sábado, 23 de febrero de 2013

sábado, 23 de febrero de 2013


TEXTO DEL DÍA

CITA BÍBLICA
Descripción Biblia

Referencias BÍBLICAS
*** Texto del sábado, 23 de febrero de 2013 ***

Sábado 23 de febrero

Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto (Hech. 10:34, 35).

(Hechos 10:34, 35) Ante aquello, Pedro abrió la boca y dijo: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, 35 sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto.
(Deuteronomio 10:17) Porque Jehová su Dios es el Dios de dioses y el Señor de señores, el Dios grande, poderoso e inspirador de temor, que no trata a nadie con parcialidad ni acepta soborno,
(2 Crónicas 19:7) Y ahora, que el pavor de Jehová llegue a estar sobre ustedes. Tengan cuidado y actúen, porque con Jehová nuestro Dios no hay injusticia ni parcialidad ni aceptación de soborno”.
(Job 34:19) [Hay Uno] que no ha mostrado parcialidad a príncipes y no ha dado más consideración al noble que al de condición humilde, porque todos ellos son la obra de sus manos.
(Romanos 2:11) Porque con Dios no hay parcialidad.
(Gálatas 2:6) Pero de parte de los que parecían ser algo —qué clase de hombres hayan sido en otro tiempo a mí no me importa... Dios no se rige por la apariencia exterior del hombre— a mí, de hecho, aquellos hombres sobresalientes no me impartieron nada nuevo.
(Romanos 2:13) Porque los oidores de ley no son los justos ante Dios, sino que a los hacedores de ley se declarará justos.
(1 Corintios 12:13) Porque, de hecho, por un solo espíritu todos nosotros fuimos bautizados [para formar] un solo cuerpo, seamos judíos o griegos, seamos esclavos o libres, y a todos se nos hizo beber un solo espíritu.
(Gálatas 3:28) No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni varón ni hembra; porque todos ustedes son una [persona] en unión con Cristo Jesús.
Imagínese lo incómodo que debió de sentirse Pedro al entrar en casa de Cornelio. En vista de los prejuicios que había abrigado por tanto tiempo, ¿conseguiría “estar unido armoniosamente” con un gentil “en el vínculo [...] de la paz”? (Efe. 4:3, 16.)
(Efesios 4:3) esforzándose solícitamente por observar la unidad del espíritu en el vínculo unidor de la paz.
(Romanos 15:6) para que, de común acuerdo, con una sola boca glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
(1 Corintios 1:10) Ahora los exhorto, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que todos hablen de acuerdo, y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar.
(Filipenses 1:27) Solamente que pórtense de una manera digna de las buenas nuevas acerca del Cristo, a fin de que, sea que yo vaya y los vea, o esté ausente, oiga de las cosas que tienen que ver con ustedes, que están firmes en un mismo espíritu, esforzándose lado a lado con una misma alma por la fe de las buenas nuevas,
(Colosenses 3:15) También, que la paz del Cristo controle en sus corazones, porque, de hecho, ustedes fueron llamados a ella en un solo cuerpo. Y muéstrense agradecidos.

(Efesios 4:16) De él todo el cuerpo, por estar unido armoniosamente y hacérsele cooperar mediante toda coyuntura que da lo que se necesita, conforme al funcionamiento de cada miembro respectivo en la medida debida, contribuye al crecimiento del cuerpo para la edificación de sí mismo en amor.
               
(1 Corintios 12:27, 28) 27 Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y miembros individualmente. 28 . . .
(Colosenses 2:19) 19 puesto que no está firmemente adherido a la cabeza, a aquel de quien todo el cuerpo, suministrado y armoniosamente unido por medio de sus coyunturas y ligamentos, sigue creciendo con el crecimiento que Dios da.

Sí, pues días antes comenzó a modificar su actitud hacia las personas de otras razas. ¿Qué le ayudó a hacerlo? El espíritu santo le abrió el corazón, y Jehová le reveló en una visión que él no considera mejor ni peor a ninguna persona porque sea de determinada nacionalidad o raza (Hech. 10:10-15).
(Hechos 10:10-15) Pero le dio mucha hambre y quiso comer. Mientras hacían preparaciones, a él le sobrevino un arrobamiento, 11 y contempló el cielo abierto, y cierta clase de receptáculo que descendía como una gran sábana de lino que era bajada por sus cuatro extremos sobre la tierra; 12 y en este había toda suerte de cuadrúpedos y criaturas de la tierra que se arrastran y aves del cielo. 13 Y le vino una voz: “¡Levántate, Pedro, degüella y come!”. 14 Pero Pedro dijo: “De ninguna manera, Señor, porque jamás he comido cosa alguna contaminada e inmunda”. 15 Y le [habló] de nuevo la voz, por segunda vez: “Deja tú de llamar contaminadas las cosas que Dios ha limpiado”.

(Hechos 11:5) “Yo estaba en la ciudad de Jope orando, y vi en un arrobamiento una visión: alguna clase de receptáculo que descendía como una gran sábana de lino que era bajada por sus cuatro extremos desde el cielo, y vino hasta mí.
(Hechos 22:17) ”Pero cuando hube vuelto a Jerusalén y estaba orando en el templo, me sobrevino un arrobamiento
(Ezequiel 1:1) Ahora bien, en el año treinta, en el [mes] cuarto, en el [día] cinco del mes, mientras yo estaba en medio del pueblo desterrado junto al río Kebar, aconteció que se abrieron los cielos, y empecé a ver visiones de Dios.
(Hechos 7:56) y dijo: “¡Miren! Contemplo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios”.
(Revelación 19:11) Y vi el cielo abierto, y, ¡miren!, un caballo blanco. Y el que iba sentado sobre él se llama Fiel y Verdadero, y juzga y se ocupa en guerrear con justicia.
(Hechos 11:6) 6 Mirando en este con fijeza, hice observaciones, y vi cuadrúpedos de la tierra y bestias salvajes y criaturas que se arrastran y aves del cielo.
(Hechos 11:7) 7 También oí una voz que me decía: ‘¡Levántate, Pedro, degüella y come!’. . .
(Levítico 11:4) ”’Solo que esto es lo que no deben comer entre los que rumian y entre los que tienen partida la pezuña: el camello, porque es rumiante, pero no tiene pezuña partida. Es inmundo para ustedes.
(Levítico 11:13) ”’Y a las siguientes les tendrán asco entre las criaturas voladoras. No deberán comerse. Son cosa asquerosa: el águila y el águila pescadora y el buitre negro,
(Levítico 20:25) Y ustedes tienen que hacer distinción entre la bestia limpia y la inmunda y entre el ave inmunda y la limpia; y no deben hacer asquerosas sus almas con la bestia y el ave y cosa alguna que se mueve sobre el suelo que yo les he separado al declararlas inmundas.
(Deuteronomio 14:3) ”No debes comer cosa detestable de clase alguna.
(Deuteronomio 14:19) Y toda criatura alada enjambradora es inmunda para ustedes. No se deben comer.
(Ezequiel 4:14) Y procedí a decir: “¡Ay!, ¡oh Señor Soberano Jehová! ¡Mira! Mi alma no es [alma] contaminada; ni cuerpo [ya] muerto ni animal desgarrado he comido desde mi juventud, aun hasta ahora, y en mi boca no ha entrado ninguna carne asquerosa”.
(Mateo 15:11) No lo que entra por la boca contamina al hombre; pero lo que procede de la boca, eso es lo que contamina al hombre”.
(Hechos 10:28) y les dijo: “Bien saben ustedes cuán ilícito le es a un judío unirse o acercarse a un hombre de otra raza; y, no obstante, Dios me ha mostrado que no debo llamar contaminado o inmundo a ningún hombre.
(Romanos 14:14) Yo sé, y de ello estoy persuadido en el Señor Jesús, que nada de sí mismo es contaminado; solo cuando el hombre considera que algo es contaminado, para él es contaminado.
(1 Timoteo 4:4) La razón de esto es que toda creación de Dios es excelente, y nada ha de desecharse si se recibe con acción de gracias,
(Tito 1:15) Todas las cosas son limpias a los limpios. Pero a los contaminados y sin fe nada les es limpio, sino que tienen contaminada tanto la mente como la conciencia.
Pedro cambió, lo que le permitió disfrutar de verdadera unidad con “toda la asociación de hermanos” (1 Ped. 2:17).
(1 Pedro 2:17) Honren a [hombres] de toda clase, tengan amor a toda la asociación de hermanos, estén en temor de Dios, den honra al rey.

(Levítico 19:32) ”’Ante canas debes levantarte, y tienes que mostrar consideración a la persona del envejecido, y tienes que estar en temor de tu Dios. Yo soy Jehová.
(Romanos 12:10) En amor fraternal ténganse tierno cariño unos a otros. En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera.
(Romanos 13:7) Den a todos lo que les es debido: al que [pide] impuesto, el impuesto; al que [pide] tributo, el tributo; al que [pide] temor, dicho temor; al que [pide] honra, dicha honra.
(Gálatas 3:28) No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni varón ni hembra; porque todos ustedes son una [persona] en unión con Cristo Jesús.
(1 Juan 2:10) El que ama a su hermano permanece en la luz, y en el caso de él no hay causa de tropiezo.
(1 Juan 4:21) Y este mandamiento lo tenemos de él, que el que ama a Dios esté amando también a su hermano.
(Nehemías 5:15) En cuanto a los gobernadores anteriores que me habían antecedido, ellos lo habían hecho pesado sobre el pueblo, y siguieron tomando de ellos, para pan y vino, cuarenta siclos de plata diarios. También, sus servidores mismos se enseñoreaban dominantemente del pueblo. En cuanto a mí, yo no hice así a causa del temor a Dios.
(Salmo 111:10) El temor de Jehová es el principio de la sabiduría. Todos los que las ponen por obra tienen buena perspicacia. Su alabanza subsiste para siempre.
(Proverbios 8:13) El temor de Jehová significa odiar lo malo. El propio ensalzamiento y el orgullo y el mal camino y la boca perversa he odiado.
(2 Corintios 7:1) Por lo tanto, dado que tenemos estas promesas, amados, limpiémonos de toda contaminación de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
(Proverbios 24:21) 21 Hijo mío, teme a Jehová y al rey. Con los que están a favor de un cambio, no te entremetas.
El caso de Pedro ilustra el cambio tan espectacular que tiene lugar hoy entre los cristianos (Isa. 2:3, 4). w11 15/4 3:16, 17
(Isaías 2:3, 4) Y muchos pueblos ciertamente irán y dirán: “Vengan, y subamos a la montaña de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y él nos instruirá acerca de sus caminos, y ciertamente andaremos en sus sendas”. Porque de Sión saldrá ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. 4 Y él ciertamente dictará el fallo entre las naciones y enderezará los asuntos respecto a muchos pueblos. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.
(Jeremías 31:6) Pues existe un día en que los vigías de la región montañosa de Efraín realmente clamarán: ‘Levántense, y subamos a Sión, a Jehová nuestro Dios’”.
(Zacarías 8:23) ”Esto es lo que ha dicho Jehová de los ejércitos: ‘En aquellos días sucederá que diez hombres de todos los lenguajes de las naciones asirán, sí, realmente asirán la falda de un hombre que sea judío, y dirán: “Ciertamente iremos con ustedes, porque hemos oído [que] Dios está con ustedes”’”.
(Revelación 22:17) Y el espíritu y la novia siguen diciendo: “¡Ven!”. Y cualquiera que oiga, diga: “¡Ven!”. Y cualquiera que tenga sed, venga; cualquiera que desee, tome gratis el agua de la vida.
(Salmo 110:2) La vara de tu fuerza Jehová enviará desde Sión, [diciendo:] “Ve sojuzgando en medio de tus enemigos”.
(Isaías 51:4) ”Préstenme atención, oh pueblo mío; y grupo nacional mío, a mí presten oído. Porque de mí saldrá una ley misma, y haré que mi decisión judicial repose hasta como una luz para los pueblos.
(Romanos 10:18) Sin embargo, pregunto: No es que no hayan oído, ¿verdad? Pues, de hecho, “por toda la tierra salió su sonido, y hasta las extremidades de la tierra habitada sus expresiones”.
(Revelación 21:24) Y las naciones andarán por medio de su luz, y los reyes de la tierra llevarán a ella su gloria.
(1 Samuel 2:10) En cuanto a Jehová, los que contiendan contra él serán aterrorizados; contra ellos él tronará en los cielos. Jehová mismo juzgará los cabos de la tierra, para dar fuerza a su rey, para ensalzar el cuerno de su ungido”.
(Salmo 82:8) Levántate, sí, oh Dios, de veras juzga la tierra; porque tú mismo debes tomar posesión de todas las naciones.
(Salmo 96:13) delante de Jehová. Porque ha venido; porque ha venido a juzgar la tierra. Juzgará la tierra productiva con justicia, y a los pueblos con su fidelidad.
(Salmo 110:6) Ejecutará juicio entre las naciones; causará una plenitud de cuerpos muertos. Ciertamente hará pedazos al que es cabeza sobre una tierra populosa.
(Hechos 17:31) Porque ha fijado un día en que se propone juzgar la tierra habitada con justicia por un varón a quien ha nombrado, y ha proporcionado a todos los hombres una garantía con haberlo resucitado de entre los muertos”.
(Proverbios 11:5) La justicia del exento de culpa es lo que hará derecho su camino, pero en su propia iniquidad el inicuo caerá.
(Mateo 3:3) Este, de hecho, es aquel de quien se habló por medio de Isaías el profeta con estas palabras: “¡Escuchen! Alguien clama en el desierto: ‘¡Preparen el camino de Jehová! Hagan rectas las veredas de él’”.
(Lucas 3:5) Todo barranco tiene que ser rellenado, y toda montaña y colina allanada, y las curvas tienen que convertirse en caminos rectos, y los lugares escarpados en caminos llanos;
(Juan 1:23) Dijo: “Yo soy la voz de alguien que clama en el desierto: ‘Hagan recto el camino de Jehová’, así como dijo el profeta Isaías”.
(2 Timoteo 3:16) Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia,
(Hebreos 9:10) sino que tienen que ver solamente con alimentos y bebidas y diversos bautismos. Eran requisitos legales que tenían que ver con la carne y que fueron impuestos hasta el tiempo señalado para rectificar las cosas.
(Isaías 1:18) “Vengan, pues, y enderecemos los asuntos  entre  nosotros  —dice  Jehová—. Aunque los pecados de ustedes resulten ser como escarlata, se les hará blancos justamente como la nieve; aunque sean rojos como tela de carmesí, llegarán a ser aun como la lana.
(Efesios 2:1) Además, a ustedes [Dios los vivificó] aunque estaban muertos en sus ofensas y pecados,
(Colosenses 2:13) Además, aunque estaban muertos en sus ofensas y en el estado incircunciso de su carne, [Dios] los vivificó junto con él. Bondadosamente nos perdonó todas nuestras ofensas
(Salmo 46:9) Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego.
(Oseas 2:18) Y para ellos ciertamente celebraré un pacto en aquel día con relación a la bestia salvaje del campo y con la criatura voladora de los cielos y la cosa del suelo que se arrastra, y el arco y la espada y la guerra quebraré de la tierra, y sí haré que se acuesten en seguridad.
(Zacarías 9:10) Y ciertamente cortaré de Efraín [el] carro de guerra y de Jerusalén [el] caballo. Y el arco de batalla tiene que ser cortado. Y él realmente hablará paz a las naciones; y su gobernación será de mar a mar y desde el Río hasta los cabos de [la] tierra.
(Salmo 72:7) En sus días el justo brotará, y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea.
(Isaías 60:18) ”Ya no se oirá la violencia en tu tierra, despojo violento ni quebranto dentro de tus límites. Y ciertamente llamarás a tus propios muros: Salvación, y a tus puertas: Alabanza.
(Miqueas 4:3) Y él ciertamente dictará el fallo entre muchos pueblos, y enderezará los asuntos respecto a poderosas naciones lejanas. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzarán espada, nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.
(Mateo 5:44) Sin embargo, yo les digo: Continúen amando a sus enemigos y orando por los que los persiguen;
(Mateo 26:52) Entonces Jesús le dijo: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán por la espada.
*** w11 15/4 “El fruto del espíritu” glorifica a Dios ***

“El fruto del espíritu” glorifica a Dios
“Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan llevando mucho fruto.” (JUAN 15:8)
IMAGINEMOS estas dos escenas. Una cristiana madura se percata de que una muchacha de su congregación está preocupada y la invita a salir a predicar. Al conversar entre una puerta y otra, la joven se desahoga con ella, y más tarde da gracias a Jehová por el interés que ha demostrado su compañera; era justo lo que necesitaba. En otro lugar, un matrimonio que ha regresado del país donde ha estado predicando cuenta con entusiasmo sus experiencias en una reunión social. Entre los presentes hay un joven que los escucha en silencio. Años más tarde, al prepararse para viajar a su propia asignación, este hermano recordará a aquella pareja, cuyas palabras le infundieron el deseo de ser misionero.
2 Puede que estas situaciones nos recuerden a alguien que nos cambió la vida o, al revés, alguien en quien nosotros dejamos huella. Aunque no es habitual que una sola conversación tenga un efecto tan profundo, todos los días se nos presentan oportunidades de animar y fortalecer a quienes nos rodean. Imagínese que hubiera algo que nos permitiera hacerlo mejor, potenciando nuestras cualidades y aptitudes para que fuéramos más útiles a nuestros hermanos y a Dios. Sin duda agradeceríamos contar con algo así. Y lo cierto es que Jehová nos ofrece esa ayuda: el don del espíritu santo (Luc. 11:13). Cuando la fuerza activa de Dios opera en nosotros, produce hermosas cualidades que nos ayudan a mejorar en todos los aspectos de nuestra adoración. ¡Qué regalo tan maravilloso! (Léase Gálatas 5:22, 23.)
3 Las cualidades que produce el espíritu santo son un reflejo de la personalidad de Jehová, pues de él se origina dicha fuerza (Col. 3:9, 10). Ahora bien, ¿por qué deberíamos esforzarnos por imitar a Dios? Dirigiéndose a sus apóstoles, Jesús indicó la razón más importante: “Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan llevando mucho fruto” (Juan 15:8). Cuando cultivamos “el fruto del espíritu”, se notan los efectos en nuestra forma de hablar y de comportarnos, lo cual redunda en alabanza al Creador (Mat. 5:16). ¿Qué contraste hay entre las características del mundo y las cualidades que distinguen a los cristianos? ¿Cómo podemos cultivar el fruto del espíritu? ¿Por qué nos resulta tan difícil hacerlo? Analicemos estas preguntas a la vez que repasamos las primeras tres facetas del fruto del espíritu: amor, gozo y paz.
Amor que se rige por un principio más elevado
4 El amor que fomenta el espíritu santo es muy diferente del que suelen mostrar las personas del mundo. ¿Por qué? Porque se rige por un principio mucho más elevado. Jesús destacó la diferencia en el Sermón del Monte (léase Mateo 5:43-48). Señaló que hasta los pecadores se guían por la norma de la reciprocidad. En otras palabras, razonan: “Si me tratas bien, yo también lo haré”. Pero ese no es un amor de verdad, un amor sacrificado, sino un simple intercambio de favores. Los cristianos tienen que ser diferentes “para que demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos”. En vez de pagar a los demás con la misma moneda, debemos verlos y tratarlos tal como lo hace Jehová. De hecho, como indicó Cristo, tenemos que amar incluso a nuestros enemigos. ¿De verdad es eso posible?
5 Reflexionemos sobre el ejemplo de Pablo y Silas. Mientras predicaban en Filipos, los arrestaron, los llenaron de golpes, los arrojaron al calabozo y les pusieron los pies en un cepo. Seguramente, entre quienes los maltrataron estaba el carcelero. Cuando quedaron libres a consecuencia de un terremoto, ¿acaso pensaron en ajustar cuentas con él? Todo lo contrario. Movidos por amor abnegado y sincero interés, lo ayudaron sin demora, gracias a lo cual abrazó la verdad junto con toda su casa (Hech. 16:19-34). De igual modo, muchos hermanos de tiempos modernos han puesto en práctica esta máxima: “Sigan bendiciendo a los que los persiguen” (Rom. 12:14).
6 El amor por quienes comparten nuestra fe va mucho más allá: “Estamos obligados a entregar nuestras almas por nuestros hermanos” (léase 1 Juan 3:16-18). Claro, a menudo podemos demostrar que los queremos con cosas mucho más pequeñas; por ejemplo, procurando hacer las paces si los hemos ofendido con nuestras palabras o acciones (Mat. 5:23, 24). Pero ¿y si los ofendidos somos nosotros? ¿Tenemos siempre el corazón “listo para perdonar”, o somos un tanto rencorosos? (Sal. 86:5.) El intenso amor que produce el espíritu nos ayuda a cubrir las pequeñas ofensas de los demás perdonándolos liberalmente, o con generosidad, tal como “Jehová [nos] perdonó liberalmente” a nosotros (Col. 3:13, 14; 1 Ped. 4:8).
7 ¿Qué se necesita para desarrollar este amor abnegado por los hermanos? Estrechar la amistad con nuestro Padre celestial (Efe. 5:1, 2; 1 Juan 4:9-11, 20, 21). Para ello hemos de pasar momentos a solas con él orando, leyendo la Biblia y meditando. Así crecerá el cariño que le tenemos. Como es lógico, para poder acercarnos a Jehová es necesario que saquemos tiempo de otras actividades.
8 Imaginemos por un instante que solo hubiera una hora durante el día en la que se pudiera leer la Biblia, meditar y orar. ¿Verdad que la guardaríamos como un tesoro y no permitiríamos que nada estorbara ese momento a solas con nuestro Padre? ¡Menos mal que no es así! Nadie puede impedir que acudamos a Jehová cuando queramos, y la mayoría de nosotros tampoco tenemos limitado el acceso a su Palabra. No obstante, debemos tomar medidas para que el torbellino de actividades cotidianas no nos robe el tiempo que dedicamos a nuestra relación personal con Dios. ¿Sacamos todo el tiempo posible cada día para estrechar los lazos con él?
“Gozo de espíritu santo”
9 Todas las cualidades del fruto del espíritu son perdurables y se mantienen vivas a pesar de los problemas. Este interesante hecho se ve muy claro con la segunda cualidad: el gozo. En efecto, el gozo es como una planta resistente, que prospera hasta en los ambientes más hostiles. Recordemos que un número considerable de cristianos “aceptaron la palabra bajo mucha tribulación”, pero aun así experimentaron el “gozo de espíritu santo” (1 Tes. 1:6). Otros se enfrentan ahora mismo a graves problemas y privaciones. Pero Jehová, valiéndose de su espíritu, les da fuerzas a todos “para que aguanten plenamente y sean sufridos con gozo” (Col. 1:11). Ahora bien, ¿de qué manera nos infunde Dios este gozo?
10 A diferencia de “las riquezas inseguras” que nos ofrecen Satanás y su mundo, los tesoros espirituales que nos regala Jehová nunca pierden su valor (1 Tim. 6:17; Mat. 6:19, 20). Él nos llena de alegría al poner ante nosotros un futuro eterno. También nos infunde una dicha incomparable al hacernos parte de una hermandad mundial. Y, sobre todo, nos colma de gozo al concedernos su amistad. Hacemos nuestros los sentimientos de David, quien, durante el tiempo en que vivió fugitivo, cantó en un himno a Jehová: “Porque tu bondad amorosa es mejor que la vida, mis propios labios te encomiarán. Así te bendeciré durante el transcurso de mi vida” (Sal. 63:3, 4). Como vemos, la alabanza a Dios brota con júbilo de nuestro corazón aun en medio de las más duras pruebas.
11 El apóstol Pablo hace esta invitación a todos los cristianos: “Siempre regocíjense en el Señor. Una vez más diré: ¡Regocíjense!” (Fili. 4:4). ¿Por qué es tan importante que nos sintamos felices al adorar a Jehová? Porque así le damos a él nuestro apoyo en la cuestión de la soberanía que planteó Satanás. Recordemos que el Diablo afirma que nadie obedece a Dios de todo corazón (Job 1:9-11). Por eso, si lo adoráramos por deber, pero sin alegría, le estaríamos dando un sacrificio de alabanza incompleto. En vista de este hecho, procuramos seguir la exhortación del salmista: “Sirvan a Jehová con regocijo. Entren delante de él con un clamor gozoso” (Sal. 100:2). Ciertamente, para glorificar a Dios hay que servirle con espíritu alegre, con verdaderas ganas.
12 No obstante, debemos ser realistas: hay ocasiones en las que incluso los siervos de Jehová nos desanimamos y tenemos que luchar por mantener una actitud optimista (Fili. 2:25-30). ¿Qué nos ayuda en esos casos? Aplicar esta recomendación de Efesios 5:18, 19: “Sigan llenándose de espíritu, hablándose a sí mismos con salmos y alabanzas a Dios y canciones espirituales, cantando y acompañándose con música en el corazón a Jehová”. ¿Cómo podemos poner en práctica este consejo?
13 Cuando nos invadan los sentimientos negativos, oremos a Dios y meditemos en asuntos edificantes y dignos de alabanza (léase Filipenses 4:6-9). Algunos han visto que se sienten más animados y optimistas cuando escuchan los cánticos del Reino y los van tarareando. Un hermano solía sentir frustración y desaliento debido a un grave problema. ¿Qué lo ayudaba? “Además de orar con constancia y devoción —recuerda—, me aprendí de memoria varios cánticos. Me llenaba de paz entonar estas hermosas alabanzas a Jehová, fuera en voz alta o en silencio. Por aquellos días también salió el libro Acerquémonos a Jehová. Lo leí dos veces en un año. Era como un bálsamo para el corazón. Estoy seguro de que Jehová bendijo todos mis esfuerzos.”
La paz es el vínculo que nos une
14 En nuestras asambleas internacionales se respira un ambiente de hermandad entre hombres y mujeres de orígenes muy diversos. Esta unidad mundial es una magnífica demostración de la paz que reina en el pueblo de Dios. La gente suele quedarse admirada al ver que tantos cristianos, a pesar de provenir de grupos considerados irreconciliables, están “esforzándose solícitamente por observar la unidad del espíritu en el vínculo [...] de la paz” (Efe. 4:3). Esta armonía es extraordinaria, sobre todo teniendo en cuenta que para alcanzarla, muchos de ellos han tenido que vencer grandes obstáculos.
15 No es nada fácil unir a personas tan distintas. Algo que nos ayudará a comprender los retos implicados es examinar un ejemplo del siglo primero: el apóstol Pedro. Originalmente, ¿qué opinaba él acerca de relacionarse con gente incircuncisa de otras naciones? “Bien saben ustedes cuán ilícito le es a un judío unirse o acercarse a un hombre de otra raza”, comentó. Pero a continuación aclaró: “Dios me ha mostrado que no debo llamar contaminado o inmundo a ningún hombre” (Hech. 10:24-29; 11:1-3). Todo indica que desde niño le habían enseñado, como a la mayoría de los israelitas de la época, que la Ley exigía que amara únicamente a sus hermanos judíos. Puede que le pareciera muy normal ver a los gentiles como enemigos que merecían su odio.
16 Imagínese lo incómodo que debió de sentirse Pedro al entrar en casa de Cornelio. En vista de los prejuicios que había abrigado por tanto tiempo, ¿conseguiría “estar unido armoniosamente” con un gentil “en el vínculo [...] de la paz”? (Efe. 4:3, 16.) Sí, pues días antes comenzó a modificar su actitud hacia las personas de otras razas. ¿Qué le ayudó a hacerlo? El espíritu santo le abrió el corazón, y Jehová le reveló en una visión que él no considera mejor ni peor a ninguna persona porque sea de determinada nacionalidad o raza (Hech. 10:10-15). Por eso, el apóstol le dijo a Cornelio: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Hech. 10:34, 35). Como vemos, Pedro cambió, lo que le permitió disfrutar de verdadera unidad con “toda la asociación de hermanos” (1 Ped. 2:17).
17 El caso de Pedro ilustra el cambio tan espectacular que tiene lugar hoy entre los cristianos (léase Isaías 2:3, 4). Millones de hombres y mujeres “de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas” están armonizando su forma de pensar con “la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios” (Rev. 7:9; Rom. 12:2). Muchos de ellos manifestaron en su día el espíritu de este mundo marcado por el odio, la división y la contienda. Pero el estudio de las Escrituras y la ayuda de la fuerza activa de Dios les han enseñado a buscar “las cosas que contribuyen a la paz” (Rom. 14:19). Como resultado, disfrutan de una unidad que da gloria a Jehová.
18 ¿Cómo podemos contribuir a que sigan reinando la paz y la unidad en el pueblo de Jehová? En muchas congregaciones hay publicadores de origen extranjero. A veces traen costumbres diferentes o no hablan bien nuestro idioma. ¿Tomamos la iniciativa y nos acercamos a ellos? Eso es lo que nos insta a hacer la Biblia. En su carta a la congregación de Roma, donde había tanto judíos como gentiles, Pablo dijo: “Recíbanse con gusto unos a otros, así como el Cristo también nos recibió con gusto a nosotros, con gloria a Dios en mira” (Rom. 15:7). ¿Hemos pensado en alguien de nuestra congregación a quien pudiéramos conocer mejor?
19 Ahora bien, ¿qué más podemos hacer para que el espíritu santo actúe en nuestras vidas? En el próximo artículo analizaremos este punto y repasaremos las restantes facetas del fruto del espíritu.
[Notas]
El fruto del que habló Jesús engloba tanto “el fruto del espíritu” como “el fruto de labios”, el cual ofrecemos como sacrificio a Dios mediante la predicación del Reino (Heb. 13:15).
Levítico 19:18 dice: “No debes tomar venganza ni tener rencor contra los hijos de tu pueblo; y tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. Había maestros religiosos que afirmaban que la expresión “tu prójimo” significaba lo mismo que la expresión “los hijos de tu pueblo” y que, por lo tanto, se refería exclusivamente a los judíos. Aunque la Ley exigía que los israelitas se mantuvieran separados de otras naciones, de ningún modo les mandaba que consideraran enemigos a quienes no eran judíos y los odiaran, como llegaron a enseñar los guías espirituales del siglo primero.
¿Qué respuesta daríamos?
• ¿Cómo demostramos amor abnegado por los hermanos?
• ¿Por qué es tan importante que nos sintamos felices al adorar a Jehová?
• ¿Cómo podemos contribuir a que reinen la paz y la unidad en la congregación?
[Preguntas del estudio]
 1, 2. a) ¿Qué oportunidades tenemos de animar a los demás? b) ¿Qué don divino nos permite ser más útiles en el servicio a Jehová?
 3. a) ¿Por qué recibe gloria Dios cuando cultivamos “el fruto del espíritu”? b) ¿Qué preguntas vamos a analizar?
 4. ¿Qué clase de amor enseñó Jesús a sus discípulos?
 5. ¿Cómo podemos amar a quienes nos persiguen?
 6. ¿De qué diversas formas demostramos amor altruista por nuestros hermanos? (Véase el recuadro de la página 21.)
 7, 8. a) ¿Qué relación hay entre el amor a Dios y el amor al prójimo? b) ¿Cómo fortalecemos el amor por Jehová? (Véanse las fotografías de esta página.)
 9. ¿Qué interesante hecho podemos mencionar acerca del gozo que produce el espíritu santo?
10. ¿Cómo nos llena Jehová de gozo?
11. ¿Por qué es tan necesario que sintamos gozo al adorar a Jehová?
12, 13. ¿Cómo podemos combatir los sentimientos negativos?
14. ¿Cuál es una magnífica demostración de la paz que produce el espíritu santo?
15, 16. a) ¿Por qué le costó tanto a Pedro modificar su actitud hacia los gentiles? b) ¿Cómo ayudó Jehová al apóstol a cambiar su forma de pensar?
17. ¿Por qué es tan sobresaliente la unidad de que disfruta el pueblo de Dios?
18, 19. a) ¿Cómo podemos contribuir a que reinen la paz y la unidad en la congregación? b) ¿Qué analizaremos en el próximo artículo?
 “Estos son los verdaderos cristianos”
  Un libro que habla de la fidelidad de los testigos de Jehová bajo el nazismo, incluye el siguiente comentario de un joven prisionero judío sobre su primer encuentro con estos cristianos al llegar al campo de concentración de Neuengamme:
  “Cuando los judíos procedentes de Dachau entramos en el barracón, los demás judíos escondieron lo que tenían para no verse obligados a compartirlo con nosotros. [...] Aunque cuando vivíamos fuera [del campo de concentración] solíamos ayudarnos, ahora, en una situación de vida o muerte, cada uno se preocupaba ante todo por salvar su vida y se olvidaba de los demás. Pero ¿sabe lo que estaban haciendo los Estudiantes de la Biblia en esos días? Los tenían trabajando muy duro en la reparación de unas tuberías. El tiempo era muy frío, y pasaban el día entero en medio del agua helada. Nadie comprendía cómo podían soportarlo. Ellos decían que era Jehová el que les daba las fuerzas. Como nosotros, necesitaban el pan desesperadamente, pues estaban hambrientos. Aun así, ¿qué hacían? Reunían todos los panes que tenían, tomaban la mitad para ellos y el resto se lo entregaban a sus hermanos recién llegados de Dachau. Además, les daban la bienvenida y los besaban. Antes de comer, hacían una oración. Luego estaban todos tan contentos y satisfechos. Decían que ya no tenían hambre. En ese instante yo pensé: ‘Estos son los verdaderos cristianos’.” (Between Resistance and Martyrdom—Jehovah’s Witnesses in the Third Reich [Entre la resistencia y el martirio: los testigos de Jehová durante el Tercer Reich].)

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