TEXTO DEL DIA
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CITA BIBLICA
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Descripción Biblia
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Referencias BIBLICAS
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*** Texto del Martes, 13 de Noviembre de 2012 ***
Martes 13 de noviembre
► es12 pág. 112 Noviembre
Ellos no son parte del mundo (Juan 17:16).
A lo largo de todos los capítulos de la Biblia
encontramos información valiosa sobre la humanidad y la soberanía de Jehová.
Si los primeros tres nos hablan de la creación y del pecado original,
los tres últimos nos hablan de la restauración de la humanidad. Los demás
capítulos nos ofrecen numerosos detalles sobre las medidas que ha adoptado el
Señor Soberano a fin de realizar su propósito para el hombre, la Tierra y el
resto del universo. Y tal como el principio de Génesis explica cómo
intervino Satanás y entró el mal en el mundo, el final de Revelación indica
cómo eliminará Dios la maldad, destruirá al Diablo y logrará que se haga su
voluntad en la Tierra como ya se hace en el cielo. Sin duda, las Escrituras
revelan por qué existen el pecado y la muerte y cómo desaparecerán de la
escena para dar paso a un nuevo mundo donde las personas íntegras vivirán
felices por toda la eternidad. Si queremos disfrutar de esa victoria y
de las numerosas bendiciones anunciadas en la Biblia, es necesario que
defendamos ahora la soberanía de Jehová. w10 15/11 4:13-15
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(Juan 17:16)
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Ellos no son parte del mundo,
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(Colosenses 1:13) 13 Él nos libró
de la autoridad de la oscuridad y nos transfirió al reino del Hijo de su
amor,
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(Lucas 22:53) Mientras estaba con
ustedes día tras día en el templo no extendieron las manos contra mí. Pero
esta es su hora y la autoridad de la oscuridad”.
(Efesios 2:2) en los cuales en un
tiempo anduvieron conforme al sistema de cosas de este mundo, conforme al gobernante
de la autoridad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de la
desobediencia.
(Romanos 11:24) 24 Porque
si tú fuiste cortado del olivo que por naturaleza es silvestre, y contrario a
la naturaleza fuiste injertado en el olivo de huerto, ¡cuánto más estos que
son naturales serán injertados en su propio olivo!
(Juan 18:36) Jesús contestó: “Mi
reino no es parte de este mundo. Si mi reino fuera parte de este mundo, mis
servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero,
como es el caso, mi reino no es de esta fuente”.
(Hebreos 1:8) Pero respecto al Hijo:
“Dios es tu trono para siempre jamás, y [el] cetro de tu reino es el
cetro de rectitud.
(Proverbios 8:30) 30 entonces
llegué a estar a su lado como un obrero maestro, y llegué a ser aquella con
quien él estuvo especialmente encariñado día a día, y estuve alegre delante
de él todo el tiempo,
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así como yo no soy parte del mundo.
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(Juan 18:36) 36 Jesús
contestó: “Mi reino no es parte de este mundo. Si mi reino fuera parte de
este mundo, mis servidores habrían peleado para que yo no fuera entregado a
los judíos. Pero, como es el caso, mi reino no es de esta fuente”.
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(1 Timoteo 6:13) 13 A
vista de Dios, que conserva vivas todas las cosas, y de Cristo Jesús, que
como testigo hizo la excelente declaración pública delante de Poncio Pilato,
te doy órdenes
(Isaías 9:6) Porque
un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el regir principesco vendrá
a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará Maravilloso Consejero,
Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
(Daniel 2:44) ”Y en
los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca
será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo.
Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta
tiempos indefinidos;
(Daniel 7:14) Y a
él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos
nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él. Su gobernación es una
gobernación de duración indefinida que no pasará, y su reino uno que no será
reducido a ruinas.
(Mateo 26:53) ¿O
crees que no puedo apelar a mi Padre para que me suministre en este momento
más de doce legiones de ángeles?
(Juan 18:11)
Jesús, sin embargo, dijo a Pedro: “Mete la espada en [su] vaina. La copa que
el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?”.
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*** w10 15/11 págs. 24-28 Jehová
es nuestro Soberano ***
Jehová es nuestro
Soberano
“En el Señor Soberano Jehová he puesto mi refugio.”
(SAL. 73:28)
“LA ESCENA de este mundo está cambiando.” (1 Cor. 7:31.) Con
estas palabras, parece que el apóstol Pablo compara la sociedad en que
vivimos a un escenario teatral al que suben unos actores, representan sus
personajes, buenos o malos, y luego dan paso a otros actores que interpretan
una nueva escena.
2 En nuestros días se desarrolla, como un drama, una
importantísima situación en la que todos estamos implicados y que tiene que
ver, particularmente, con la soberanía universal de Jehová. Dicha situación
es comparable a la que existe en un país donde hay dos bandos enfrentados.
Por un lado, está el gobierno legítimo, que vela por el mantenimiento del
orden, y, por otro, una mafia que recurre a todo tipo de fraudes y actos
violentos, incluido el asesinato. Esta organización constituye una amenaza
para las autoridades y pone a prueba la lealtad de los ciudadanos al gobierno
nacional.
3 ¿Por qué decimos que en el universo se da una
situación semejante? Para empezar, porque existe un gobierno legítimo,
presidido por el “Señor Soberano Jehová” (Sal. 71:5). Además, la humanidad
sufre la amenaza de una asociación delictiva, dirigida por el inicuo Satanás
(1 Juan 5:19). Esta organización presenta un desafío para el gobierno
divino y pone a prueba la lealtad de la gente al Soberano Universal. ¿Cómo
llegó a producirse este estado de cosas? ¿Por qué lo permite Jehová? ¿De qué
modo podemos intervenir en este conflicto?
Cuestiones implicadas en el drama
4 En este drama universal entran en juego dos asuntos
estrechamente ligados entre sí: la soberanía de Dios y la integridad del ser
humano. Las Escrituras llaman muchas veces a Jehová “Señor Soberano”. Por
ejemplo, un salmista dijo lleno de confianza: “En el Señor Soberano Jehová he
puesto mi refugio” (Sal. 73:28). La palabra soberanía se refiere
a la autoridad suprema del gobierno. Por tanto, quien ejerce el poder o
autoridad en grado máximo recibe el nombre de soberano. Sin duda,
tenemos sobradas razones para llamar así a Jehová, el Ser Supremo (Dan.
7:22).
5 Puesto que Jehová ha creado todo, es el legítimo
Soberano de la Tierra y del resto del universo (léase Revelación
4:11). Además, también es nuestro Juez, Legislador y Rey, combinando
así en su persona los poderes judicial, legislativo y ejecutivo, las tres
ramas del gobierno universal (Isa. 33:22). Dado que le debemos la existencia
y dependemos de él, tenemos que verlo como nuestro Señor Soberano y defender
su elevadísima posición. Algo que nos moverá a hacerlo es tener siempre
presentes estas palabras: “Jehová mismo ha establecido firmemente su trono en
los cielos mismos; y sobre toda cosa su propia gobernación real ha tenido la
dominación” (Sal. 103:19; Hech. 4:24).
6 Si queremos defender la soberanía de Jehová,
debemos mantenernos íntegros. Ahora bien, ¿qué implica ser íntegro? Como lo
ilustra el caso del patriarca Job, la integridad exige demostrar entereza
moral, ser intachable y actuar con rectitud (Job 1:1).
Da comienzo el drama
7 Hace seis mil años, un espíritu se rebeló contra
Jehová. Con sus palabras y acciones, cuestionó la legitimidad de la soberanía
divina. Y lo hizo por puro egoísmo: porque quería ser adorado. Por eso
indujo a nuestros primeros padres, Adán y Eva, a ser desleales al Soberano
Universal. También intentó ensuciar el buen nombre de Jehová insinuando que
era un mentiroso (léase Génesis 3:1-5). Aquel rebelde se
convirtió en el gran enemigo de Dios. Con el tiempo llegó a ser conocido como
Satanás, el Diablo, la serpiente y el dragón, nombres que lo identifican como
opositor, calumniador, engañador y devorador, respectivamente (Rev. 12:9).
8 Satanás se alzó como gobernante rival. Ante ese
desafío contra su soberanía, ¿qué haría Jehová? ¿Destruirlo de inmediato
junto con Adán y Eva? Sin duda, tenía poder de sobra para eliminar a los tres
rebeldes. Si lo hubiera hecho, habría probado que es el Dios
omnipotente. Por otro lado, habría demostrado que no mentía cuando les
advirtió del castigo que recibirían si violaban su ley. Entonces, ¿por qué
no tomó esa medida?
9 Con sus mentiras, Satanás consiguió que Adán y Eva
se apartaran de su Creador. Y así puso en duda que Dios tuviera derecho
a exigirles obediencia a los seres humanos. Además, al inducir a nuestros
primeros padres a rebelarse contra Jehová, cuestionó la lealtad de todas las
criaturas inteligentes. Como se vio más tarde en el caso de Job —quien sí se
mantuvo fiel a la soberanía divina—, el Diablo estaba afirmando que era capaz
de apartar de Dios a toda persona (Job 2:1-5).
10 Al no zanjar de inmediato la cuestión de la
soberanía, Jehová le dio tiempo a Satanás para que intentara probar sus acusaciones.
Y, además, nos concedió a los seres humanos la oportunidad de
demostrarle lealtad. ¿Qué ha sucedido en el transcurso de los siglos? Satanás
ha formado una poderosa red criminal. Pero Dios terminará destruyéndolo a él
y a su organización, y de este modo dejará establecido que es el legítimo
Soberano. Jehová siempre ha estado seguro de su victoria. Tanto es así que la
anunció tan pronto como se produjo la rebelión del hombre (Gén. 3:15).
11 Muchos seres humanos han demostrado fe y lealtad
poniéndose del lado de Jehová en la cuestión de la soberanía y la
santificación de su nombre. Entre ellos figuran Abel, Enoc, Noé, Abrahán,
Sara, Moisés, Rut, David, Jesús, los primeros cristianos y millones de
hombres y mujeres íntegros de nuestros días. Estos defensores de la soberanía
divina han contribuido a probar que Satanás es un mentiroso. Con su
fidelidad, también han ayudado a limpiar el nombre divino de todo el lodo que
le ha lanzado el Diablo al asegurar que podía apartar de Jehová a cualquier
persona (Pro. 27:11).
El triunfo del bien está garantizado
12 Dentro de poco, Jehová demostrará que es el
legítimo Soberano. ¿Por qué estamos tan seguros? Para empezar, porque él
no puede tolerar indefinidamente la maldad. Además, todo indica que
vivimos en los últimos días. Y él ya ha eliminado a los malvados en
otras ocasiones. Así lo hizo en el Diluvio, y al destruir a las ciudades de
Sodoma y Gomorra y al faraón de Egipto y su ejército. Tampoco resistieron su
brazo los soldados de Sísara ni los del emperador asirio Senaquerib
(Gén. 7:1, 23; 19:24, 25; Éxo. 14:30, 31; Jue. 4:15, 16;
2 Rey. 19:35, 36). De modo que no nos cabe ninguna duda:
Jehová no soportará por siempre la falta de respeto a su nombre
ni los ataques contra sus Testigos. Y actuará pronto, pues está muy
clara la señal de la presencia de Cristo y el fin de este malvado sistema
(Mat. 24:3).
13 Si no queremos perecer junto con los enemigos
de Jehová, es imprescindible que demostremos lealtad a la soberanía divina.
Pero ¿cómo podemos hacerlo? Permaneciendo lejos de la organización criminal
de Satanás y no dejándonos intimidar por sus agentes (Isa. 52:11; Juan
17:16; Hech. 5:29). Solo así defenderemos la soberanía de Dios y evitaremos
ser destruidos cuando él limpie su nombre y pruebe ante todos que es el
Soberano Universal.
14 A lo largo de todos los capítulos de la Biblia
encontramos información valiosa sobre la humanidad y la soberanía de Jehová.
Si los primeros tres nos hablan de la creación y del pecado original,
los tres últimos nos hablan de la restauración de la humanidad. Los demás
capítulos nos ofrecen numerosos detalles sobre las medidas que ha adoptado el
Señor Soberano a fin de realizar su propósito para el hombre, la Tierra y el
resto del universo. Y tal como el principio de Génesis explica cómo
intervino Satanás y entró el mal en el mundo, el final de Revelación indica
cómo eliminará Dios la maldad, destruirá al Diablo y logrará que se haga su
voluntad en la Tierra como ya se hace en el cielo. Sin duda, las Escrituras
revelan por qué existen el pecado y la muerte y cómo desaparecerán de la
escena para dar paso a un nuevo mundo donde las personas íntegras vivirán
felices por toda la eternidad.
15 Pronto cambiará por completo la escena de este
mundo. Va a caer el telón, dando fin al drama de la soberanía, que lleva
siglos desarrollándose. Satanás será expulsado del escenario y, con el
tiempo, desaparecerá para siempre. ¡La voluntad de Dios habrá triunfado!
Si queremos disfrutar de esa victoria y de las numerosas bendiciones
anunciadas en la Biblia, es necesario que defendamos ahora la soberanía de
Jehová. No es posible nadar entre dos aguas. Únicamente podremos decir
“Jehová está de mi parte” si nosotros estamos de la suya (Sal.
118:6, 7).
¡Podemos ser íntegros!
16 Sin duda, podemos defender la soberanía de Jehová y
ser leales a él, pues el apóstol Pablo escribió: “Ninguna tentación los ha
tomado a ustedes salvo lo que es común a los hombres. Pero Dios es fiel, y
no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que
junto con la tentación también dispondrá la salida para que puedan
aguantarla” (1 Cor. 10:13). ¿De dónde viene la tentación que menciona
Pablo, y cómo nos brinda Dios la salida?
17 Tal como ilustran los sucesos que vivió Israel en
el desierto, la “tentación” que menciona Pablo se presenta cuando surgen
circunstancias que pudieran inducirnos a violar la ley de Dios (léase 1 Corintios
10:6-10). Los israelitas podrían haber resistido la tentación, pero se
dejaron llevar por la codicia al desear “cosas perjudiciales”. Esto sucedió
cuando Jehová les proporcionó milagrosamente codornices para un mes entero.
Aunque llevaban tiempo sin comer carne, estaban bien alimentados, pues
contaban con suficiente maná. Sin embargo, cayeron en el lazo de la codicia
cuando se pusieron a recoger aquellas aves con avidez (Núm. 11:19, 20,
31-35).
18 Anteriormente, mientras Moisés recibía la Ley en el
monte Sinaí, los israelitas participaron en actos idolátricos, durante los
cuales dieron culto a un becerro y se entregaron con desenfreno a placeres
sensuales. Algo que facilitó que se descontrolaran y cedieran a la tentación
fue el hecho de que no tenían junto a ellos a su dirigente visible (Éxo.
32:1, 6). Más tarde, justo antes de entrar en la Tierra Prometida, miles
de hombres se dejaron seducir por las mujeres moabitas, tuvieron relaciones
inmorales con ellas y terminaron perdiendo la vida como castigo por su pecado
(Núm. 25:1, 9). Además, el pueblo cayó a veces en la tentación de
quejarse con rebeldía. De hecho, en una ocasión no solo hablaron
contra Moisés, sino contra el propio Jehová (Núm. 21:5). Hasta llegaron a
protestar por la ejecución de los rebeldes Coré, Datán, Abiram y sus
partidarios, pues les parecía una injusticia. Como consecuencia, 14.700
personas murieron por un azote divino (Núm. 16:41, 49).
19 Aquellas tentaciones no eran irresistibles.
Los israelitas sucumbieron porque habían perdido la fe en Jehová y se habían
olvidado de él, del cuidado que les había dado y de sus justos caminos.
Además, todas las tentaciones a las que se enfrentaron eran comunes a la
experiencia del ser humano, y lo mismo puede decirse de las nuestras. Por
eso, si luchamos por vencerlas, acudiendo a Jehová para que nos ayude,
lograremos permanecer íntegros. Podemos estar seguros de ello, pues “Dios es
fiel” y nunca permite que sus siervos “sean tentados más allá de lo que
pueden soportar”. Él jamás nos desamparará; nunca dejará que pasemos por
situaciones en las que nos resulte humanamente imposible hacer su voluntad
(Sal. 94:14).
20 ¿De qué manera “dispondrá la salida” Jehová?
Dándonos fuerzas para resistir la tentación. Pensemos en el caso de la
persecución. Nuestros enemigos tal vez nos maltraten con la intención de
hacernos abandonar la fe. Al sufrir tales abusos, tal vez nos veamos
tentados a claudicar para evitar los golpes, las torturas o incluso la muerte.
Pero, tal como indicó Pablo en 1 Corintios 10:13, tenemos la garantía
divina de que la prueba será temporal. Jehová nunca permitirá que la
situación llegue al punto de que nos resulte imposible seguir fieles.
Él puede fortalecer nuestra fe y espiritualidad para que permanezcamos
íntegros.
21 Jehová nos sostiene con su espíritu. Además,
mediante él nos hace recordar ideas bíblicas que necesitamos para resistir la
tentación (Juan 14:26). De este modo, no caemos en el error de
desviarnos del buen camino. Por ejemplo, comprendemos que se han cuestionado
dos asuntos íntimamente relacionados entre sí: la soberanía divina y la
integridad del ser humano. Conocer este hecho y contar con la ayuda de Dios
ha permitido a muchos cristianos ser íntegros hasta la muerte. En su
caso, ¿cuál fue “la salida” de la tentación? No fue la muerte.
Lo que les permitió aguantar hasta el fin sin pecar fue la ayuda de
Jehová. Él nos brinda esa misma ayuda a todos nosotros. De hecho,
nos apoya con sus ángeles, los cuales son siervos públicos “enviados para
servir a favor de los que van a heredar la salvación” (Heb. 1:14). Como
veremos en el próximo artículo, tenemos ante nosotros el privilegio de
defender la soberanía divina por toda la eternidad. Pero solo lo
conseguiremos si nos mantenemos íntegros y reconocemos en todo momento a
Jehová como nuestro Soberano.
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(Salmo 73:28) 28 Pero en
cuanto a mí, el acercarme a Dios es bueno para mí. En el Señor Soberano
Jehová he puesto mi refugio, para declarar todas tus obras.
(1 Corintios 7:31) 31 y
los que hacen uso del mundo, como los que no lo usan a plenitud; porque la
escena de este mundo está cambiando.
(Salmo 71:5) 5 Porque
tú eres mi esperanza, oh Señor Soberano Jehová, mi confianza desde mi
juventud.
(1 Juan 5:19) 19 Sabemos
que nosotros nos originamos de Dios, pero el mundo entero yace en el [poder
del] inicuo.
(Salmo 73:28) 28 Pero en
cuanto a mí, el acercarme a Dios es bueno para mí. En el Señor Soberano
Jehová he puesto mi refugio, para declarar todas tus obras.
(Daniel 7:22) 22 hasta que
vino el Anciano de Días y juicio mismo se dio a favor de los santos del
Supremo, y llegó el tiempo definitivo en que los santos tomaron posesión del
reino mismo.
(Revelación 4:11) 11 “Digno eres
tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder,
porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y
fueron creadas”.
(Isaías 33:22) 22 Porque
Jehová es nuestro Juez, Jehová es nuestro Dador de Estatutos, Jehová es
nuestro Rey; él mismo nos salvará.
(Salmo 103:19) 19 Jehová
mismo ha establecido firmemente su trono en los cielos mismos; y sobre toda
cosa su propia gobernación real ha tenido la dominación.
(Hechos 4:24) 24 Al oír esto,
ellos levantaron la voz de común acuerdo a Dios y dijeron: “Señor Soberano,
tú eres Aquel que hizo el cielo y la tierra y el mar y todas las cosas [que
hay] en ellos,
(Job 1:1) 1 Sucedió que en la tierra de Uz
hubo un hombre cuyo nombre era Job; y aquel hombre resultó sin culpa y recto,
y temeroso de Dios y apartado del mal.
(Génesis 3:1-5) 3 Ahora bien, la serpiente
resultó ser la más cautelosa de todas las bestias salvajes del campo que
Jehová Dios había hecho. De modo que empezó a decir a la mujer: “¿Es
realmente el caso que Dios ha dicho que ustedes no deben comer de todo árbol
del jardín?”. 2 Ante esto, la mujer dijo a la
serpiente: “Del fruto de los árboles del jardín podemos comer. 3 Pero
en cuanto a [comer] del fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios ha
dicho: ‘No deben comer de él, no, no deben tocarlo para que no mueran’”. 4 Ante
esto, la serpiente dijo a la mujer: “Positivamente no morirán. 5 Porque
Dios sabe que en el mismo día que coman de él tendrán que abrírseles los ojos
y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo”.
(Revelación 12:9) 9 De modo que
hacia abajo fue arrojado el gran dragón, la serpiente original, el que es
llamado Diablo y Satanás, que está extraviando a toda la tierra habitada; fue
arrojado abajo a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados abajo con él.
(Job 2:1-5) 2 Después llegó a ser el día
en que los hijos del Dios [verdadero] entraban para tomar su puesto delante
de Jehová, y Satanás también procedió a entrar allí mismo entre ellos para
tomar su puesto delante de Jehová. 2 Entonces Jehová
dijo a Satanás: “¿Y tú, de dónde vienes?”. Ante esto, Satanás respondió a
Jehová y dijo: “De discurrir por la tierra y de andar por ella”. 3 Y
Jehová pasó a decir a Satanás: “¿Has fijado tu corazón en mi siervo Job, que
no hay ninguno como él en la tierra, un hombre sin culpa y recto, temeroso de
Dios y apartado del mal? Todavía está reteniendo firmemente su integridad,
aunque tú me incitas contra él para que me lo trague sin causa”. 4 Pero
Satanás respondió a Jehová y dijo: “Piel en el interés de piel, y todo lo que
el hombre tiene lo dará en el interés de su alma. 5 Para
variar, sírvete alargar la mano, y toca hasta su hueso y su carne, [y ve] si
no te maldice en tu misma cara”.
(Génesis 3:15) 15 Y pondré
enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de
ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón”.
(Proverbios 27:11) 11 Sé sabio,
hijo mío, y regocija mi corazón, para que pueda responder al que me está
desafiando con escarnio.
(Génesis 7:1) 7 Después de eso Jehová dijo a
Noé: “Entra, tú y toda tu casa, en el arca, porque es a ti a quien he visto
justo delante de mí en medio de esta generación.
(Génesis 7:23) 23 Así borró él
toda cosa existente que había sobre la superficie del suelo, desde hombre
hasta bestia, hasta animal moviente y hasta criatura voladora de los cielos,
y fueron borrados de sobre la tierra; y solo Noé y los que con él estaban en
el arca siguieron sobreviviendo.
(Génesis 19:24, 25) 24 Entonces
Jehová hizo llover azufre y fuego desde Jehová, desde los cielos, sobre
Sodoma y sobre Gomorra. 25 De modo que siguió adelante
derribando a estas ciudades, sí, al Distrito entero, y a todos los habitantes
de las ciudades, y las plantas del suelo.
(Éxodo 14:30, 31) 30 Así
salvó Jehová en aquel día a Israel de mano de los egipcios, e Israel alcanzó
a ver a los egipcios muertos en la orilla del mar. 31 Israel
también alcanzó a ver la gran mano que Jehová puso en acción contra los
egipcios; y el pueblo empezó a temer a Jehová y a poner fe en Jehová y en
Moisés su siervo.
(Jueces 4:15, 16) 15 Y
Jehová empezó a poner en confusión a Sísara y todos sus carros de guerra y
todo el campamento a filo de espada delante de Barac. Por fin Sísara se bajó
del carro y echó a huir a pie. 16 Y Barac corrió tras
los carros de guerra y el campamento hasta Haróset de las naciones, de modo
que todo el campamento de Sísara cayó a filo de espada. No quedó ni siquiera
uno.
(2 Reyes 19:35, 36) 35 Y
aconteció que en aquella noche el ángel de Jehová procedió a salir y a
derribar a ciento ochenta y cinco mil [hombres] en el campamento de los
asirios. Cuando unas personas se levantaron muy de mañana, pues, allí todos
eran cadáveres muertos. 36 Por lo tanto Senaquerib el
rey de Asiria partió y se fue y regresó, y se puso a morar en Nínive.
(Mateo 24:3) 3 Estando él
sentado en el monte de los Olivos, se acercaron a él los discípulos
privadamente, y dijeron: “Dinos: ¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la
señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?”.
(Isaías 52:11) 11 Apártense,
apártense, sálganse de allí, no toquen nada inmundo; sálganse de en medio de
ella, manténganse limpios, ustedes los que llevan los utensilios de Jehová.
(Juan 17:16) 16 Ellos no
son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo.
(Hechos 5:29) 29 En
respuesta, Pedro y los [otros] apóstoles dijeron: “Tenemos que obedecer a
Dios como gobernante más bien que a los hombres.
(Salmo 118:6, 7) 6 Jehová
está de mi parte; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre terrestre? 7 Jehová
está de mi parte entre los que me ayudan, de manera que yo mismo pondré la
vista sobre los que me odian.
(1 Corintios 10:13) 13 Ninguna
tentación los ha tomado a ustedes salvo lo que es común a los hombres. Pero
Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden
soportar, sino que junto con la tentación también dispondrá la salida para
que puedan aguantarla.
(1 Corintios 10:6-10) 6 Ahora
bien, estas cosas llegaron a ser nuestros ejemplos, para que nosotros no seamos
personas que deseen cosas perjudiciales, tal como ellos las desearon. 7 Ni
nos hagamos idólatras, como hicieron algunos de ellos; así como está escrito:
“Se sentó el pueblo a comer y beber, y se levantaron para divertirse”. 8 Ni
practiquemos fornicación, como algunos de ellos cometieron fornicación, de
modo que cayeron, veintitrés mil [de ellos] en un día. 9 Ni
pongamos a Jehová a prueba, como algunos de ellos [lo] pusieron a prueba, de
modo que perecieron por las serpientes. 10 Ni seamos
murmuradores, así como algunos de ellos murmuraron, de modo que perecieron
por el destructor.
(Números 11:19, 20) 19 Comerán,
no un solo día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días, 20 sino
hasta un mes de días, hasta que se les salga por las narices y lleguen a
tenerle asco, simplemente porque ustedes rechazaron a Jehová, que está en
medio de ustedes, y se pusieron a llorar delante de él, diciendo: “¿Por qué
hemos salido de Egipto?”’”.
(Números 11:31-33) 31 Y un
viento prorrumpió de parte de Jehová y empezó a impeler codornices desde el
mar y a dejarlas caer sobre el campamento, como el camino de un día por esta
dirección y como el camino de un día por la otra dirección, todo en
derredor del campamento, y como dos codos sobre la superficie de la tierra.
32 Entonces el pueblo se levantó todo aquel día y toda
la noche y todo el día siguiente y siguió recogiendo las codornices. El que
menos juntó, recogió diez homeres; y siguieron tendiéndolas extensamente para
sí todo en derredor del campamento. 33 La carne estaba
todavía entre sus dientes, antes que pudiera ser masticada, cuando se
encendió la cólera de Jehová contra el pueblo, y Jehová empezó a herir al
pueblo con una matanza sumamente grande.
(Éxodo 32:1) 32 Entretanto, el pueblo llegó
a ver que Moisés tardaba mucho en bajar de la montaña. De modo que el pueblo
se congregó en torno a Aarón, y le dijeron: “Levántate, haznos un dios que
vaya delante de nosotros, porque en cuanto a este Moisés, el hombre que nos
hizo subir de la tierra de Egipto, ciertamente no sabemos qué le habrá
pasado”.
(Éxodo 32:6) 6 De modo que
al día siguiente se levantaron temprano, y empezaron a ofrecer ofrendas
quemadas y a presentar sacrificios de comunión. Después de eso se sentó el
pueblo a comer y beber. Entonces se levantaron para divertirse.
(Números 25:1) 25 Ahora bien, Israel estaba
morando en Sitim. Entonces el pueblo comenzó a tener relaciones inmorales con
las hijas de Moab.
(Números 25:9) 9 Y los que
murieron del azote ascendieron a veinticuatro mil.
(Números 21:5) 5 Y el pueblo
siguió hablando contra Dios y Moisés: “¿Por qué nos han hecho subir de Egipto
para morir en el desierto? Pues no hay pan y no hay agua, y nuestra alma ha
llegado a aborrecer el pan despreciable”.
(Números 16:41) 41 Y
precisamente al día siguiente la entera asamblea de los hijos de Israel
se puso a murmurar contra Moisés y Aarón, diciendo: “Ustedes han dado
muerte al pueblo de Jehová”.
(Números 16:49) 49 Y los
muertos del azote ascendieron a catorce mil setecientos, aparte de los
muertos a causa de Coré.
(Salmo 94:14) 14 Porque
Jehová no desamparará a su pueblo, ni dejará a su propia herencia.
(1 Corintios 10:13) 13 Ninguna
tentación los ha tomado a ustedes salvo lo que es común a los hombres. Pero
Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden
soportar, sino que junto con la tentación también dispondrá la salida para
que puedan aguantarla.
(Juan 14:26) 26 Mas el
ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese les
enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les he
dicho.
(Hebreos 1:14) 14 ¿No son
todos ellos espíritus para servicio público, enviados para servir a favor de
los que van a heredar la salvación?
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martes, 13 de noviembre de 2012
Martes, 13 de Noviembre de 2012
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