no tiene razón para
odiarlos a ustedes, pero a mí me odia, porque doy testimonio [...] de que sus
obras son inicuas” (Juan 7:7).
18 En el siglo
primero, los discípulos no tuvieron la menor duda de que Jesús de Nazaret era
el Mesías, pues había cumplido todas las profecías de las Escrituras Hebreas
que ayudaban a identificarlo (Mat. 16:16). Como hemos visto, algunas se
hicieron realidad durante sus primeros años de vida y otras durante su
ministerio. En el siguiente artículo examinaremos más predicciones. Hacemos
bien en reflexionar sobre ellas, pues así se fortalecerá nuestra convicción
de que Jesús es, sin la menor duda, el Ungido de Jehová.
[Nota]
Las “setenta
semanas” se explican con más detalle en el capítulo 11 del libro Prestemos
atención a las profecías de Daniel.
¿Qué
responderíamos?
• ¿Qué profecías
se cumplieron cuando nació Jesús?
• ¿Quién preparó
el camino para la llegada del Mesías?
• ¿Cómo se
cumplieron en Cristo las predicciones del capítulo 53 de Isaías?
[Preguntas del
estudio]
1. ¿Qué les anunció el ángel a los pastores?
2. ¿Qué significa “Mesías”, y cómo se podría
saber quién había sido elegido para serlo?
3, 4. ¿Cómo debemos entender Daniel 9:24,
25?
5. ¿Qué profecías vamos a examinar?
6. ¿Cómo se cumplió Génesis 49:10?
7. ¿Dónde nació el Mesías, y por qué es
significativo?
8, 9. Según las profecías, ¿de quién nacería
el Mesías, y qué tragedia ocurriría después de su nacimiento?
10. ¿Cómo se
cumplió Oseas 11:1 en el caso de Jesús?
11. ¿Cómo se
preparó el camino delante de Cristo?
12. ¿Qué
comisión identifica a Jesús como el Mesías?
13. ¿Qué predijo
Isaías acerca del ministerio de Cristo en Galilea?
14. ¿De qué
forma cumplió Jesús Salmo 78:2?
15. ¿Cómo se
hizo realidad Isaías 53:4?
16. ¿Cómo indicó
el apóstol Juan que Isaías 53:1 era aplicable a Jesús?
17. ¿Qué
aplicación hizo Juan de Salmo 69:4?
18. ¿Qué
fortalecerá nuestra convicción de que Jesús es el Mesías?
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