(Génesis 48:1-50:26) Y
después de estas cosas aconteció que le fue dicho a José: “Mira, tu padre está
debilitándose”. Por lo cual él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín. 2 Entonces
le fue informado a Jacob y dicho: “Mira que tu hijo José ha venido a ti”. De
modo que Israel hizo un gran esfuerzo y se incorporó en su lecho. 3 Y
Jacob se puso a decir a José: “Dios Todopoderoso se me apareció en Luz, en la
tierra de Canaán, para bendecirme. 4 Y pasó a decirme: ‘Mira
que estoy haciéndote fructífero, y ciertamente haré que seas muchos y de veras
te transformaré en congregación de pueblos y ciertamente daré esta tierra a tu
descendencia después de ti para posesión hasta tiempo indefinido’. 5 Y
ahora tus dos hijos, que te nacieron en la tierra de Egipto antes que yo
viniera acá a ti en Egipto, son míos. Efraín y Manasés llegarán a ser míos como
Rubén y Simeón. 6 Pero tu descendencia de la cual llegarás
a ser padre después de ellos llegará a ser tuya. Junto con el nombre de sus
hermanos serán llamados en su herencia. 7 Y en cuanto a
mí, cuando yo venía de Padán, Raquel murió al lado mío en la tierra de Canaán,
en el camino, mientras todavía quedaba un buen trecho de tierra antes de llegar
a Efrat, de modo que la enterré allí en el camino a Efrat, es decir, Belén”. 8 Entonces
Israel vio a los hijos de José y dijo: “¿Quiénes son estos?”. 9 De
modo que José dijo a su padre: “Son mis hijos que Dios me ha dado en este lugar”.
A lo cual dijo él: “Tráemelos, por favor, para que los bendiga”. 10 Ahora
bien, los ojos de Israel estaban ofuscados debido a la vejez. No podía ver. Por
consiguiente, él se los acercó, y entonces él los besó y los abrazó. 11 E
Israel pasó a decir a José: “No tenía idea de que vería tu rostro, pero mira
que Dios me ha dejado ver también a tu prole”. 12 Después
José los hizo salir de entre las rodillas de aquel, y se inclinó, rostro a
tierra. 13 José ahora tomó a los dos, a Efraín con su
mano derecha a la izquierda de Israel, y a Manasés con su mano izquierda a la
derecha de Israel, y se los acercó a él. 14 Sin embargo,
Israel extendió su mano derecha y la puso sobre la cabeza de Efraín, aunque era
el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés. De propósito puso sus
manos así, pues Manasés era el primogénito. 15 Y procedió
a bendecir a José y decir: “El Dios [verdadero] delante de quien anduvieron mis
padres Abrahán e Isaac, el Dios [verdadero] que ha estado pastoreándome durante
toda mi existencia hasta el día de hoy, 16 el ángel que
ha estado recobrándome de toda calamidad, bendiga a los muchachos. Y sea
llamado sobre ellos mi nombre y el nombre de mis padres, Abrahán e Isaac, y
aumenten hasta una multitud en medio de la tierra”. 17 Al
ver José que su padre mantenía su mano derecha puesta sobre la cabeza de Efraín,
le fue desagradable, y trató de asir la mano de su padre para apartarla de la
cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés. 18 Por lo tanto
José dijo a su padre: “Así no, padre mío, porque este es el primogénito. Pon tu
mano derecha sobre su cabeza”. 19 Pero su padre siguió
rehusando y dijo: “Lo sé, hijo mío, lo sé. Él también llegará a ser pueblo y él
también llegará a ser grande. Pero, de todos modos, su hermano menor llegará a
ser más grande que él, y su prole llegará a ser el pleno equivalente de
naciones”. 20 Y continuó bendiciéndolos en aquel día,
diciendo: “Por medio de ti pronuncie Israel bendición repetidas veces,
diciendo: ‘Constitúyate Dios como a Efraín y como a Manasés’”. Así siguió él
poniendo a Efraín antes de Manasés. 21 Después de eso
Israel dijo a José: “Mira, estoy para morir, pero Dios ciertamente continuará
con ustedes y los volverá a la tierra de sus antepasados. 22 En
cuanto a mí, de veras te doy yo una porción saliente [de tierra] más que a tus
hermanos, la cual tomé de la mano de los amorreos mediante mi espada y mediante
mi arco”.
49 Algún tiempo después Jacob llamó a sus hijos
y dijo: “Reúnanse para que les declare lo que les sucederá a ustedes en la
parte final de los días. 2 Júntense y escuchen, hijos de
Jacob, sí, escuchen a Israel su padre. 3 ”Rubén, tú eres
mi primogénito, mi vigor y el principio de mi facultad generativa, la
excelencia de dignidad y la excelencia de fuerza. 4 Con
precipitada licencia como de aguas, no sobresalgas, porque has subido a la cama
de tu padre. En aquella ocasión profanaste mi canapé. ¡Subió a él! 5 ”Simeón
y Leví son hermanos. Instrumentos de violencia son sus armas de degüello. 6 En
su grupo íntimo no entres, oh alma mía. Con su congregación no vayas a unirte,
oh disposición mía, porque en su cólera mataron a hombres, y en su
arbitrariedad desjarretaron toros. 7 Maldita sea su cólera,
porque es cruel, y su furor, porque actúa con dureza. Permítaseme distribuirlos
en Jacob, y permítaseme esparcirlos en Israel. 8 ”En
cuanto a ti, Judá, tus hermanos te elogiarán. Tu mano estará en la cerviz de
tus enemigos. Ante ti se postrarán los hijos de tu padre. 9 Cachorro
de león es Judá. De la presa, hijo mío, ciertamente subirás. Se inclinó, se
estiró como león y, como león, ¿quién se atreve a hacer que se levante? 10 El
cetro no se apartará de Judá, ni el bastón de comandante de entre sus pies,
hasta que venga Siló; y a él pertenecerá la obediencia de los pueblos. 11 Él
atará su asno adulto a una vid, y el descendiente de su propia asna a una vid
selecta, y ciertamente lavará su ropa en vino y su prenda de vestir en la
sangre de uvas. 12 De color rojo oscuro están sus ojos
debido al vino, y la blancura de sus dientes se debe a la leche. 13 ”Zabulón
residirá junto a la orilla del mar, y estará junto a la orilla donde se hallan
ancladas las naves; y su lado remoto estará hacia Sidón. 14 ”Isacar
es un asno de huesos fuertes, echado entre las dos alforjas. 15 Y
verá que el descansadero es bueno y que la tierra es agradable; y doblará su
hombro para llevar cargas y llegará a estar sujeto a trabajos forzados de
esclavo. 16 ”Dan juzgará a su pueblo como una de las
tribus de Israel. 17 Resulte ser Dan serpiente a la orilla
del camino, culebra cornuda a la orilla del sendero, que muerde los talones del
caballo de modo que su jinete cae hacia atrás. 18 Verdaderamente
esperaré salvación de parte tuya, oh Jehová. 19 ”En
cuanto a Gad, una partida merodeadora hará incursión contra él, pero él hará
incursión contra la extrema retaguardia. 20 ”De Aser su
pan será pingüe, y él dará los bocados exquisitos de un rey. 21 ”Neftalí
es una cierva delgada. Está dando palabras de elegancia. 22 ”Retoño
de árbol frutal, José es retoño de árbol frutal junto a la fuente, que impele
sus ramas por encima de un muro. 23 Pero los arqueros
siguieron hostigándolo, y dispararon contra él y siguieron abrigándole
animosidad. 24 Y sin embargo su arco moraba en lugar
permanente, y la fuerza de sus manos era flexible. De las manos del Poderoso de
Jacob, de allí es el Pastor, la Piedra de Israel. 25 Él
procede del Dios de tu padre, y él te ayudará; y él está con el Todopoderoso, y
te bendecirá con las bendiciones de los cielos arriba, con las bendiciones de
la profundidad acuosa que yace allá abajo, con las bendiciones de los pechos y
la matriz. 26 Las bendiciones de tu padre ciertamente
serán superiores a las bendiciones de las montañas eternas, al adorno de las
colinas de duración indefinida. Continuarán sobre la cabeza de José, aun sobre
la coronilla de la cabeza del singularizado de entre sus hermanos. 27 ”Benjamín
seguirá desgarrando como lobo. Por la mañana se comerá el animal prendido, y al
atardecer dividirá el despojo”. 28 Todos estos son las
doce tribus de Israel, y esto es lo que les habló su padre cuando estuvo
bendiciéndolos. Bendijo a cada uno conforme a su propia bendición. 29 Después
de eso les mandó y les dijo: “Voy a ser recogido a mi pueblo. Entiérrenme con
mis padres, en la cueva que está en el campo de Efrón el hitita, 30 en
la cueva que está en el campo de Macpelá, que está enfrente de Mamré, en la
tierra de Canaán, el campo que Abrahán compró a Efrón el hitita para la posesión
de una sepultura. 31 Allí enterraron a Abrahán y a Sara
su esposa. Allí enterraron a Isaac y a Rebeca su esposa, y allí enterré yo a
Lea. 32 El campo que se compró y la cueva que hay en él
provinieron de los hijos de Het”. 33 Así acabó Jacob de
dar mandatos a sus hijos. Entonces recogió los pies en el lecho y expiró, y fue
recogido a su pueblo.
50 Entonces José cayó sobre el rostro de su
padre y prorrumpió en lágrimas sobre él y lo besó. 2 Luego
mandó José a sus siervos, los médicos, que embalsamaran a su padre. De modo que
los médicos embalsamaron a Israel, 3 y tomaron cuarenta
días completos para él, pues esos son los días que suelen tomar para el
embalsamamiento, y los egipcios continuaron derramando lágrimas por él setenta
días. 4 Por fin pasaron los días de llorarlo, y José
habló a la casa de Faraón, diciendo: “Si es que he hallado favor a los ojos de
ustedes, hablen, por favor, a oídos de Faraón, y digan: 5 ‘Mi
padre me hizo jurar, y dijo: “¡Mira! Estoy para morir. En mi sepultura que he
excavado para mí en la tierra de Canaán es donde has de enterrarme”. Y ahora,
por favor, permíteme subir y enterrar a mi padre, después de lo cual estoy
dispuesto a volver’”. 6 Por consiguiente, Faraón dijo: “Sube
y entierra a tu padre tal como él te hizo jurar”. 7 De
modo que José subió para enterrar a su padre, y con él subieron todos los
siervos de Faraón, los ancianos de su casa y todos los ancianos de la tierra de
Egipto, 8 y toda la casa de José y sus hermanos y la
casa de su padre. Solo a sus niñitos y sus rebaños y sus vacadas dejaron en la
tierra de Gosén. 9 También subieron con él tanto carros
como hombres de a caballo, y el campamento llegó a ser muy numeroso. 10 Entonces
llegaron a la era de Atad, que está en la región del Jordán, y allí se dieron a
un plañido muy grande y grave, y él siguió con los ritos de duelo por su padre
siete días. 11 Y los habitantes de la tierra, los
cananeos, llegaron a ver los ritos de duelo en la era de Atad, y exclamaron: “¡Grave
duelo es este para los egipcios!”. Por eso se le llamó por nombre Abel-mizraim,
que está en la región del Jordán. 12 Y sus hijos
procedieron a hacer con él exactamente como les había mandado. 13 De
modo que lo llevaron sus hijos a la tierra de Canaán y lo enterraron en la
cueva del campo de Macpelá, el campo que Abrahán había comprado para posesión
de sepultura a Efrón el hitita, enfrente de Mamré. 14 Después
José volvió a Egipto, él y sus hermanos y todos los que subieron con él para
enterrar a su padre, después que él hubo enterrado a su padre. 15 Al
ver los hermanos de José que su padre había muerto, se pusieron a decir: “Quizás
José nos esté abrigando animosidad y sin falta nos haya de pagar todo el mal
que le hemos hecho”. 16 Por eso le expresaron un mandato
a José en estas palabras: “Antes de su muerte tu padre dio el mandato,
diciendo: 17 ‘Esto es lo que han de decir a José: “Te
ruego, perdona, por favor, la sublevación de tus hermanos y su pecado, por
cuanto te han hecho mal”’. Y ahora perdona, por favor, la sublevación de los
siervos del Dios de tu padre”. Y José prorrumpió en lágrimas cuando le
hablaron. 18 Tras eso sus hermanos vinieron también y
cayeron delante de él y dijeron: “¡Aquí estamos como esclavos tuyos!”. 19 Entonces
les dijo José: “No tengan miedo, ¿pues acaso estoy yo en el lugar de Dios? 20 En
cuanto a ustedes, ustedes tenían pensado un mal contra mí. Dios lo tenía
pensado para bien, con el propósito de obrar como sucede hoy, para conservar
viva a mucha gente. 21 Ahora pues, no tengan miedo. Yo
mismo seguiré proveyéndoles alimento a ustedes y a sus niñitos”. Así los consoló
y les habló alentadoramente. 22 Y José continuó morando
en Egipto, él y la casa de su padre; y vivió José ciento diez años. 23 Y
José logró ver a los hijos de Efraín de la tercera generación, también a los
hijos de Makir, hijo de Manasés. Nacieron sobre las rodillas de José. 24 Al
fin José dijo a sus hermanos: “Estoy para morir; pero Dios sin falta dirigirá
su atención a ustedes, y ciertamente los hará subir de esta tierra a la tierra
acerca de la cual juró a Abrahán, a Isaac y a Jacob”. 25 Por
eso José hizo jurar a los hijos de Israel, y dijo: “Dios sin falta dirigirá su
atención a ustedes. Por consiguiente, tienen que llevarse de aquí mis huesos”. 26 Después
de eso José murió, a la edad de ciento diez años; y mandaron embalsamarlo, y
fue puesto en un ataúd en Egipto.
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