TEXTO DEL DÍA
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CITA BÍBLICA
Descripción Biblia
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Referencias BÍBLICAS
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*** Texto del Jueves, 21 de
Febrero de 2013 ***
► es13 pág. 24 Febrero
Jueves 21 de febrero
De veras tomo a
los levitas de entre los hijos de
Israel en lugar de todos los primogénitos
(Núm. 3:12).
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(Números 3:12) “En
cuanto a mí, ¡mira!, de veras tomo a los levitas de entre los hijos de Israel
en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel que abren la
matriz; y los levitas tienen que llegar a ser míos.
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(Números 3:41) Y tienes que tomar a los levitas para mí —yo soy Jehová— en
lugar de todos los primogénitos entre los hijos de Israel, y los animales domésticos
de los levitas en lugar de todos los primogénitos entre los animales domésticos
de los hijos de Israel”.
(Números 3:45) “Toma a los levitas en lugar de todos los primogénitos
entre los hijos de Israel, y los animales domésticos de los levitas en lugar
de los animales domésticos de aquellos; y los levitas tienen que llegar a ser
míos. Yo soy Jehová.
(Números 8:18) Y tomaré a los levitas en lugar de todos los primogénitos
entre los hijos de Israel.
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Como resultado de esta
selección, la tribu de Leví no obtuvo ningún terreno; más bien, la “herencia”
que le correspondió fue un valiosísimo servicio: “el sacerdocio de Jehová” (Jos. 18:7).
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(Josué 18:7) Porque los levitas no tienen participación
en medio de ustedes, por cuanto su herencia
es el sacerdocio de Jehová; y Gad
y Rubén y la media tribu de Manasés han tomado su herencia del lado
del Jordán hacia el oriente, la cual Moisés el siervo de Jehová
les ha dado”.
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(Números 18:20)
Y Jehová pasó a decir a Aarón: “No tendrás herencia en la tierra de ellos, y
no llegará a corresponderte parte alguna en medio de ellos. Yo soy la parte
que te corresponde, y tu herencia, en medio de los hijos de Israel.
(Josué 13:33)
Y a la tribu de los levitas Moisés no dio herencia. Jehová el Dios de Israel
es su herencia, tal como les ha prometido.
(Deuteronomio 10:9) Por eso Leví no ha llegado a tener
participación ni herencia con sus hermanos. Jehová es su herencia, tal como
Jehová tu Dios le había dicho.
(Deuteronomio 18:1) ”Ninguna participación ni herencia con
Israel debe llegar a pertenecer a los sacerdotes, los levitas, la entera
tribu de Leví. Deben comer las ofrendas de Jehová hechas por fuego, la misma
herencia de él.
(Deuteronomio 3:12)
12 Y tomamos posesión de esta tierra en aquel tiempo
en particular; desde Aroer, que está junto al valle torrencial de Arnón, y la
mitad de la región montañosa de Galaad, y sus ciudades he dado a los
rubenitas y a los gaditas.
(Deuteronomio 3:13)
13 Y el remanente de Galaad y todo Basán del reino de
Og lo he dado a la media tribu de Manasés. Toda la región de Argob de todo
Basán, ¿no se le llama la tierra de los refaím?
(Deuteronomio 4:47)
47 Y se pusieron a tomar posesión de su tierra y de la
tierra de Og el rey de Basán, los dos reyes de los amorreos que estaban en la
región del Jordán hacia el nacimiento del sol,
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Por eso él le dijo en Números 18:20:
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(Números 18:20) Y Jehová pasó a decir a Aarón: “No tendrás
herencia en la tierra de ellos, y no llegará a corresponderte parte alguna en medio de ellos.
Yo soy la parte que te corresponde, y tu herencia, en medio de los hijos de Israel.
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(Números 26:62) Y sus
inscritos ascendieron a veintitrés mil, todos varones de un mes de edad para
arriba. Pues ellos no fueron inscritos entre los hijos de Israel, porque no
había de dárseles herencia entre los hijos de Israel.
(Deuteronomio 10:9) Por eso Leví
no ha llegado a tener participación ni herencia con sus hermanos. Jehová es
su herencia, tal como Jehová tu Dios le había dicho.
(Deuteronomio 12:12) Y tienen que
regocijarse delante de Jehová su Dios, ustedes y sus hijos y sus hijas y sus
esclavos y sus esclavas y el levita que está dentro de sus puertas, porque él
no tiene participación ni herencia con ustedes.
(Deuteronomio 14:27) Y no debes
abandonar al levita que está dentro de tus puertas, porque él no tiene
participación ni herencia contigo.
(Josué 14:3) Porque Moisés
había dado la herencia de las otras dos tribus y de la otra media tribu al
otro lado del Jordán; y a los levitas no les dio herencia en medio de ellos.
(Deuteronomio 18:2) Así que ninguna herencia debe llegar a
pertenecerle en medio de sus hermanos. Jehová es su herencia, tal como le ha
hablado.
(Josué 13:14)
Fue solamente a la tribu de Leví a la que no dio herencia. Las ofrendas
hechas por fuego de Jehová el Dios de Israel son su herencia, tal como les ha
prometido.
(Josué 18:7)
Porque los levitas no tienen participación en medio de ustedes, por cuanto su
herencia es el sacerdocio de Jehová; y Gad y Rubén y la media tribu de Manasés
han tomado su herencia del lado del Jordán hacia el oriente, la cual Moisés
el siervo de Jehová les ha dado”.
(Ezequiel 44:28) ”‘Y tiene que llegar a ser de ellos como
herencia: Yo soy su herencia. Y ninguna posesión deben darles ustedes en
Israel: Yo soy su posesión.
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“Yo soy la parte que
te corresponde”. Ahora bien, ¿estaban condenados los levitas a vivir en la
pobreza por no poseer campos? El contexto muestra que no (Núm. 18:19, 21, 24)
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(Números 18:19) Todas las contribuciones
santas, que los hijos de Israel contribuirán a Jehová, se las he dado a ti y
tus hijos y tus hijas contigo, como una porción asignada hasta tiempo
indefinido. Es un pacto de sal hasta tiempo indefinido delante de
Jehová para ti y para tu prole
contigo”.
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(Éxodo 23:19)
”Lo mejor de los primeros frutos maduros de tu suelo has de traer a la casa
de Jehová tu Dios. ”No debes cocer el cabrito en la leche de su madre.
(Números 15:19) entonces tiene que suceder que, cuando
coman del pan de la tierra, deben hacer una contribución a Jehová.
(Números 18:11) Y esto te pertenece: la contribución de
su dádiva juntamente con todas las ofrendas mecidas de los hijos de Israel.
Se las he dado a ti y tus hijos y tus hijas contigo, como porción asignada
hasta tiempo indefinido. Toda persona limpia de tu casa podrá comerla.
(Números 18:26) “Y debes hablar a los levitas, y tienes
que decirles: ‘Ustedes recibirán de los hijos de Israel la décima parte que
les he dado a ustedes procedente de ellos como su herencia, y tienen que
contribuir de ella como contribución a Jehová una décima parte de la décima
parte.
(Números 31:29) De la mitad que es de ellos ustedes
deben tomarlo, y tienes que darlo a Eleazar el sacerdote como contribución de
Jehová.
(Números 18:8)
Y Jehová habló nuevamente a Aarón: “En cuanto a mí, ¡mira!, te he dado la
custodia de las contribuciones que se me hagan. De todas las cosas santas de
los hijos de Israel se las he dado a ti y tus hijos como porción, como porción
asignada hasta tiempo indefinido.
(2 Crónicas
31:4) Además, dijo al pueblo, los habitantes de Jerusalén, que dieran
la porción de los sacerdotes y de los levitas, a fin de que estos se
adhirieran estrictamente a la ley de Jehová.
(Levítico 2:13) ”’Y toda ofrenda de tu ofrenda de grano
la sazonarás con sal; y no debes dejar que falte de sobre tu ofrenda de grano
la sal del pacto de tu Dios. Junto con toda ofrenda tuya presentarás sal.
(2 Crónicas
13:5) ¿No es cosa que ustedes deban saber, el que Jehová el Dios de
Israel mismo dio un reino a David sobre Israel para tiempo indefinido, a él y
a sus hijos, por un pacto de sal?
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(Números 18:21) ”Y a
los hijos de Leví, ¡mira!, he dado toda décima
parte en Israel como herencia, en cambio por su servicio que ellos están
efectuando, el servicio de la tienda de reunión.
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(Levítico 27:30) ”’Y toda décima parte de la tierra, de la semilla de la
tierra y del fruto del árbol, pertenece a Jehová. Es cosa santa a Jehová.
(2 Crónicas 31:5) Y
tan pronto como la palabra prorrumpió, los hijos de Israel aumentaron las
primicias del grano, vino nuevo, y aceite y miel y todo el producto del
campo, y el décimo de todo lo trajeron en abundancia.
(Nehemías 10:37) También, las primicias de nuestra harina a medio
moler y nuestras contribuciones y el fruto de toda suerte de árbol, vino
nuevo y aceite los debemos traer a los sacerdotes, a los comedores de la casa
de nuestro Dios, lo mismo que el décimo de [lo que proviene de] nuestro
terreno a los levitas, puesto que ellos, los levitas, son los que reciben un
décimo en todas nuestras ciudades agrícolas.
(Nehemías 12:44) Además, en aquel día se efectuó el nombramiento de
hombres [que estarían] sobre los salones para los almacenes, para las
contribuciones, para las primicias y para los décimos, para recoger en ellos
de los campos de las ciudades las porciones [exigidas por] la ley para los
sacerdotes y los levitas; pues el regocijo de Judá fue a causa de los
sacerdotes y de los levitas que estaban presentes.
(Nehemías 13:12) Y todo Judá, por su parte, trajo el décimo del grano y
del vino nuevo y del aceite a los almacenes.
(Gálatas 6:6) Además, que cualquiera a quien se esté enseñando oralmente
la palabra haga partícipe en todas las cosas buenas al que da dicha instrucción
oral.
(Hebreos 7:5) Es verdad que los hombres de los hijos de Leví que reciben
su oficio sacerdotal tienen mandamiento de cobrar los diezmos del pueblo según
la Ley, es decir, de sus hermanos, aunque estos hayan procedido de los lomos
de Abrahán;
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(Números 18:24) Porque la décima parte de los hijos de
Israel, que ellos contribuirán a Jehová como contribución, la he dado a los
levitas como herencia. Por eso les he dicho: ‘En medio de los hijos de Israel
ellos no deben conseguir posesión de una herencia’”.
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(Deuteronomio 10:9)
9 Por eso Leví no ha llegado a tener participación ni
herencia con sus hermanos. Jehová es su herencia, tal como Jehová tu Dios le
había dicho.
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“En cambio por su
servicio”, las familias de la nación les entregaban “toda décima parte en
Israel como herencia”, es decir, un diez por ciento de las cosechas y de los
animales que nacían. A su vez, los levitas reservaban la décima parte de
lo que recibían —lo más selecto— para dársela a los sacerdotes (Núm. 18:25-29). Estos últimos
también recibían “todas las contribuciones santas” que los israelitas
llevaban al santuario. Sin duda, los sacerdotes podían confiar plenamente en
que Jehová cubriría sus necesidades. w11 15/9 1:3, 4
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(Números 18:25-29) Entonces
Jehová habló a Moisés, y dijo: 26 “Y debes hablar a
los levitas, y tienes que decirles: ‘Ustedes recibirán de los hijos de Israel
la décima parte que les he dado a ustedes procedente de ellos como su herencia, y tienen que contribuir de ella como contribución a
Jehová una décima parte de la décima parte. 27 Y
esto tiene que contárseles como su contribución, como el grano de la era y como el pleno producto del lagar para el vino o para
el aceite. 28 De esta manera ustedes mismos también
contribuirán una contribución a Jehová de todas sus décimas partes que
recibirán de los hijos de Israel, y de ellas tienen que dar a Aarón el
sacerdote la contribución para Jehová. 29 De todas las
dádivas [hechas] a ustedes, contribuirán toda clase de contribución a Jehová,
de lo óptimo de ello, como alguna cosa santa que procede de ellas’.
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(Números 18:21) ”Y a los hijos de Leví, ¡mira!, he dado
toda décima parte en Israel como herencia, en cambio por su servicio que
ellos están efectuando, el servicio de la tienda de reunión.
(Deuteronomio 12:19) Cuídate para que no abandones al levita
durante todos tus días sobre tu suelo.
(Nehemías 10:38) Y el sacerdote, el hijo de Aarón, tiene
que resultar hallarse con los levitas cuando los levitas reciban un décimo; y
los levitas mismos deben llevar en ofrenda un décimo del décimo a la casa de
nuestro Dios, a los comedores de la casa de las provisiones.
(Hebreos 7:9) Y, si se me permite usar la expresión,
mediante Abrahán hasta Leví, que recibe diezmos, ha pagado diezmos,
(Números 15:20)
20 Deben hacer una contribución de las primicias de su
harina a medio moler como tortas anulares. Como la contribución de una era,
de esa manera deben contribuirla. . .
(Números 18:12)
12 ”Todo lo mejor del aceite y todo lo mejor del vino
nuevo y el grano, sus primicias, que ellos darán a Jehová, te los he dado a
ti.
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*** w11 15/9 Jehová es nuestra
herencia ***
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Jehová es nuestra
herencia
“Yo soy la parte que te corresponde, y tu herencia, en
medio de los hijos de Israel.” (NÚM. 18:20)
UNA vez que Israel conquistó gran parte de la Tierra Prometida, llegó el
momento de repartirla. De ello se encargaron Josué, el sumo
sacerdote Eleazar y los cabezas de las tribus (Núm. 34:13-29). Ellos le asignaron
una porción a cada tribu, pero no le entregaron ninguna a la de Leví
(Jos. 14:1-5). ¿Por qué no? ¿Será que la pasaron por alto? ¿O acaso no le
correspondía ninguna parte o herencia?
2 En realidad, Jehová no tenía ninguna intención de
abandonar a los levitas. De hecho, él mismo le había asegurado a Aarón
como representante de esta tribu: “Yo soy la parte que te corresponde, y tu
herencia, en medio de los hijos de Israel” (Núm. 18:20). ¡Qué palabras tan
profundas! ¿Cómo nos sentiríamos nosotros si Dios nos prometiera algo así?
Tal vez nos preguntáramos: “¿Soy yo digno de recibir como herencia al
Todopoderoso? ¿Es posible que, a pesar de nuestra imperfección, los
cristianos gocemos de semejante privilegio?”. Sin duda, son preguntas muy
importantes, ya que están muy relacionadas con cada uno de nosotros y
nuestros seres queridos. Así pues, comenzaremos explicando qué significa
tener a Jehová como herencia. Luego veremos en qué sentido puede ser él
nuestra propia herencia, sea que esperemos vivir en el cielo o en la Tierra.
Jehová cuida a la tribu de
Leví
3 Antes de la Ley mosaica, cada cabeza de familia se
encargaba de las labores sacerdotales. Pero cuando se instituyó la Ley, estas
funciones quedaron reservadas a la tribu de Leví, cuyos hombres se dedicarían
exclusivamente a trabajar como sacerdotes o ayudantes de estos. ¿Cómo se llegó
a este sistema? Recordemos que, cuando Jehová dio muerte a los primogénitos
varones de Egipto, explicó que había santificado a los primogénitos de
Israel, es decir, los había convertido en propiedad suya a fin de que le
sirvieran. Sin embargo, más tarde decidió utilizar a los levitas “en lugar de
todos los primogénitos de los hijos de Israel”. Eso sí, como el número total
de primogénitos resultó ser mayor que el de levitas, mandó pagar un
rescate para compensar la diferencia (Núm. 3:11-13, 41, 46, 47). A partir
de entonces, la tribu de Leví comenzó su servicio sagrado en la nación.
4 Como vimos, la tribu de Leví no obtuvo ningún
terreno; más bien, la “herencia” que le correspondió fue un valiosísimo
servicio: “el sacerdocio de Jehová” (Jos. 18:7). Por eso él le dijo en Números
18:20: “Yo soy la parte que te corresponde”. Ahora bien, ¿estaban condenados
los levitas a vivir en la pobreza por no poseer campos? El contexto
muestra que no (léase Números 18:19,
21, 24). “En cambio por su servicio”, las
familias de la nación les entregaban “toda décima parte en Israel como
herencia”, es decir, un diez por ciento de las cosechas y de los animales que
nacían. A su vez, los levitas reservaban la décima parte de lo que recibían
—lo más selecto— para dársela a los sacerdotes (Núm. 18:25-29). Estos últimos
también recibían “todas las contribuciones santas” que los israelitas
llevaban al santuario. Sin duda, los sacerdotes podían confiar plenamente en
que Jehová cubriría sus necesidades.
5 Según parece, la Ley mosaica mandaba que todas las
familias reservaran otra décima parte de sus ganancias para su propio
sustento y disfrute durante las asambleas anuales (Deu. 14:22-27). No obstante,
en algunas ocasiones —al final del tercer y sexto año del ciclo sabático de
siete años— debían utilizar este segundo diezmo para ayudar a los pobres y
los levitas. ¿Por qué se beneficiaban también los levitas? Porque ellos no tenían
ni “participación ni herencia” en Israel (Deu. 14:28, 29).
6 Si los levitas no heredaron ninguna tierra, ¿dónde
vivían? Jehová cuidó de ellos, pues les asignó ciertas ciudades y campos
adyacentes. En total, disponían de 48 poblaciones —entre ellas, las seis
ciudades de refugio— donde residían cuando no estaban trabajando en el
santuario (Núm. 35:6-8). Es evidente que Dios atendía con creces las
necesidades de quienes se dedicaban por completo a su servicio. ¿Cómo
podían demostrar ellos que realmente veían a Jehová como su herencia?
Confiando en que él tenía la capacidad y el deseo de cuidarlos.
7 A veces había israelitas que no pagaban el
diezmo. Aunque tal negligencia no era castigada por la Ley mosaica,
perjudicaba a todos los levitas, incluidos los sacerdotes. Eso fue lo que les
ocurrió en tiempos de Nehemías. Como consecuencia, se vieron obligados a
trabajar en sus campos y descuidaron su servicio sagrado (léase
Nehemías 13:10). Los miembros de la tribu de Leví
dependían para su sustento de que el resto de la nación fuera obediente. Sin
duda, necesitaban demostrar confianza en Jehová y en el medio que había
establecido para cuidarlos.
Levitas que tuvieron a Jehová como
herencia personal
8 Aunque la tribu de Leví en general tenía a Jehová como
la herencia que le correspondía, algunos de sus miembros usaron a título
individual la expresión “Jehová es la parte que me corresponde”, manifestando
así su devoción y confianza en Dios (Lam. 3:24). Entre ellos figura el
compositor del Salmo 73, Asaf. Así se llamaba uno de los encargados de
dirigir a los cantores levitas en tiempos del rey David, si bien es posible
que el nombre se refiera aquí a algún descendiente suyo que servía de
cantante y compositor (1 Cró. 6:31-43). Sea quien fuere el escritor de
este salmo, lo cierto es que se sentía desconcertado al ver que a los
malvados les iba bien en la vida. Cegado por la envidia, llegó a afirmar: “En
vano he limpiado mi corazón y lavo mis manos en la inocencia”. Parece que había
olvidado que servir a Jehová y tenerlo como herencia era un gran honor. Sin
embargo, su crisis espiritual terminó después de “entrar en el magnífico
santuario de Dios” (Sal. 73:2, 3, 12, 13, 17).
9 Una vez en el santuario, Asaf comenzó a ver las cosas
desde la perspectiva del Altísimo. Muchos cristianos han vivido una
experiencia semejante. Al igual que este levita, dejaron de valorar como
debían los privilegios espirituales y se concentraron en los bienes
materiales que podrían conseguir. Pero al estudiar la Palabra de Dios y
reunirse con su pueblo, corrigieron su forma de pensar. En el caso de
Asaf, él se dio cuenta de que, tarde o temprano, la gente mala cosecha lo que
siembra. Al reflexionar en las bendiciones que había recibido, comprendió
que Jehová lo llevaría de la mano y lo guiaría. De ahí que Asaf le dijera:
“Además de ti, de veras no tengo otro deleite en la tierra” (Sal. 73:23, 25).
Sabía que, pasara lo que pasara —incluso si le fallaban la salud y el ánimo—,
siempre podría asegurar: “Dios es [...] la parte que me corresponde
hasta tiempo indefinido” (léase Salmo 73:26).
¡Qué aliviado se sintió al recordar que Jehová jamás olvidaría su amistad y
fiel servicio! (Ecl. 7:1.) Tanto es así que cantó: “Acercarme a Dios es bueno
para mí. En el Señor Soberano Jehová he puesto mi refugio” (Sal. 73:28).
10 Cuando Asaf declaró que Jehová era la parte, o
herencia, que le correspondía, estaba hablando de mucho más que de la ayuda
material que recibía por ser levita. Más bien, se refería al honor de servir
a Dios en su santuario y gozar de su amistad (Sant. 2:21-23). Para mantener
viva esa relación, debía demostrar fe en Jehová y confiar en que su futuro
sería mucho mejor si le obedecía. ¿Verdad que nosotros podemos tener la misma
fe y confianza?
11 Otro levita que usó la expresión “Jehová es la parte
que me corresponde” fue Jeremías. Veamos qué quiso decir. Este profeta vivía
en Anatot, una ciudad levítica cercana a Jerusalén (Jer. 1:1). En cierta
ocasión se mostró contrariado al ver que la gente mala prosperaba, mientras
que los buenos pasaban muchas penalidades (Jer. 12:1). Él sabía que
Jehová es justo; por eso, al ver lo que ocurría en Jerusalén y Judá, le
expresó su malestar. ¿Qué respuesta recibió? Dios le mandó proclamar un
mensaje de juicio y se encargó de que sus profecías se cumplieran al pie de
la letra: quienes no hicieron caso perdieron la vida, pero quienes
obedecieron recibieron “su alma [...] como despojo”, es decir, se
salvaron (Jer. 21:9).
12 La nación quedó desolada y en ruinas. Al verla en
tan lamentable estado, Jeremías se encontró perdido, como si Jehová lo
estuviera obligando a caminar en la oscuridad. Se sintió sin vida, “como
hombres que han estado muertos por largo tiempo” (Lam. 1:1, 16; 3:6).
Jerusalén y Judá habían sido destruidas porque los israelitas se negaron a
dejar atrás su gran maldad y volver a su Padre celestial. Es cierto que
el profeta se lo había advertido a la nación y que él no tenía la culpa
de nada, pero aun así estaba muy triste. Con todo, reconoció que si la nación
no había desaparecido por completo se debía a la “bondad amorosa de
Jehová”, cuyas muestras de misericordia eran “nuevas cada mañana”. Y entonces
afirmó: “Jehová es la parte que me corresponde”. En efecto, no había
perdido su valioso privilegio de ser profeta de Dios (léase Lamentaciones
3:22-24).
13 Al decir: “Jehová es la parte que me corresponde”,
Jeremías demostró, además, que confiaba en la compasión divina, lo que le
permitió mantener “una actitud de espera”. Todas las tribus de Israel
necesitaban cultivar esa misma actitud, pues habían perdido sus tierras y el
país permanecería vacío y desolado setenta años (Jer. 25:11). Jehová era su única
esperanza. Setenta años después trajo a su pueblo de regreso a su patria y le
devolvió el privilegio de servirle allí (2 Cró. 36:20-23).
Una herencia personal que no se
limitaba a los levitas
14 Ahora bien, ¿eran únicamente los levitas —como Asaf y
Jeremías— quienes tendrían el privilegio de servir a Dios? ¡Claro que no! Un buen
ejemplo de ello es David, quien antes de ser rey de Israel le dijo a Jehová: “Tú
eres [...] la parte que me corresponde en la tierra de los vivientes” (léase
Salmo 142:1, 5). Cuando
compuso este salmo, David no se encontraba en un palacio ni una
casa, sino en una cueva, donde se ocultaba de sus enemigos. Durante su vida,
se escondió al menos dos veces en cuevas, una cerca de la ciudad de Adulam y
otra en el desierto de En-guedí. Por tanto, es posible que fuera en una de
ellas donde escribió el Salmo 142.
15 Recordemos que quien lo perseguía para matarlo era
nada menos que el rey Saúl. Huyendo de él, David se introdujo en una cueva de
difícil acceso (1 Sam. 22:1, 4). En aquel apartado lugar, viéndose
solo y sin amigos que lo defendieran, acudió a Dios como su Protector (Sal.
142:4).
16 Para cuando compuso el Salmo 142, es fácil que David
ya estuviera al tanto del trágico fin de Ahimélec. Sin saber que él era un
fugitivo, este sumo sacerdote le había prestado ayuda, y por ello el furioso
Saúl lo había mandado asesinar junto con su familia (1 Sam. 22:11, 18, 19).
David se sentía culpable por la tragedia. Era como si hubiera matado a aquel
servicial sacerdote con sus propias manos. ¿A quién no le ahogaría
la culpa en una situación como esa? Para colmo de males, no le quedaba
un momento de respiro, pues el rey venía pisándole los talones.
17 Pero esto no es todo. No mucho después
falleció el profeta Samuel, quien lo había designado sucesor al trono (1 Sam.
25:1). Aunque aquella pérdida debió de hacerle sentir aún más desamparado,
David nunca olvidó que contaba con el apoyo divino. Es cierto que Jehová
no le había concedido el mismo honor que a los levitas, pero lo había
elegido para desempeñar en el futuro otro tipo de servicio: gobernar a Israel
(1 Sam. 16:1, 13). Por eso, David oró a Dios de todo corazón y buscó
su guía con fe. Nosotros disponemos hoy de la misma ayuda. Si aceptamos
a Jehová como herencia y refugio nuestro, también nos ayudará a servirle
con toda el alma.
18 En este artículo hemos visto que tanto David como los
levitas y otros miembros de la nación tenían a Jehová como su herencia. En otras
palabras, habían recibido de él una responsabilidad en su servicio y la cumplían
con la confianza de que recibirían su cuidado y protección. Cada uno de
nosotros también puede llegar a afirmar que Jehová es la parte, o herencia,
que le corresponde. En el siguiente artículo veremos qué hacer para
conseguirlo.
[Nota]
Para más información sobre el modo en que Jehová cuidaba a los
sacerdotes, véase Perspicacia para comprender las
Escrituras, volumen 2, páginas 890 y 891.
¿Sabe la respuesta?
• ¿Por qué podía decir la tribu de Leví que Jehová era la parte que le
correspondía?
• ¿Cómo mostraron Asaf, Jeremías y David que Jehová era su herencia?
• ¿Qué cualidad debemos demostrar si queremos que Dios sea nuestra
herencia?
[Preguntas del estudio]
1, 2. a) ¿Qué ocurrió con la
tribu de Leví cuando se repartió la Tierra Prometida? b) ¿Qué les
prometió Jehová a los levitas?
3. ¿Cómo llegó la tribu de Leví a
encargarse del sacerdocio?
4, 5. a) ¿En qué sentido era
Jehová la herencia que les correspondía a los levitas? b) ¿Cómo cuidaba
Dios a los levitas?
6. Si los levitas no heredaron
ninguna tierra, ¿dónde vivían?
7. ¿Qué debían demostrar los
levitas para que Jehová fuera su herencia?
8. ¿Qué crisis espiritual
experimentó el levita Asaf?
9, 10. ¿Por qué podía Asaf
afirmar: “Dios es [...] la parte que me corresponde hasta tiempo
indefinido”?
11. ¿Qué le preocupaba a Jeremías, y qué respuesta recibió?
12, 13. a) ¿Por qué afirmó Jeremías: “Jehová es la parte que me
corresponde”, y cuál fue su actitud? b) ¿Por qué necesitaban cultivar “una
actitud de espera” las tribus de Israel?
14, 15. Aparte de los levitas, ¿quién tuvo a Jehová como herencia, y por
qué?
16, 17. a) ¿Qué motivos tenía David para sentirse desamparado?
b) ¿Con qué apoyo contaba siempre?
18. ¿En qué sentido tenían muchos fieles del pasado a Jehová como su
herencia?
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jueves, 21 de febrero de 2013
Jueves, 21 de Febrero de 2013
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