TEXTO DEL DÍA
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CITA BÍBLICA
Descripción Biblia
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Referencias BÍBLICAS
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*** Texto del martes,
26 de febrero de 2013 ***
Martes 26 de
febrero
Por esta bondad inmerecida,
en verdad, ustedes han sido salvados mediante fe; y esto no debido a ustedes:
es dádiva de Dios (Efe. 2:8).
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(Efesios 2:8) Por esta bondad inmerecida, en verdad, ustedes han sido
salvados mediante fe; y esto no debido a ustedes: es dádiva de Dios.
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(Romanos 4:16) 16 A causa de
esto fue como resultado de fe, para que sea según bondad inmerecida, a fin de
que la promesa le sea segura a toda su descendencia, no solo a la que se
adhiere a la Ley, sino también a la que se adhiere a la fe de Abrahán. (Él es
el padre de todos nosotros,
(Juan 6:44)
44 Nadie puede venir a mí a menos que el Padre, que me
envió, lo atraiga; y yo lo resucitaré en el último día.
(Juan 1:12, 13) 12 No obstante, a
cuantos sí lo recibieron, a ellos les dio autoridad de llegar a ser hijos de
Dios, porque ejercían fe en su nombre; 13 . . .
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Jehová aceptó el
sacrificio redentor que ofreció su Hijo (Heb. 9:24; 10:10, 12).
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(Hebreos 9:24)
Porque Cristo entró, no en un lugar santo hecho de
manos, el cual es copia de la realidad, sino en el cielo
mismo, para comparecer ahora delante de la persona de Dios a favor de nosotros.
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(Hebreos 8:2)
2 siervo público del lugar santo y de la tienda
verdadera, que Jehová levantó, y no el hombre.
(Colosenses 2:17)
17 porque esas cosas son una sombra de las cosas por
venir, pero la realidad pertenece al Cristo.
(Levítico 16:15)
”Y tiene que degollar el macho cabrío de la ofrenda por el pecado, que es
para el pueblo, y tiene que traer su sangre al interior de la cortina y hacer
con su sangre lo mismo que hizo con la sangre del toro; y tiene que
salpicarla hacia la cubierta y delante de la cubierta.
(Juan 16:28)
Salí del Padre y he venido al mundo. Además, dejo el mundo y sigo mi camino
al Padre”.
(Romanos 8:34)
¿Quién es el que condenará? Cristo Jesús es aquel que murió, sí, más bien
aquel que fue levantado de entre los muertos, que está a la diestra de Dios,
que también aboga por nosotros.
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(Hebreos 10:10) Por
dicha “voluntad”
hemos sido
santificados mediante el ofrecimiento del cuerpo de
Jesucristo una vez para siempre.
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(Salmo 40:8)
En hacer tu voluntad, oh Dios mío, me he deleitado, y tu ley está dentro de
mis entrañas.
(Gálatas 1:4)
Él se dio por nuestros pecados para librarnos del inicuo sistema de cosas
actual según la voluntad de nuestro Dios y Padre,
(Juan 17:19)
Y me santifico a favor de ellos, para que ellos también sean santificados
mediante la verdad.
(1 Corintios
6:11) Y, sin embargo, eso era lo que algunos de ustedes eran. Pero
ustedes han sido lavados, pero ustedes han sido santificados, pero ustedes
han sido declarados justos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y con el
espíritu de nuestro Dios.
(Hebreos 13:12)
Por eso Jesús también, para santificar al pueblo con su propia sangre, sufrió
fuera de la puerta.
(Efesios 5:2)
2 y sigan andando en amor, así como el Cristo también
los amó a ustedes y se entregó por ustedes como ofrenda y sacrificio a Dios
para olor fragante.
(Romanos 6:10)
Porque [la muerte] que él murió, la murió con referencia al pecado una vez
para siempre; pero [la vida] que vive, la vive con referencia a Dios.
(Hebreos 9:28)
así también el Cristo fue ofrecido una vez para siempre para cargar con los
pecados de muchos; y la segunda vez que aparece será aparte del pecado y a
los que lo están esperando con intenso anhelo para [la] salvación [de ellos].
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(Hebreos 10:12) Pero
este [hombre] ofreció un solo sacrificio por los pecados
perpetuamente, y se sentó a la diestra de Dios,
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(Hebreos 9:28)
28 así también el Cristo fue ofrecido una vez para
siempre para cargar con los pecados de muchos; y la segunda vez que aparece
será aparte del pecado y a los que lo están esperando con intenso anhelo para
[la] salvación [de ellos].
(Romanos 8:34)
¿Quién es el que condenará? Cristo Jesús es aquel que murió, sí, más bien
aquel que fue levantado de entre los muertos, que está a la diestra de Dios,
que también aboga por nosotros.
(Colosenses 3:1)
Sin embargo, si ustedes fueron levantados con el Cristo, sigan buscando las
cosas de arriba, donde el Cristo está sentado a la diestra de Dios.
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. Sin embargo, ¿en qué situación se encontraban los
discípulos de Cristo mientras vivían en la Tierra? Todos ellos —incluidos sus
apóstoles fieles— seguían siendo imperfectos. Aunque se esforzaban por actuar
bien, no siempre lo conseguían. ¿Por qué? Por culpa del pecado heredado (Rom. 7:18-20).
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(Romanos 7:18-20) Porque sé que en mí, es decir, en
mi carne, nada bueno mora; porque la
facultad de desear está presente conmigo, pero la facultad de
obrar lo que es excelente no está [presente]. 19 Porque
lo bueno que deseo no lo hago, pero lo malo que no deseo es lo que practico. 20 Ahora,
pues, si lo que no deseo es lo que hago, el que lo obra ya
no soy yo, sino el pecado que mora en mí.
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(Génesis 6:5) Por consiguiente, Jehová vio que la
maldad del hombre abundaba en la tierra, y que toda inclinación de los
pensamientos del corazón de este era solamente mala todo el tiempo.
(Isaías 64:6) Y llegamos a ser como alguien inmundo,
todos nosotros, y todos nuestros actos de justicia son como una prenda de
vestir para períodos de menstruación; y nos marchitaremos como follaje, todos
nosotros, y nuestros errores mismos nos llevarán justamente como un viento.
(Mateo
26:41) 41 Manténganse alerta y oren de continuo, para que no
entren en tentación. El espíritu, por supuesto, está pronto, pero la carne es
débil”.
(Job 14:4)
4 ¿Quién puede producir a alguien limpio de alguien
inmundo? No hay ninguno.
(Santiago
4:17) 17 Por lo tanto, si uno sabe hacer lo que es correcto
y, sin embargo, no lo hace, es para él un pecado.
(Eclesiastés
7:20) 20 Pues no hay en la tierra hombre justo que siga
haciendo el bien y no peque.
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Pero ahora Dios
podía corregir la situación. Al haber aceptado el “rescate
correspondiente”, podía aplicarlo a favor de sus siervos, y así decidió
hacerlo (1 Tim. 2:6).
No es que Jehová estuviera obligado a aplicar el rescate a los apóstoles
y otras personas porque se lo hubieran ganado con sus buenas obras. Más bien,
lo hizo por su gran amor y misericordia. Por su libre decisión, los absolvió
de la condena que pesaba contra ellos y pasó a verlos como libres de la culpa
heredada de Adán. w11 15/6 2:12, 13
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(1 Timoteo 2:6) que se dio a sí mismo como rescate
correspondiente por todos...
de [esto] ha de darse testimonio a sus propios tiempos particulares.
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(Mateo 20:28) Así como
el Hijo del hombre no vino para que se le ministrara, sino para ministrar y
para dar su alma en rescate en cambio por muchos”.
(Marcos 10:45) Porque aun
el Hijo del hombre no vino para que se le ministrara, sino para ministrar y
para dar su alma en rescate en cambio por muchos”.
(Colosenses 1:14) por medio
de quien tenemos nuestra liberación por rescate, el perdón de nuestros
pecados.
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*** w11 15/6 Dios nos recomienda su
amor ***
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Dios nos recomienda su
amor
“La bondad inmerecida [reinará]
mediante la justicia con vida eterna en mira.” (ROM. 5:21)
“EL MAYOR [...] legado que
dejaron los romanos para la posteridad fueron sus leyes y la concepción de
que la vida tiene que ajustarse a las leyes.” (David J. Williams,
traductor de la Biblia y profesor de la Universidad de Melbourne, Australia.)
Sin entrar a discutir esta afirmación, hay un legado mucho más valioso.
Se trata de un regalo que nos ha hecho Jehová: el medio para que podamos
obtener su aprobación, la salvación y la vida eterna.
2 La forma en que Jehová hizo
disponible esta dádiva tiene algunas implicaciones que, en cierto sentido,
son de tipo legal. Pablo las explica en el capítulo 5 de Romanos, pero
no lo hace con un estilo frío, como en un tratado de derecho. Por el
contrario, comienza con unas palabras que nos llenan de emoción: “Ahora que
hemos sido declarados justos como resultado de fe, gocemos de paz con Dios
mediante nuestro Señor Jesucristo”. ¿Cómo ven la dádiva divina las personas
que la aceptan? Como una muestra del amor de Jehová a la que quieren
corresponder. Entre quienes actuaron así figura el propio apóstol, que
escribió: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones mediante
el espíritu santo” (Rom. 5:1, 5).
3 Ahora bien, ¿por qué fue
necesario que Dios nos diera ese bondadoso regalo? ¿Por qué pudo ofrecerlo de
forma justa y equitativa? ¿Qué debe hacer uno para recibirlo? Veamos las
convincentes respuestas que ofrecen las Escrituras y notemos cómo subrayan el
amor de Jehová.
El amor de Dios
frente al pecado del hombre
4 En su gran amor, Jehová envió a
su Hijo unigénito a ayudarnos. Bien lo dijo Pablo: “Dios recomienda su propio
amor a nosotros en que, mientras todavía éramos pecadores, Cristo murió por
nosotros” (Rom. 5:8). Notemos que aquí se destaca en qué condición nos
hallábamos los seres humanos cuando Jesús dio su vida: “todavía éramos
pecadores”. Por eso, hacemos bien en ver cómo llegamos a ese estado.
5 Pablo lo explica comenzando por
una realidad histórica: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el
mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos
los hombres porque todos habían pecado” (Rom. 5:12). En otros pasajes de
la Biblia, Dios nos brinda la clave para entender estas palabras. Como
sabemos, Jehová dio comienzo a la humanidad al crear a Adán y Eva, quienes,
al igual que él, eran perfectos. Luego les puso una prohibición muy
razonable, advirtiéndoles que si la desobedecían serían castigados con la
muerte (Gén. 2:17). Desgraciadamente, nuestros primeros padres tomaron la
desastrosa decisión de no hacer caso a Jehová, con lo que demostraron
que no lo aceptaban como Legislador y Soberano (Deu. 32:4, 5).
6 Los hijos de Adán fueron
engendrados después de la rebelión de Edén. Por eso, todos recibieron de su
padre el pecado y sus consecuencias. Ahora bien, Jehová no los culpó por
el pecado de Adán, pues no eran ellos los que habían violado su
mandamiento; además, para ese tiempo aún no se había dado ningún código
legal (Gén. 2:17). Con todo, heredaron el pecado. Desde entonces, el pecado y
la muerte reinaron sobre la humanidad hasta el tiempo en que Dios entregó la
Ley a los israelitas, la cual dejó claro que eran pecadores (léase
Romanos 5:13, 14).
El pecado transmitido por Adán pudiera compararse a ciertos males y
defectos hereditarios, como la talasemia, o anemia mediterránea, y la
hemofilia, la cual suele manifestarse en graves hemorragias.
Un personaje célebre que padeció esta última enfermedad fue el príncipe
Alejo de Rusia, hijo del zar Nicolás II y de la zarina Alejandra.
En familias como la anterior, no todos los hijos padecen el mal,
aunque quizás sean portadores. Pero con el pecado heredado de Adán es
diferente. Nadie está libre. Todos lo recibimos de nuestros padres, lo
pasamos a nuestros hijos y sufrimos sus mortales consecuencias. ¿Tendrá
remedio esta situación?
¿Qué nos ha brindado
Dios mediante Jesucristo?
7 El Dios de amor ha dispuesto lo
necesario para que nos curemos del pecado heredado. Pablo explicó que esto es
posible gracias al “último Adán”, es decir, un hombre que, al igual que el
primero, era perfecto (1 Cor. 15:45). Sin embargo, como veremos a
continuación, los dos actuaron de forma diferente y consiguieron resultados
completamente distintos (léase Romanos 5:15, 16).
8 Pablo señala que no sucede
“con el don como [...] con la ofensa”. ¿Qué ocurrió en el caso de “la
ofensa”, es decir, el pecado de Adán? Él mismo fue el culpable, y
recibió con toda justicia la sentencia de muerte. Pero, como añade el
apóstol, no fue el único que perdió la vida: “Por la ofensa de un solo
hombre muchos murieron”. La justicia de Dios exigía que los
descendientes imperfectos de Adán —entre ellos nosotros— recibieran la
misma condena que el primer hombre. No obstante, nos consuela saber que
el otro hombre perfecto, Jesús, fue capaz de conseguir un resultado
totalmente contrario. ¿Cuál? Pablo da la respuesta al mencionar que hombres
de toda clase son “declara[dos] justos para vida” (Rom. 5:18).
9 ¿Qué implican las palabras
griegas que se traducen “declaración de justicia” y “declararlos justos”?
El traductor de la Biblia antes citado escribió: “Es una imagen de
origen legal en la que se establece un punto casi jurídico. No se
refiere a un cambio en el interior de la persona, sino en su situación ante
Dios [...]. En la metáfora, Dios es el juez que toma una decisión a
favor del acusado, el cual —por así decirlo— comparece ante el tribunal
divino por el cargo de ser injusto, pero termina absuelto por el propio Dios”.
10 ¿Cómo podía “el Juez de toda la
tierra” actuar con justicia al absolver, o declarar libre de culpa, a una
persona injusta? (Gén. 18:25.) Podía hacerlo porque bondadosamente envió a la
Tierra a su Hijo unigénito y así puso la base necesaria. Jesús cumplió a la
perfección la voluntad de su Padre, a pesar de que se enfrentó a tentaciones,
burlas despiadadas y malos tratos. Fue fiel hasta el límite, llegando a morir
en un madero de tormento (Heb. 2:10). De este modo, sacrificó su vida
humana perfecta como rescate para redimir a los descendientes de Adán, es
decir, liberarlos del pecado y la muerte (Mat. 20:28; Rom. 5:6-8).
11 En otro pasaje, Pablo lo llama
un “rescate correspondiente” (1 Tim. 2:6). La cuestión es:
¿a qué corresponde? Al pecar, Adán trajo la imperfección y la
muerte a sus descendientes, o sea, a miles de millones de personas.
Es cierto que, como Jesús era perfecto, pudiera haber procreado miles de
millones de seres humanos perfectos. Y basándonos en ello, en el pasado
afirmamos que la combinación de la vida de Jesús y la de sus potenciales
descendientes perfectos constituía un sacrificio que correspondía, o
equivalía, a la vida de Adán y la de sus descendientes imperfectos. Pero
¿habla la Biblia en algún lugar de descendientes potenciales de Cristo que
formen parte del rescate? No. Romanos 5:15-19 señala que fue la muerte de “un
solo hombre” la que trajo la liberación. Como vemos, es la vida perfecta de
Jesús la que corresponde a la de Adán. La atención debe centrarse
exclusivamente en Jesucristo. Lo único que permitió que hombres de toda
clase recibieran la dádiva gratuita de ser declarados justos y obtener la
vida fue el “solo acto de justificación” de Jesús, es decir, su total
obediencia y fidelidad a Jehová hasta la muerte (2 Cor. 5:14, 15;
1 Ped. 3:18). Ahora bien, ¿cómo nos absuelve Dios gracias al rescate?
Absueltos gracias al rescate
12 Jehová aceptó el sacrificio
redentor que ofreció su Hijo (Heb. 9:24; 10:10, 12). Sin embargo, ¿en
qué situación se encontraban los discípulos de Cristo mientras vivían en la
Tierra? Todos ellos —incluidos sus apóstoles fieles— seguían siendo
imperfectos. Aunque se esforzaban por actuar bien, no siempre lo
conseguían. ¿Por qué? Por culpa del pecado heredado (Rom. 7:18-20). Pero
ahora Dios podía corregir la situación. Al haber aceptado el “rescate
correspondiente”, podía aplicarlo a favor de sus siervos, y así decidió
hacerlo.
13 No es que Jehová estuviera
obligado a aplicar el rescate a los apóstoles y otras personas porque se lo
hubieran ganado con sus buenas obras. Más bien, lo hizo por su gran amor y
misericordia. Por su libre decisión, los absolvió de la condena que pesaba
contra ellos y pasó a verlos como libres de la culpa heredada de Adán. Pablo
dejó muy claro este punto al decir: “Por esta bondad inmerecida, en verdad,
ustedes han sido salvados mediante fe; y esto no debido a ustedes: es
dádiva de Dios” (Efe. 2:8).
14 ¡Qué extraordinario regalo hace
el Todopoderoso cuando le perdona a alguien el pecado heredado y las faltas
en que ha caído! De hecho, si sumáramos los errores cometidos por la
totalidad de los cristianos antes de abrazar la verdad, la cifra sería
enorme. Pero gracias al rescate, Dios puede perdonar todos estos pecados.
Es tal como escribió Pablo: “El don resultó de muchas ofensas en una
declaración de justicia” (Rom. 5:16). Claro, tanto los apóstoles como las
demás personas que recibieron la generosa dádiva de ser declarados justos
tuvieron que seguir adorando a Jehová con fe. ¿Cuál sería su recompensa en el
futuro? “Los que reciben la abundancia de la bondad inmerecida y de la dádiva
gratuita de la justicia reinarán en vida mediante la sola persona,
Jesucristo.” El legado que dejó Adán es contrario al que deja Jehová al
hacer la dádiva de justicia. Mientras que el primero lleva a la muerte, el
segundo lleva a la vida (Rom. 5:17; léase Lucas 22:28-30).
15 Quienes reciben la dádiva de ser
declarados justos se convierten en hijos espirituales de Dios. Pasan a ser
coherederos con Cristo, lo que les brinda la esperanza de resucitar como
espíritus para reinar con él en el cielo (léase Romanos
8:15-17, 23).
Dios manifiesta su amor
a otros
16 Pero no todos los que
sirven a Dios con fe reinarán con Cristo en el cielo. Al igual que los
fieles de tiempos precristianos, muchos siervos de Jehová tienen hoy la
esperanza bíblica de vivir para siempre en una Tierra paradisíaca. ¿Les ha
hecho ya Jehová la amorosa dádiva de considerarlos justos con la vida
terrestre en perspectiva? Según explica Pablo a los romanos, podemos
contestar con un rotundo sí.
17 Pablo menciona un ejemplo
destacado. Habla de Abrahán, un hombre de fe que vivió siglos antes de que
Jehová entregara la Ley a Israel y mucho antes de que Cristo abriera el
camino a la vida en los cielos (Heb. 10:19, 20). El apóstol dice:
“No fue mediante ley que Abrahán o su descendencia tuvieron la promesa
de que él hubiera de ser heredero de un mundo, sino que fue mediante la
justicia por fe” (Rom. 4:13; Sant. 2:23, 24). Como vemos, Dios consideró
justo al fiel Abrahán (léase Romanos 4:20-22).
18 Eso no quiere decir que
este siervo de Dios nunca cometiera un pecado. No, él no era justo en
ese sentido (Rom. 3:10, 23). Sin embargo, Jehová, en su sabiduría
infinita, tomó en cuenta tanto su fe excepcional como sus obras de fe. En particular,
Abrahán tuvo fe en la “descendencia” prometida que vendría de su familia. Esa
Descendencia fue el Mesías, o Cristo (Gén. 15:6; 22:15-18). Tomando como base
“el rescate pagado por Cristo Jesús”, el Juez Supremo puede perdonar los
pecados de Abrahán y de muchos otros fieles de tiempos precristianos, lo cual
permitirá que resuciten en el futuro (léase Romanos
3:24, 25; Sal. 32:1, 2).
Dios nos considera justos
hoy
19 El hecho de que el Dios de amor
considerara justo a Abrahán debe animar a todos los cristianos verdaderos de
la actualidad. Jehová no lo declaró justo en el mismo sentido que a
quienes unge con espíritu para ser “coherederos con Cristo”. Los cristianos
de ese reducido grupo son “llamados a ser santos” y son aceptados como “hijos
de Dios” (Rom. 1:7; 8:14, 17, 33). Abrahán, sin embargo, llegó a ser
“amigo de Jehová”, y esto cuando Cristo aún no había dado su vida en
rescate (Sant. 2:23; Isa. 41:8). ¿Qué puede decirse, entonces, de los
cristianos que esperan vivir cuando se restaure el Paraíso?
20 Estos cristianos no han
recibido “la dádiva gratuita de la justicia” con vida celestial en mira
“mediante la liberación por el rescate pagado por Cristo Jesús” (Rom. 3:24;
5:15, 17). No obstante, tienen fe firme en Dios y en el medio que él
ha establecido para nuestra salvación. Y lo evidencian con sus buenas
obras, entre ellas la de ir “predicándoles [a las personas] el reino de Dios
y enseñando las cosas respecto al Señor Jesucristo” (Hech. 28:31). Por estas
razones, Jehová los considera justos en el mismo sentido que a Abrahán.
Aunque no disfrutan de “la dádiva gratuita” que reciben los ungidos,
aceptan muy agradecidos el mismo regalo que obtuvo el fiel patriarca: la
amistad con Dios.
21 La esperanza de vivir
eternamente en la Tierra no es una de tantas promesas que se quedarán
sin cumplir, como las que suelen hacer los políticos. Por el contrario, forma
parte del propósito que el Soberano Universal se ha trazado en su infinita
sabiduría. En efecto, Jehová ha ido dando los pasos necesarios para hacer
realidad su propósito. Y todas estas medidas las ha adoptado en
plena conformidad con la justicia. Lo que es más, son una demostración
palpable de su inmenso amor. Sin duda, Pablo tenía toda la razón del mundo
para escribir: “Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, mientras
todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:8).
[Nota]
La explicación de que la prole o
descendencia de Jesús estaba incluida en el “rescate correspondiente” se
publicó, por ejemplo, en Perspicacia para comprender las
Escrituras, volumen 2, página 825, párrafos 3 y 4.
¿Recordamos estos puntos?
• ¿Qué herencia hemos recibido
los descendientes de Adán, y cuáles han sido las consecuencias?
• Explique cómo se pagó el
“rescate correspondiente” y cuál es la correspondencia implicada.
• ¿De qué esperanza disfrutamos
al haber sido declarados justos?
[Preguntas del estudio]
1, 2. ¿Qué herencia dejaron los romanos, y
qué legado mucho más valioso hemos recibido?
3. ¿Qué preguntas es lógico hacerse?
4, 5. a) ¿Qué extraordinaria prueba de su
amor nos dio Jehová? b) ¿Qué hechos históricos nos aclaran el significado de
Romanos 5:12?
6. a) Explique por qué estaban los
descendientes de Adán condenados a morir y si la situación cambió al dar Dios
la Ley. b) ¿Por qué es comparable el pecado a una enfermedad como la
hemofilia?
7, 8. ¿Qué diferentes resultados produjeron
Adán y Jesús con su forma de actuar?
9. Cuando Dios declara justos a los hombres,
tal como dice Romanos 5:16, 18, ¿qué hace por ellos?
10. ¿Qué hizo Jesús para que Jehová
pudiera declararnos justos?
11. ¿Cuál es la correspondencia
en la que se basa el rescate?
12, 13. ¿Por qué es una muestra
de amor y misericordia el que Dios declare justa a una persona?
14, 15. ¿Qué recompensa se
ofreció a las personas a las que Dios declaró justas, pero qué tenían que
hacer todavía?
16. ¿Qué dádiva reciben hoy los
cristianos que no esperan reinar con Cristo?
17, 18. a) ¿Cómo consideró Dios
al fiel Abrahán? b) ¿Por qué pudo Jehová ver a Abrahán como una persona
justa?
19. ¿Qué hecho sobre Abrahán
anima a muchos cristianos de la actualidad?
20. ¿Qué deben hacer las personas
de la actualidad para que Dios las considere justas en el mismo sentido que a
Abrahán?
21. ¿De qué podremos disfrutar
gracias al amor y la justicia de Jehová?
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martes, 26 de febrero de 2013
martes, 26 de febrero de 2013
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