martes, 16 de abril de 2013

Lectura de la Biblia abril 16 de 2013


(2 Samuel 1:1-4:12) Y después de la muerte de Saúl, y cuando David mismo hubo vuelto de derribar a los amalequitas, aconteció que David continuó morando en Ziqlag dos días. 2 Y al tercer día aconteció que, ¡mire!, un hombre venía del campamento, de Saúl, con sus prendas de vestir rasgadas y tierra sobre la cabeza; y aconteció que cuando llegó a David, en seguida cayó a tierra y se postró. 3 Y David procedió a decirle: “¿De dónde vienes?”, ante lo cual él le dijo: “Del campamento de Israel he escapado”. 4 Y David pasó a decirle: “¿Cómo resultó el asunto? Infórmame, por favor”. A esto él dijo: “La gente ha huido de la batalla, y también muchos del pueblo han caído, de modo que han muerto, y hasta Saúl y Jonatán su hijo han muerto”. 5 Entonces David dijo al joven que estaba refiriéndoselo: “¿Cómo sabes de seguro que Saúl ha muerto, y también Jonatán su hijo?”. 6 Ante esto, el joven que estaba refiriéndoselo dijo: “Me hallé inesperadamente en el monte Guilboa, y allí estaba Saúl apoyándose sobre su lanza; y, ¡mira!, los conductores de carros y los hombres montados lo habían alcanzado. 7 Cuando él se volvió y me vio, entonces me llamó, y yo dije: ‘¡Aquí estoy!’. 8 Y él pasó a decirme: ‘¿Quién eres?’, ante lo cual le dije: ‘Soy un amalequita’. 9 Entonces dijo: ‘Plántate sobre mí, por favor, y definitivamente hazme morir, pues se ha apoderado de mí el calambre, porque aún está en mí toda mi alma’. 10 De modo que me planté sobre él y definitivamente le di muerte, porque sabía que él no podía vivir después de haber caído. Entonces tomé la diadema que estaba sobre su cabeza y el brazalete que estaba sobre su brazo, para traérselos a mi señor aquí”. 11 Ante esto, David asió sus prendas de vestir y las rasgó, y así hicieron también todos los hombres que estaban con él. 12 Y se pusieron a plañir y llorar y ayunar hasta el atardecer por motivo de Saúl y por motivo de Jonatán su hijo y por motivo del pueblo de Jehová y por motivo de la casa de Israel, porque habían caído a espada. 13 David ahora dijo al joven que estaba informándole: “¿De dónde eres?”, a lo que él dijo: “Soy hijo de un residente forastero, un amalequita”. 14 Entonces le dijo David: “¿Cómo fue que no temiste alargar la mano para arruinar al ungido de Jehová?”. 15 Con eso David llamó a uno de los jóvenes y dijo: “Acércate. Hiérelo”. Por lo tanto él lo derribó, de modo que murió. 16 David entonces le dijo: “Esté la culpa de sangre por ti sobre tu propia cabeza, porque tu propia boca ha testificado contra ti, diciendo: ‘Yo mismo definitivamente di muerte al ungido de Jehová’”. 17 Y David procedió a salmodiar esta endecha sobre Saúl y Jonatán su hijo, 18 y a decir que a los hijos de Judá se les debía enseñar “El arco”. ¡Mire! Está escrito en el libro de Jasar: 19 “La hermosura, oh Israel, fue muerta sobre tus lugares altos. ¡Cómo han caído los hombres poderosos! 20 No lo informen, ustedes, en Gat; no lo anuncien en las calles de Asquelón, por temor de que las hijas de los filisteos se regocijen, por temor de que las hijas de los incircuncisos se alborocen. 21 Oh montañas de Guilboa, no haya rocío, no haya lluvia sobre ustedes, ni haya campos de contribuciones santas; porque allí el escudo de poderosos fue ensuciado, el escudo de Saúl, de modo que no hubo ninguno ungido con aceite. 22 De la sangre de los que fueron muertos, de la grasa de poderosos, el arco de Jonatán no volvió atrás, y la espada de Saúl no volvía sin tener éxito. 23 Saúl y Jonatán, los amables y los agradables durante su vida, y en su muerte no fueron separados. Más veloces que las águilas eran ellos, más poderosos que los leones eran. 24 Oh hijas de Israel, lloren por motivo de Saúl, que las vistió de escarlata con galas, que les puso adornos de oro en su ropa. 25 ¡Cómo han caído los poderosos en medio de la batalla! ¡Jonatán muerto sobre tus lugares altos! 26 Estoy angustiado por ti, hermano mío, Jonatán, muy agradable me fuiste. Más maravilloso me fue tu amor que el amor procedente de mujeres. 27 ¡Cómo han caído los poderosos y perecido las armas de guerra!”. 
2 Y después de esto aconteció que David procedió a inquirir de Jehová, diciendo: “¿Subiré a una de las ciudades de Judá?”. Ante esto, Jehová le dijo: “Sube”. Y David pasó a decir: “¿Adónde subiré?”. Entonces él dijo: “A Hebrón”. 2 Por lo tanto David subió allá, y también sus dos esposas, Ahinoam la jezreelita y Abigail la esposa de Nabal el carmelita. 3 Y a los hombres que estaban con él David los hizo subir, a cada uno con su casa; y se pusieron a morar en las ciudades [del territorio] de Hebrón. 4 Entonces vinieron los hombres de Judá y ungieron allí a David por rey sobre la casa de Judá. Y vinieron a informar a David, diciendo: “Los hombres de Jabés-galaad fueron los que enterraron a Saúl”. 5 Por eso David envió mensajeros a los hombres de Jabés-galaad y les dijo: “Benditos sean ustedes de Jehová, porque ejercieron esta bondad amorosa para con su señor, para con Saúl, por cuanto lo enterraron. 6 Y ahora ejerza Jehová para con ustedes bondad amorosa y confiabilidad, y yo también les haré esta bondad, porque han hecho esta cosa. 7 Y ahora que sus manos se fortalezcan, y muéstrense hombres valientes, porque su señor Saúl está muerto, y yo mismo soy aquel a quien la casa de Judá ha ungido por rey sobre ellos”. 8 En cuanto a Abner hijo de Ner, el jefe del ejército que había pertenecido a Saúl, él tomó a Is-bóset, hijo de Saúl, y procedió a hacerlo pasar a Mahanaim, 9 y a hacerlo rey sobre Galaad y los asuritas y Jezreel y sobre Efraín y Benjamín y sobre Israel, todo ello. 10 Cuarenta años de edad tenía Is-bóset hijo de Saúl cuando llegó a ser rey sobre Israel, y por dos años reinó. Solo los de la casa de Judá resultaron ser seguidores de David. 11 Y el número de los días en que David resultó ser rey en Hebrón sobre la casa de Judá llegó a ser siete años y seis meses. 12 Con el tiempo, Abner hijo de Ner y los siervos de Is-bóset hijo de Saúl salieron de Mahanaim para Gabaón. 13 En cuanto a Joab hijo de Zeruyá y los siervos de David, ellos salieron y más tarde se encontraron junto al estanque de Gabaón; y se quedaron sentados, estos de este lado del estanque y aquellos de aquel lado del estanque. 14 Por fin Abner dijo a Joab: “Que se levanten los jóvenes, por favor, y lleven a cabo un combate delante de nosotros”. A lo que dijo Joab: “Que se levanten”. 15 De modo que se levantaron y pasaron en número contado, doce pertenecientes a Benjamín y a Is-bóset hijo de Saúl, y doce de los siervos de David. 16 Y empezaron a agarrarse los unos de los otros por la cabeza, con la espada de cada uno en el costado del otro, de modo que cayeron juntos. Y llegó a llamarse aquel lugar Helqat-hazurim, que está en Gabaón. 17 Y el combate se hizo duro en extremo en aquel día, y Abner y los hombres de Israel por fin fueron derrotados delante de los siervos de David. 18 Ahora bien, se hallaban allí los tres hijos de Zeruyá: Joab y Abisai y Asahel; y Asahel era ligero de pies, como una de las gacelas que están en el campo abierto. 19 Y Asahel se fue corriendo tras Abner, y no se inclinó a ir a la derecha ni a la izquierda de seguir a Abner. 20 Por fin Abner miró detrás de sí y dijo: “¿Eres tú, Asahel?”, a lo que él dijo: “Yo soy”. 21 Entonces le dijo Abner: “Dirígete a tu derecha o a tu izquierda y prende a uno de los jóvenes por tuyo y toma como tuyo lo que le despojes”. Y Asahel no quiso desviarse de seguirlo. 22 Por lo tanto Abner volvió a decir a Asahel: “Desvíate de seguirme. ¿Por qué debo derribarte en tierra? ¿Cómo podría yo entonces alzar mi rostro a Joab tu hermano?”. 23 Pero él siguió rehusando desviarse; y Abner logró herirlo en el abdomen con el cuento de la lanza, de modo que la lanza le salió por la espalda; y cayó allí y murió donde estaba. Y aconteció que todos los que llegaban al lugar donde Asahel cayó y entonces murió se detenían. 24 Y Joab y Abisai se fueron corriendo tras Abner. Al ponerse el sol ellos mismos llegaron a la colina de Amá, que está enfrente de Guíah, en el camino al desierto de Gabaón. 25 Y los hijos de Benjamín fueron juntándose detrás de Abner, y llegaron a ser una sola compañía, y se quedaron parados sobre la cima de una colina. 26 Y Abner empezó a gritar a Joab y decir: “¿Va a comer perpetuamente la espada? ¿No sabes tú realmente que lo que se desarrollará por fin es amargura? ¿Hasta cuándo, pues, no dirás al pueblo que se vuelva de seguir a sus hermanos?”. 27 Ante eso, Joab dijo: “Tan ciertamente como que vive el Dios [verdadero], si no hubieras hablado, entonces solo por la mañana habría sido retirada la gente, cada uno de seguir a su hermano”. 28 Joab ahora tocó el cuerno, y toda la gente hizo alto y no continuó corriendo más tras Israel, y no volvieron más a la pelea. 29 En cuanto a Abner y sus hombres, ellos marcharon por el Arabá toda aquella noche y fueron cruzando el Jordán y marchando por toda la barranca, y por fin llegaron a Mahanaim. 30 En cuanto a Joab, él se volvió de seguir a Abner y empezó a juntar a toda la gente. Y de los siervos de David faltaban diecinueve hombres y Asahel. 31 Y los siervos de David, por su parte, habían derribado a aquellos de Benjamín y de los hombres de Abner... hubo trescientos sesenta hombres que murieron. 32 Y procedieron a llevar a Asahel y a enterrarlo en la sepultura de su padre, que está en Belén. Entonces Joab y sus hombres siguieron marchando toda la noche, y les amaneció en Hebrón. 
3 Y la guerra entre la casa de Saúl y la casa de David llegó a ser muy prolongada; y David siguió haciéndose más fuerte, y la casa de Saúl siguió declinando más y más. 2 Entretanto, a David le nacieron hijos en Hebrón, y su primogénito llegó a ser Amnón, de Ahinoam la jezreelita. 3 Y su segundo fue Kileab, de Abigail la esposa de Nabal el carmelita, y el tercero fue Absalón, hijo de Maacá, hija de Talmai el rey de Guesur. 4 Y el cuarto fue Adonías, hijo de Haguit, y el quinto fue Sefatías, hijo de Abital. 5 Y el sexto fue Itream, de Eglá, esposa de David. Estos fueron los que le nacieron a David en Hebrón. 6 Y mientras la guerra seguía entre la casa de Saúl y la casa de David, aconteció que Abner mismo de continuo estaba fortaleciendo su posición en la casa de Saúl. 7 Ahora bien, Saúl había tenido una concubina cuyo nombre era Rizpá, hija de Ayá. Más tarde Is-bóset dijo a Abner: “¿Por qué tuviste relaciones con la concubina de mi padre?”. 8 Y Abner se encolerizó mucho a causa de las palabras de Is-bóset y pasó a decir: “¿Soy yo cabeza de perro que pertenezca a Judá? Hoy sigo ejerciendo bondad amorosa para con la casa de Saúl tu padre, a los hermanos de él y a sus amigos personales, y no he dejado que te halles en la mano de David; y sin embargo hoy me llamas a cuentas por un error respecto a una mujer. 9 Así haga Dios a Abner y así añada a ello, si, tal como Jehová juró a David, no es como yo le haré, 10 para trasladar el reino de la casa de Saúl y para establecer el trono de David sobre Israel y sobre Judá desde Dan hasta Beer-seba”. 11 Y él no pudo decir una palabra más en respuesta a Abner, porque le tenía miedo. 12 Por consiguiente, en el acto Abner envió mensajeros a David que dijeron: “¿A quién pertenece el país?”, y añadieron: “Celebra conmigo tu pacto, sí, y, ¡mira!, mi mano estará contigo para volver a tu lado a todo Israel”. 13 A lo cual él dijo: “¡Bien! Yo mismo celebraré contigo un pacto. Solo una cosa hay que te pido, diciendo: ‘No puedes verme el rostro a menos que primero traigas a Mical, hija de Saúl, cuando vengas a ver mi rostro’”. 14 Además, David envió mensajeros a Is-bóset, hijo de Saúl, diciendo: “Entrégame mi esposa Mical, sí, a quien comprometí conmigo por cien prepucios de los filisteos”. 15 De modo que Is-bóset envió y se la quitó a su esposo, Paltiel hijo de Lais. 16 Pero su esposo siguió andando con ella, llorando mientras anduvo en pos de ella hasta Bahurim. Entonces le dijo Abner: “¡Anda, vuélvete!”. Ante esto, se volvió. 17 Entretanto, Abner había llegado a realizar comunicación con los ancianos de Israel, y dijo: “Tanto ayer como antes de eso ustedes resultaron estar buscando a David por rey sobre ustedes. 18 Y ahora actúen, porque Jehová mismo dijo a David: ‘Por la mano de David mi siervo salvaré a mi pueblo Israel de la mano de los filisteos y de la mano de todos sus enemigos’”. 19 Entonces Abner también habló a oídos de Benjamín, después de lo cual Abner también fue a hablar a oídos de David en Hebrón todo lo que era bueno a los ojos de Israel y a los ojos de toda la casa de Benjamín. 20 Cuando Abner vino a David, en Hebrón, y con él veinte hombres, David procedió a hacer un banquete para Abner y los hombres que estaban con él. 21 Entonces Abner dijo a David: “Déjame levantarme e ir y juntar a todo Israel a mi señor el rey, para que celebren contigo un pacto, y ciertamente llegarás a ser rey sobre todo lo que tu alma desee con vehemencia”. Así que David envió a Abner, y él procedió a irse en paz. 22 Y sucedió que los siervos de David, y Joab, venían de una incursión, y era abundante el despojo que traían consigo. En cuanto a Abner, él no estaba con David en Hebrón, porque este lo había enviado, y seguía su camino en paz. 23 Y entraron Joab y todo el ejército que estaba con él, y entonces se dio informe a Joab, diciendo: “Abner hijo de Ner vino al rey, y él procedió a enviarlo, y va por su camino en paz”. 24 De modo que Joab entró a donde el rey y dijo: “¿Qué has hecho? ¡Mira! Abner ha venido a ti. ¿Por qué lo enviaste de modo que se fue con éxito? 25 Tú conoces bien a Abner hijo de Ner, que para embaucarte vino, y para enterarse de tu salida y de tu entrada y para enterarse de todo lo que estás haciendo”. 26 Con eso, Joab salió de delante de David y envió mensajeros tras Abner, y ellos entonces lo hicieron volver de la cisterna de Sirá; y David mismo no supo de ello. 27 Cuando Abner volvió a Hebrón, Joab entonces lo condujo aparte, dentro de la puerta, para hablar con él en quietud. Sin embargo, allí lo hirió en el abdomen, de modo que él murió, a causa de la sangre de Asahel su hermano. 28 Cuando David lo oyó después, dijo en seguida: “Yo y mi reino, desde el punto de vista de Jehová, somos inocentes para tiempo indefinido de culpa de sangre por Abner hijo de Ner. 29 ¡Que vuelva remolineando sobre la cabeza de Joab y sobre toda la casa de su padre, y no sea cortado de la casa de Joab hombre que padezca flujo, o leproso, u hombre que asga el huso giratorio, o uno que caiga a espada, o uno que tenga necesidad de pan!”. 30 En cuanto a Joab y Abisai su hermano, ellos mataron a Abner por el hecho de que él había dado muerte a Asahel el hermano de ellos en Gabaón, en la batalla. 31 Entonces David dijo a Joab y a toda la gente que estaba con él: “Rasguen sus prendas de vestir y átense saco y plañan delante de Abner”. Hasta el rey David iba andando detrás del lecho. 32 Y el entierro de Abner se efectuó en Hebrón; y el rey empezó a alzar la voz y llorar junto a la sepultura de Abner, y todo el pueblo se entregó al llanto. 33 Y el rey pasó a salmodiar sobre Abner y a decir: “¿Como con la muerte de una persona insensata debía morir Abner? 34 Tus manos no habían sido [manos] atadas, y tus pies no habían sido puestos en grilletes de cobre. Como quien cae delante de los hijos de la injusticia has caído tú”. Ante eso, todo el pueblo volvió a llorar por él. 35 Más tarde, toda la gente vino a dar a David pan para consolación mientras todavía era aquel día, pero David juró, y dijo: “¡Así me haga Dios y así añada a ello, si antes de ponerse el sol pruebo yo pan o cosa alguna!”. 36 Y todo el pueblo mismo lo notó, y fue bueno a sus ojos. Como todo lo que hacía el rey, fue bueno a los ojos de todo el pueblo. 37 Y toda la gente y todo Israel llegó a saber aquel día que no había provenido del rey el dar muerte a Abner hijo de Ner. 38 Y el rey pasó a decir a sus siervos: “¿No saben que es un príncipe y un gran personaje el que ha caído el día de hoy en Israel? 39 Y hoy yo soy débil, aunque ungido por rey, y estos hombres, los hijos de Zeruyá, son demasiado severos para mí. Pague Jehová al hacedor de lo malo conforme a su propia maldad”. 
4 Cuando el hijo de Saúl oyó que Abner había muerto en Hebrón, entonces se le debilitaron las manos, y todos los israelitas mismos se perturbaron. 2 Y había dos hombres, jefes de las partidas merodeadoras, que pertenecían al hijo de Saúl; el nombre de uno era Baanah y el nombre del otro Recab, hijos de Rimón el beerotita, de los hijos de Benjamín; porque Beerot, también, solía contarse como parte de Benjamín. 3 Y los beerotitas se fueron huyendo a Guitaim, y llegaron a ser residentes forasteros allí hasta el día de hoy. 4 Ahora bien, Jonatán, hijo de Saúl, tenía un hijo lisiado de los pies. Cinco años de edad tenía este cuando el informe acerca de Saúl y Jonatán vino de Jezreel; y su nodriza empezó a llevarlo y a huir, pero aconteció que, como ella estaba corriendo en pánico para huir, él entonces cayó y quedó cojo. Y su nombre era Mefibóset. 5 Y los hijos de Rimón el beerotita, Recab y Baanah, procedieron a ir y venir a la casa de Is-bóset más o menos cuando se había hecho caluroso el día, al tiempo que él estaba durmiendo su siesta del mediodía. 6 Y he aquí que entraron hasta el centro de la casa como hombres que venían a buscar trigo, y luego lo hirieron en el abdomen; y Recab y Baanah su hermano escaparon sin ser descubiertos. 7 Cuando entraron en la casa, él estaba acostado sobre su lecho en su alcoba interior, y entonces lo hirieron de modo que lo hicieron morir, después de lo cual le quitaron la cabeza y tomaron su cabeza y anduvieron por el camino del Arabá toda la noche. 8 Por fin llegaron llevando la cabeza de Is-bóset a David, a Hebrón, y dijeron al rey: “Aquí está la cabeza de Is-bóset hijo de Saúl, tu enemigo que buscaba tu alma; pero Jehová da a mi señor el rey desquite el día de hoy contra Saúl y su prole”. 9 Sin embargo, David contestó a Recab y a Baanah su hermano, hijos de Rimón el beerotita, y les dijo: “Tan ciertamente como que vive Jehová que ha redimido mi alma de toda angustia, 10 cuando hubo uno que me hizo el informe, diciendo: ‘He aquí que Saúl está muerto’, y él mismo se hizo a sus propios ojos como portador de buenas noticias, yo, sin embargo, le eché mano y lo maté en Ziqlag cuando [de parte mía] era debido darle albricias de mensajero; 11 ¿con cuánta más razón cuando hombres inicuos mismos han matado a un hombre justo en su propia casa sobre su cama? Y ahora, ¿no debería yo requerir de manos de ustedes la sangre de él, y no tengo yo que eliminarlos de la tierra?”. 12 Con eso, David dio orden a los jóvenes, y ellos los mataron y les cortaron las manos y los pies, y los colgaron junto al estanque de Hebrón; y tomaron la cabeza de Is-bóset y entonces la enterraron en la sepultura de Abner, en Hebrón.

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