TEXTO DEL DIA
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CITA BIBLICA
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Descripción Biblia
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Referencias BIBLICAS
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*** Texto del Jueves, 01 de Noviembre de 2012 ***
Jueves 1 de noviembre
¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que saca el ejército
de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun por nombre (Isa. 40:26).
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es12 pág. 108 Noviembre
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(Isaías 40:26)
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Levanten los ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas?
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(Salmo 8:3) Cuando veo tus cielos, las obras de tus
dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado,
(Salmo 102:25) Hace mucho tú colocaste los fundamentos
de la tierra misma, y los cielos son la obra de tus manos.
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Es Aquel que saca el ejército de ellas aun por número, todas las cuales
él llama aun por nombre.
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(Salmo 147:4) 4 Está contando el número de las estrellas;
a todas las llama por [sus] nombres.
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Debido a la abundancia de energía dinámica, porque él también es vigoroso en poder,
ninguna [de ellas] falta.
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(Salmo 89:13) Un brazo con poderío es el tuyo, tu mano es fuerte, tu
diestra es ensalzada.
(Jeremías 32:17) “¡Ay, oh Señor Soberano Jehová! Mira que tú mismo has hecho
los cielos y la tierra por tu gran poder y por tu brazo extendido. El asunto
entero no es demasiado maravilloso para ti mismo,
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Al observar el cielo a
través de telescopios, el hombre ha encontrado un inmenso sistema de
galaxias, estrellas y planetas moviéndose con extraordinaria precisión.
¿Podría ser ese orden producto de la casualidad ciega o de un accidente
cósmico? De ningún modo. Entonces, ¿qué fuerza llevó a que existiera un
universo tan organizado? Ningún método de observación y experimentación
científica es capaz de identificarla. Pero la Biblia señala que se trata del
espíritu santo, la fuerza más poderosa del universo. Bien lo dijo el
salmista: “Por la palabra de Jehová los cielos mismos fueron hechos, y por el
espíritu de su boca todo el ejército de ellos” (Sal. 33:6). Al recorrer con la mirada
el firmamento nocturno, podemos ver una pequeña porción de este gran “ejército” de
estrellas. w11 15/2 1:5, 7
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(Salmo 33:6)
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Por la
palabra de Jehová los cielos mismos fueron hechos,
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(Hebreos 11:3) Por fe percibimos
que los sistemas de cosas fueron puestos en orden por la palabra de Dios, de
modo que lo que se contempla ha llegado a ser de cosas que no aparecen.
(2 Pedro 3:5) Porque, conforme al deseo de
ellos, este hecho se les escapa, que hubo cielos desde lo antiguo, y una
tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua por la
palabra de Dios;
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y por el
espíritu de su boca todo el
ejército de ellos.
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(Génesis 2:1) Así quedaron terminados
los cielos y la tierra y todo su ejército.
(Salmo 104:30) Si envías tu espíritu, son creados; y
haces nueva la faz del suelo.
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*** w11 15/2 El espíritu
santo: la fuerza detrás de la creación
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El espíritu santo: la fuerza detrás de
la creación
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“Por la palabra de Jehová los cielos mismos
fueron hechos, y por el espíritu de su boca todo el ejército de ellos.” (SAL.
33:6)
EN 1905, cuando Albert Einstein publicó su
teoría de la relatividad especial, tanto él como la comunidad científica en
general pensaban que el universo consistía en una sola galaxia: la Vía
Láctea. ¡Qué poco sabían sobre la verdadera magnitud del cosmos! Hoy día se
cree que existen más de cien mil millones de galaxias, compuestas en muchos
casos por miles de millones de estrellas. Y a medida que se usan mejores
observatorios y se ponen en órbita telescopios más potentes, más galaxias se
descubren.
2 A principios del siglo XX no solo eran muy limitados los
conocimientos sobre el universo en general, sino también sobre nuestro
planeta en particular. Es cierto que los científicos sabían mucho más
que sus antecesores, pero hoy comprendemos mucho mejor que ellos la belleza y
complejidad de la vida y los ecosistemas terrestres. Y en el futuro
veremos contestadas muchas más preguntas acerca de los cielos y la Tierra.
Ahora bien, hoy mismo deberíamos plantearnos la siguiente cuestión: ¿de dónde
salió todo lo que existe? El único que puede darnos la respuesta es el
Creador, y la ha revelado en las Santas Escrituras.
El milagro de la
creación
3 Las palabras de apertura de la Biblia muestran de dónde salió el
universo: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra” (Gén. 1:1).
Partiendo de la nada, Jehová empleó su poderosa fuerza activa para crear “los
cielos y la tierra”, sí, todo el cosmos. Dios se valió del espíritu santo
para realizar sus imponentes obras, tal como el hombre se vale de sus manos y
sus herramientas para elaborar hermosas creaciones.
4 Utilizando lenguaje figurado, las Escrituras llaman al espíritu santo
el “dedo de Dios” (Luc. 11:20; Mat. 12:28). Y todo lo que Jehová ha
logrado mediante dicha fuerza —toda “la obra de sus manos”— canta su grandeza.
El salmista exclamó: “Los cielos están declarando la gloria de Dios; y
de la obra de sus manos la expansión está informando” (Sal. 19:1). Como
vemos, la creación da testimonio del espectacular poder del espíritu de
Jehová (Rom. 1:20). Veamos algunos ejemplos.
El poder infinito
de Dios
5 La inmensidad del universo evidencia que el poder y la energía de
Jehová son inagotables (léase Isaías 40:26).
Los científicos han aprendido que la materia se puede convertir en energía, y
viceversa. Y nuestra estrella, el Sol, es un ejemplo de esta
transformación. Gracias a las reacciones que tienen lugar en su interior,
cada segundo 4.000.000 de toneladas de materia solar se convierten en luz y
otras formas de energía radiante. Aunque solo nos llega una pequeñísima
fracción de dicha energía, es más que suficiente para sostener la vida en la
Tierra. Obviamente, se necesitó una formidable cantidad de poder y energía
para crear el Sol y los demás miles de millones de estrellas. Jehová posee
toda esa energía y muchísima más.
6 El orden que observamos en la creación demuestra que Dios intervino
mediante su espíritu. Para ilustrarlo, imagine que introduce bolitas de
colores en una caja y luego las mezcla bien y las arroja al suelo. ¿Caerán
agrupadas por color: las azules por un lado, las amarillas por otro y así por
el estilo? ¡Claro que no! Los objetos que se someten a una acción
incontrolada no tienden al orden, sino al desorden. Esta es una
reconocida ley fundamental de la naturaleza.
7 Sin embargo, ¿qué ha encontrado el hombre al observar el cielo a
través de sus telescopios? Un inmenso sistema de galaxias, estrellas y
planetas moviéndose con extraordinaria precisión. ¿Podría ser ese orden
producto de la casualidad ciega o de un accidente cósmico? De ningún modo.
Entonces, ¿qué fuerza llevó a que existiera un universo tan organizado?
Ningún método de observación y experimentación científica es capaz de
identificarla. Pero la Biblia señala que se trata del espíritu santo, la
fuerza más poderosa del universo. Bien lo dijo el salmista: “Por la palabra
de Jehová los cielos mismos fueron hechos, y por el espíritu de su boca todo
el ejército de ellos” (Sal. 33:6). Al recorrer con la mirada el
firmamento nocturno, podemos ver una pequeña porción de este gran “ejército”
de estrellas.
El espíritu santo
y nuestro planeta
8 La información que tenemos sobre la creación no es nada en
comparación con lo que nos falta por descubrir. El fiel Job destacó
nuestra ignorancia al decir que tan solo conocemos de Dios “los bordes de sus
caminos”, o sea, de sus obras creativas. Y a continuación exclamó: “¡Y
qué [leve] susurro [...] se ha oído acerca de él!” (Job 26:14). Siglos
después, un sagaz observador del mundo natural, el rey Salomón, señaló acerca
de Jehová: “Todo lo ha hecho bello a su tiempo. Aun el tiempo indefinido ha
puesto en el corazón de ellos, para que la humanidad nunca descubra la
obra que el Dios verdadero ha hecho desde el comienzo hasta el fin” (Ecl.
3:11; 8:17).
9 Con todo, Jehová ha revelado importantes detalles relacionados con sus
obras. Por ejemplo, las Escrituras indican que en tiempos remotos el espíritu
santo estuvo muy activo en nuestro planeta (léase Génesis
1:2). En aquel entonces no había tierra seca
ni luz ni, al parecer, aire respirable.
10 La Biblia describe luego la labor que realizó Dios en una sucesión de
días creativos, los cuales no fueron períodos de veinticuatro horas,
sino enormes espacios de tiempo. En el primero de ellos, Jehová hizo que
empezara a percibirse la luz sobre la superficie terrestre. Así dio inicio a
un proceso que culminó en una etapa posterior, cuando el Sol y la Luna se
hicieron visibles desde la Tierra (Gén. 1:3, 14). En el segundo día
comenzó a formarse la atmósfera (Gén. 1:6). Como consecuencia, el planeta
disponía ya de agua, luz y aire. Sin embargo, aún no había tierra seca.
A principios del tercer día creativo, Jehová usó su espíritu para
producir las masas continentales. Quizás logró que se elevaran sobre el vasto
mar que cubría el planeta valiéndose de poderosas fuerzas geológicas (Gén.
1:9). Más tarde, tanto en ese día como en los siguientes, tendrían lugar
otros acontecimientos de gran magnitud.
El espíritu santo
y los seres vivos
11 El espíritu santo también produjo las complejísimas formas de vida que
habitan la Tierra. Del tercer al sexto día, Dios usó su fuerza activa para
crear una asombrosa variedad de animales y plantas (Gén. 1:11, 20-25). Entre
ellos encontramos innumerables ejemplos de organización, simetría y belleza
que revelan un diseño del más alto nivel.
12 Tomemos por caso el ADN (ácido desoxirribonucleico), uno de los
compuestos químicos que transmiten de una generación a otra las
características propias de cada especie. El ADN es imprescindible para
que se reproduzcan todas las formas de vida del planeta, desde los organismos
microscópicos y la hierba, pasando por el ser humano, hasta el elefante y la
enorme ballena azul. Aunque todos ellos son muy distintos, el código que
controla gran parte de sus rasgos hereditarios es sumamente estable. Esto ha
permitido conservar las diferencias entre los grupos básicos de criaturas a
lo largo del tiempo. Así, de acuerdo con el propósito divino, cada especie
puede realizar las funciones que le corresponden dentro de la compleja red de
la vida (Sal. 139:16). Este sistema tan eficiente es una prueba más de que la
naturaleza es obra del espíritu santo, el “dedo de Dios”.
La obra cumbre de
la creación terrestre
13 Jehová dedicó incontables milenios a realizar innumerables obras,
tanto animadas como inanimadas. Gracias a ello, la Tierra dejó de estar “sin
forma y desierta”. Sin embargo, Dios no había terminado de usar su
espíritu para crear. De hecho, estaba a punto de realizar la obra
maestra de la creación terrestre. Hacia el final del sexto día se valió de su
espíritu para formar al hombre a partir de elementos extraídos del suelo
(Gén. 2:7).
14 Génesis 1:27 señala: “Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a
la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó”. Como estamos hechos a la
imagen de Dios, tenemos la capacidad de amar, de decidir libremente e incluso
de entablar amistad con él. Por eso no nos sorprende que nuestro cerebro
sea tan distinto al de los animales. Fue diseñado para que tuviéramos la
dicha de aprender acerca de Jehová y sus obras por toda la eternidad.
15 En el comienzo de la historia humana, Dios les entregó la Tierra a
Adán y su esposa, Eva, para que la exploraran y disfrutaran de todas sus
maravillas (Gén. 1:28). Les dio alimentos en abundancia y un hogar
paradisíaco. Además, les brindó la oportunidad de vivir eternamente y gozar
de la estima de miles de millones de descendientes perfectos. Por desgracia,
las cosas resultaron de otro modo.
Reconozcamos el
papel del espíritu santo
16 En una terrible muestra de ingratitud y egoísmo, Adán y Eva se
rebelaron contra su Creador. Como resultado, todos sus hijos hemos nacido
imperfectos y condenados al sufrimiento. Pero la Biblia enseña que Dios
reparará los daños causados por nuestros primeros padres y llevará a cabo su
propósito original. Hará de la Tierra un paraíso habitado por personas que
gozarán siempre de salud y felicidad (Gén. 3:15). Sin duda, todos queremos
mantener viva esa alentadora esperanza, y para ello necesitamos espíritu
santo.
17 Para obtener espíritu santo, debemos pedirlo en nuestras oraciones
(Luc. 11:13). Así se fortalecerá nuestra fe y nos convenceremos aún más de
que el universo es obra de Jehová. Hoy día sufrimos un auténtico bombardeo de
ideas evolucionistas y ateas. No podemos dejarnos intimidar
ni confundir por esos razonamientos sin base. Todos debemos estar
preparados para resistir esa propaganda, así como la presión social para
aceptarla (léase Colosenses 2:8).
18 Nuestra fe en Dios y en la Biblia se fortalecerá si examinamos con
objetividad los argumentos que apoyan la creación. Hay quienes, al analizar
el origen del universo y el hombre, descartan de entrada cualquier tipo de
intervención sobrenatural. Pero esta postura es muy parcial, pues
no tiene en cuenta todas las pruebas. Además, pasa por alto el hecho
indiscutible de que hay orden y propósito detrás de las “cosas maravillosas
sin número” que existen en el cosmos (Job 9:10; Sal. 104:25). Los cristianos
estamos convencidos de que en la creación intervino el espíritu santo bajo la
dirección inteligente de Jehová.
El espíritu santo
y nuestra fe en Dios
19 Claro, no necesitamos saber cada detalle de la creación para
tener fe en Dios ni para amarlo y respetarlo de todo corazón. De hecho,
para que nazca la fe hace falta más que disponer de fríos datos. Tal como la
amistad entre dos personas crece al ir conociéndose mejor, así mismo se
fortalece nuestra fe a medida que aprendemos cómo es Dios. En realidad,
nuestra convicción de que él existe crece al ver cómo responde nuestras
oraciones y al comprobar lo beneficiosos que son sus principios.
Y nuestra relación con Jehová se estrecha aún más al ver día a día cómo
nos dirige, nos protege, nos da lo que necesitamos y bendice nuestros esfuerzos
por servirle. Todo esto nos confirma claramente que él existe y que su
espíritu está muy activo.
20 Otro magnífico ejemplo de cómo usa Jehová su fuerza activa es la
Biblia, pues sus escritores “hablaron de parte de Dios al ser llevados por
espíritu santo” (2 Ped. 1:21). Si la estudiamos con empeño, se
fortalecerá nuestra fe en que Jehová hizo todas las cosas (Rev. 4:11). Fue el
amor, su cualidad más atrayente, lo que lo impulsó a crear (1 Juan 4:8).
Por lo tanto, hagamos todo lo posible por ayudar a la gente a conocer a
nuestro cariñoso Padre celestial y Amigo. Y no dejemos de guiarnos por
su espíritu, pues así tendremos el honor de seguir aprendiendo acerca de
Jehová por toda la eternidad (Gál. 5:16, 25). Esforcémonos cada día por
conocer mejor su personalidad y sus maravillosas obras, y por imitar el
inmenso amor que demostró al crear con su espíritu los cielos, la Tierra y la
humanidad.
[Nota]
Véanse las páginas 24 y 25 del libro ¿Existe
un Creador que se interese por nosotros?
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(Génesis 1:1)
1 En [el] principio Dios creó los cielos y la tierra.
(Lucas 11:20) 20 Pero
si es por medio del dedo de Dios como yo expulso los demonios, el reino de
Dios verdaderamente los ha alcanzado.
(Mateo 12:28) 28 Pero
si es por medio del espíritu de Dios como yo expulso a los demonios, el reino
de Dios verdaderamente los ha alcanzado.
(Salmo 19:1) 19 Los
cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la
expansión está informando.
(Romanos 1:20)
20 Porque las [cualidades] invisibles de él se ven
claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por
las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad, de modo que ellos
son inexcusables;
(Isaías 40:26) 26 Levanten
los ojos a lo alto y vean. ¿Quién ha creado estas cosas? Es Aquel que saca el
ejército de ellas aun por número, todas las cuales él llama aun por nombre.
Debido a la abundancia de energía dinámica, porque él también es vigoroso en
poder, ninguna [de ellas] falta.
(Salmo 33:6) 6 Por
la palabra de Jehová los cielos mismos fueron hechos, y por el espíritu de su
boca todo el ejército de ellos.
(Job 26:14) 14 ¡Miren!
Estos son los bordes de sus caminos, ¡y qué susurro de un asunto se ha oído
acerca de él! Pero de su poderoso trueno, ¿quién puede mostrar
entendimiento?”.
(Eclesiastés 3:11)
11 Todo lo ha hecho bello a su tiempo. Aun el tiempo
indefinido ha puesto en el corazón de ellos, para que la humanidad nunca
descubra la obra que el Dios [verdadero] ha hecho desde el comienzo hasta el
fin.
(Eclesiastés 8:17)
17 Y vi toda la obra del Dios [verdadero], que la
humanidad no puede averiguar la obra que se ha hecho bajo el sol; por mucho y
duro que siga trabajando la humanidad en buscar, sin embargo no averiguan. Y
aunque dijeran que son suficientemente sabios para saberlo, no podrían
averiguarlo.
(Génesis 1:2)
2 Ahora bien, resultaba que la tierra se hallaba sin
forma y desierta y había oscuridad sobre la superficie de [la] profundidad
acuosa; y la fuerza activa de Dios se movía de un lado a otro sobre la
superficie de las aguas.
(Génesis 1:3)
3 Y Dios procedió a decir: “Llegue a haber luz”.
Entonces llegó a haber luz.
(Génesis 1:14)
14 Y Dios pasó a decir: “Llegue a haber lumbreras en
la expansión de los cielos para hacer una división entre el día y la noche; y
tienen que servir de señales y para estaciones y para días y años.
(Génesis 1:6)
6 Y Dios pasó a decir: “Llegue a haber una expansión
en medio de las aguas, y ocurra un dividir entre las aguas y las aguas”.
(Génesis 1:9)
9 Y Dios pasó a decir: “Que las aguas [que están]
debajo de los cielos se reúnan en un mismo lugar y aparezca lo seco”. Y llegó
a ser así. . .
(Génesis 1:11)
11 Y pasó Dios a decir: “Haga brotar la tierra hierba,
vegetación que dé semilla, árboles frutales que lleven fruto según sus
géneros, cuya semilla esté en él, sobre la tierra”. Y llegó a ser así.
(Génesis 1:20-25)
20 Y Dios pasó a decir: “Enjambren las aguas un
enjambre de almas vivientes, y vuelen criaturas voladoras por encima de la
tierra sobre la faz de la expansión de los cielos”. 21 Y
Dios procedió a crear los grandes monstruos marinos y toda alma viviente que
se mueve, los cuales las aguas enjambraron según sus géneros, y toda criatura
voladora alada según su género. Y llegó a ver Dios que [era] bueno. 22 Con
eso los bendijo Dios, y dijo: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen las
aguas en las cuencas de los mares, y háganse muchas las criaturas voladoras
en la tierra”. 23 Y llegó a haber tarde y llegó a
haber mañana, un día quinto. 24 Y Dios pasó a decir:
“Produzca la tierra almas vivientes según sus géneros, animal doméstico y
animal moviente y bestia salvaje de la tierra según su género”. Y llegó a ser
así. 25 Y Dios procedió a hacer la bestia salvaje de
la tierra según su género y el animal doméstico según su género y todo animal
moviente del suelo según su género. Y Dios llegó a ver que [era] bueno.
(Salmo 139:16) 16 Tus
ojos vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban
escritas, respecto a los días en que fueron formadas y todavía no había una
entre ellas.
(Génesis 2:7)
7 Y Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo
del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a
ser alma viviente.
(Génesis 1:27)
27 Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la
imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó.
(Génesis 1:28)
28 Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: “Sean
fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en
sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda
criatura viviente que se mueve sobre la tierra”.
(Génesis 3:15)
15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu
descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le
magullarás en el talón”.
(Lucas 11:12, 13)
. . .? 13 Por lo tanto, si ustedes, aunque
son inicuos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¡con cuánta más razón dará
el Padre en el cielo espíritu santo a los que le piden!”.
(Colosenses 2:8)
8 Cuidado: quizás haya alguien que se los lleve como
presa suya mediante la filosofía y el vano engaño según la tradición de los
hombres, según las cosas elementales del mundo y no según Cristo;
(Job 9:10) 10 haciendo
inescrutables cosas grandes, y cosas maravillosas sin número.
(Salmo 104:25) 25 En
cuanto a este mar, tan grande y ancho, allí hay cosas movientes sin número,
criaturas vivientes, pequeñas así como grandes.
(2 Pedro 1:21) 21 Porque
la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino
que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo.
(Revelación 4:11)
11 “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de
recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y
a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas”.
(1 Juan 4:8) 8 El
que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor.
(Gálatas 5:16)
16 Pero digo: Sigan andando por espíritu y no llevarán
a cabo ningún deseo carnal.
(Gálatas 5:25)
25 Si estamos viviendo por espíritu, sigamos andando
ordenadamente también por espíritu.
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jueves, 1 de noviembre de 2012
Jueves, 01 de Noviembre de 2012
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