TEXTO DEL DÍA
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CITA BÍBLICA
Descripción Biblia
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Referencias BÍBLICAS
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*** Texto del Martes, 19 de
Febrero de 2013 ***
► es13 pág. 23 Febrero
Martes 19 de febrero
No debes seguir tras
la muchedumbre para fines malos (Éxo. 23:2).
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(Éxodo 23:2) No debes
seguir tras la muchedumbre para fines malos;
y no debes testificar en cuanto a una controversia para desviarte con la
muchedumbre a fin de pervertir la justicia.
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(Proverbios 1:10)
Hijo mío, si los pecadores tratan de seducirte, no consientas.
(Proverbios 1:11)
Si siguen diciendo: “De veras ven con nosotros. Sí, pongámonos en emboscada
por sangre. Sí, acechemos sin causa alguna a los inocentes.
(1 Corintios
15:33) No se extravíen. Las malas compañías echan a perder los hábitos
útiles.
(1 Pedro
4:4) Porque no continúan corriendo con ellos en este derrotero al
mismo bajo sumidero de disolución, ellos están perplejos y siguen hablando
injuriosamente de ustedes.
(Job 31:34)
porque sufriera un sobresalto ante una gran muchedumbre, o el desprecio mismo
de familias me aterrorizara y me quedara callado, no saliera de la entrada.
(Lucas 23:23)
Con esto, ellos se pusieron a instar a grandes voces, y a demandar que fuera
fijado en un madero; y sus voces empezaron a salir triunfantes.
(Hechos 25:9)
Festo, deseando ganarse el favor de los judíos, dijo en respuesta a Pablo: “¿Deseas
subir a Jerusalén y ser juzgado allí delante de mí respecto a estas cosas?”.
(Romanos 1:32) Aunque estos conocen muy bien el justo
decreto de Dios, que los que practican tales cosas son merecedores de muerte,
no solo siguen haciéndolas, sino que también consienten a los que las
practican.
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Supongamos que hemos
iniciado un viaje. ¿Qué haremos si no estamos seguros de por dónde
continuar? Quizás veamos a muchos conductores tomando cierta salida y nos
sintamos tentados a ir detrás de ellos. Pero es peligroso tomar un rumbo tan
solo porque lo haga la mayoría. No todos los conductores van a ir al
mismo lugar que nosotros, ni tampoco tienen por qué conocer bien la
zona. Este ejemplo nos enseña una lección. Se trata de un principio que
extraemos de una de las leyes que Jehová dio a Israel. A cada persona
que fuera a servir de testigo o juez en un tribunal, Dios le dijo: “No debes
seguir tras la muchedumbre”. Hizo esta advertencia porque sabía que, debido a
la imperfección, es fácil ceder a las presiones de la gente y cometer una
injusticia. Claro, la norma de no seguir ciegamente a los demás no solo
es aplicable a los procesos judiciales, sino a cualquier situación de la
vida. La verdad es que las presiones para seguir a la mayoría se
presentan en casi todas las circunstancias. Además, pudieran aparecer de
forma repentina y ser difíciles de resistir. w11 15/7 1:3, 4
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¿Seguiremos la amorosa
guía de Jehová?
“Toda senda falsa he odiado.” (SAL. 119:128)
SUPONGAMOS que queremos viajar a cierto lugar y le pedimos orientación a
un amigo de confianza que conoce el trayecto. Él no solo nos
explica la ruta, sino que también nos advierte de posibles peligros. Por
ejemplo, nos dice que cierta señal de desvío engaña a muchos
conductores, quienes terminan perdidos por su culpa. ¡Cuánto agradecemos su
preocupación! Sin duda, seguiremos sus consejos. Pues bien, en cierto sentido,
Jehová es igual. Él nos muestra cómo alcanzar nuestro destino: la vida
eterna. Pero también nos advierte de las influencias que pueden sacarnos del
buen camino (Deu. 5:32; Isa. 30:21).
2 En este artículo y el siguiente veremos varios
peligros contra los que nos previene nuestro Gran Amigo, Jehová. Recordemos
que él nos advierte porque nos ama muchísimo y quiere que lleguemos
sanos y salvos a nuestro destino. Nada le dolería más que ver cómo nos perdemos
por culpa de estas malas influencias (Eze. 33:11). A continuación
examinaremos tres de ellas. La primera proviene de otras personas;
la segunda, de nuestros corazones; y la tercera, de cosas que, aunque la Biblia
las califica de irreales, son muy peligrosas. Es necesario que
comprendamos bien cuáles son estas influencias y cómo nos ayuda Jehová a
evitarlas. Un escritor bíblico dijo: “Toda senda falsa he odiado” (Sal.
119:128). Al igual que él, ¿rechazamos con firmeza la maldad? ¿Qué nos
ayudará a hacerlo?
“No debes seguir tras la muchedumbre”
3 Supongamos que ya hemos iniciado el viaje. ¿Qué
haremos si no estamos seguros de por dónde debemos continuar? Quizás
veamos a muchos conductores tomando cierta salida y nos sintamos tentados a
ir detrás de ellos. Pero es peligroso tomar un rumbo tan solo porque lo haga
la mayoría. No todos los conductores van a ir al mismo lugar que
nosotros, ni tampoco tienen por qué conocer bien la zona. Este ejemplo
nos enseña una lección. Se trata de un principio que extraemos de una de
las leyes que Jehová dio a Israel. A cada persona que fuera a servir de
testigo o juez en un tribunal, Dios le dijo: “No debes seguir tras la
muchedumbre” (léase Éxodo 23:2). ¿Por
qué hizo esta advertencia? Porque sabía que, debido a la imperfección, es fácil
ceder a las presiones de la gente y cometer una injusticia. Claro, la norma
de no seguir ciegamente a los demás no solo es aplicable a los
procesos judiciales, sino a cualquier situación de la vida.
4 La verdad es que las presiones para seguir a la mayoría
se presentan en casi todas las circunstancias. Además, pudieran aparecer de
forma repentina y ser difíciles de resistir. Pensemos, por ejemplo, en lo que
les sucedió a Josué y Caleb. Los dos habían formado parte de un grupo de doce
hombres que había estado espiando la Tierra Prometida. Los otros diez dieron
un informe muy negativo y desalentador. Hasta aseguraron que habían visto
gigantes que descendían de los nefilim, o sea, de los hijos que habían tenido
los ángeles rebeldes con las mujeres (Gén. 6:4). ¡Qué disparate! Aquellos
seres híbridos no solo no habían tenido hijos, sino que habían
muerto siglos antes en el Diluvio. Este ejemplo ilustra que, cuando las
personas están débiles en la fe, pueden aceptar las ideas más absurdas.
Así les sucedió a los israelitas: los rumores de los diez espías los llenaron
de pánico. Tanto es así que la mayoría pensó que sería un error hacer caso a
Jehová y entrar en la Tierra Prometida. ¿Qué harían Josué y Caleb en esas
circunstancias tan tensas? (Núm. 13:25-33.)
5 Aquellos dos hombres no se dejaron arrastrar por
los demás. Aunque la gente no quiso escucharlos e incluso amenazó con
apedrearlos, ellos defendieron la verdad. ¿Qué les permitió ser tan
valientes? Sin duda, la fe. Y es que cuando uno tiene fe, ve muy clara
la diferencia entre las santas promesas de Jehová y las afirmaciones sin
fundamento de los hombres. De hecho, Josué y Caleb expresaron más tarde
su satisfacción al ver que Dios había cumplido todo lo que había jurado hacer
(léanse Josué 14:6, 8
y 23:2, 14). Eran dos hombres
devotos y nunca se les habría ocurrido ofender a Jehová por complacer a
aquella multitud incrédula. Por eso, se mantuvieron firmes en su postura. ¡Qué
ejemplo para todos nosotros! (Núm. 14:1-10.)
6 ¿Nos hemos sentido alguna vez empujados a ceder ante
la opinión popular? Hoy, la gran mayoría de las personas no respetan
a Jehová ni sus normas, como se refleja, por ejemplo, en su actitud
hacia el entretenimiento. No son pocos los que caen en el error de
afirmar que la inmoralidad, la violencia y el ocultismo que inundan la
televisión, el cine y los videojuegos son del todo inofensivos (2 Tim.
3:1-5). Ahora bien, preguntémonos: “Cuando elijo las diversiones en las que
mi familia o yo participaremos, ¿dejo que la sociedad actual, con su ley del ‘todo
vale’, influya en mis decisiones y en mi conciencia?”. Si así
fuera, estaríamos pasando por alto el consejo de “no [...] seguir tras
la muchedumbre”.
7 Jehová nos ha hecho un extraordinario regalo para que
podamos tomar buenas decisiones: nuestras “facultades perceptivas”. La Biblia
usa esta expresión para referirse a la capacidad que tenemos de reflexionar
sobre los asuntos y distinguir entre lo bueno y lo malo. Para que estas
facultades funcionen como es debido, hay que entrenarlas “mediante el uso”
(Heb. 5:14). Ahora bien, esto no se logra copiando a los demás sin
pensar, ni tampoco aferrándose a una serie de reglas rígidas en asuntos
que cada uno debe decidir según su conciencia. Por esta razón, los
testigos de Jehová no publicamos ninguna lista de películas, libros o páginas
de Internet que deban evitarse. Además, el mundo cambia tan rápido que
cualquier lista se quedaría anticuada a los pocos minutos de salir (1 Cor.
7:31). Y, lo que es peor, una lista así nos privaría de hacer algo muy necesario:
examinar los principios bíblicos, pedirle ayuda a Dios y luego tomar
decisiones que le agraden (Efe. 5:10).
8 Claro, no todos van a estar de acuerdo con
nuestras decisiones basadas en la Biblia y, de hecho, van a tratar de
imponernos su criterio. Por ejemplo, los jóvenes cristianos quizás tengan que
relacionarse con compañeros de clase que insistan en que se comporten y
diviertan igual que ellos (1 Ped. 4:4). Pero ¡qué bueno es ver a tantos
hermanos que, sin importar su edad, demuestran la misma fe que Josué y Caleb!
Así es, respetan el mandamiento bíblico: “No debes seguir tras la
muchedumbre”.
“No deben andar siguiendo sus corazones
y sus ojos”
9 La segunda influencia peligrosa es interna. Volvamos a
la comparación del viaje. ¿Qué ocurrirá si dejamos a un lado los mapas y
actuamos por impulso, quizás eligiendo cierto camino porque nos gusta más el
paisaje? Muy probablemente no lleguemos a nuestro destino. Este ejemplo
nos ayuda a entender otro principio divino. Se encuentra en un
mandamiento que Jehová les dio a los israelitas: su ropa tenía que llevar
flecos y un cordón azul (léase Números 15:37-39).
Hoy esta ley pudiera parecer un tanto extraña, pero cumplía un importante
objetivo. Les recordaba a los israelitas que eran diferentes de las naciones
paganas que los rodeaban, algo imprescindible para disfrutar de la aprobación
de Dios (Lev. 18:24, 25). Por otro lado, ese mandato nos muestra
que dentro de nosotros tenemos una peligrosa influencia que puede sacarnos
del camino de la vida. ¿A qué nos referimos?
10 Fijémonos ahora en el mandato: “No deben andar
siguiendo sus corazones y sus ojos”. Jehová lo dio porque conoce muy bien cómo
somos los seres humanos. Sabe que el corazón —nuestro interior— se deja
arrastrar por lo que ven los ojos. Por eso nos hace esta advertencia: “El
corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado. ¿Quién
puede conocerlo?” (Jer. 17:9). ¿Comprendemos entonces por qué les pidió Jehová
a los israelitas que no siguieran sus ojos y su corazón? Sin duda,
porque sabía que los pueblos vecinos iban a parecerles fascinantes. Si caían
en la trampa de fijarse en ellos, terminarían adoptando primero sus modas y
luego sus ideas y costumbres paganas (Pro. 13:20).
11 Hoy es aún más fácil que nuestro corazón se deje engañar
por los sentidos. Vivimos en un mundo que se aprovecha de las malas
inclinaciones de la gente. Entonces, ¿cómo podemos aplicar el principio de Números
15:39? Quizás hayamos notado que en la escuela, en el trabajo o en la
comunidad en general la gente se viste de forma cada vez más provocativa. ¿Cómo
influye esto en nosotros? Al fijarnos en sus modas, ¿dejamos que nos
entren por los ojos? ¿Nos sentimos tentados a copiarlas y rebajar así
nuestras normas? (Rom. 12:1, 2.)
12 Es importantísimo que sepamos controlarnos. Si tendemos
a fijar la mirada en lo que no debemos, necesitamos actuar con la misma
resolución que Job, quien, por así decirlo, hizo un acuerdo con sus ojos para
que no miraran nunca con deseo a ninguna mujer salvo a su esposa (Job
31:1). Igualmente, el rey David tomó esta decisión: “No pondré enfrente
de mis ojos ninguna cosa que no sirva para nada” (Sal. 101:3). Sin duda,
todo lo que pueda dañar nuestra conciencia y nuestra amistad con Jehová es
una cosa que no sirve para nada bueno. Por eso, no deberíamos
fijar la mirada en nada que siembre malos deseos en nuestro corazón y nos
tiente a pecar.
13 ¿Pudiera darse el caso de que, sin querer, nos
convirtiéramos nosotros mismos en una “cosa que no sirva para nada”? En cierto
sentido, sí. ¿Cómo? Si lleváramos a otras personas a contemplar algo que
les despierte malos deseos. Por ejemplo, caeríamos en este error si pasáramos
por alto el consejo bíblico de vestir de modo “bien arreglado” y “con
modestia”, o decencia (1 Tim. 2:9). Para saber si cierta ropa es
modesta, no basta con nuestra propia opinión. Tenemos que examinar si
pudiera herir la conciencia y la sensibilidad de quienes nos rodean. La paz
y el bienestar de nuestros semejantes deben ser más importantes que nuestros
gustos y preferencias (Rom. 15:1, 2). Afortunadamente, en las
congregaciones hay miles de jóvenes que se arreglan de forma ejemplar. ¡Qué
orgullosos estamos de ellos! Demuestran que no están “siguiendo sus
corazones y sus ojos”, sino, más bien, esforzándose por agradar a Jehová en
todo.
“No deben desviarse para seguir
las cosas irreales”
14 Continuemos con el ejemplo del viaje. ¿Qué sucedería
si, al atravesar un gran desierto, nos saliéramos de la ruta porque viéramos
un espejismo? Si fuéramos detrás de esa imagen engañosa, hasta podríamos
perder la vida. Pues bien, Jehová conoce muy bien el peligro de confiar en
algo irreal. Por eso dio una advertencia a los israelitas que pidieron un rey
de carne y hueso, como tenían las naciones vecinas. Ese deseo era un pecado
muy grave, pues indicaba que estaban rechazando a Jehová como su Soberano.
Aunque él les permitió tener ese gobernante, les avisó a través del profeta
Samuel de que corrían el grave peligro de “desviarse para seguir las cosas
irreales” (léase 1 Samuel 12:21).
15 ¿Se imaginaban los israelitas que un rey visible sería
más real que Jehová y que podría ayudarlos mejor? En ese caso, habían caído
en el error de ir detrás de “cosas irreales”. Y ahora era más fácil que
fueran detrás de muchas otras de las fantasías promovidas por Satanás. Por
ejemplo, sus reyes podrían llevarlos a adorar ídolos. Los idólatras cometen
la terrible insensatez de creer que los dioses de madera o piedra son más
reales y más dignos de confianza que el Dios verdadero. Pero él es el Creador
de todas las cosas, mientras que, como bien dijo Pablo, “un ídolo no es
nada” (1 Cor. 8:4). Sin lugar a dudas, los ídolos son imágenes inútiles.
¿De qué vale poder verlos y tocarlos, si ellos mismos no ven, no oyen,
no hablan ni pueden ayudar a nadie? Adorarlos sería ir detrás de
algo irreal, de una fantasía que solo conduce al desastre (Sal. 115:4-8).
16 Satanás no ha perdido la habilidad de convencer a
la gente para que vaya en busca de “cosas irreales”. Por ejemplo,
consigue que muchos crean que en este mundo su seguridad depende de los
bienes materiales. Y no hay que negar que las riquezas, las
posesiones y los trabajos bien pagados les ofrecen ciertas ventajas. Pero, a
la hora de la verdad, cuando les llega una enfermedad grave, una crisis económica
o un desastre natural, ¿les valdrán de tanto como creen? Lo que es más, ¿impide
el dinero que se sientan vacíos y desorientados en la actualidad? ¿Les ayuda
a contestar las grandes preguntas de la vida? ¿Les infunde tranquilidad
cuando se ven ante la muerte? Si tratáramos de saciar el hambre
espiritual con bienes materiales, nos quedaríamos insatisfechos. No hay
duda: son “cosas irreales”. A la larga, ni siquiera dan seguridad física,
pues la vida no se puede prolongar indefinidamente, y la enfermedad y la
muerte no perdonan a nadie (Pro. 23:4, 5). ¡Qué diferente es
nuestro Dios! Jehová es mucho más real y nos ofrece verdadera seguridad. Pero
solo la recibiremos si somos sus amigos. ¡Qué bendición tan grande es
disfrutar de esa estrecha relación con él! Nunca la echemos a perder buscando
“cosas irreales”.
17 ¡Qué maravilloso es tener a Jehová como nuestro amigo
y nuestro guía en el viaje de la vida! Si hacemos caso de sus bondadosos
consejos, no caeremos en ninguno de los tres peligros que hemos
analizado: seguir a la mayoría, hacerle caso al corazón y perseguir “cosas
irreales”. Así podremos alcanzar nuestro destino final: la vida eterna. En el
próximo artículo analizaremos otras tres trampas en las que han caído muchos.
Si prestamos atención a las advertencias que hace Jehová contra estos
caminos falsos, llegaremos a odiarlos y nos esforzaremos al máximo por
evitarlos (Sal. 119:128).
¿Qué le ha parecido?
¿Cómo podría aplicar los principios de estos textos bíblicos?
• Éxodo 23:2
• Números 15:37-39
• 1 Samuel 12:21
• Salmo 119:128
[Preguntas del estudio]
1, 2. a) ¿Por qué pueden ser muy útiles
las advertencias antes de iniciar un viaje? b) ¿De qué nos avisa Jehová, y
por qué lo hace?
3. a) ¿Por qué es arriesgado
seguir a otros viajeros cuando no sabemos qué dirección tomar? b) ¿Qué
importante principio encontramos en Éxodo 23:2?
4, 5. ¿Qué presión sufrieron Josué
y Caleb, y qué les permitió resistirla?
6. ¿Qué podría empujarnos a
adoptar la opinión popular?
7, 8. a) ¿Cómo podemos entrenar
nuestras “facultades perceptivas”, y por qué es eso más útil que recurrir a
una lista de reglas para cada caso? b) ¿Qué ejemplo dan muchos jóvenes?
9. a) ¿Por qué es peligroso que el
viajero decida el camino por puro impulso? b) ¿Qué lograban los israelitas al
obedecer Números 15:37-39?
10. ¿Qué prueba dio Jehová de que conoce muy bien cómo somos los seres
humanos?
11. ¿Cómo pudiera nuestro corazón dejarse engañar por los ojos?
12, 13. a) ¿Qué deberíamos hacer si solemos fijar la mirada en lo que no debemos?
b) ¿Por qué deberíamos esforzarnos por no despertar malos deseos en los
demás?
14. ¿Qué advertencia dio Jehová mediante Samuel?
15. ¿De qué formas buscaron los israelitas “cosas irreales”?
16. a) ¿Cómo logra Satanás que muchos vayan detrás de “cosas irreales”?
b) ¿Por qué decimos que, en comparación con Jehová, los bienes materiales son
“cosas irreales”?
17. ¿Cuál debería ser nuestra resolución?
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martes, 19 de febrero de 2013
Martes, 19 de Febrero de 2013
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