TEXTO DEL DIA
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CITA BIBLICA
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Descripción Biblia
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Referencias BIBLICAS
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*** Texto del
Viernes, 21 de Septiembre de 2012 ***
Viernes 21 de
septiembre
El hombre dejará
a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa (Gén. 2:24).
► es12 pág. 95 Septiembre
Cuando desaparece
la confianza, el amor no tarda en marchitarse. En cierto sentido,
la lealtad es como una cerca que protege el hogar y lo mantiene libre de
intrusos y amenazas, brindando seguridad a sus moradores. Cuando los esposos
son fieles el uno al otro, pueden vivir confiados y expresarse abiertamente
los sentimientos, lo que a su vez fomenta el amor. Como vemos, la lealtad es
esencial. Además, como indica el texto de hoy, cuando alguien se casa, cambia
su orden de prioridades, lo que influye en su relación con sus amigos y
parientes. No puede darles preferencia a ellos, pues su tiempo y
atención le corresponden en primer lugar a su cónyuge. Los dos han formado
una nueva familia, de modo que no deben permitir que sus padres se entrometan
en las decisiones o en los desacuerdos del hogar. Es imprescindible que
se apeguen el uno al otro. Eso es lo que Jehová ha dispuesto. w11 15/1 2:8, 9
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(Génesis 2:24)
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Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre,
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(Génesis 24:58) Entonces llamaron a
Rebeca y le dijeron: “¿Quieres ir con este hombre?”. A su vez, ella dijo:
“Estoy dispuesta a ir”.
(Salmo 45:10) Escucha, oh hija, y mira, e inclina tu
oído; y olvida tu pueblo y la casa de tu padre.
(Marcos 10:7) Por este motivo dejará el hombre a su
padre y a su madre,
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(Génesis 2:24)
Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su
esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne.
(Salmo 45:10)
Escucha, oh hija, y mira, e inclina tu oído; y olvida tu pueblo y la casa de
tu padre.
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(El Cantar de los Cantares
2:10) Mi amado ha respondido y me ha dicho: ‘Levántate, compañera mía,
mi hermosa, y vente.
(Revelación 14:4) Estos son los que no se contaminaron
con mujeres; de hecho, son vírgenes. Estos son los que van siguiendo al
Cordero no importa adónde vaya. Estos fueron comprados de entre la humanidad
como primicias para Dios y para el Cordero,
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y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne.
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(Proverbios 5:18)
Resulte bendita tu fuente de
aguas, y regocíjate con la esposa de tu juventud,
(Malaquías 2:16)
Porque él ha odiado un
divorciarse —ha dicho Jehová el Dios de Israel—; y al que con
violencia ha cubierto su prenda de vestir —ha dicho Jehová de los ejércitos—.
Y tienen que guardarse respecto a su espíritu, y no deben tratar
traidoramente.
(Mateo 19:5) y dijo:
‘Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa,
y los dos serán una sola carne’?
(Romanos 7:2) Por
ejemplo, la mujer casada está
atada por ley a su esposo mientras este vive; pero si su esposo muere,
queda desobligada de la ley de su esposo.
(1 Corintios 6:16)
¡Qué! ¿No saben que el que se une a una ramera es un solo cuerpo? Porque:
“Los dos —dice él— serán una sola carne”.
(1 Corintios 7:10) A
los casados doy instrucciones —sin embargo, no yo, sino el Señor— de que la
esposa no debe irse de su esposo;
(Efesios 5:31) “Por
esta razón el hombre dejará a [su] padre y a [su] madre y se adherirá a su
esposa, y los dos llegarán a ser una sola carne.”
(Hebreos 13:4) Que el
matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin
contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros.
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(1 Corintios
7:2) no obstante, a causa de la ocurrencia común de la fornicación, que cada
hombre tenga su propia esposa y que cada mujer tenga su propio esposo.
(1 Corintios
7:5) No se priven [de ello] el uno al otro, a no ser de común acuerdo por un
tiempo señalado, para que dediquen tiempo a la oración y vuelvan a juntarse,
para que no siga tentándolos Satanás por su falta de regulación en sí mismos.
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(Deuteronomio
24:5) ”En caso de que un hombre tome una esposa nueva, no debe salir al
ejército, ni debe imponérsele otra cosa alguna. Debe continuar exento en su
casa por un año, y tiene que regocijar a su esposa a quien ha tomado.
(Eclesiastés
9:9) Ve la vida con la esposa que amas, todos los días de tu vida vana que Él
te ha dado bajo el sol, todos los días de tu vanidad, porque esa es tu
porción en la vida y en tu duro trabajo con que trabajas duro bajo el sol.
(Malaquías 2:15)
Y hubo uno que no [lo] hizo, porque tenía lo que quedaba de[l] espíritu. ¿Y
qué buscaba ese? La descendencia de Dios. Y ustedes tienen que guardarse
respecto a su espíritu, y con la esposa de tu juventud que nadie trate
traidoramente.
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(Génesis 2:24)
Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su
esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne.
(Mateo 5:32) Sin
embargo, yo les digo que todo el que se divorcie de su esposa, a no ser por
motivo de fornicación, la expone al adulterio, y cualquiera que se case con
una divorciada comete adulterio.
(Mateo 19:8) Él
les dijo: “Moisés, en vista de la dureza del corazón de ustedes, les hizo la
concesión de que se divorciaran de sus esposas, pero tal no ha sido el caso
desde [el] principio.
(Marcos 10:9)
Por lo tanto, lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre”.
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(Números 30:8)
Pero si su esposo, en el día de oírlo, se lo prohíbe, entonces él ha anulado
el voto de ella que estaba sobre ella o la promesa irreflexiva de sus labios
que ella se ató sobre el alma, y Jehová la perdonará.
(1 Corintios
7:39) La esposa está atada durante todo el tiempo que su esposo vive. Pero si
su esposo se durmiera [en la muerte], está libre para casarse con quien
quiera, [pero] solo en [el] Señor.
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*** w11 15/1 págs. 13-14
Respetemos el don divino del matrimonio
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Cultivemos la lealtad
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5 Zacarías y Elisabet vivían
en Judá y eran una pareja que había hecho todo bien. Los dos se habían
preocupado por buscar un cónyuge espiritual. Él desempeñaba fielmente
sus deberes como sacerdote, y ambos trataban de cumplir lo mejor posible la
Ley de Dios. Tenían muchas razones para sentirse agradecidos. Sin embargo,
bastaba con estar un rato en su hogar para darse cuenta de que les faltaba
algo: no tenían hijos. Ella era estéril y, al igual que su esposo,
estaba entrada en años (Luc.
1:5-7).
6 En el antiguo Israel, la
maternidad era muy valorada, y la mayoría de las familias eran numerosas (1 Sam. 1:2, 6, 10; Sal.
128:3, 4). De hecho, la ley rabínica permitía al varón
israelita que se divorciara de su esposa si no le daba hijos. ¡Qué
traición tan terrible! Zacarías, sin embargo, era un marido leal y permaneció
al lado de Elisabet. Ninguno de los dos buscó una salida fácil del
matrimonio. Aunque les apenaba no tener descendencia, siguieron sirviendo
fielmente a Jehová juntos. Con el tiempo, él los recompensó al permitirles
concebir milagrosamente un niño en su vejez (Luc. 1:8-14).
7 Elisabet también demostró
una loable lealtad en otro sentido. Cuando nació el bebé, su padre
no podía hablar, pues se había quedado mudo como castigo por poner en
duda las palabras del ángel de Jehová. Pero es obvio que Zacarías tuvo que
haberle comunicado a su esposa de algún modo que, de acuerdo con las
indicaciones del ángel, el niño recibiría el nombre de Juan. Cuando los
vecinos y parientes insistieron en que debía llamarse como su padre, Elisabet
apoyó lealmente a su marido y dijo: “¡No, por cierto!, sino que será llamado
Juan” (Luc. 1:59-63).
8 Al igual que Zacarías y
Elisabet, los esposos de la actualidad se enfrentan a problemas y
decepciones. Por eso, la lealtad es imprescindible para que el matrimonio se
mantenga floreciente. El coqueteo, la pornografía y el adulterio son tan
solo algunas de las amenazas que pueden acabar con la armonía y la confianza.
Y cuando desaparece la confianza, el amor no tarda en marchitarse.
En cierto sentido, la lealtad es como una cerca que protege el hogar y lo
mantiene libre de intrusos y amenazas, brindando seguridad a sus moradores.
Cuando los esposos son fieles el uno al otro, pueden vivir confiados y
expresarse abiertamente los sentimientos, lo que a su vez fomenta el amor.
Como vemos, la lealtad es esencial.
9 Jehová le dijo a Adán: “El
hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse
a su esposa” (Gén. 2:24). Estas palabras implican que, cuando alguien se
casa, cambia su orden de prioridades, lo que influye en su relación con sus
amigos y parientes. No puede darles preferencia a ellos, pues su tiempo
y atención le corresponden en primer lugar a su cónyuge. Los dos han formado
una nueva familia, de modo que no deben permitir que sus padres se
entrometan en las decisiones o en los desacuerdos del hogar. Es imprescindible
que se apeguen el uno al otro. Eso es lo que Jehová ha dispuesto.
10 La lealtad es beneficiosa
siempre, incluso cuando uno de los cónyuges no es testigo de Jehová. Una
hermana que se halla en esta situación dice: “Le estoy muy agradecida a
Jehová porque me ha enseñado a aceptar la dirección de mi esposo y respetarlo
profundamente. Por ser leal he disfrutado de cuarenta y siete años llenos de
amor y respeto” (1 Cor.
7:10, 11; 1 Ped. 3:1, 2). Ciertamente, para que
cualquier matrimonio salga adelante es preciso esfuerzo. ¿Qué puede hacer
usted para que su cónyuge se sienta seguro? Busque formas de demostrarle,
tanto por palabras como por acciones, que para usted es la persona más
importante del mundo. Haga todo lo posible para que nada ni nadie se
interponga entre ustedes dos (léase Proverbios
5:15-20). Note la conclusión a la que llegaron Ron y
Jeannette, quienes llevan más de treinta y cinco años felizmente casados:
“Hemos tenido éxito en el matrimonio por ser leales y hacer lo que Dios nos
pide”.
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(Lucas 1:5-7)
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5 Sucedió que en los días de Herodes, rey
de Judea, hubo cierto sacerdote de nombre Zacarías, de la división de Abías,
y este tenía una esposa que vino de las hijas de Aarón, y el nombre de ella
era Elisabet. 6 Ambos eran justos delante de Dios
porque andaban exentos de culpa de acuerdo con todos los mandamientos y
requisitos legales de Jehová. 7 Pero no tenían hijo,
porque Elisabet era estéril, y ambos eran de edad avanzada.
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(1 Samuel 1:2)
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2 Y tenía dos esposas; el nombre de una era Ana, y el nombre de la
otra Peniná. Y Peniná llegó a tener hijos, pero Ana no tenía hijos.
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(1 Samuel 1:6)
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6 Y la esposa que era su rival también la irritaba penosamente a fin
de hacer que se sintiera desconcertada porque Jehová le había cerrado la
matriz.
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(1 Samuel 1:10)
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10 Y ella
estaba amargada de alma, y se puso a orar a Jehová y a llorar profusamente.
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(Salmo 128:3, 4)
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3 Tu esposa será como vid
que produce fruto en las partes más recónditas de tu casa. Tus hijos serán
como plantones de olivos todo en derredor de tu mesa. 4 ¡Mira!
Así será bendecido el hombre físicamente capacitado que teme a Jehová.
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(Lucas 1:8-14)
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8 Ahora bien, mientras él actuaba como
sacerdote en la asignación de su división delante de Dios, 9 conforme
a la práctica solemne del oficio sacerdotal le tocó su turno de ofrecer el
incienso al entrar en el santuario de Jehová; 10 y
toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora en que se ofrecía
el incienso. 11 A él se apareció el ángel de Jehová,
de pie al lado derecho del altar del incienso. 12 Mas
Zacarías se perturbó al verlo, y cayó temor sobre él. 13 Sin
embargo, el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido oído
favorablemente, y tu esposa Elisabet llegará a ser para ti madre de un hijo,
y has de ponerle por nombre Juan. 14 Y tendrás gozo y
gran alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento;
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(Lucas 1:59-63)
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59 Y al octavo día vinieron para circuncidar al niñito, e iban a
llamarlo por el nombre de su padre, Zacarías. 60 Pero
su madre contestó y dijo: “¡No, por cierto!, sino que será llamado Juan”. 61 Ante
eso, le dijeron: “Nadie hay entre tus parientes que se llame por ese nombre”.
62 Entonces se pusieron a preguntar por señas al padre
cómo quería que se le llamara. 63 Y él pidió una
tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Ante esto, todos
se maravillaron.
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(1 Corintios 7:10, 11)
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10 A los casados doy instrucciones —sin embargo, no yo, sino el Señor—
de que la esposa no debe irse de su esposo; 11 pero si
de hecho se fuera, que permanezca sin casarse, o, si no, que se reconcilie
con su esposo; y el esposo no debe dejar a su esposa.
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(1 Pedro 3:1, 2)
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3 De igual manera, ustedes, esposas, estén en
sujeción a sus propios esposos, a fin de que, si algunos no son obedientes a
la palabra, sean ganados sin una palabra por la conducta de [sus] esposas, 2 por
haber sido ellos testigos oculares de su conducta casta junto con profundo
respeto.
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(Proverbios 5:15-20)
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15 Bebe agua de tu propia cisterna, y
chorrillos que salgan de en medio de tu propio pozo. 16 ¿Deben
esparcirse afuera tus manantiales, [tus] corrientes de agua en las plazas
públicas mismas? 17 Resulten ser para ti solo, y no
para los extraños contigo. 18 Resulte bendita tu
fuente de aguas, y regocíjate con la esposa de tu juventud, 19 una
amable cierva y una encantadora cabra montesa. Que sus propios pechos te
embriaguen a todo tiempo. Con su amor estés en un éxtasis constantemente. 20 ¿Por
qué, pues, debes tú, hijo mío, estar en un éxtasis con una extraña, o abrazar
el seno de una extranjera?
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viernes, 21 de septiembre de 2012
Viernes, 21 de Septiembre de 2012
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