martes, 8 de enero de 2013

martes, 08 de enero de 2013


TEXTO DEL DIA

CITA BIBLICA
Descripción Biblia

Referencias BIBLICAS
*** Texto del martes, 08 de enero de 2013 ***

Martes 8 de enero

Si se guardan cuidadosamente de estas cosas, prosperarán (Hech. 15:29).

(Hechos 15:29)
que sigan absteniéndose de cosas sacrificadas a ídolos, y de sangre, y de cosas estranguladas, y de fornicación. Si se guardan cuidadosamente de estas cosas, prosperarán. ¡Buena salud a ustedes!”.

(Génesis 35:2) Entonces Jacob dijo a su casa y a todos los que con él estaban: “Aparten los dioses extranjeros que hay en medio de ustedes y límpiense y muden sus mantos,
(Éxodo 20:3) No debes tener otros dioses contra mi rostro.
(Éxodo 34:15) por temor de que celebres un pacto con los habitantes de la tierra, puesto que ellos ciertamente tendrán ayuntamiento inmoral con sus dioses y harán sacrificios a sus dioses, y alguien de seguro te invitará, y ciertamente comerás parte de su sacrificio.
(Ezequiel 20:30) ”Por lo tanto, di a la casa de Israel: ‘Esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová: “¿En el camino de sus antepasados están ustedes contaminándose, y tras de sus cosas repugnantes están yendo en ayuntamiento inmoral?
(1 Corintios 8:1) Ahora bien, respecto a los alimentos ofrecidos a ídolos: sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento hincha, pero el amor edifica.
(1 Corintios 10:14) Por lo cual, amados míos, huyan de la idolatría.
(Génesis 9:4) Solo carne con su alma —su sangre— no deben comer.
(Levítico 3:17) ”’Es un estatuto hasta tiempo indefinido para las generaciones de ustedes, en todos los lugares donde moren: No deben comer grasa alguna ni sangre alguna’”.
(Levítico 7:26) ”’Y ustedes no deben comer ninguna sangre en ninguno de los lugares donde moren, sea la de ave o la de bestia.
(Levítico 17:10) ”’En cuanto a cualquier hombre de la casa de Israel o algún residente forastero que esté residiendo como forastero en medio de ustedes que coma cualquier clase de sangre, ciertamente fijaré mi rostro contra el alma que esté comiendo la sangre, y verdaderamente la cortaré de entre su pueblo.
(Deuteronomio 12:16) Solo la sangre no deben comer ustedes. Debes derramarla sobre la tierra como agua.
(Deuteronomio 12:23) Simplemente queda firmemente resuelto a no comer la sangre, porque la sangre es el alma y no debes comer el alma con la carne.
(1 Samuel 14:32) Y el pueblo empezó a lanzarse vorazmente al despojo y a tomar ovejas y ganado vacuno y becerros y a degollarlos en la tierra, y el pueblo se entregó a comer junto con la sangre.
(Levítico 17:13) 13 ”’En cuanto a cualquier hombre de los hijos de Israel o algún residente forastero que esté residiendo como forastero en medio de ustedes que al cazar prenda una bestia salvaje o un ave que pueda comerse, en tal caso tiene que derramar la sangre de esta y cubrirla con polvo.
(Génesis 39:9) No hay nadie mayor que yo en esta casa, y él no ha retenido de mí cosa alguna salvo a ti, porque eres su esposa. Así es que, ¿cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?”.
(1 Corintios 6:9) ¡Qué! ¿No saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se extravíen. Ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni hombres que se tienen para propósitos contranaturales, ni hombres que se acuestan con hombres,
(Efesios 5:5) Porque saben esto, y ustedes mismos lo reconocen: que ningún fornicador, ni inmundo, ni persona dominada por la avidez —lo que significa ser idólatra— tiene herencia alguna en el reino del Cristo y de Dios.
(Colosenses 3:5) Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría.
(1 Tesalonicenses 4:3) Porque esto es la voluntad de Dios: la santificación de ustedes, que se abstengan de la fornicación;
(1 Pedro 4:3) Porque basta el tiempo que ha pasado para que ustedes hayan obrado la voluntad de las naciones cuando procedían en hechos de conducta relajada, lujurias, excesos con vino, diversiones estrepitosas, partidas de beber e idolatrías ilegales.
(Hechos 21:25) 25 En cuanto a los creyentes de entre las naciones, hemos enviado [aviso], habiendo dictado nuestra decisión de que se guarden de lo sacrificado a los ídolos así como también de la sangre y de lo estrangulado y de la fornicación”.
No todo el que trata de imponernos su opinión lo hace con un propósito malo. Siempre hay amigos bienintencionados que insisten en que sigamos sus consejos. También está la familia, que, aunque hayamos dejado el hogar, no deja de preocuparse por nosotros y tal vez quiera intervenir en las decisiones importantes que tomamos. Pensemos, por ejemplo, en los tratamientos médicos. Algunos, como las transfusiones de sangre, están claramente prohibidos por la Biblia (Hech. 15:28, 29).
(Hechos 15:28)
Porque al espíritu santo y a nosotros mismos nos ha parecido bien no añadirles ninguna otra carga, salvo estas cosas necesarias:
(Juan 16:13) Sin embargo, cuando llegue aquel, el espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propio impulso, sino que hablará las cosas que oye, y les declarará las cosas que vienen.
(Hechos 5:32) Y nosotros somos testigos de estos asuntos, y también lo es el espíritu santo, el cual Dios ha dado a los que le obedecen como gobernante”.
(Mateo 23:4) 4 Atan cargas pesadas y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos mismos ni con el dedo quieren moverlas.

. Pero otros no, y cada cristiano debe decidir si va a aceptarlos o rechazarlos. En estos casos, tal vez nuestros seres queridos tengan opiniones muy firmes. Sin embargo, hemos de recordar que cada cristiano bautizado “llevará su propia carga de responsabilidad” (Gál. 6:4, 5)
(Gálatas 6:4, 5)
Pero que cada uno pruebe lo que su propia obra es, y entonces tendrá causa para alborozarse respecto de sí mismo solo, y no en comparación con la otra persona. 5 Porque cada uno llevará su propia carga de responsabilidad.
(1 Corintios 11:28) Primero apruébese el hombre a sí mismo después de escrutinio, y así coma del pan y beba de la copa.
(2 Corintios 13:5) Sigan poniéndose a prueba para ver si están en la fe, sigan dando prueba de lo que ustedes mismos son. ¿O no reconocen que Jesucristo está en unión con ustedes? A no ser que estén desaprobados.
(Gálatas 5:26) 26 No nos hagamos egotistas, promoviendo competencias unos con otros, envidiándonos unos a otros.
(Romanos 14:4) ¿Quién eres tú para juzgar al sirviente de casa ajeno? Para su propio amo está en pie o cae. En verdad, se le hará estar en pie, porque Jehová puede hacer que esté en pie.
(2 Corintios 5:10) Porque todos tenemos que ser puestos de manifiesto ante el tribunal del Cristo, para que cada uno reciba su retribución por las cosas que haya hecho mediante el cuerpo, según las cosas que haya practicado, sea cosa buena o vil.

La prioridad debe ser mantener una buena conciencia delante de Dios, no complacer a los hombres (1 Tim. 1:5). w11 15/4 2:4
(1 Timoteo 1:5)
Realmente, el objetivo de este mandato es amor procedente de un corazón limpio y de una buena conciencia y de fe sin hipocresía.
(Romanos 13:8) No deban a nadie ni una sola cosa, salvo el amarse unos a otros; porque el que ama a su semejante ha cumplido [la] ley.
(Gálatas 5:6) Porque tocante a Cristo Jesús, ni la circuncisión es de valor alguno, ni lo es la incircuncisión, sino la fe que opera mediante el amor.
(Mateo 5:8) ”Felices son los de corazón puro, puesto que ellos verán a Dios.
(2 Timoteo 2:22) De modo que, huye de los deseos que acompañan a la juventud, mas sigue tras la justicia, la fe, el amor, la paz, junto con los que de corazón limpio invocan al Señor.
(Hechos 23:1) Mirando fijamente al Sanedrín, Pablo dijo: “Varones, hermanos, yo me he portado delante de Dios con conciencia perfectamente limpia hasta este día”.
(Hechos 24:16) En cuanto a esto, realmente, me ejercito continuamente para tener conciencia de no haber cometido ofensa contra Dios ni contra los hombres.
(1 Timoteo 3:9) manteniendo el secreto sagrado de la fe con una conciencia limpia.
(1 Pedro 3:16) Tengan una buena conciencia, para que en el particular de que se hable contra ustedes queden avergonzados los que están hablando con menosprecio de su buena conducta en lo relacionado con Cristo.
(Romanos 12:9) Sea [su] amor sin hipocresía. Aborrezcan lo que es inicuo; adhiéranse a lo que es bueno.
(2 Corintios 6:6) por pureza, por conocimiento, por gran paciencia, por bondad, por espíritu santo, por amor libre de hipocresía,
(Santiago 3:17) Pero la sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica, razonable, lista para obedecer, llena de misericordia y buenos frutos, sin hacer distinciones por parcialidad, sin ser hipócrita.
*** w11 15/4 Tomemos decisiones que honren a Dios ***

Tomemos decisiones que honren a Dios
“El sagaz considera sus pasos.” (PRO. 14:15)
LAS tomamos a cada instante. Muchas de ellas no tienen mayores consecuencias, pero otras pueden cambiarnos la vida por completo. ¿De qué estamos hablando? De las decisiones. Ahora bien, sea que tengan poca o mucha trascendencia, siempre debemos adoptarlas pensando en honrar a Dios (léase 1  Corintios 10:31).
2 ¿Le resulta fácil tomar decisiones, o le parece todo un reto? Si queremos alcanzar la madurez cristiana, debemos aprender a distinguir lo bueno de lo malo, y decidir en armonía con nuestros propios principios, y no con los de otras personas (Rom. 12:1, 2; Heb. 5:14). ¿Qué razones adicionales tenemos para aprender a elegir bien? ¿Por qué es a veces tan difícil tomar decisiones? ¿Cómo podemos lograr que nuestras elecciones en la vida honren a Dios?
¿Por qué hay que tomar decisiones?
3 No podemos ser indecisos cuando están en juego los principios de la Biblia. De lo contrario, nuestros compañeros de estudios o trabajo concluirán que no estamos convencidos de nuestras creencias y que somos fáciles de manipular. Tal vez mientan, hagan trampa o roben y luego insistan en que nos unamos a ellos, o que por lo menos los encubramos. Pero eso es “seguir tras la muchedumbre”, es decir, ir ciegamente tras la mayoría (Éxo. 23:2). El cristiano que sabe tomar decisiones que honran a Dios no permite que el temor o el deseo de ser aceptado lo lleven a pasar por alto su conciencia educada por la Biblia (Rom. 13:5).
4 No todo el que trata de imponernos su opinión lo hace con un propósito malo. Siempre hay amigos bienintencionados que insisten en que sigamos sus consejos. También está la familia, que, aunque hayamos dejado el hogar, no deja de preocuparse por nosotros y tal vez quiera intervenir en las decisiones importantes que tomamos. Pensemos, por ejemplo, en los tratamientos médicos. Algunos, como las transfusiones de sangre, están claramente prohibidos por la Biblia (Hech. 15:28, 29). Pero otros no, y cada cristiano debe decidir si va a aceptarlos o rechazarlos. En estos casos, tal vez nuestros seres queridos tengan opiniones muy firmes. Sin embargo, hemos de recordar que cada cristiano bautizado “llevará su propia carga de responsabilidad” (Gál. 6:4, 5). La prioridad debe ser mantener una buena conciencia delante de Dios, no complacer a los hombres (1 Tim. 1:5).
5 La indecisión es muy peligrosa. ¿Por qué lo decimos? Porque, como señaló el discípulo Santiago, el indeciso es “inconstante en todos sus caminos” (Sant. 1:8). Tal como una barca sin timón que es arrastrada de acá para allá por la tormenta, esa persona se deja llevar por la cambiante opinión popular, lo que fácilmente puede conducirla al naufragio espiritual. Hay quienes incluso terminan culpando a los demás por su lamentable situación (1 Tim. 1:19). ¿Cómo evitaremos que eso nos suceda? Esforzándonos por estar “estabilizados en la fe” (léase Colosenses 2:6, 7). Esa estabilidad se alcanza aprendiendo a tomar decisiones que reflejen confianza en la Palabra inspirada de Dios (2 Tim. 3:14-17). Con todo, hay factores que pueden afectar nuestra capacidad de decidir. ¿Cuáles son?
¿Por qué es a veces tan difícil tomar decisiones?
6 El miedo a equivocarnos, fracasar o quedar en ridículo puede ser paralizante. Eso es comprensible; después de todo, nadie quiere hacer una elección que le cause problemas o le haga pasar vergüenza. Algo que nos ayudará a vencer esos temores es el amor a Dios y su Palabra. Ese amor nos impulsará a consultar la Biblia y las publicaciones cristianas antes de adoptar cualquier decisión importante. Y así será menos probable que cometamos errores. ¿Por qué? Porque la Biblia les da “sagacidad a los inexpertos” y “conocimiento y capacidad de pensar al joven” (Pro. 1:4).
7 ¿Quiere decir lo anterior que siempre elegiremos el mejor camino? No, pues nadie es perfecto (Rom. 3:23). David, por ejemplo, fue un hombre sabio y fiel, pero cometió errores de juicio que les ocasionaron grandes sufrimientos a él y a otras personas (2 Sam. 12:9-12). Sin embargo, no permitió que sus equivocaciones debilitaran su resolución de tomar decisiones que agradaran a Dios (1 Rey. 15:4, 5). Al igual que este rey, debemos recordar que Jehová pasa por alto los errores y perdona los pecados, y que siempre apoyará a quienes lo aman y obedecen. Así impediremos que nos paralicen los errores del pasado (Sal. 51:1-4, 7-10) .
8 ¿Qué nos ayudará a reducir la ansiedad que produce la toma de decisiones? Comprender que muchas veces hay más de una opción acertada. Analicemos el razonamiento que siguió el apóstol Pablo al hablar del matrimonio. Por inspiración escribió: “Si alguno piensa que se está portando impropiamente para con su virginidad, si esta ha pasado la flor de la juventud, y esa es la manera como debe efectuarse, que haga lo que quiera; no peca. Que se casen. Pero si alguno está resuelto en su corazón, y no tiene necesidad alguna, sino que tiene autoridad sobre su propia voluntad y ha tomado esta decisión en su propio corazón, de guardar su propia virginidad, hará bien” (1 Cor. 7:36-38). Como vemos, Pablo recomendó la soltería, pero no dijo que fuera la única opción aceptable.
9 ¿Deberíamos preocuparnos por las opiniones ajenas? Hasta cierto grado, sí. Veamos lo que aconsejó Pablo acerca de comer alimentos que quizás hubieran sido ofrecidos a los ídolos. Primero reconoció que había decisiones que, aunque no eran malas en sí mismas, podían perturbar a quienes tenían una conciencia débil. ¿Qué determinación tomó él? “Si el alimento hace tropezar a mi hermano, no volveré a comer carne jamás, para no hacer tropezar a mi hermano.” (1 Cor. 8:4-13.) Nosotros también debemos tomar en cuenta cómo afectarán a los demás nuestras elecciones, pero sin olvidar nunca que lo más importante es el efecto que tendrán en nuestra amistad con Jehová (léase Romanos 14:1-4). ¿Qué principios podrían guiarnos a fin de tomar decisiones que honren a Dios?
Seis pasos para elegir bien
10 No tomarse libertades indebidas. Lo primero que debemos hacer es preguntarnos: “¿Realmente me corresponde a mí tomar esta decisión?”. El rey Salomón escribió: “¿Ha venido la presunción? Entonces vendrá la deshonra; pero la sabiduría está con los modestos” (Pro. 11:2).
11 Por ejemplo, los padres pueden darle a su hijo la libertad de tomar ciertas decisiones. Pero eso no le da el derecho a pensar que es libre de hacer lo que quiera (Col. 3:20). De igual modo, aunque la madre disfruta de cierto grado de autoridad, no debe olvidar que la dirección de la familia recae en su esposo (Pro. 1:8; 31:10-18; Efe. 5:23). Y este, a su vez, ha de recordar que su autoridad es limitada, pues debe sujetarse a Cristo (1 Cor. 11:3). En la congregación, los ancianos toman decisiones que afectan a los hermanos. Por eso deben asegurarse de no ir “más allá de las cosas que están escritas” en la Biblia (1 Cor. 4:6). Además, han de esforzarse por seguir siempre las instrucciones del esclavo fiel (Mat. 24:45-47). Si queremos ahorrarnos angustias y sufrimientos a nosotros mismos y a quienes nos rodean, seamos modestos y aprendamos a tomar decisiones solo cuando nos corresponda.
12 Informarse bien. Salomón escribió: “Los planes del diligente propenden de seguro a ventaja, pero todo el que es apresurado se encamina de seguro a la carencia” (Pro. 21:5). Veamos un ejemplo. ¿Ha recibido usted alguna propuesta de negocios? No se deje dominar por las emociones. Reúna toda la información necesaria, pida consejo a quienes conozcan bien el tema y analice los principios bíblicos aplicables a la situación (Pro. 20:18). Luego elabore una lista con los pros y los contras. Recuerde que el cristiano prudente siempre “calcula los gastos” antes de decidir (Luc. 14:28). Piense en el impacto que tendrá su elección no solo en sus finanzas, sino también en su salud espiritual. Toda esta investigación requiere tiempo y esfuerzo, pero impedirá que nos precipitemos y nos ahorrará muchos dolores de cabeza.
13 Pedir sabiduría. Para que nuestras decisiones honren a Dios, debemos solicitarle su ayuda. Santiago aseguró: “Si alguno de ustedes tiene deficiencia en cuanto a sabiduría, que siga pidiéndole a Dios, porque él da generosamente a todos, y sin echar en cara; y le será dada” (Sant. 1:5). No hay nada de vergonzoso en admitir que necesitamos la guía divina para hacer una buena elección (Pro. 3:5, 6). De hecho, confiar exclusivamente en nuestro criterio podría llevarnos por mal camino. Si le rogamos a Jehová que nos dé sabiduría y buscamos la dirección de la Biblia, el espíritu santo nos ayudará a descubrir las verdaderas razones por las que preferimos una determinada opción (Heb. 4:12; léase Santiago 1:22-25).
14 No posponer la decisión. Es cierto que no es bueno apresurarse; primero hay que investigar y pedir sabiduría. Efectivamente, el sabio “considera sus pasos” con cuidado (Pro. 14:15). Pero tampoco es bueno postergar las cosas. El indeciso pudiera inventar excusas absurdas para no actuar (Pro. 22:13). Lo que no sabe es que de este modo ya está tomando una decisión: dejar su vida en manos de otros.
15 Poner manos a la obra. El esfuerzo que exige tomar una buena decisión puede desperdiciarse si no actuamos con determinación. “Todo lo que tu mano halle que hacer, hazlo con tu mismo poder”, aconsejó Salomón (Ecl. 9:10). Además, debemos emplear todos los recursos que sean necesarios para obtener el resultado deseado. Pongamos el caso de un publicador que decide ser precursor. ¿Tendrá éxito en su ministerio? Solo si se asegura de que el empleo y las diversiones no le roben las energías y el tiempo que exige su labor.
16 A menudo, las mejores decisiones son las más difíciles de llevar a la práctica. Esto se debe a que “el mundo entero yace en el poder del inicuo” (1 Juan 5:19). Así es, “tenemos una lucha [...] contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales” (Efe. 6:12). Como señalaron Pablo y Judas, todos los que están decididos a honrar a Dios tienen por delante esa dura batalla (1 Tim. 6:12; Jud. 3).
17 Evaluar los resultados y hacer cualquier cambio necesario. Las cosas no siempre resultan como se planearon, pues “el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos” (Ecl. 9:11). Aun así, en el caso de algunas decisiones, Jehová espera que nos mantengamos firmes contra viento y marea. Por ejemplo, los votos que hacemos al casarnos y al dedicarnos a Dios no son negociables. Él desea que los cumplamos (léase Salmo 15:1, 2,4).
Claro, hay muchas otras decisiones que no son tan trascendentales. El cristiano sabio las evalúa periódicamente y no permite que el orgullo o la terquedad le impidan hacer ajustes o incluso dar marcha atrás si es necesario (Pro. 16:18). Lo que más le importa es asegurarse de honrar a Dios. 
Enseñemos a otros a tomar decisiones que honren a Dios
18 Hay mucho que pueden hacer los padres para ayudar a un hijo a tomar decisiones que honren a Dios. Una de las mejores maneras de enseñarle es con el ejemplo b (Luc. 6:40). Quizás podrían explicarle los pasos que ellos mismos dieron antes de hacer cierta elección. Tal vez quieran dejarlo decidir en algunos asuntos. Si da un paso acertado, no deben olvidarse de felicitarlo. Pero ¿y si se equivoca? La primera reacción suele ser protegerlo de las consecuencias. Sin embargo, eso no siempre es lo mejor. Pensemos en un padre que le permite a su hijo obtener una licencia de conducir. Imagínese que el muchacho comete una infracción y recibe una multa. El padre podría   pagarla, ¿verdad? En cambio, si le pide que trabaje para conseguir el   dinero, es más probable que aprenda a responsabilizarse de sus actos (Rom. 13:4).
19 Jesús indicó que todos sus discípulos tenemos el deber de enseñar a la gente (Mat. 28:20). Y una de las cosas más importantes que podemos enseñar a nuestros estudiantes es a decidir bien. Para lograr este objetivo, tenemos que resistir el impulso de decirles qué hacer en cada situación. Es mucho mejor ayudarlos a razonar y a tomar sus propias decisiones basándose en los principios de la Biblia. Al fin y al cabo, “cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios” (Rom. 14:12). No cabe duda: tenemos sobradas razones para esforzarnos por tomar decisiones que honren a Jehová.
[Nota]
Para un análisis detallado de este tema, véase el suplemento “¿Qué opino de las fracciones sanguíneas y de los procedimientos médicos que impliquen el uso de mi sangre?” (Nuestro Ministerio del Reino de noviembre de 2006, páginas 3 a 6).
¿Qué respondería?
• ¿Por qué es necesario aprender a tomar decisiones?
• ¿De qué modo nos afecta el miedo, y cómo podemos superarlo?
• ¿Qué seis pasos debemos dar para que nuestras decisiones siempre honren a Dios?
[Preguntas del estudio]
 1, 2. a) ¿En qué debemos pensar cada vez que tomamos una decisión? b) ¿Qué preguntas contestaremos a continuación?
 3. ¿Qué factores no deberían influir en nuestras decisiones?
 4. ¿Por qué podrían los demás tratar de imponernos su opinión?
 5. ¿Cómo evitaremos que nuestra fe se vaya a pique?
 6. ¿Cómo podría afectarnos el miedo?
 7. ¿Qué aprendemos del ejemplo de David?
 8. ¿Qué nos enseñan los comentarios de Pablo referentes al matrimonio?
 9. ¿Deberíamos preocuparnos por las opiniones ajenas? Explique su respuesta.
10, 11. a) ¿Qué nos ayudará a no tomarnos libertades indebidas en el hogar? b) ¿Qué deben recordar los ancianos al tomar decisiones que afectan a la congregación?
12. a) ¿Por qué es necesario investigar primero? b) ¿Qué debe incluir la investigación?
13. a) ¿Qué garantía nos ofrece Santiago 1:5? b) ¿Por qué es útil pedirle sabiduría a Dios?
14. ¿Por qué no debemos aplazar las decisiones?
15, 16. ¿Qué se necesita para llevar a la práctica una decisión?
17. ¿Qué espera Jehová que hagamos después de tomar nuestras decisiones?
18. ¿Cómo pueden los padres enseñar a sus hijos a tomar buenas decisiones?
19. ¿Qué debemos enseñarles a nuestros estudiantes de la Biblia, y cuál es la mejor manera de hacerlo?

Pasos para tomar buenas decisiones
 1 No tomarse libertades indebidas
 2 Informarse bien
 3 Pedir sabiduría
 4 No posponer la decisión
 5 Poner manos a la obra
 6 Evaluar los resultados y hacer cualquier cambio necesario

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