(Éxodo 13:1-16:36) Y
Jehová habló adicionalmente a Moisés, y dijo: 2 “Santifícame
todo primogénito varón que abre cada matriz entre los hijos de Israel, entre
hombres y bestias. Es mío”. 3 Y Moisés pasó a decir al
pueblo: “Que haya un recordar este día en que salieron ustedes de Egipto, de la
casa de esclavos, porque por fuerza de mano los sacó Jehová de aquí. De modo
que no puede comerse nada leudado. 4 Hoy van a salir en
el mes de Abib. 5 Y tiene que suceder que cuando Jehová
te haya introducido en la tierra de los cananeos y de los hititas y de los
amorreos y de los heveos y de los jebuseos, la cual juró a tus antepasados
darte, tierra que mana leche y miel, entonces tienes que prestar este servicio
en este mes. 6 Siete días has de comer tortas no
fermentadas, y el séptimo día es fiesta a Jehová. 7 Han
de comerse tortas no fermentadas por los siete días; y no ha de verse contigo
nada leudado, y no ha de verse contigo masa fermentada dentro de todos tus límites.
8 Y tienes que informar a tu hijo en aquel día,
diciendo: ‘Es a causa de aquello que Jehová hizo por mí cuando salí de Egipto’.
9 Y tiene que servirte de señal sobre tu mano y de
memoria entre tus ojos, para que la ley de Jehová resulte estar en tu boca;
porque por mano fuerte te sacó Jehová de Egipto. 10 Y
tienes que guardar este estatuto en su tiempo señalado de año en año. 11 ”Y
tiene que suceder que cuando Jehová te introduzca en la tierra de los cananeos,
tal como les ha jurado a ti y a tus antepasados, y cuando de veras te la dé, 12 entonces
tienes que dar por entero a Jehová todo el que abre la matriz, y todo primer
parto, la cría de la bestia, que llegue a ser tuyo. Los machos pertenecen a
Jehová. 13 Y todo primer parto de asno lo has de redimir
con una oveja, y si no quieres redimirlo, entonces tienes que quebrarle la
cerviz. Y todo primogénito de hombre entre tus hijos, lo has de redimir. 14 ”Y
tiene que suceder que en caso de que tu hijo te pregunte más tarde, diciendo: ‘¿Qué
significa esto?’, entonces tienes que decirle: ‘Por fuerza de mano nos sacó
Jehová de Egipto, de la casa de esclavos. 15 Y aconteció
que Faraón mostró obstinación en cuanto a enviarnos, y Jehová procedió a matar
a todo primogénito de la tierra de Egipto, desde el primogénito de hombre hasta
el primogénito de bestia. Por eso voy a sacrificar a Jehová todos los machos
que abren la matriz, y a todo primogénito de mis hijos redimo’. 16 Y
tiene que servir de señal sobre tu mano y de venda frontal entre tus ojos,
porque por fuerza de mano nos sacó Jehová de Egipto”. 17 Y
aconteció, al tiempo en que Faraón envió al pueblo, que Dios no los guió por el
camino de la tierra de los filisteos simplemente porque estaba cerca, porque
dijo Dios: “Puede ser que el pueblo sienta pesar al ver guerra y ciertamente se
vuelva a Egipto”. 18 Por lo tanto, Dios hizo que el
pueblo rodeara por el camino del desierto del mar Rojo. Pero fue en orden de
batalla como subieron los hijos de Israel de la tierra de Egipto. 19 Y
Moisés llevaba consigo los huesos de José, porque este había hecho jurar
solemnemente a los hijos de Israel, diciendo: “Dios sin falta dirigirá su
atención a ustedes, y tienen que llevar mis huesos de aquí con ustedes”. 20 Y
procedieron a partir de Sucot y a acampar en Ezam en la orilla del desierto. 21 Y
Jehová iba delante de ellos durante el día en una columna de nube para guiarlos
por el camino, y durante la noche en una columna de fuego para darles luz, para
ir de día y de noche. 22 La columna de nube no se
alejaba de delante del pueblo durante el día, ni la columna de fuego durante la
noche.
14 Jehová ahora habló a
Moisés, diciendo: 2 “Habla a los hijos de Israel, que se
vuelvan y acampen delante de Pihahirot, entre Migdol y el mar, a vista de
Baal-zefón. Frente a él han de acampar junto al mar. 3 Entonces
ciertamente dirá Faraón respecto a los hijos de Israel: ‘Andan errantes en
confusión en la tierra. El desierto los tiene encerrados’. 4 De
modo que yo realmente dejaré que se haga obstinado el corazón de Faraón, y él
ciertamente correrá tras ellos, y yo me conseguiré gloria por medio de Faraón y
de todas sus fuerzas militares; y los egipcios ciertamente sabrán que yo soy
Jehová”. Por consiguiente, ellos hicieron precisamente aquello. 5 Más
tarde, al rey de Egipto se dio informe de que el pueblo había huido.
Inmediatamente se mudó el corazón de Faraón, y también el de sus siervos,
respecto al pueblo, de modo que dijeron: “¿Qué es esto que hemos hecho, de
haber enviado a Israel de servirnos como esclavo?”. 6 De
modo que él procedió a alistar sus carros de guerra, y tomó consigo a su
pueblo. 7 Y procedió a tomar seiscientos carros
escogidos y todos los demás carros de Egipto, y guerreros sobre cada uno de
ellos. 8 Así dejó Jehová que se hiciera obstinado el
corazón de Faraón, el rey de Egipto, y este se fue corriendo tras los hijos de
Israel, mientras los hijos de Israel iban saliendo con mano alzada. 9 Y
los egipcios se fueron corriendo tras ellos, y todos los caballos de los carros
de Faraón y sus soldados de caballería y sus fuerzas militares iban alcanzándolos
mientras estaban acampados junto al mar, junto a Pihahirot, a vista de Baal-zefón.
10 Cuando Faraón logró acercarse, los hijos de Israel
empezaron a alzar los ojos, y aquí venían los egipcios marchando tras ellos; y
a los hijos de Israel les dio mucho miedo, y empezaron a clamar a Jehová. 11 Y
se pusieron a decir a Moisés: “¿Es porque no hay absolutamente ninguna
sepultura en Egipto por lo que nos has traído acá a morir en el desierto? ¿Qué
es esto que nos has hecho, al habernos sacado de Egipto? 12 ¿No
es esta la palabra que te hablamos en Egipto, diciendo: ‘Déjanos, para que
sirvamos a los egipcios’? Porque nos es mejor servir a los egipcios que morir
en el desierto”. 13 Entonces Moisés dijo al pueblo: “No
tengan miedo. Estén firmes y vean la salvación de Jehová, que él ejecutará para
ustedes hoy. Pues a los egipcios que ustedes realmente ven hoy, no los volverán
a ver, no, nunca jamás. 14 Jehová mismo peleará por
ustedes, y ustedes mismos guardarán silencio”. 15 Jehová
ahora dijo a Moisés: “¿Por qué sigues clamando a mí? Habla a los hijos de
Israel para que levanten el campamento. 16 En cuanto a
ti, alza tu vara y extiende tu mano sobre el mar y pártelo, para que los hijos
de Israel vayan por en medio del mar en tierra seca. 17 En
cuanto a mí, ¡mira!, voy a dejar que se haga obstinado el corazón de los
egipcios, para que entren tras ellos y para que yo me consiga gloria por medio
de Faraón y todas sus fuerzas militares, sus carros de guerra y sus soldados de
caballería. 18 Y los egipcios ciertamente sabrán que yo
soy Jehová cuando me consiga gloria por medio de Faraón, sus carros de guerra y
sus soldados de caballería”. 19 Entonces el ángel del
Dios [verdadero] que iba delante del campamento de Israel partió y se puso detrás
de ellos, y la columna de nube partió de la vanguardia de ellos y se situó detrás
de ellos. 20 De manera que se introdujo entre el
campamento de los egipcios y el campamento de Israel. Por una parte resultaba
ser una nube junto con oscuridad. Por otra parte seguía alumbrando la noche. Y
este grupo no se acercó a aquel grupo durante toda la noche. 21 Moisés
ahora extendió su mano sobre el mar; y Jehová empezó a hacer que el mar se
retirara por un fuerte viento del este durante toda la noche, y que la cuenca
del mar se convirtiera en suelo seco, y se iba efectuando una partición de las
aguas. 22 Por fin los hijos de Israel fueron por en
medio del mar sobre tierra seca, mientras las aguas eran un muro para ellos a
su derecha y a su izquierda. 23 Y los egipcios
emprendieron la persecución, y todos los caballos de Faraón, sus carros de
guerra y sus soldados de caballería empezaron a entrar tras ellos, en medio del
mar. 24 Y durante la vigilia matutina aconteció que
Jehová empezó a mirar hacia el campamento de los egipcios desde dentro de la
columna de fuego y nube, y empezó a poner en confusión el campamento de los
egipcios. 25 Y siguió quitándoles ruedas a sus carros,
de modo que los conducían con dificultad; y los egipcios empezaron a decir: “Huyamos
de todo contacto con Israel, porque Jehová ciertamente pelea por ellos contra
los egipcios”. 26 Por fin Jehová dijo a Moisés: “Extiende
tu mano sobre el mar, para que las aguas se vuelvan sobre los egipcios, sus
carros de guerra y sus soldados de caballería”. 27 En
seguida extendió Moisés su mano sobre el mar, y el mar empezó a volver a su
estado normal al amanecer. Mientras tanto los egipcios huían para no
encontrarse con él, pero Jehová sacudió a los egipcios, echándolos en medio del
mar. 28 Y las aguas siguieron regresando. Finalmente
cubrieron los carros de guerra y a los soldados de caballería que pertenecían a
todas las fuerzas militares de Faraón y que habían entrado en el mar tras
ellos. No se dejó que quedara ni siquiera uno solo de entre ellos. 29 En
cuanto a los hijos de Israel, anduvieron en tierra seca en medio del lecho del
mar, y las aguas fueron para ellos un muro a su derecha y a su izquierda. 30 Así
salvó Jehová en aquel día a Israel de mano de los egipcios, e Israel alcanzó a
ver a los egipcios muertos en la orilla del mar. 31 Israel
también alcanzó a ver la gran mano que Jehová puso en acción contra los
egipcios; y el pueblo empezó a temer a Jehová y a poner fe en Jehová y en Moisés
su siervo.
15 En aquella ocasión
Moisés y los hijos de Israel procedieron a cantar esta canción a Jehová, y a
decir lo siguiente: “Cante yo a Jehová, porque se ha ensalzado soberanamente.
Al caballo y a su jinete ha lanzado en el mar. 2 Mi
fuerza y [mi] poderío es Jah, puesto que él sirve para mi salvación. Este es mi
Dios, y yo lo elogiaré; el Dios de mi padre, y lo enalteceré. 3 Jehová
es persona varonil de guerra. Jehová es su nombre. 4 Los
carros de Faraón y sus fuerzas militares él ha echado en el mar, y los selectos
de sus guerreros han sido hundidos en el mar Rojo. 5 Las
aguas agitadas procedieron a cubrirlos; como piedra bajaron a las
profundidades. 6 Tu diestra, oh Jehová, está
demostrando que es poderosa en habilidad, tu diestra, oh Jehová, puede
destrozar a un enemigo. 7 Y en la abundancia de tu
superioridad puedes echar abajo a los que se levantan contra ti; envías tu cólera
ardiente, los consume cual rastrojo. 8 Y por un
soplo de tus narices se amontonaron aguas; quedaron inmóviles como una represa
de inundaciones; las aguas agitadas se quedaron cuajadas en el corazón del mar.
9 Dijo el enemigo: ‘¡Iré en pos! ¡Alcanzaré! ¡Dividiré
despojo! ¡Mi alma se llenará de ellos! ¡Desenvainaré mi espada! ¡Los expulsará
mi mano!’. 10 Soplaste con tu aliento, los cubrió el
mar; se hundieron como plomo en aguas majestuosas. 11 ¿Quién
entre los dioses es como tú, oh Jehová? ¿Quién es como tú, que resultas
poderoso en santidad? Aquel que ha de ser temido con canciones de alabanza,
Aquel que hace maravillas. 12 Extendiste tu diestra,
procedió la tierra a tragárselos. 13 Tú en tu bondad
amorosa has guiado al pueblo que has recobrado; tú en tu fuerza ciertamente los
conducirás a tu lugar santo de habitación. 14 Tendrán
que oír los pueblos, se agitarán; dolores de parto tendrán que apoderarse de
los habitantes de Filistea. 15 En aquel tiempo los
jeques de Edom verdaderamente se perturbarán; en cuanto a los déspotas de Moab,
temblor se apoderará de ellos. Todos los habitantes de Canaán verdaderamente se
desalentarán. 16 Sobre ellos caerán terror y pavor. A
causa de la grandeza de tu brazo quedarán inmóviles como una piedra, hasta que
pase tu pueblo, oh Jehová, hasta que pase el pueblo que tú has producido. 17 Tú
los traerás y los plantarás en la montaña de tu herencia, un lugar establecido
que has alistado para habitarlo tú, oh Jehová, un santuario, oh Jehová, que tus
manos han establecido. 18 Jehová reinará hasta tiempo
indefinido, aun para siempre. 19 Cuando los caballos de
Faraón con sus carros de guerra y sus soldados de caballería entraron en el
mar, entonces Jehová hizo volver sobre ellos las aguas del mar, mientras los
hijos de Israel anduvieron en tierra seca por en medio del mar”. 20 Y
Míriam la profetisa, hermana de Aarón, procedió a tomar una pandereta en la
mano; y todas las mujeres empezaron a salir con ella con panderetas y en
danzas. 21 Y Míriam siguió respondiendo a los hombres: “Canten
a Jehová, porque se ha ensalzado soberanamente. Al caballo y a su jinete en el
mar ha lanzado”. 22 Más tarde, Moisés hizo que Israel
partiera del mar Rojo, y ellos salieron al desierto de Sur y siguieron marchando
por tres días en el desierto, pero no hallaron agua. 23 Por
fin llegaron a Marah, pero no pudieron beber el agua de Marah porque era
amarga. Por eso él le puso por nombre Marah. 24 Y el
pueblo empezó a murmurar contra Moisés, diciendo: “¿Qué hemos de beber?”. 25 Entonces
él clamó a Jehová. De modo que Jehová lo dirigió a un árbol, y él lo arrojó en
el agua, y el agua se puso dulce. Allí Él les estableció una disposición
reglamentaria y una causa para juicio y allí los puso a prueba. 26 Y
pasó a decir: “Si escuchas estrictamente la voz de Jehová tu Dios y haces lo
que es recto a sus ojos y verdaderamente prestas oído a sus mandamientos y
guardas todas sus disposiciones reglamentarias, no pondré sobre ti ninguna de
las dolencias que puse sobre los egipcios; porque yo soy Jehová, quien te sana”.
27 Después de eso llegaron a Elim, donde había doce
manantiales de agua y setenta palmeras. De modo que se pusieron a acampar allí
junto al agua.
16 Más tarde partieron
de Elim, y por fin llegó toda la asamblea de los hijos de Israel al desierto de
Sin, que está entre Elim y Sinaí, el día quince del segundo mes después de
haber salido de la tierra de Egipto. 2 Y toda la
asamblea de los hijos de Israel empezó a murmurar contra Moisés y Aarón en el
desierto. 3 Y siguieron diciéndoles los hijos de Israel:
“¡Si siquiera hubiéramos muerto por la mano de Jehová en la tierra de Egipto,
mientras nos sentábamos junto a las ollas de carne, mientras comíamos pan hasta
quedar satisfechos, porque ustedes nos han sacado a este desierto para hacer
que toda esta congregación muera de hambre!”. 4 Entonces
Jehová dijo a Moisés: “¡Mira!, voy a hacer que llueva pan para ustedes desde
los cielos; y el pueblo tiene que salir y recoger cada cual su cantidad día por
día, a fin de que los ponga yo a prueba en cuanto a si andarán en mi ley o no. 5 Y
el día sexto tiene que ocurrir que tienen que preparar lo que hayan de traer, y
tiene que resultar el doble de lo que siguen recogiendo día a día”. 6 De
manera que Moisés y Aarón dijeron a todos los hijos de Israel: “Al atardecer
ciertamente sabrán que es Jehová quien los ha sacado de la tierra de Egipto. 7 Y
por la mañana realmente verán la gloria de Jehová, porque él ha oído sus
murmuraciones contra Jehová. ¿Y qué somos nosotros para que murmuren contra
nosotros?”. 8 Y continuó Moisés: “Será cuando Jehová por
la tarde les dé carne para comer y por la mañana pan hasta quedar satisfechos,
porque Jehová ha oído sus murmuraciones que murmuran contra él. ¿Y qué somos
nosotros? Sus murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová”. 9 Y
Moisés pasó a decir a Aarón: “Di a la entera asamblea de los hijos de Israel: ‘Acérquense
delante de Jehová, porque él ha oído sus murmuraciones’”. 10 Entonces
ocurrió que tan pronto como hubo hablado Aarón a la entera asamblea de los
hijos de Israel, ellos se volvieron y dirigieron sus rostros hacia el desierto,
y, ¡mire!, la gloria de Jehová apareció en la nube. 11 Y
Jehová habló nuevamente a Moisés, y dijo: 12 “He oído
las murmuraciones de los hijos de Israel. Háblales, y diles: ‘Entre las dos
tardes comerán carne, y por la mañana se satisfarán con pan; y ciertamente sabrán
que yo soy Jehová su Dios’”. 13 Por consiguiente, ocurrió
que al atardecer las codornices empezaron a subir y a cubrir el campamento, y
por la mañana se había desarrollado una capa de rocío alrededor del campamento.
14 Con el tiempo la capa de rocío se evaporó, y resultó
que sobre la superficie del desierto había una cosa fina, hojaldrada, fina como
la escarcha sobre la tierra. 15 Cuando alcanzaron a
verla los hijos de Israel, empezaron a decirse unos a otros: “¿Qué es?”. Pues
no sabían lo que era. Por eso les dijo Moisés: “Es el pan que Jehová les ha
dado para alimento. 16 Esta es la palabra que ha mandado
Jehová: ‘Recojan de él, cada cual en proporción con lo que coma. Han de tomar
la medida de un omer por cada individuo, según el número de almas que tenga
cada uno de ustedes en su tienda’”. 17 Y empezaron a
hacerlo así los hijos de Israel; y fueron recogiéndolo, algunos juntando mucho
y algunos juntando poco. 18 Cuando lo medían con el
omer, el que había juntado mucho no tenía sobrante y el que había juntado poco
no tenía escasez. Lo recogieron cada cual en proporción con lo que comía. 19 Entonces
les dijo Moisés: “Que nadie deje nada de él hasta la mañana”. 20 Pero
no escucharon a Moisés. Cuando algunos hombres dejaban de él hasta la mañana,
producía gusanos y hedía; de modo que Moisés se indignó contra ellos. 21 Y
lo recogían mañana a mañana, cada uno en proporción con lo que comía. Cuando el
sol calentaba, aquello se derretía. 22 Y aconteció que
el día sexto recogieron el doble de pan, dos medidas de omer para una persona.
De modo que todos los principales de la asamblea vinieron y lo informaron a
Moisés. 23 Ante esto, él les dijo: “Es lo que ha hablado
Jehová. Mañana habrá una observancia sabática de un sábado santo a Jehová. Lo
que puedan cocer, cuézanlo, y lo que puedan hervir, hiérvanlo, y todo el
sobrante que haya resérvenlo para ustedes como algo que ha de guardarse hasta
la mañana”. 24 Por consiguiente, lo reservaron hasta la
mañana, tal como había mandado Moisés; y no hedió ni se desarrollaron en él
cresas. 25 Entonces dijo Moisés: “Cómanlo hoy, porque
hoy es un sábado a Jehová. Hoy no lo hallarán en el campo. 26 Seis
días lo recogerán, pero en el séptimo día hay sábado. En él no se formará”. 27 Sin
embargo, el séptimo día aconteció que algunos del pueblo sí salieron para
recogerlo, pero no lo hallaron. 28 Por consiguiente,
Jehová dijo a Moisés: “¿Hasta cuándo tendrán ustedes que negarse a guardar mis
mandamientos y mis leyes? 29 Tomen nota del hecho de que
Jehová les ha dado el sábado. Por eso les da en el día sexto el pan de dos días.
Quédese sentado cada uno en su propio lugar. No salga nadie de su localidad en
el séptimo día”. 30 Y el pueblo procedió a observar el sábado
en el séptimo día. 31 Y la casa de Israel se puso a
llamar aquello por nombre “maná”. Y era blanco como la semilla de cilantro, y
su sabor era como el de tortas aplastadas con miel. 32 Entonces
dijo Moisés: “Esta es la palabra que Jehová ha mandado: ‘Llena de él la medida
de un omer como algo que ha de guardarse durante todas las generaciones de
ustedes, a fin de que ellos vean el pan que hice que ustedes comieran en el
desierto cuando estaba sacándolos de la tierra de Egipto’”. 33 Así
que Moisés dijo a Aarón: “Toma una jarra y pon en ella un omer completo de maná
y deposítala delante de Jehová como algo que ha de guardarse durante todas las
generaciones de ustedes”. 34 Tal como Jehová había
mandado a Moisés, Aarón procedió a depositarla delante del Testimonio como algo
que había de guardarse. 35 Y los hijos de Israel
comieron el maná durante cuarenta años, hasta su llegada a una tierra habitada.
El maná fue lo que comieron hasta su llegada a la frontera de la tierra de Canaán.
36 Ahora bien, el omer es la décima parte de una medida
de efá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario