jueves, 28 de febrero de 2013

jueves, 28 de febrero de 2013


TEXTO DEL DÍA

CITA BÍBLICA
Descripción Biblia

Referencias BÍBLICAS
*** Texto del jueves, 28 de febrero de 2013 ***

Jueves 28 de febrero

Jehová dará a conocer quién le pertenece a él (Núm. 16:5).



Respetemos la autoridad de Jehová Drama Testigos de Jehová YouTube 


(Números 16:5) Entonces habló a Coré y a su entera asamblea, y dijo: “Por la mañana Jehová dará a conocer quién le pertenece a él y quién es santo y quién tiene que acercársele, y quienquiera a quien él escoja se acercará a él.
(2 Timoteo 2:19) 19 Con todo, el fundamento sólido de Dios queda en pie, y tiene este sello: “Jehová conoce a los que le pertenecen”, y: “Que renuncie a la injusticia todo el que nombra el nombre de Jehová”.
(Levítico 21:6) 6 Deben resultar santos a su Dios, y no deben profanar el nombre de su Dios, porque ellos son los que presentan las ofrendas de Jehová hechas por fuego, el pan de su Dios; y tienen que resultar santos.
(Éxodo 28:43) Y tienen que estar sobre Aarón y sus hijos cuando entren en la tienda de reunión o cuando se acerquen al altar para ministrar en el lugar santo, para que no incurran en error y ciertamente mueran. Es estatuto hasta tiempo indefinido para él y para su prole después de él.
(Levítico 10:3) Entonces Moisés dijo a Aarón: “Esto es lo que ha hablado Jehová, diciendo: ‘Entre los allegados a mí sea yo santificado, y ante el rostro de todo el pueblo sea yo glorificado’”. Y Aarón guardó silencio.
(Éxodo 28:1) ”Y en cuanto a ti, haz que se te acerque Aarón tu hermano, y sus hijos con él, de en medio de los hijos de Israel, para que él me haga trabajo de sacerdote, Aarón, Nadab y Abihú, Eleazar e Itamar, los hijos de Aarón.
(Números 17:5) Y lo que tiene que suceder es que el hombre a quien yo escoja, su vara echará botones, y ciertamente haré cesar de en contra de mí las murmuraciones de los hijos de Israel, que ellos están murmurando en contra de ustedes”.
(1 Samuel 2:28) Y hubo un escogerlo para mí de todas las tribus de Israel, para que hiciera trabajo de sacerdote y subiera sobre mi altar para hacer ascender en espirales el humo de sacrificios, para que llevara un efod delante de mí, para que yo diera a la casa de tu antepasado todas las ofrendas de los hijos de Israel hechas por fuego.
(Salmo 105:26) Envió a Moisés su siervo, a Aarón, a quien había escogido.
Coré perdió de vista que el cabeza de la nación era Jehová y dejó de ser leal a las personas que Dios estaba utilizando. ¡Mejor hubiera sido que confiara en Jehová! Él podía hacerle ver los asuntos desde la óptica adecuada o realizar cualquier cambio que fuera necesario. Pero Coré no hizo eso, y terminó manchando su historial de fiel servicio por culpa del orgullo (Núm. 16:1-34).







(Números 16:1-34) Y Coré hijo de Izhar, hijo de Qohat, hijo de Leví, procedió a levantarse, junto con Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pélez, hijos de Rubén. 2 Y procedieron a levantarse delante de Moisés, ellos y doscientos cincuenta hombres de los hijos de Israel, principales de la asamblea, los convocados de la reunión, hombres de fama. 3 De modo que se congregaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: “Ya basta de ustedes, porque la entera asamblea son todos santos, y Jehová está en medio de ellos. ¿Por qué, pues, deben ustedes alzarse por encima de la congregación de Jehová?”. 4 Cuando Moisés llegó a oírlo, en seguida cayó sobre su rostro. 5 Entonces habló a Coré y a su entera asamblea, y dijo: “Por la mañana Jehová dará a conocer quién le pertenece a él y quién es santo y quién tiene que acercársele, y quienquiera a quien él escoja se acercará a él. 6 Hagan esto: Tomen para ustedes braserillos, Coré y toda su asamblea, 7 y pongan fuego en ellos y coloquen incienso sobre ellos delante de Jehová mañana, y tiene que suceder que el hombre a quien Jehová escoja, él es el santo. ¡Ya basta de ustedes, hijos de Leví!”. 8 Y Moisés pasó a decir a Coré: “Escuchen, por favor, ustedes, los hijos de Leví. 9 ¿Les es cosa tan pequeña el que el Dios de Israel los haya separado de la asamblea de Israel para presentarlos a sí para efectuar el servicio del tabernáculo de Jehová y para estar de pie delante de la asamblea para ministrarles, 10 y el que a ti y a todos tus hermanos contigo, los hijos de Leví, los haya hecho acercarse? Así es que ¿también tienen que tratar de conseguir el sacerdocio? 11 Por esa razón tú y toda tu asamblea que van reuniéndose están contra Jehová. En cuanto a Aarón, ¿qué es para que murmuren contra él?”. 12 Más tarde Moisés envió a llamar a Datán y Abiram, hijos de Eliab, pero ellos dijeron: “¡No vamos a subir! 13 ¿Es cosa tan pequeña el que nos hayas hecho subir de una tierra que mana leche y miel para hacernos morir en el desierto, que también procuras hacerte príncipe sobre nosotros hasta el límite? 14 El caso es que no nos has introducido en una tierra que mane leche y miel, para que nos des una herencia de campo y viña. ¿Será acaso que quieres perforar y sacar los ojos de aquellos hombres? ¡No vamos a subir!”. 15 Ante esto, Moisés se encolerizó mucho y dijo a Jehová: “No te vuelvas para mirar su ofrenda de grano. Ni un asno he tomado yo de ellos, ni he hecho daño a ninguno de ellos”. 16 Entonces Moisés dijo a Coré: “Tú y toda tu asamblea, estén presentes delante de Jehová, tú y ellos y Aarón, mañana. 17 Y tome cada uno su braserillo, y ustedes tienen que poner incienso sobre ellos y presentar cada cual su braserillo delante de Jehová, doscientos cincuenta braserillos, y tú y Aarón cada uno su braserillo”. 18 De modo que tomaron cada cual su braserillo y pusieron fuego sobre ellos y colocaron incienso sobre ellos y se quedaron parados a la entrada de la tienda de reunión, junto con Moisés y Aarón. 19 Cuando Coré tenía a toda la asamblea reunida contra ellos a la entrada de la tienda de reunión, entonces la gloria de Jehová se apareció a toda la asamblea. 20 Jehová ahora habló a Moisés y Aarón, y dijo: 21 “Sepárense de en medio de esta asamblea, para que extermine a estos en un instante”. 22 Ante esto, ellos cayeron sobre sus rostros y dijeron: “Oh Dios, el Dios de los espíritus de toda clase de carne, ¿pecará un solo hombre y te indignarás contra la entera asamblea?”. 23 A su vez, Jehová habló a Moisés, y dijo: 24 “Habla a la asamblea, y di: ‘¡Retírense de alrededor de los tabernáculos de Coré, Datán y Abiram!’”. 25 Después Moisés se levantó y fue a Datán y Abiram, y los ancianos de Israel fueron con él. 26 Entonces habló a la asamblea, y dijo: “Apártense, por favor, de delante de las tiendas de estos hombres inicuos, y no toquen cosa alguna que pertenezca a ellos, para que no sean barridos en todo el pecado de ellos”. 27 Inmediatamente ellos se retiraron de delante del tabernáculo de Coré, Datán y Abiram, por todos lados, y Datán y Abiram salieron, y se plantaron a la entrada de sus tiendas, junto con sus esposas, y sus hijos y sus pequeñuelos. 28 Entonces Moisés dijo: “En esto sabrán que Jehová me ha enviado a hacer todas estas obras, que no es de mi propio corazón: 29 Si fuera según la muerte de toda la humanidad como murieran estas personas, y con el castigo de toda la humanidad como se les impusiera castigo, entonces no es Jehová quien me ha enviado. 30 Pero si es algo creado que Jehová haya de crear, y el suelo tiene que abrir su boca y tragárselos, y todo cuanto les pertenece, y ellos tienen que bajar vivos al Seol, entonces de cierto sabrán ustedes que estos hombres han tratado a Jehová irrespetuosamente”. 31 Y aconteció que, tan pronto como él hubo acabado de hablar todas estas palabras, el suelo que estaba debajo de ellos empezó a partirse. 32 Y la tierra procedió a abrir su boca y a tragárselos a ellos y a sus casas y a todo el género humano que pertenecía a Coré, y todos los bienes. 33 Así que abajo fueron ellos, y todos los que les pertenecían, vivos al Seol, y la tierra fue cubriéndolos, de modo que perecieron de en medio de la congregación. 34 Y todos los israelitas que estaban en su derredor huyeron al grito de ellos, porque empezaron a decir: “¡Tenemos miedo de que la tierra nos trague a nosotros!”.
Este relato encierra una seria advertencia para todos, incluidos los ancianos. Es preciso que cultivemos la humildad, pues esta virtud nos ayudará a esperar en Jehová y seguir las directrices de los hermanos que ha puesto a cargo de la obra. ¿Nos esforzamos por ser tan humildes y mansos como Moisés? ¿Respetamos la posición que ocupan los hermanos responsables del rebaño y aplicamos sus instrucciones? ¿Tenemos la madurez necesaria para superar las decepciones? Si somos humildes y sumisos, Jehová nos conocerá y nos amará profundamente. w11 15/9 5:12, 15, 16


*** w11 15/9 ¿Me conoce Jehová? ***

¿Me conoce Jehová?
“Jehová conoce a los que le pertenecen.” (2 TIM. 2:19)
EN CIERTA ocasión, un fariseo se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el mandamiento más grande de la Ley?”. Y él le respondió: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente” (Mat. 22:35-37). Es obvio que el propio Cristo vivía de acuerdo con estas palabras. Pero además de sentir un gran amor por su Padre celestial, estaba muy deseoso de recibir su aprobación, y lo demostró siéndole siempre fiel. Por eso, poco antes de morir, pudo afirmar que su Padre sabía muy bien que era una persona fiel que obedecía todos sus mandamientos. Y, de este modo, se mantuvo en el amor de Jehová (Juan 15:10).
2 Hoy día son muchos los hombres y mujeres —entre ellos nosotros— que afirman conocer y amar a Dios. Pero no basta con eso. Hay que saber si él nos “conoce” —es decir, nos aprueba— a nosotros. Por eso, conviene que nos planteemos esta importante pregunta: “¿Puedo decir yo que Jehová me conoce y me ve como alguien que le pertenece?” (2 Tim. 2:19). Sin duda, es un maravilloso privilegio disfrutar de una relación tan especial con el Soberano del universo.
3 Hay quienes, aunque aman profundamente a Jehová, no terminan de convencerse de que pueden disfrutar de su amistad. A veces se debe a que se consideran poca cosa, indignos de pertenecerle. ¡Menos mal que él no nos ve así! (1 Sam. 16:7.) Fijémonos en estas palabras de Pablo: “Si alguien ama a Dios, este es conocido por él” (1 Cor. 8:3). Como notamos, para que Dios conozca a una persona, es necesario que esta lo ame. Pensemos por un momento: “¿Por qué estoy leyendo yo esta revista? ¿Por qué me esfuerzo por servir a Jehová con todo mi corazón, alma, mente y fuerzas? ¿Le he dedicado mi vida y me he bautizado? Si así es, ¿por qué lo he hecho?”. Recordemos que nuestro Padre celestial examina los corazones de los seres humanos, y solo atrae hacia él a quienes considera “cosas deseables”, es decir, personas valiosas (léanse Ageo 2:7 y Juan 6:44). Por lo tanto, si le estamos sirviendo es porque nos ha invitado a ser sus amigos. Mientras le seamos fieles, jamás nos abandonará. Nos cuidará siempre con mucho cariño, pues somos para él un tesoro (Sal. 94:14).
4 Una vez que Jehová nos atrae a su lado, ¿cuál debería ser nuestro mayor interés? Mantenernos en su amor (léase Judas 20, 21). La Biblia advierte que los cristianos pueden ser llevados “a la deriva” y “alejarse del Dios vivo” (Heb. 2:1; 3:12, 13). Eso fue lo que les sucedió a Himeneo y Fileto, a quienes menciona el apóstol Pablo justo antes de hacer el comentario de 2 Timoteo 2:19, nuestro texto temático. Por lo que vemos, estos dos hombres pertenecieron a Jehová, pero luego se apartaron de la verdad (2 Tim. 2:16-18). Y lo mismo les ocurrió a algunos miembros de las congregaciones de Galacia. Aunque llegaron a ser conocidos por Dios, no permanecieron en su luz espiritual (Gál. 4:9). ¡Nunca cometamos esa equivocación! No hay nada en el mundo que iguale el honor de ser amigos del Altísimo.
5 Para que una persona sea conocida por Dios, debe manifestar algunas cualidades que él aprecia (Sal. 15:1-5; 1 Ped. 3:4). Entre ellas figuran la fe y la humildad. Centrémonos en dos siervos fieles de la antigüedad que fueron ejemplos de estas virtudes y por ello gozaron del amor divino. Luego examinemos la historia de un hombre que, por su arrogancia, terminó siendo rechazado por Jehová a pesar de creerse amigo suyo. Todos estos casos encierran valiosas lecciones para nosotros.
“El padre de todos los que tienen fe”
6 La Biblia destaca que Abrahán fue un hombre que “puso fe en Jehová”, y de hecho lo llama “el padre de todos los que tienen fe” (Gén. 15:6; Rom. 4:11). Este patriarca dejó atrás su hogar, sus posesiones y sus amigos, y se mudó a un país lejano (Gén. 12:1-4; Heb. 11:8-10). Sin duda, tenía una enorme fe en Dios. Y no la perdió con los años. La demostró en múltiples ocasiones, particularmente cuando estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac a fin de cumplir las órdenes divinas (Heb. 11:17-19). Dios sabía que Abrahán confiaba plenamente en sus promesas, y por ello lo consideró un hombre muy especial y señaló que había “llegado a conocerlo” (léase Génesis 18:19). Es obvio que con estas palabras Jehová no solo quería decir que sabía que Abrahán existía, sino que lo estimaba como amigo (Sant. 2:22, 23).
7 Abrahán recibió la promesa divina de que sus descendientes heredarían la Tierra Prometida y serían tan numerosos “como los granos de arena que hay en la orilla del mar” (Gén. 22:17, 18). Sin embargo, aunque no vivió para ver el cumplimiento de esta promesa, mantuvo firme su confianza en Jehová. Comprendía que siempre que el Creador daba su palabra de hacer algo, podía darse por hecho. Y por su forma de vivir probó que tenía esa seguridad (léase Hebreos 11:13). ¿Qué puede decirse de nosotros? ¿Nos conoce Dios como personas que poseen una fe semejante?
Las personas de fe saben esperar en Jehová
8 Entre los anhelos más comunes del ser humano figuran disfrutar de buena salud, conseguir un cónyuge y formar una familia. Claro, aunque estos y otros deseos son perfectamente legítimos, no siempre llegan a realizarse. ¿Qué haremos en tales casos? La manera en que actuemos revelará hasta qué punto es fuerte nuestra fe.
9 Si queremos que Jehová nos conozca como siervos aprobados, sería insensato tratar de satisfacer esos deseos yendo en contra de su voluntad. Algunos caen en este error al elegir tratamientos médicos contrarios a los principios bíblicos. Otros lo hacen al aceptar empleos que no les dejan tiempo para su familia o les hacen perder reuniones de la congregación. Y hay quienes cometen esa equivocación al cultivar relaciones románticas con quienes no comparten su fe. ¿De verdad aprecian su relación con Jehová los cristianos que actúan de estas maneras? Pensemos en el caso de Abrahán. Si se hubiera cansado de esperar a que se cumplieran las promesas divinas y hubiera decidido mejorar su situación por su cuenta, tal vez volviendo a tener un domicilio fijo y haciéndose famoso entre la gente, ¿qué habría pensado Jehová? (Compárese con Génesis 11:4.) ¿Le habría seguido concediendo su favor?
10 ¿Cuáles son los deseos que a usted le gustaría ver hechos realidad? ¿Tiene la fe necesaria para seguir esperando en Jehová, quien promete satisfacer todos sus legítimos anhelos? (Sal. 145:16.) No olvidemos que, como en el caso de Abrahán, el cumplimiento de algunas promesas divinas pudiera tardar más de lo que nos gustaría. Pero si seguimos esforzándonos por imitar la fe de Abrahán, Dios nunca se olvidará de nosotros y, tarde o temprano, recibiremos grandes bendiciones (Heb. 11:6).
Dos polos opuestos
11 Moisés y Coré eran dos hombres a los que Jehová no veía de igual modo. ¿Por qué? Porque habían manifestado actitudes completamente opuestas ante el orden que él había establecido y las instrucciones que había dado. Repasemos la trayectoria de Coré, levita de la familia de Qohat. Tuvo grandes privilegios, entre los cuales probablemente estuvieron presenciar la liberación de su pueblo en el mar Rojo, respaldar el castigo de Jehová contra los rebeldes en el monte Sinaí y ayudar a transportar el arca del pacto (Éxo. 32:26-29; Núm. 3:30, 31). Parece que fue fiel a Jehová por muchos años, lo que le ganó el respeto de buena parte del campamento israelita.
12 Sin embargo, durante el trayecto a la Tierra Prometida, llegó un momento en que Coré creyó ver problemas en el modo como se dirigía la organización de Dios. Junto con 250 hombres destacados de la nación, trató de imponer ciertos cambios. Seguramente pensaban que contaban con el favor divino, y por eso desafiaron la autoridad de Moisés. Les dijeron a él y a su hermano Aarón: “Ya basta de ustedes, porque la entera asamblea son todos santos, y Jehová está en medio de ellos” (Núm. 16:1-3). ¡Qué muestra de arrogancia! Moisés se limitó a responder: “Jehová dará a conocer quién le pertenece a él” (léase Números 16:5). Al final del día siguiente, Coré y sus secuaces ya estaban muertos (Núm. 16:31-35).
13 A diferencia de Coré, “Moisés era con mucho el más manso de todos los hombres que había sobre la superficie del suelo” (Núm. 12:3). ¿Cuál fue una de las formas en que manifestó esa actitud mansa? Siguiendo humildemente las órdenes divinas (Éxo. 7:6; 40:16). En la Biblia no lo vemos cuestionando vez tras vez los mandatos del Creador o quejándose de sus decisiones. Pensemos tan solo en la orden de Jehová de que se le construyera un tabernáculo, una tienda donde sería adorado. Moisés recibió indicaciones muy precisas sobre la confección de las telas, el color de las hebras, el número de presillas y muchos otros detalles (Éxo. 26:1-6). A lo largo de la historia, Jehová ha usado en su organización superintendentes para guiar a su pueblo. Claro, quizás nos sintamos desanimados cuando dan instrucciones que nos parecen demasiado meticulosas. Pero nuestro Padre celestial es un superintendente perfecto, y sabe confiar en sus siervos y delegarles autoridad. Por eso, siempre que da muchos detalles lo hace con buenas razones. Cuando Moisés recibió tantas especificaciones para el tabernáculo, no se enojó con Jehová ni pensó que lo estuviera rebajando o que estuviera reprimiendo su creatividad y libertad. Todo lo contrario. Fue muy obediente y se aseguró de que los trabajadores realizaran sus labores exactamente como se había dispuesto (Éxo. 39:32). ¡Cuánta humildad demostró Moisés! Sin duda, reconocía que era la obra de Dios y que él no era más que un instrumento suyo.
14 Tiempo después, volvió a dar un ejemplo de humildad al enfrentarse a circunstancias que lo afectaron directamente. Fue en cierta ocasión en la que los israelitas se pusieron a quejarse. Él perdió los estribos y, lo que es peor, no dio gloria a Jehová. Como castigo, se le anunció que no introduciría a su pueblo en la Tierra Prometida (Núm. 20:2-12). Recordemos que, junto con su hermano Aarón, había soportado durante años las protestas de los israelitas. Y ahora, por haber cometido aquel único error, se le indicó que se quedaría sin presenciar el cumplimiento de algo que llevaba mucho tiempo esperando. ¿Cómo reaccionó al saberlo? Aunque lógicamente se sentiría decepcionado, aceptó con humildad la decisión de Jehová. Sabía que es un Dios recto “con quien no hay injusticia” (Deu. 3:25-27; 32:4). No hay duda de que Moisés era una de las personas a quienes Jehová conocía como fieles siervos suyos (léase Éxodo 33:12, 13).
Necesitamos ser humildes para obedecer a Jehová
15 Hoy, los hermanos que dirigen la obra mundial tienen que tomar muchas decisiones, lo que a veces exige realizar cambios. ¿Cómo reaccionamos cuando esto sucede? Recordemos que está en juego nuestra relación con Jehová. No podemos caer en el mismo error que Coré. Tanto él como sus compañeros perdieron el favor divino por confiar demasiado en sí mismos y hacer las cosas a su manera, manifestando orgullo y falta de fe. Coré no se dio cuenta de que, aunque la persona a la que veía tomar las decisiones día tras día era el anciano Moisés, el verdadero cabeza de la nación era Jehová. Al pasar por alto este hecho, dejó de ser leal a las personas que Dios estaba utilizando. ¡Cuánto mejor hubiera sido que confiara en Jehová! Él podía hacerle ver los asuntos desde la óptica adecuada o realizar cualquier cambio que fuera necesario. Pero Coré no lo hizo así, y terminó manchando su historial de fiel servicio por culpa del orgullo.
16 Este relato encierra una seria advertencia para todos, incluidos los ancianos de las congregaciones. Es preciso que cultivemos la humildad, pues esta virtud nos ayudará a esperar en Jehová y seguir las directrices de los hermanos que ha puesto a cargo de la obra. ¿Nos esforzamos por ser tan humildes y mansos como Moisés? ¿Respetamos la posición que ocupan los hermanos responsables del rebaño y aplicamos las instrucciones que nos dan? ¿Tenemos la madurez necesaria para superar las decepciones personales? Si manifestamos humildad y sumisión, Jehová sin duda nos conocerá y, lo que es más, nos amará profundamente.
“Jehová conoce a los que le pertenecen”
17 ¡Cuánto nos ayuda reflexionar sobre los ejemplos de personas a las que Jehová atrajo a su lado y concedió su amistad! Como hemos visto, Abrahán y Moisés, aunque cometían errores y eran tan imperfectos como nosotros, gozaron del privilegio de pertenecer a Dios. Coré, por el contrario, terminó lejos de Jehová y perdió su aprobación. En vista de este peligro, deberíamos preguntarnos: “¿Me conoce Jehová como un siervo fiel? ¿Qué lecciones extraigo de estos ejemplos bíblicos?”.
18 ¿Verdad que es alentador saber que Jehová nos ha atraído y nos ve como una preciada posesión suya? Si nos mantenemos fieles y cultivamos cualidades como la fe y la humildad, seremos cada día más valiosos a sus ojos. Sin duda, es un privilegio que él nos conozca. Gracias a ello, disfrutamos de una vida feliz en la actualidad y podremos recibir maravillosas bendiciones en el futuro (Sal. 37:18).
Puntos que recordar
• ¿Qué hermosa relación nos une a Jehová?
• ¿Cómo podemos imitar la fe de Abrahán?
• ¿Qué aprendemos de los ejemplos de Coré y Moisés?
[Preguntas del estudio]
 1, 2. a) ¿Cuál era el mayor deseo de Jesús? b) ¿Qué pregunta deberíamos plantearnos?
 3. ¿Por qué a algunas personas les cuesta creer que pueden disfrutar de la amistad con Dios, y qué puede ayudarles a cambiar su forma de pensar?
 4. ¿Por qué debemos meditar sobre lo valiosa que es nuestra amistad con Dios?
 5. a) ¿Qué dos cualidades valora Dios? b) ¿Qué ejemplos vamos a repasar?
 6. a) ¿Cómo demostró Abrahán que confiaba en las promesas divinas? b) ¿En qué sentido conocía Jehová a Abrahán?
 7. ¿Qué comprendía Abrahán acerca de las promesas de Jehová, y cómo influyó este hecho en su forma de vivir?
 8. ¿Cuáles son los anhelos legítimos de muchas personas?
 9, 10. a) ¿Cómo intentan algunos hacer realidad sus deseos? b) ¿Qué confianza tiene usted en las promesas de Jehová?
11. Al parecer, ¿qué privilegios tuvo Coré, y con qué actitud sirvió a Jehová por años?
12. Tal como vemos en la ilustración de la página 28, ¿cómo afectó el orgullo de Coré a su amistad con Dios?
13, 14. ¿De qué formas demostró Moisés que era una persona humilde?
15. ¿Qué lección aprendemos del error de Coré?
16. ¿Cómo nos ayuda el ejemplo de humildad de Moisés?
17, 18. ¿Qué nos ayudará a seguir gozando del favor de Jehová?

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