jueves, 4 de abril de 2013

Lectura de la Biblia abril 1 de 2013



(Génesis 48:1-50:26) Y después de estas cosas aconteció que le fue dicho a José: “Mira, tu padre está debilitándose”. Por lo cual él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín. 2 Entonces le fue informado a Jacob y dicho: “Mira que tu hijo José ha venido a ti”. De modo que Israel hizo un gran esfuerzo y se incorporó en su lecho. 3 Y Jacob se puso a decir a José: “Dios Todopoderoso se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán, para bendecirme. 4 Y pasó a decirme: ‘Mira que estoy haciéndote fructífero, y ciertamente haré que seas muchos y de veras te transformaré en congregación de pueblos y ciertamente daré esta tierra a tu descendencia después de ti para posesión hasta tiempo indefinido’. 5 Y ahora tus dos hijos, que te nacieron en la tierra de Egipto antes que yo viniera acá a ti en Egipto, son míos. Efraín y Manasés llegarán a ser míos como Rubén y Simeón. 6 Pero tu descendencia de la cual llegarás a ser padre después de ellos llegará a ser tuya. Junto con el nombre de sus hermanos serán llamados en su herencia. 7 Y en cuanto a mí, cuando yo venía de Padán, Raquel murió al lado mío en la tierra de Canaán, en el camino, mientras todavía quedaba un buen trecho de tierra antes de llegar a Efrat, de modo que la enterré allí en el camino a Efrat, es decir, Belén”. 8 Entonces Israel vio a los hijos de José y dijo: “¿Quiénes son estos?”. 9 De modo que José dijo a su padre: “Son mis hijos que Dios me ha dado en este lugar”. A lo cual dijo él: “Tráemelos, por favor, para que los bendiga”. 10 Ahora bien, los ojos de Israel estaban ofuscados debido a la vejez. No podía ver. Por consiguiente, él se los acercó, y entonces él los besó y los abrazó. 11 E Israel pasó a decir a José: “No tenía idea de que vería tu rostro, pero mira que Dios me ha dejado ver también a tu prole”. 12 Después José los hizo salir de entre las rodillas de aquel, y se inclinó, rostro a tierra. 13 José ahora tomó a los dos, a Efraín con su mano derecha a la izquierda de Israel, y a Manasés con su mano izquierda a la derecha de Israel, y se los acercó a él. 14 Sin embargo, Israel extendió su mano derecha y la puso sobre la cabeza de Efraín, aunque era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés. De propósito puso sus manos así, pues Manasés era el primogénito. 15 Y procedió a bendecir a José y decir: “El Dios [verdadero] delante de quien anduvieron mis padres Abrahán e Isaac, el Dios [verdadero] que ha estado pastoreándome durante toda mi existencia hasta el día de hoy, 16 el ángel que ha estado recobrándome de toda calamidad, bendiga a los muchachos. Y sea llamado sobre ellos mi nombre y el nombre de mis padres, Abrahán e Isaac, y aumenten hasta una multitud en medio de la tierra”. 17 Al ver José que su padre mantenía su mano derecha puesta sobre la cabeza de Efraín, le fue desagradable, y trató de asir la mano de su padre para apartarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. 18 Por lo tanto José dijo a su padre: “Así no, padre mío, porque este es el primogénito. Pon tu mano derecha sobre su cabeza”. 19 Pero su padre siguió rehusando y dijo: “Lo sé, hijo mío, lo sé. Él también llegará a ser pueblo y él también llegará a ser grande. Pero, de todos modos, su hermano menor llegará a ser más grande que él, y su prole llegará a ser el pleno equivalente de naciones”. 20 Y continuó bendiciéndolos en aquel día, diciendo: “Por medio de ti pronuncie Israel bendición repetidas veces, diciendo: ‘Constitúyate Dios como a Efraín y como a Manasés’”. Así siguió él poniendo a Efraín antes de Manasés. 21 Después de eso Israel dijo a José: “Mira, estoy para morir, pero Dios ciertamente continuará con ustedes y los volverá a la tierra de sus antepasados. 22 En cuanto a mí, de veras te doy yo una porción saliente [de tierra] más que a tus hermanos, la cual tomé de la mano de los amorreos mediante mi espada y mediante mi arco”. 
49 Algún tiempo después Jacob llamó a sus hijos y dijo: “Reúnanse para que les declare lo que les sucederá a ustedes en la parte final de los días. 2 Júntense y escuchen, hijos de Jacob, sí, escuchen a Israel su padre. 3 ”Rubén, tú eres mi primogénito, mi vigor y el principio de mi facultad generativa, la excelencia de dignidad y la excelencia de fuerza. 4 Con precipitada licencia como de aguas, no sobresalgas, porque has subido a la cama de tu padre. En aquella ocasión profanaste mi canapé. ¡Subió a él! 5 ”Simeón y Leví son hermanos. Instrumentos de violencia son sus armas de degüello. 6 En su grupo íntimo no entres, oh alma mía. Con su congregación no vayas a unirte, oh disposición mía, porque en su cólera mataron a hombres, y en su arbitrariedad desjarretaron toros. 7 Maldita sea su cólera, porque es cruel, y su furor, porque actúa con dureza. Permítaseme distribuirlos en Jacob, y permítaseme esparcirlos en Israel. 8 ”En cuanto a ti, Judá, tus hermanos te elogiarán. Tu mano estará en la cerviz de tus enemigos. Ante ti se postrarán los hijos de tu padre. 9 Cachorro de león es Judá. De la presa, hijo mío, ciertamente subirás. Se inclinó, se estiró como león y, como león, ¿quién se atreve a hacer que se levante? 10 El cetro no se apartará de Judá, ni el bastón de comandante de entre sus pies, hasta que venga Siló; y a él pertenecerá la obediencia de los pueblos. 11 Él atará su asno adulto a una vid, y el descendiente de su propia asna a una vid selecta, y ciertamente lavará su ropa en vino y su prenda de vestir en la sangre de uvas. 12 De color rojo oscuro están sus ojos debido al vino, y la blancura de sus dientes se debe a la leche. 13 ”Zabulón residirá junto a la orilla del mar, y estará junto a la orilla donde se hallan ancladas las naves; y su lado remoto estará hacia Sidón. 14 ”Isacar es un asno de huesos fuertes, echado entre las dos alforjas. 15 Y verá que el descansadero es bueno y que la tierra es agradable; y doblará su hombro para llevar cargas y llegará a estar sujeto a trabajos forzados de esclavo. 16 ”Dan juzgará a su pueblo como una de las tribus de Israel. 17 Resulte ser Dan serpiente a la orilla del camino, culebra cornuda a la orilla del sendero, que muerde los talones del caballo de modo que su jinete cae hacia atrás. 18 Verdaderamente esperaré salvación de parte tuya, oh Jehová. 19 ”En cuanto a Gad, una partida merodeadora hará incursión contra él, pero él hará incursión contra la extrema retaguardia. 20 ”De Aser su pan será pingüe, y él dará los bocados exquisitos de un rey. 21 ”Neftalí es una cierva delgada. Está dando palabras de elegancia. 22 ”Retoño de árbol frutal, José es retoño de árbol frutal junto a la fuente, que impele sus ramas por encima de un muro. 23 Pero los arqueros siguieron hostigándolo, y dispararon contra él y siguieron abrigándole animosidad. 24 Y sin embargo su arco moraba en lugar permanente, y la fuerza de sus manos era flexible. De las manos del Poderoso de Jacob, de allí es el Pastor, la Piedra de Israel. 25 Él procede del Dios de tu padre, y él te ayudará; y él está con el Todopoderoso, y te bendecirá con las bendiciones de los cielos arriba, con las bendiciones de la profundidad acuosa que yace allá abajo, con las bendiciones de los pechos y la matriz. 26 Las bendiciones de tu padre ciertamente serán superiores a las bendiciones de las montañas eternas, al adorno de las colinas de duración indefinida. Continuarán sobre la cabeza de José, aun sobre la coronilla de la cabeza del singularizado de entre sus hermanos. 27 ”Benjamín seguirá desgarrando como lobo. Por la mañana se comerá el animal prendido, y al atardecer dividirá el despojo”. 28 Todos estos son las doce tribus de Israel, y esto es lo que les habló su padre cuando estuvo bendiciéndolos. Bendijo a cada uno conforme a su propia bendición. 29 Después de eso les mandó y les dijo: “Voy a ser recogido a mi pueblo. Entiérrenme con mis padres, en la cueva que está en el campo de Efrón el hitita, 30 en la cueva que está en el campo de Macpelá, que está enfrente de Mamré, en la tierra de Canaán, el campo que Abrahán compró a Efrón el hitita para la posesión de una sepultura. 31 Allí enterraron a Abrahán y a Sara su esposa. Allí enterraron a Isaac y a Rebeca su esposa, y allí enterré yo a Lea. 32 El campo que se compró y la cueva que hay en él provinieron de los hijos de Het”. 33 Así acabó Jacob de dar mandatos a sus hijos. Entonces recogió los pies en el lecho y expiró, y fue recogido a su pueblo. 
50 Entonces José cayó sobre el rostro de su padre y prorrumpió en lágrimas sobre él y lo besó. 2 Luego mandó José a sus siervos, los médicos, que embalsamaran a su padre. De modo que los médicos embalsamaron a Israel, 3 y tomaron cuarenta días completos para él, pues esos son los días que suelen tomar para el embalsamamiento, y los egipcios continuaron derramando lágrimas por él setenta días. 4 Por fin pasaron los días de llorarlo, y José habló a la casa de Faraón, diciendo: “Si es que he hallado favor a los ojos de ustedes, hablen, por favor, a oídos de Faraón, y digan: 5 ‘Mi padre me hizo jurar, y dijo: “¡Mira! Estoy para morir. En mi sepultura que he excavado para mí en la tierra de Canaán es donde has de enterrarme”. Y ahora, por favor, permíteme subir y enterrar a mi padre, después de lo cual estoy dispuesto a volver’”. 6 Por consiguiente, Faraón dijo: “Sube y entierra a tu padre tal como él te hizo jurar”. 7 De modo que José subió para enterrar a su padre, y con él subieron todos los siervos de Faraón, los ancianos de su casa y todos los ancianos de la tierra de Egipto, 8 y toda la casa de José y sus hermanos y la casa de su padre. Solo a sus niñitos y sus rebaños y sus vacadas dejaron en la tierra de Gosén. 9 También subieron con él tanto carros como hombres de a caballo, y el campamento llegó a ser muy numeroso. 10 Entonces llegaron a la era de Atad, que está en la región del Jordán, y allí se dieron a un plañido muy grande y grave, y él siguió con los ritos de duelo por su padre siete días. 11 Y los habitantes de la tierra, los cananeos, llegaron a ver los ritos de duelo en la era de Atad, y exclamaron: “¡Grave duelo es este para los egipcios!”. Por eso se le llamó por nombre Abel-mizraim, que está en la región del Jordán. 12 Y sus hijos procedieron a hacer con él exactamente como les había mandado. 13 De modo que lo llevaron sus hijos a la tierra de Canaán y lo enterraron en la cueva del campo de Macpelá, el campo que Abrahán había comprado para posesión de sepultura a Efrón el hitita, enfrente de Mamré. 14 Después José volvió a Egipto, él y sus hermanos y todos los que subieron con él para enterrar a su padre, después que él hubo enterrado a su padre. 15 Al ver los hermanos de José que su padre había muerto, se pusieron a decir: “Quizás José nos esté abrigando animosidad y sin falta nos haya de pagar todo el mal que le hemos hecho”. 16 Por eso le expresaron un mandato a José en estas palabras: “Antes de su muerte tu padre dio el mandato, diciendo: 17 ‘Esto es lo que han de decir a José: “Te ruego, perdona, por favor, la sublevación de tus hermanos y su pecado, por cuanto te han hecho mal”’. Y ahora perdona, por favor, la sublevación de los siervos del Dios de tu padre”. Y José prorrumpió en lágrimas cuando le hablaron. 18 Tras eso sus hermanos vinieron también y cayeron delante de él y dijeron: “¡Aquí estamos como esclavos tuyos!”. 19 Entonces les dijo José: “No tengan miedo, ¿pues acaso estoy yo en el lugar de Dios? 20 En cuanto a ustedes, ustedes tenían pensado un mal contra mí. Dios lo tenía pensado para bien, con el propósito de obrar como sucede hoy, para conservar viva a mucha gente. 21 Ahora pues, no tengan miedo. Yo mismo seguiré proveyéndoles alimento a ustedes y a sus niñitos”. Así los consoló y les habló alentadoramente. 22 Y José continuó morando en Egipto, él y la casa de su padre; y vivió José ciento diez años. 23 Y José logró ver a los hijos de Efraín de la tercera generación, también a los hijos de Makir, hijo de Manasés. Nacieron sobre las rodillas de José. 24 Al fin José dijo a sus hermanos: “Estoy para morir; pero Dios sin falta dirigirá su atención a ustedes, y ciertamente los hará subir de esta tierra a la tierra acerca de la cual juró a Abrahán, a Isaac y a Jacob”. 25 Por eso José hizo jurar a los hijos de Israel, y dijo: “Dios sin falta dirigirá su atención a ustedes. Por consiguiente, tienen que llevarse de aquí mis huesos”. 26 Después de eso José murió, a la edad de ciento diez años; y mandaron embalsamarlo, y fue puesto en un ataúd en Egipto.

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