TEXTO DEL DÍA
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CITA BÍBLICA
Descripción Biblia
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Referencias BÍBLICAS
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*** Texto del domingo,
24 de febrero de 2013 ***
Domingo 24 de
febrero
Los escogidos la obtuvieron
(Rom. 11:7).
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(Romanos 11:7) Entonces, ¿qué? La mismísima cosa que Israel busca
solícitamente no la obtuvo, pero los escogidos
la obtuvieron. A los demás les fueron embotadas las sensibilidades;
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(Juan 1:11) Vino a su propia casa, pero los suyos no lo recibieron.
(Romanos 9:31) pero Israel, aunque seguía tras una ley de justicia, no
logró alcanzar la ley.
(Juan
1:12) No obstante, a cuantos sí lo recibieron, a ellos les dio
autoridad de llegar a ser hijos de Dios, porque ejercían fe en su nombre;
(Romanos 11:28) Es verdad que con referencia a las
buenas nuevas ellos son enemigos por causa de ustedes, pero con referencia a
la selección [de Dios] son amados por causa de sus antepasados.
(2
Corintios 3:14) 14 Pero sus facultades
mentales fueron embotadas. Porque hasta este día presente el mismo velo
permanece sin ser alzado durante la lectura del antiguo pacto, porque es
eliminado por medio de Cristo.
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El día de
Pentecostés del año 33, cuando comenzó a invitarse a los integrantes del
futuro “reino [celestial] de sacerdotes”, hubo algunos judíos que demostraron
la debida disposición y aceptaron esa invitación (Éxo. 19:6).
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(Éxodo 19:6) Y
ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa’. Estas son las
palabras que has de decir a los hijos de Israel”.
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(Levítico 11:44)
Porque yo soy Jehová su Dios; y ustedes tienen que santificarse y tienen que
resultar santos, porque yo soy santo. De modo que no deben hacer inmundas sus
almas por medio de ninguna criatura enjambradora que se mueve sobre la
tierra.
(Deuteronomio 7:6)
Porque tú eres un pueblo santo a Jehová tu Dios. Es a ti a quien Jehová tu
Dios ha escogido para que llegues a ser su pueblo, una propiedad especial, de
entre todos los pueblos que están sobre la superficie del suelo.
(Isaías 61:6)
Y en cuanto a ustedes, los sacerdotes de Jehová se les llamará; los ministros
de nuestro Dios se dirá que son. Los recursos de las naciones ustedes
comerán, y en la gloria de ellas ustedes hablarán con exultación acerca de sí
mismos.
(1 Pedro
2:9) Pero ustedes son “una raza escogida, un sacerdocio real, una
nación santa, un pueblo para posesión especial, para que declaren en público
las excelencias” de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa.
(Revelación 5:10)
e hiciste que fueran un reino y sacerdotes para nuestro Dios, y han de reinar
sobre la tierra”.
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Eran tan solo unos
miles, nada más que “un resto” en comparación con la entera nación judía.
Entonces, ¿cómo completaría Jehová “el número pleno” de miembros de la
descendencia de Abrahán? (Rom.
11:5, 12, 25.)
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(Romanos 11:5)
De esta manera, por lo tanto, también en la época presente ha llegado a haber
un
resto según una selección que se debe a bondad
inmerecida.
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(Jeremías 3:14) “Vuélvanse, oh hijos renegados —es
la expresión de Jehová—. Porque yo mismo he llegado a ser su dueño marital; y
ciertamente los tomaré, uno de una ciudad y dos de una familia, y ciertamente
los traeré a Sión.
(Romanos 9:27) Además, Isaías clama respecto a
Israel: “Aunque el número de los hijos de Israel sea como la arena del mar,
es el resto lo que será salvo.
(Romanos 9:11) 11 pues cuando
todavía no habían nacido ni practicado cosa buena ni vil, para que el
propósito de Dios tocante a la selección continuara dependiendo, no de obras,
sino de Aquel que llama,
(Efesios 1:7) Por medio de él tenemos la liberación
por rescate mediante la sangre de ese, sí, el perdón de [nuestras] ofensas,
según las riquezas de su bondad inmerecida.
(Efesios 2:8) Por esta bondad inmerecida, en verdad,
ustedes han sido salvados mediante fe; y esto no debido a ustedes: es dádiva
de Dios.
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(Romanos 11:12)
Ahora bien, si su paso en falso significa riqueza para el mundo, y su
disminución significa riqueza para gente de las naciones, ¡cuánto
más lo significará el número pleno de ellos!
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(Romanos 9:23) a fin de dar a conocer las riquezas
de su gloria sobre vasos de misericordia, que él preparó de antemano para
gloria,
(Colosenses 1:27) a quienes ha agradado a Dios dar a
conocer lo que son las gloriosas riquezas de este secreto sagrado entre las
naciones. Es Cristo en unión con ustedes, la esperanza de la gloria [de él].
(Romanos 11:25)
Porque no quiero, hermanos, que ignoren este secreto sagrado, para que no
sean discretos a sus propios ojos: que un embotamiento de las sensibilidades
le ha sucedido en parte a Israel hasta que el número pleno de gente de las
naciones haya entrado,
(Revelación
7:4) Y oí el número de los que fueron sellados, ciento cuarenta y cuatro mil,
sellados de toda tribu de los hijos de Israel:
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(Romanos 11:25)
Porque no quiero, hermanos, que ignoren este secreto sagrado, para que
no sean discretos a sus propios ojos: que un embotamiento de las sensibilidades le ha
sucedido en parte a Israel hasta que el número pleno de gente de las naciones haya entrado,
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(1 Corintios
4:1) Valórenos el hombre como quienes son subordinados de Cristo y mayordomos
de los secretos sagrados de Dios.
(Efesios
3:5) En otras generaciones este [secreto] no fue dado a conocer a los hijos
de los hombres como ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas
por espíritu,
(Romanos
11:7) Entonces, ¿qué? La mismísima cosa que Israel busca solícitamente no la
obtuvo, pero los escogidos la obtuvieron. A los demás les fueron embotadas
las sensibilidades;
(2 Corintios
3:14) Pero sus facultades mentales fueron embotadas. Porque hasta este día
presente el mismo velo permanece sin ser alzado durante la lectura del
antiguo pacto, porque es eliminado por medio de Cristo.
(Romanos 11:12)
Ahora bien, si su paso en falso significa riqueza para el mundo, y su
disminución significa riqueza para gente de las naciones, ¡cuánto más lo
significará el número pleno de ellos!
(Revelación
7:4) Y oí el número de los que fueron sellados, ciento cuarenta y cuatro mil,
sellados de toda tribu de los hijos de Israel:
(Revelación 7:3) 3 y dijo: “No hagan
daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta después que hayamos
sellado en la frente a los esclavos de nuestro Dios”.
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Examinemos la
respuesta que da Pablo: “No es como si la palabra de Dios hubiera
fallado. Porque no todos los que provienen de [la nación literal de]
Israel son realmente ‘Israel’. Ni porque son descendencia de Abrahán son
todos hijos [o sea, parte de la descendencia de Abrahán] [...].
Es decir, los hijos en la carne no son realmente los hijos de Dios,
sino que los hijos de la promesa son contados como descendencia” (Rom. 9:6-8). Por
consiguiente, Jehová ya no exigía que los miembros de la descendencia
tuvieran a Abrahán como antepasado. w11 15/5 4:11, 12
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(Romanos 9:6-8) Sin embargo, no es como si la palabra
de Dios hubiera fallado. Porque no todos los que [provienen]
de Israel son realmente “Israel”. 7 Ni porque son descendencia
de Abrahán son todos hijos, sino: “Lo que será llamado ‘descendencia tuya’
será mediante Isaac”. 8 Es decir, los hijos en la
carne no son realmente los hijos
de Dios, sino que los hijos de la promesa son
contados como descendencia.
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(Números 23:19) 19 Dios
no es hombre para que diga mentiras, ni hijo de la humanidad para que sienta
pesar. ¿Lo ha dicho él mismo, y acaso no lo hará, y ha hablado, y no lo
llevará a cabo?
(Mateo 23:38)
¡Miren! Su casa se les deja abandonada a ustedes.
(Romanos 2:28)
Porque no es judío el que lo es por fuera, ni es la circuncisión la que está
afuera en la carne.
(Revelación 2:9)
‘Conozco tu tribulación y pobreza —pero eres rico— y la blasfemia por parte
de los que dicen que ellos mismos son judíos, y sin embargo no lo son, sino
que son una sinagoga de Satanás.
(Juan 8:39)
En respuesta, le dijeron: “Nuestro padre es Abrahán”. Jesús les dijo: “Si son
hijos de Abrahán, hagan las obras de Abrahán.
(Gálatas 3:29)
Además, si pertenecen a Cristo, realmente son descendencia de Abrahán,
herederos respecto a una promesa.
(Génesis 21:12)
Entonces Dios dijo a Abrahán: “No te sea desagradable nada de lo que Sara
siga diciéndote acerca del muchacho y acerca de tu esclava. Escucha su voz,
porque es por medio de Isaac por quien lo que será llamado descendencia tuya
será.
(Hebreos 11:18)
aunque se le había dicho: “Lo que será llamado ‘descendencia tuya’ será
mediante Isaac”.
(Isaías 57:4)
¿Por quién se divierten con tanta alegría? ¿Contra quién siguen abriendo
ancha la boca, siguen sacando la lengua? ¿No son ustedes hijos de la
transgresión, descendencia de la falsedad,
(Gálatas 4:23)
pero el de la sirvienta realmente nació a la manera de la carne; el otro, de
la mujer libre mediante una promesa.
(Juan 1:12,
13) . . .; 13 y ellos nacieron, no de
sangre, ni de voluntad carnal, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
(Isaías 54:1)
“¡Clama gozosamente, mujer estéril que no diste a luz! Alégrate con clamor
gozoso y grita agudamente, tú que no tuviste dolores de parto, porque los
hijos de la desolada son más numerosos que los hijos de la mujer que tiene
dueño marital —ha dicho Jehová—.
(Gálatas 4:28)
Ahora bien, nosotros, hermanos, somos hijos pertenecientes a la promesa, así
como Isaac lo fue.
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¡Qué profunda es la sabiduría de Dios!
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¡Qué profunda es la
sabiduría de Dios!
“¡Oh la profundidad de las
riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables
son sus juicios e ininvestigables sus caminos!” (ROM. 11:33)
¿CUÁL es el mayor honor que le
han concedido? De buenas a primeras, puede que piense en alguna
responsabilidad que le confiaron o algún reconocimiento que le hicieron. Sin
embargo, para el cristiano bautizado no hay mayor privilegio que gozar
de la amistad de Jehová, el único Dios verdadero. En efecto, es todo un honor
llegar a ser “conocido por él” (1 Cor. 8:3; Gál. 4:9).
2 ¿Por qué decimos que es un honor
inmenso conocer a Jehová y ser conocidos por él? No solo porque se trata
del Ser más ilustre del universo, sino porque es el Protector de las personas
a quienes ama. Bien dijo el profeta Nahúm en un mensaje inspirado: “Jehová es
bueno, una plaza fuerte en el día de la angustia. Y sabe de los que
buscan refugio en él” (Nah. 1:7; Sal. 1:6). En realidad, si queremos
obtener vida eterna, es imprescindible que conozcamos bien al único Dios
verdadero y a su Hijo Jesucristo (Juan 17:3).
3 Ahora bien, ¿qué está envuelto
en conocer a Dios? Conocerlo es mucho más que saber su nombre personal.
Implica familiarizarse con Jehová, verlo como nuestro Amigo y descubrir lo
que le gusta y lo que le desagrada. También conlleva vivir de acuerdo con lo
que aprendemos acerca de su persona (1 Juan 2:4). Y eso no es todo.
Para conocerlo bien, debemos interesarnos en todos sus actos, examinando la
forma en que los llevó a cabo y los motivos que tuvo para hacerlos. Cuanto
mejor comprendamos sus propósitos, más nos maravillará “la profundidad [...]
de la sabiduría” divina (Rom. 11:33).
Jehová lleva a cabo
su propósito
4 Jehová es un Dios que siempre
actúa de acuerdo con un propósito. De hecho, la Biblia habla de su “propósito
eterno” (Efe. 3:10, 11). En las Escrituras, ¿qué idea transmite la palabra
“propósito”? La idea de una meta u objetivo definido que puede lograrse de
más de una forma.
5 Pongamos un ejemplo. Una persona
desea viajar a cierta ciudad. Llegar allí es su meta o propósito. Es muy
posible que seleccione el medio de transporte y la ruta entre diversas
opciones. Sin embargo, durante el trayecto tal vez se vea obligado a tomar una
vía alternativa por causa del mal tiempo, del tráfico o del cierre
de carreteras. El asunto es que, sin importar los cambios de última
hora, consigue su objetivo, pues llega a la localidad de destino.
6 De igual modo, Jehová lleva a
cabo su propósito eterno con notable flexibilidad. Sin dejar nunca de
respetar la libertad de elección de sus criaturas inteligentes, realiza
cualquier modificación que estima necesaria para lograr sus fines. Tomemos
como ejemplo la forma en que ha desarrollado su propósito valiéndose de la
Descendencia Prometida. Después de crear a nuestros primeros padres, Jehová
les mandó: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y
sojúzguenla” (Gén. 1:28). Ahora bien, cuando ambos se rebelaron en el jardín
de Edén, ¿se vio frustrado el propósito que había expresado Jehová? De ningún
modo. Ante la nueva situación, él tomó de inmediato nuevas medidas, una
“ruta” alternativa para conseguir su propósito. Anunció que vendría una
“descendencia” que remediaría todos los daños ocasionados por los rebeldes
(Gén. 3:15; Heb. 2:14-17; 1 Juan 3:8).
7 Ciertamente, Dios ha demostrado
una gran capacidad de adaptación al llevar a cabo su propósito. Y esto está
en armonía con la descripción que hizo de sí mismo al darle una comisión a
Moisés. Cuando Moisés señaló ciertos obstáculos que podrían impedirle cumplir
dicha comisión, Jehová lo tranquilizó diciéndole: “‘Yo resultaré ser lo que
resultaré ser’. Y añadió: ‘Esto es lo que has de decir a los hijos de
Israel: “Yo resultaré ser me ha enviado a ustedes”’” (Éxo. 3:14). Con esta
descripción de su persona, Jehová destacó su capacidad de llegar a ser todo
lo que haga falta a fin de llevar a cabo su propósito. El apóstol Pablo
ilustra este hecho de manera magistral en el capítulo 11 de la carta a los Romanos,
donde habla de un árbol simbólico, un olivo. Todos nosotros —tanto si
esperamos vivir eternamente en el cielo o en la Tierra— hacemos bien en
examinar esta comparación, pues nos ayudará a comprender mejor lo profunda
que es la sabiduría divina.
El propósito divino y
la Descendencia Prometida
8 Si queremos entender bien la
comparación del olivo, primero debemos recordar cuatro hechos sobre cómo
desarrolla Jehová su propósito valiéndose de la Descendencia Prometida.
Primero, que Dios le hizo esta promesa a Abrahán: “Mediante tu descendencia
ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra” (Gén. 22:17, 18).
Segundo, que Jehová les dio a los descendientes de Abrahán, la nación de
Israel, la oportunidad de producir “un reino de sacerdotes” (Éxo.
19:5, 6). Tercero, que Dios tomó otras medidas para producir dicho
“reino de sacerdotes” al ver que la mayoría de los israelitas
no aceptaron al Mesías (Mat. 21:43; Rom. 9:27-29). Y, cuarto, que aunque
Jesús es la parte principal de la descendencia de Abrahán, Jehová concede a
otras personas el honor de formar parte de dicha descendencia (Gál. 3:16,
29).
9 A estos cuatro puntos se une
otro dato que encontramos en Revelación: 144.000 personas van al cielo para
ser reyes y sacerdotes con Cristo (Rev. 14:1-4). Este libro los designa
también como “los hijos de Israel” (Rev. 7:4-8). ¿Quiere decir lo anterior
que todos los 144.000 son israelitas de raza, es decir, judíos? La
contestación a esta pregunta revela lo flexible que es Jehová al cumplir su
propósito. Para encontrar la respuesta, fijémonos ahora en la carta que
escribió Pablo a los romanos.
“Un reino de sacerdotes”
10 Como hemos visto, originalmente
Israel fue la única nación que tuvo el privilegio de proporcionar los
miembros que formarían “un reino de sacerdotes y una nación santa” (léase
Romanos 9:4, 5). Pero ¿qué
sucedería cuando llegara la Descendencia Prometida? ¿Saldría de la nación
judía la totalidad de los 144.000 israelitas espirituales, los cuales
constituyen la parte secundaria de la descendencia de Abrahán?
11 (Léase Romanos
11:7-10.) En el siglo primero, la nación judía rechazó a Jesús.
Por ello, la oportunidad de producir la descendencia de Abrahán dejó de ser
privilegio exclusivo suyo. No obstante, el día de Pentecostés del año
33, cuando comenzó a invitarse a los integrantes del futuro “reino
[celestial] de sacerdotes”, hubo algunos judíos que demostraron la debida
disposición y aceptaron esa invitación. Eran tan solo unos miles, nada más
que “un resto” en comparación con la entera nación judía (Rom. 11:5).
12 Entonces, ¿cómo completaría
Jehová “el número pleno” de miembros de la descendencia de Abrahán? (Rom.
11:12, 25.) Examinemos la respuesta que da Pablo: “No es como si la palabra
de Dios hubiera fallado. Porque no todos los que provienen de [la nación
literal de] Israel son realmente ‘Israel’. Ni porque son descendencia de
Abrahán son todos hijos [o sea, parte de la descendencia de
Abrahán] [...]. Es decir, los hijos en la carne no son realmente
los hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son contados como
descendencia” (Rom. 9:6-8). Por consiguiente, Jehová ya no exigía que
los miembros de la descendencia tuvieran a Abrahán como antepasado.
El olivo simbólico
13 Pablo compara a los miembros de
la descendencia de Abrahán con las ramas de un olivo cultivado (Rom. 11:21).
Este árbol simboliza el cumplimiento del propósito divino en lo referente al
pacto abrahámico. La raíz del olivo es santa y representa a Jehová, pues él
es quien le da vida al Israel espiritual (Isa. 10:20; Rom. 11:16). El tronco
corresponde a Jesús, la parte principal de la descendencia de Abrahán. Y el
conjunto de ramas representa “el número pleno” de quienes forman la parte
secundaria de dicha descendencia.
14 En la ilustración del olivo, los
judíos que nunca aceptaron a Jesús son comparados a ramas que, al
haber sido “desgajadas”, o arrancadas, del árbol perdieron la oportunidad de
formar parte de la descendencia de Abrahán (Rom. 11:17). ¿Quiénes serían los
reemplazos? Serían personas en las que nunca habrían pensado los judíos,
quienes tan orgullosos se sentían de tener por antepasado a Abrahán. Pero
no olvidemos que Juan el Bautista ya les había advertido que, si Jehová
lo deseaba, podía crear descendientes de Abrahán hasta de las propias piedras
(Luc. 3:8).
15 Entonces, ¿qué hizo Jehová para
realizar su propósito? Como explica Pablo, sustituyó las ramas desgajadas por
otras de acebuche. O, lo que es lo mismo, injertó ramas de olivo
silvestre en el olivo cultivado (léase Romanos 11:17,
18). En conformidad con estas palabras, los cristianos ungidos
procedentes de las naciones —entre ellos los miembros gentiles de la
congregación de Roma— fueron injertados, o incorporados, al olivo simbólico.
De este modo llegaron a formar parte de la descendencia de Abrahán.
Aunque en un principio no habían tenido ninguna posibilidad de
participar en ese pacto especial, pues eran como ramas de acebuche, Jehová
les dio la oportunidad de convertirse en judíos espirituales (Rom. 2:28, 29).
16 En una carta dirigida a los
israelitas espirituales, entre los cuales había cristianos gentiles, el
apóstol Pedro les dio esta explicación: “Para ustedes, por lo tanto,
[Jesucristo] es precioso, porque son creyentes; pero para los que
no creen: ‘la mismísima piedra que los edificadores rechazaron ha
llegado a ser la cabeza del ángulo’, y ‘una piedra de tropiezo y masa rocosa
de ofensa’. [...] Pero ustedes son ‘una raza escogida,
un sacerdocio real, una nación santa,
un pueblo para posesión especial, para que declaren en público las
excelencias’ de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa. Porque
en un tiempo ustedes no eran pueblo,
pero ahora son pueblo de Dios; eran
aquellos a quienes no se había mostrado misericordia, pero ahora son
aquellos a quienes se ha mostrado misericordia” (1 Ped. 2:7-10).
17 Jehová hizo algo que muchos
jamás hubieran esperado. Pablo describe lo sucedido como un proceso
“contrario a la naturaleza” (Rom. 11:24). ¿En qué sentido? En el sentido de
que resulta extraño, e incluso antinatural, injertar la rama de un árbol
silvestre en un árbol de huerto. (Cabe señalar, sin embargo, que eso era
precisamente lo que hacían algunos agricultores en el siglo primero.)
De igual modo, la medida que Dios tomó fue algo fuera de lo común. A
pesar de que los judíos consideraban que los gentiles eran incapaces de dar
buen fruto, él hizo que algunos de ellos formaran parte de “una nación” que
producía el fruto del Reino (Mat. 21:43). En el año 36, Cornelio, el primer
gentil incircunciso, abrazó el cristianismo y fue ungido con espíritu santo.
Desde ese momento quedó abierto el camino para que fueran injertadas en el
olivo simbólico personas que ni eran judías ni habían pasado
por la circuncisión (Hech. 10:44-48).
18 ¿Quiere decir lo anterior que
después del año 36 ya no podría ningún judío entrar a formar parte de la
descendencia de Abrahán? No. Pablo explica: “[Los judíos] también, si
no permanecen en su falta de fe, serán injertados; porque Dios puede
injertarlos de nuevo. Porque si tú fuiste cortado del olivo que por
naturaleza es silvestre, y contrario a la naturaleza fuiste injertado en el
olivo de huerto, ¡cuánto más estos que son naturales serán injertados en su
propio olivo!” (Rom. 11:23, 24).
“Todo Israel será salvo”
19 Ciertamente, el propósito divino
sobre “el Israel de Dios” se está cumpliendo de un modo maravilloso (Gál.
6:16). Como indicó Pablo, “todo Israel será salvo” (Rom. 11:26). Cuando
llegue el momento que Jehová ha establecido, “todo Israel” —o sea, el número
pleno de israelitas espirituales— realizará sus funciones en el cielo. En
efecto, servirán como reyes y sacerdotes. ¡Nada puede impedir que se realice
el propósito de Dios!
20 Gracias a la descendencia de
Abrahán, formada por Jesucristo y los 144.000, la “gente de las naciones”
podrá recibir grandes bendiciones, cumpliéndose así la promesa divina (Rom.
11:12; Gén. 22:18). Como vemos, los beneficios se extenderán al pueblo de
Dios en su totalidad. Sin duda, al contemplar cómo se va haciendo realidad el
propósito eterno de Jehová, no podemos menos que exclamar: “¡Oh la
profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios!”
(Rom. 11:33).
[Notas]
No hay razón para hablar de un
olivo típico y de otro antitípico, como si Israel fuera un olivo que
representara simbólicamente a otro. ¿Por qué no? Porque aunque la nación de
Israel produjo reyes y sacerdotes, nunca se convirtió en un reino de
sacerdotes; la propia Ley prohibía que los reyes israelitas ejercieran el
sacerdocio. De modo que la nación de Israel no fue ningún olivo que
prefigurara a otro árbol posterior. Lo que Pablo ilustró con su comparación
era cómo se cumple en el Israel espiritual el propósito de Dios de producir “un
reino de sacerdotes”. Esta explicación actualiza la que se publicó en La
Atalaya del 1 de enero de 1984, páginas 14 a 19.
Véase el recuadro “¿Para qué
injertar ramas de acebuche?”.
Ocurrió tal como había indicado
la profecía de las 70 semanas de años: los gentiles fueron admitidos cuando
terminó un período de tres años y medio durante el cual se invitó únicamente
a los judíos a formar parte de la nación espiritual (Dan. 9:27).
En Romanos 11:24, la expresión
“de huerto” traduce un prefijo derivado de un adjetivo que significa “bueno”,
“excelente” o “idóneo para su propósito”, y que se aplica en particular a
objetos que cumplen su finalidad.
¿Lo hemos captado?
• ¿Qué aprendemos acerca de
Jehová al examinar cómo cumple su propósito?
• ¿Qué representan los siguientes
elementos de la comparación de Romanos 11?
El olivo
La raíz
El tronco
Las ramas
• ¿Por qué era “contrario a la
naturaleza” el tipo de injerto que se usó?
[Preguntas del estudio]
1. ¿Cuál es el mayor honor para el cristiano
bautizado?
2. ¿Por qué es un privilegio sin par conocer
a Jehová y ser conocidos por él?
3. ¿Qué está implicado en conocer a Dios?
4, 5. a) ¿Con qué sentido se usa en la
Biblia la palabra “propósito”? b) Muestre con un ejemplo que es posible
lograr el mismo propósito de diversas maneras.
6. ¿Qué muestra de flexibilidad ha dado
Jehová al desarrollar su propósito?
7. ¿Qué nos enseña la descripción que hace
Jehová de sí mismo en Éxodo 3:14?
8, 9. a) ¿Qué cuatro puntos básicos nos
ayudarán a entender la comparación del olivo? b) ¿Qué pregunta vamos a
analizar, y qué nos revela sobre Jehová la respuesta?
10. ¿Qué privilegio tuvo en
exclusiva la nación de Israel?
11, 12. a) ¿Cuándo comenzó a
invitarse a los futuros miembros del Reino celestial, y cómo respondió la
mayoría de los judíos de la época? b) ¿Cómo completaría Jehová “el número
pleno” de integrantes de la descendencia de Abrahán?
13. a) ¿Qué simboliza el olivo?
b) ¿A quién representa la raíz? c) ¿Quién es el tronco? d) ¿Qué son las
ramas?
14, 15. ¿Quiénes son las ramas
“desgajadas” del olivo de huerto, y quiénes son las ramas injertadas?
16. ¿Cómo explicó Pedro la
formación de la nueva nación espiritual?
17. ¿En qué sentido fue
“contrario a la naturaleza” lo que hizo Jehová?
18. ¿Qué oportunidad tuvieron los
judíos aun después del año 36?
19, 20. Tal como indica la
comparación del olivo, ¿qué logra Jehová?
[Ilustración y recuadro de
la página 24]
¿Para qué injertar ramas
de acebuche?
▪ Lucio Junio Moderato Columela
fue un soldado y agricultor romano del siglo primero cuya fama se debe,
particularmente, a su obra en doce libros La labranza.
En el libro quinto cita “el viejo proverbio que dice que quien labra
el olivar, le está pidiendo el fruto; quien lo estercola [o abona], se lo
está suplicando; y quien abate sus ramas [podándolas], le fuerza a que se lo
dé”.
Luego señala: “No es raro [...] que algunos árboles, incluso estando
lozanos, no den fruto. A éstos va bien taladrarlos con el taladro gálico
y, hecho esto, meter en el agujero una estaca verde de acebuche, ajustándola
bien. De este modo, como penetrado por la planta fecunda, el árbol se volverá
más fértil”.
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domingo, 24 de febrero de 2013
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