TEXTO DEL DIA
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CITA BIBLICA
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Descripción Biblia
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Referencias BIBLICAS
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*** Texto del Sábado, 24 de Noviembre de 2012 ***
Fulguren con el espíritu (Rom. 12:11).
► es12 pág. 116 Noviembre
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(Romanos 12:11)
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No sean holgazanes en sus quehaceres.
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(Proverbios 13:4) 4 El perezoso
se muestra deseoso, pero su alma nada [tiene]. No obstante, la mismísima alma
de los diligentes será engordada.
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Fulguren con el espíritu.
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(Hechos 18:25) 25 Este había
sido instruido oralmente en el camino de Jehová y, puesto que estaba
fulgurante con el espíritu, iba hablando y enseñando con exactitud las cosas
acerca de Jesús, pero conocía solamente el bautismo de Juan.
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Sirvan a Jehová como
esclavos.
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(Romanos 6:22) 22 Sin embargo,
ahora, porque han sido libertados del pecado, pero han llegado a ser esclavos
de Dios, tienen su fruto en forma de santidad, y el resultado final vida
eterna.
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La palabra griega
que se traduce “fulguren” significa literalmente “hirvientes” (Bover-Cantera).
Pensemos en el agua. ¿Qué se necesita para mantenerla hirviendo? Una fuente
constante de calor. Del mismo modo, para que los cristianos “fulguren con el
espíritu”, necesitan espíritu santo continuamente. Pero ¿cómo se obtiene?
Aprovechando bien todo lo que Jehová nos da para fortalecer nuestra
espiritualidad. Debemos tomar muy en serio nuestra adoración, tanto en el
hogar como en la congregación, lo cual implica ser constantes en el estudio
personal y en familia, así como en la oración y las reuniones cristianas. Eso
nos dará el “fuego” que nos mantendrá “hirviendo”, fulgurando con el espíritu
(Hech. 4:20; 18:25).
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(Hechos 4:20)
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Pero en cuanto a
nosotros, no podemos dejar de hablar de las cosas que hemos visto y oído”.
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(Hechos 5:29) En
respuesta, Pedro y los [otros] apóstoles dijeron: “Tenemos que obedecer a
Dios como gobernante más bien que a los hombres.
(2 Pedro 1:16)
No, no fue siguiendo cuentos
falsos artificiosamente tramados como les hicimos conocer el poder
y la presencia de nuestro Señor
Jesucristo, sino por haber llegado a ser testigos oculares de su
magnificencia.
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(1
Samuel 15:22) A su vez Samuel dijo: “¿Se deleita tanto Jehová
en ofrendas quemadas y sacrificios como en que se obedezca la voz de Jehová? ¡Mira!
El obedecer es mejor que un sacrificio, el prestar atención que la grasa
de carneros;
(Daniel 3:18) Pero si no, séate sabido, oh rey, que
a tus dioses no servimos, y la imagen de oro que has erigido ciertamente no
adoraremos”.
(Juan 14:15) ”Si ustedes me aman, observarán mis
mandamientos;
(Hechos 4:19) Pero, en respuesta, Pedro y Juan les
dijeron: “Si es justo a vista de Dios escucharles a ustedes más bien que a
Dios, júzguenlo ustedes mismos.
(Proverbios 13:4)
4 El perezoso se muestra deseoso, pero su alma nada
[tiene]. No obstante, la mismísima alma de los diligentes será engordada.
(Mateo 24:30)
30 Y entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo
del hombre, y entonces todas las tribus de la tierra se golpearán en lamento,
y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y
gran gloria.
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(Hechos 18:25)
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Este había sido instruido oralmente en el camino de
Jehová y, puesto que estaba fulgurante
con el espíritu,
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(Romanos 12:11) 11 No sean
holgazanes en sus quehaceres. Fulguren con el espíritu. Sirvan a Jehová como esclavos.
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(Proverbios 13:4)
4 El perezoso se muestra deseoso, pero su alma nada
[tiene]. No obstante, la mismísima alma de los diligentes será engordada.
(Hechos 18:25) 25 Este había
sido instruido oralmente en el camino de Jehová y, puesto que estaba
fulgurante con el espíritu, iba hablando y enseñando con exactitud las cosas
acerca de Jesús, pero conocía solamente el bautismo de Juan.
(Romanos 8:6)
6 Porque el tener la mente puesta en la carne
significa muerte, pero el tener la mente puesta en el espíritu significa vida
y paz;
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iba hablando y enseñando con exactitud las cosas
acerca de Jesús, pero conocía solamente el bautismo de Juan.
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(Hechos 19:3) 3 Y él dijo: “Entonces,
¿en qué fueron bautizados?”. Dijeron: “En el
bautismo de Juan”.
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(Hechos 18:25)
25 Este había sido instruido oralmente en el camino de
Jehová y, puesto que estaba fulgurante con el espíritu, iba hablando y enseñando
con exactitud las cosas acerca de Jesús, pero conocía solamente el bautismo
de Juan.
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Nuestro objetivo
como cristianos es cumplir con la voluntad divina, tal como hizo Jesús (Heb. 10:7).
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(Hebreos 10:7)
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Entonces dije yo: ‘¡Mira! He venido (en el rollo del libro está escrito de mí)
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(Salmo 40:7) 7 En
vista de eso, dije: “Aquí he venido, en el rollo del
libro está escrito de mí.
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(Génesis 3:15) Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu
descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le
magullarás en el talón”.
(Deuteronomio 18:15) Un profeta de en medio de ti
mismo, de tus hermanos, semejante a mí, es lo que Jehová tu Dios levantará
para ti —a él ustedes deben escuchar—
(Lucas 24:44) En seguida les dijo: “Estas son mis palabras que les
hablé mientras todavía estaba con ustedes, que todas las cosas escritas en la
ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos acerca de mí tenían que
cumplirse”.
(Hechos 10:43) De él dan testimonio todos los profetas, que todo el
que pone fe en él consigue perdón de pecados mediante su nombre”.
(1 Corintios 15:3) Porque les transmití, entre las
primeras cosas, lo que yo también recibí: que Cristo murió por nuestros
pecados según las Escrituras;
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para hacer tu
voluntad, oh Dios’”.
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(Salmo 40:8) 8 En
hacer tu voluntad, oh Dios mío, me he
deleitado, y tu ley está dentro de mis
entrañas.
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(Salmo 112:1) ¡Alaben a Jah!
Feliz es el hombre que teme a Jehová, en cuyos mandamientos se ha deleitado
muchísimo.
(Juan 4:34) Jesús les dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del
que me envió y terminar su obra.
(Romanos 7:22) Verdaderamente me deleito en la ley de Dios conforme al
hombre que soy por dentro,
(Hebreos 10:9) entonces realmente dice: “¡Mira! He venido para hacer tu
voluntad”. Elimina lo primero para establecer lo segundo.
(Salmo 37:31) La ley de su Dios está en su corazón; sus pasos no
vacilarán.
(Proverbios 3:1) Hijo mío, no olvides mi ley, y observe tu corazón mis
mandamientos,
(Jeremías 31:33) “Porque este es el pacto que celebraré con la casa de
Israel después de aquellos días —es la expresión de Jehová—. Ciertamente
pondré mi ley dentro de ellos, y en su corazón la escribiré. Y ciertamente
llegaré a ser su Dios, y ellos mismos llegarán a ser mi pueblo.”
(2 Corintios 3:3) Porque queda mostrado que ustedes son
carta de Cristo escrita por nosotros como ministros, no inscrita con tinta,
sino con espíritu de un Dios vivo, no en tablas de piedra, sino en tablas de
carne, en corazones.
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Jehová quiere que
se reconcilie con él la mayor cantidad posible de personas. Por eso, imitemos
el ejemplo de Jesús y de Pablo y dediquémonos con fervor a la obra más
importante y urgente que existe en nuestros días (1 Cor. 11:1). w10 15/12 2:16-18
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(1 Corintios 11:1)
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Háganse imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo.
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(Filipenses 3:17)
Unidamente háganse imitadores de mí,
hermanos, y fijen los ojos en los que andan de la manera que concuerde con
el ejemplo que ustedes tienen en nosotros.
(2 Tesalonicenses
3:9) No que no tengamos autoridad, sino a fin de ofrecernos como
ejemplo a ustedes, para que nos imiten.
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(1 Corintios 4:16) Les suplico, por lo tanto: háganse
imitadores de mí.
(2 Tesalonicenses 3:9) No que no tengamos autoridad, sino
a fin de ofrecernos como ejemplo a ustedes, para que nos imiten.
(Filipenses 4:9) Las cosas que ustedes aprendieron así como también
aceptaron y oyeron y vieron relacionadas conmigo, practiquen estas; y el Dios
de la paz estará con ustedes.
(Tito 2:7) en todas las cosas mostrándote tú mismo ejemplo de obras
excelentes; mostrando incorrupción en tu enseñanza, seriedad,
(1 Pedro 5:3) tampoco como enseñoreándose de los que son
la herencia de Dios, sino haciéndose ejemplos del rebaño.
(Mateo 10:10) ni alforja para el viaje, ni dos
prendas de vestir interiores, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero
merece su alimento.
(1
Corintios 9:6) ¿O acaso solamente Bernabé y yo no tenemos la
autoridad para dejar de hacer trabajo [seglar]?
(1
Corintios 11:1) Háganse imitadores de mí, así como yo lo soy de
Cristo.
(Filipenses 3:17) Unidamente háganse imitadores de mí,
hermanos, y fijen los ojos en los que andan de la manera que concuerde con
el ejemplo que ustedes tienen en nosotros.
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*** w10 15/12 “Ahora es el
tiempo especialmente acepto” ***
“Ahora es el
tiempo especialmente acepto”
“¡Miren! Ahora es el tiempo especialmente acepto. ¡Miren!
Ahora es el día de salvación.” (2 COR. 6:2)
“PARA todo hay un tiempo señalado, aun un tiempo para todo asunto bajo
los cielos.” (Ecl. 3:1.) Salomón escribió estas palabras al hablar sobre la
necesidad de elegir el mejor momento para cada actividad de la vida, ya sea
sembrar, viajar, hacer negocios o comunicarse con los demás. Sin embargo,
también hemos de entender cuál es la labor más importante que debemos llevar
a cabo, sea cual sea el momento en el que nos encontremos. Eso nos permitirá
fijar el debido orden de prioridades.
2 Durante su vida en la Tierra, Jesús sabía
perfectamente en qué punto de la historia se encontraba, así como la labor
que debía realizar. Supo definir bien sus prioridades, pues comprendía que
había llegado el tan esperado momento de que se cumplieran muchas profecías
mesiánicas (1 Ped. 1:11; Rev. 19:10). Entre otras cosas, tenía que
demostrar que él era el Mesías prometido, dar amplio testimonio del Reino y
reunir a sus futuros compañeros de gobierno. Además, debía poner los
fundamentos de la congregación cristiana, la cual se encargaría de predicar y
hacer discípulos hasta la parte más lejana de la Tierra (Mar. 1:15).
3 Este conocimiento fue una de las fuerzas que
impulsaron a Cristo a efectuar con entusiasmo la voluntad de su Padre. “La
mies, en realidad, es mucha —les dijo a sus discípulos—, pero los obreros son
pocos. Por lo tanto, rueguen al Amo de la mies que envíe obreros a su mies.”
(Luc. 10:2; Mal. 4:5, 6.) De entre sus seguidores seleccionó
primero a doce y luego a setenta. Después de explicarles lo que tenían que
hacer, los envió a proclamar un emocionante mensaje: “El reino de los cielos
se ha acercado”. ¿Y qué hizo él? La Biblia contesta: “Cuando Jesús
hubo acabado de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para
enseñar y predicar en sus ciudades” (Mat. 10:5-7; 11:1; Luc. 10:1).
4 El Hijo de Dios nos dejó a todos sus discípulos un
ejemplo perfecto de celo y devoción. Eso fue precisamente lo que destacó
Pablo cuando hizo la siguiente invitación a sus hermanos en la fe: “Háganse
imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo” (1 Cor. 11:1). ¿De qué
manera imitaba Pablo a Jesús? Principalmente al no escatimar esfuerzos
para predicar las buenas nuevas. Por eso, en sus cartas a las congregaciones
pudo exhortarlos con frases como “no sean holgazanes en sus quehaceres”, “sirvan
a Jehová como esclavos”, “siempre teniendo mucho que hacer en la obra del Señor”
y “cualquier cosa que estén haciendo, trabajen en ello de toda alma como para
Jehová” (Rom. 12:11; 1 Cor. 15:58; Col. 3:23). El apóstol nunca
olvidó la ocasión en que se le apareció el Señor Jesucristo cuando iba rumbo
a Damasco, así como el mensaje que sin duda le transmitió el discípulo Ananías
de parte de Jesús: “Este hombre me es un vaso escogido para llevar mi nombre
a las naciones así como a reyes y a los hijos de Israel” (Hech. 9:15; Rom.
1:1, 5; Gál. 1:16).
“El tiempo especialmente acepto”
5 Al leer el libro de Hechos no podemos dejar de
notar el valor y celo con que Pablo efectuó su ministerio (Hech. 13:9, 10;
17:16, 17; 18:5). ¿Por qué actuaba así? Porque entendía la trascendencia
del tiempo en que vivía. Por eso dijo: “¡Miren! Ahora es el tiempo
especialmente acepto. ¡Miren! Ahora es el día de salvación” (2 Cor.
6:2). Originalmente, estas palabras se referían al año 537 antes de nuestra
era, el tiempo para que los israelitas exiliados en Babilonia volvieran a su
tierra (Isa. 49:8, 9). Pero ¿a qué se refería el apóstol con esta cita?
El contexto nos ayudará a descubrirlo.
6 Unos versículos antes, Pablo había hablado del gran
honor que habían recibido él y los demás cristianos ungidos (léase 2 Corintios
5:18-20). Explicó que Dios los había llamado para cumplir un objetivo
específico. Tenían que llevar a cabo “el ministerio de la reconciliación” y
rogar a las personas: “Reconcíliense con Dios”. En otras palabras, debían
invitarlas a hacer las paces con él y recuperar su amistad.
7 Cuando se rebelaron en el jardín de Edén, los seres
humanos se apartaron de Jehová (Rom. 3:10, 23). Y al alejarse de su
luz espiritual, quedaron condenados al sufrimiento y la muerte. Como bien dijo
Pablo: “Sabemos que toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en
dolor juntamente hasta ahora” (Rom. 8:22). Sin embargo, Dios decidió invitar
a las personas —incluso con ruegos— a que volvieran a su lado y se
reconciliaran con él. Esa era la comisión que tenían en el siglo primero
Pablo y los demás cristianos ungidos. Aquel “tiempo especialmente acepto” sería
un “día de salvación” para todo el que pusiera fe en Jesús. En la
actualidad, los ungidos y sus compañeros de las “otras ovejas” siguen
invitando a las personas a aprovechar el “tiempo especialmente acepto” en el
que vivimos (Juan 10:16).
8 ¿Por qué es tan extraordinaria esta llamada a la
reconciliación? Porque aunque fue el hombre quien ocasionó la ruptura al
rebelarse, fue Jehová quien tomó la iniciativa para cerrar la brecha (1 Juan
4:10, 19). ¿Y cómo lo hizo? La respuesta la da Pablo: “Dios
mediante Cristo estaba reconciliando consigo mismo a un mundo, no imputándoles
sus ofensas, y nos ha encomendado la palabra de la reconciliación” (2 Cor.
5:19; Isa. 55:6).
9 Al suministrar el sacrificio redentor, Jehová hizo
posible que las personas que tuvieran fe recibieran el perdón de los pecados
y recobraran su amistad. Además, envió a sus representantes por todo el mundo
para que exhortaran a la gente a hacer las paces con él mientras hubiera
tiempo (léase 1 Timoteo 2:3-6). Una vez que
Pablo comprendió cuál era la voluntad divina, así como la relevancia de la época
en la que vivía, se entregó de toda alma al “ministerio de la reconciliación”.
Dios no ha cambiado su propósito. No ha dejado de tender su mano a
la humanidad. Siguen siendo muy ciertas las palabras del apóstol: “Ahora es
el tiempo especialmente acepto. [...] Ahora es el día de salvación”. ¡Qué
compasivo y misericordioso es Jehová! (Éxo. 34:6, 7.)
“No [...] dejen de cumplir
su propósito”
10 Los primeros en beneficiarse de esta muestra de
bondad inmerecida son los cristianos que están “en unión con Cristo” (2 Cor.
5:17, 18). Para ellos, “el día de salvación” comenzó en el Pentecostés
del año 33. Desde entonces, tienen la encomienda de proclamar “la palabra de
la reconciliación”. Así es, en nuestros días sigue habiendo en la Tierra
ungidos que efectúan “el ministerio de la reconciliación”. Estos comprenden
que los cuatro ángeles de la visión profética que tuvo el apóstol Juan están “reteniendo
los cuatro vientos de la tierra, para que no [sople] viento alguno sobre
la tierra”. Aún no ha terminado “el día de salvación”, “el tiempo
especialmente acepto” (Rev. 7:1-3). Por eso, desde principios del siglo XX el
resto ungido realiza con celo “el ministerio de la reconciliación” por
todo el mundo.
11 Por ejemplo, tal como señala el libro Los testigos
de Jehová, proclamadores del Reino de
Dios, al acercarse el siglo XX, “Russell y los que con él se asociaban
creían firmemente que vivían en un tiempo de siega y que la gente tenía que oír
la verdad que les daría libertad”. ¿Qué medidas tomaron? Dándose cuenta de
que estaban en época de cosecha —un “tiempo especialmente acepto”—, no se
conformaron con invitar a la gente a sus servicios religiosos. Eso es lo que
el clero llevaba siglos haciendo. Más bien, aquellos cristianos ungidos
comenzaron a buscar nuevas maneras de difundir el mensaje del Reino. Entre
otras cosas, echaron mano de los últimos avances de la tecnología.
12 A fin de proclamar las buenas nuevas, aquel pequeño
grupo de diligentes cristianos se valía de tratados, folletos, revistas y
libros. También redactaban sermones y artículos que se publicaban en miles de
periódicos. Además, emitían programas bíblicos en cadenas nacionales e
internacionales de radio y, en plena época del cine mudo, produjeron películas
con sonido sincronizado. ¿Cuál fue el resultado de sus infatigables
esfuerzos? Hoy día hay siete millones de personas que han respondido a la
llamada y también proclaman el mensaje: “Reconcíliense con Dios”. Y todo
gracias a que aquellos cristianos ungidos demostraron un celo ejemplar aun en
circunstancias nada fáciles.
13 Siguen siendo ciertas las palabras de Pablo: “Ahora
es el tiempo especialmente acepto”. Sin duda estamos muy agradecidos de que,
en su bondad inmerecida, Jehová nos haya dado la oportunidad de escuchar y
aceptar el mensaje de la reconciliación. En vez de dormirnos en los
laureles, tomamos muy en serio este consejo de Pablo: “Les suplicamos que no acepten
la bondad inmerecida de Dios y dejen de cumplir su propósito” (2 Cor.
6:1). El propósito por el que Jehová muestra su bondad inmerecida es “[reconciliar]
consigo mismo a un mundo” mediante Cristo (2 Cor. 5:19).
14 La gran mayoría de las personas continúan cegadas
por Satanás, alejadas de su Creador e ignorantes del propósito de la bondad
inmerecida de Dios (2 Cor. 4:3, 4; 1 Juan 5:19). Aun así,
muchos responden positivamente al ver la situación del mundo, en el que cada
vez hay más maldad y sufrimiento, y enterarse de que todo esto se debe a la
rebelión del hombre contra Dios. Incluso en países donde predomina una
actitud indiferente hacia las buenas nuevas, un buen número las está
aceptando y dando los pasos necesarios para reconciliarse con Jehová. ¿Comprendemos
que es ahora cuando más debemos esforzarnos por difundir la invitación: “Reconcíliense
con Dios”?
15 Nuestra labor implica mucho más que decirles a
nuestros vecinos que, si se acercan a Dios, él les ayudará con todos sus
problemas y se sentirán mejor. Eso es lo único que busca la mayoría de las
personas en sus iglesias, y los pastores se encargan de dárselo (2 Tim.
4:3, 4). Ciertamente, ese no es el objetivo de nuestro ministerio.
El mensaje que nosotros llevamos es que Jehová, en su amor, está
dispuesto a perdonarnos los pecados mediante Cristo. Así podemos salvar la
brecha que nos separa de Dios y reconciliarnos con él (Rom. 5:10; 8:32). Sin
embargo, “el tiempo especialmente acepto” está a punto de llegar a su fin.
“Fulguren con el espíritu”
16 ¿Cómo podemos avivar nuestro celo por la religión
verdadera? Hay quienes son tímidos o reservados, por lo que les cuesta ser
expresivos y sociables. No obstante, conviene recordar que el celo no es
tan solo una demostración externa de emoción o entusiasmo y que no depende
de la personalidad de uno. Pablo mostró la clave para ser un cristiano celoso
al decir: “Fulguren con el espíritu” (Rom. 12:11). En efecto, fue el espíritu
santo lo que le infundió a él el valor y el vigor que necesitaba para
realizar su ministerio. Durante los treinta años que pasaron desde que recibió
el llamamiento de Jesús hasta que fue encarcelado y martirizado en Roma,
nunca se apagó su entusiasmo. Siempre acudió a Dios, quien le dio las fuerzas
necesarias mediante su espíritu. Con razón dijo: “Para todas las cosas tengo
la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder” (Fili. 4:13). ¡Cuánto
podemos aprender de su ejemplo!
17 La palabra griega que se traduce “fulguren”
significa literalmente “hirvientes” (Bover-Cantera). Pensemos en el
agua. ¿Qué se necesita para mantenerla hirviendo? Una fuente constante de
calor. Del mismo modo, para que los cristianos “fulguren con el espíritu”,
necesitan espíritu santo continuamente. Pero ¿cómo se obtiene? Aprovechando
bien todo lo que Jehová nos da para fortalecer nuestra espiritualidad.
Debemos tomar muy en serio nuestra adoración, tanto en el hogar como en la
congregación, lo cual implica ser constantes en el estudio personal y en
familia, así como en la oración y las reuniones cristianas. Eso nos dará el “fuego”
que nos mantendrá “hirviendo”, fulgurando con el espíritu (léanse Hechos
4:20 y 18:25).
18 Los cristianos debemos servir a Dios con entrega, o
sea, concentrados por completo en alcanzar nuestro objetivo, sin dejarnos
distraer o desanimar. ¿Y cuál es ese objetivo? Cumplir con la voluntad
divina, tal como hizo Jesús (Heb. 10:7). Jehová quiere que se reconcilie con él
la mayor cantidad posible de personas. Por eso, imitemos el ejemplo de Jesús
y de Pablo y dediquémonos con fervor a la obra más importante y urgente que
existe en nuestros días.
¿Lo recuerda?
• ¿En qué consiste “el ministerio de la reconciliación” que se
les encomendó a Pablo y a los demás cristianos ungidos?
• ¿Cómo sabemos que los ungidos que quedan en la Tierra han
aprovechado bien “el tiempo especialmente acepto”?
• ¿Qué permite que los ministros cristianos “fulguren con el espíritu”?
[Preguntas del estudio]
1. ¿Por qué es necesario
determinar la importancia que tiene cada actividad de la vida?
2. ¿Cómo sabemos que Jesús
comprendía bien en qué punto de la historia se encontraba?
3. ¿Cómo influyó en Jesús saber
que vivía en un momento histórico?
4. ¿De qué manera imitaba Pablo
a Jesucristo?
5. ¿Por qué efectuaba Pablo su
ministerio con tanto celo?
6, 7. ¿Qué gran honor se ha
concedido a los ungidos de la actualidad, y quiénes colaboran hoy con ellos?
8. ¿Por qué es tan
extraordinaria la llamada a la reconciliación?
9. ¿Cómo demostró Pablo su
agradecimiento por la misericordia divina?
10. ¿Qué ha significado “el día de salvación” para los cristianos
ungidos de ayer y de hoy?
11, 12. A principios del siglo XX, ¿cómo demostraron los ungidos que
comprendían en qué punto de la historia se encontraban? (Véanse las imágenes
de la página 15.)
13. ¿Qué consejo sobre el propósito de Dios debemos tomar muy en
serio?
14. ¿Qué está sucediendo en muchos países?
15. En vez de llevar a las personas un mensaje simplista que las haga
sentir bien, ¿qué queremos que aprendan?
16. ¿Qué le infundió valor y celo al apóstol Pablo?
17. ¿Qué contribuye a que los cristianos “fulguren con el espíritu”?
18. ¿En qué objetivo debemos concentrarnos los cristianos?
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sábado, 24 de noviembre de 2012
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