jueves, 21 de febrero de 2013

Jueves, 21 de Febrero de 2013


TEXTO DEL DÍA

CITA BÍBLICA
Descripción Biblia

Referencias BÍBLICAS
*** Texto del Jueves, 21 de Febrero de 2013 ***
► es13 pág. 24 Febrero
Jueves 21 de febrero
De veras tomo a los levitas de entre los hijos de Israel en lugar de todos los primogénitos (Núm. 3:12).

(Números 3:12) “En cuanto a mí, ¡mira!, de veras tomo a los levitas de entre los hijos de Israel en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel que abren la matriz; y los levitas tienen que llegar a ser míos.
(Números 3:41) Y tienes que tomar a los levitas para mí —yo soy Jehová— en lugar de todos los primogénitos entre los hijos de Israel, y los animales domésticos de los levitas en lugar de todos los primogénitos entre los animales domésticos de los hijos de Israel”.
(Números 3:45) “Toma a los levitas en lugar de todos los primogénitos entre los hijos de Israel, y los animales domésticos de los levitas en lugar de los animales domésticos de aquellos; y los levitas tienen que llegar a ser míos. Yo soy Jehová.
(Números 8:18) Y tomaré a los levitas en lugar de todos los primogénitos entre los hijos de Israel.
Como resultado de esta selección, la tribu de Leví no obtuvo ningún terreno; más bien, la “herencia” que le correspondió fue un valiosísimo servicio: “el sacerdocio de Jehová” (Jos. 18:7).
(Josué 18:7) Porque los levitas no tienen participación en medio de ustedes, por cuanto su herencia es el sacerdocio de Jehová; y Gad y Rubén y la media tribu de Manasés han tomado su herencia del lado del Jordán hacia el oriente, la cual Moisés el siervo de Jehová les ha dado”.
(Números 18:20) Y Jehová pasó a decir a Aarón: “No tendrás herencia en la tierra de ellos, y no llegará a corresponderte parte alguna en medio de ellos. Yo soy la parte que te corresponde, y tu herencia, en medio de los hijos de Israel.
(Josué 13:33) Y a la tribu de los levitas Moisés no dio herencia. Jehová el Dios de Israel es su herencia, tal como les ha prometido.
(Deuteronomio 10:9) Por eso Leví no ha llegado a tener participación ni herencia con sus hermanos. Jehová es su herencia, tal como Jehová tu Dios le había dicho.
(Deuteronomio 18:1) ”Ninguna participación ni herencia con Israel debe llegar a pertenecer a los sacerdotes, los levitas, la entera tribu de Leví. Deben comer las ofrendas de Jehová hechas por fuego, la misma herencia de él.
(Deuteronomio 3:12) 12 Y tomamos posesión de esta tierra en aquel tiempo en particular; desde Aroer, que está junto al valle torrencial de Arnón, y la mitad de la región montañosa de Galaad, y sus ciudades he dado a los rubenitas y a los gaditas.
(Deuteronomio 3:13) 13 Y el remanente de Galaad y todo Basán del reino de Og lo he dado a la media tribu de Manasés. Toda la región de Argob de todo Basán, ¿no se le llama la tierra de los refaím?
(Deuteronomio 4:47) 47 Y se pusieron a tomar posesión de su tierra y de la tierra de Og el rey de Basán, los dos reyes de los amorreos que estaban en la región del Jordán hacia el nacimiento del sol,
Por eso él le dijo en Números 18:20:
(Números 18:20) Y Jehová pasó a decir a Aarón: “No tendrás herencia en la tierra de ellos, y no llegará a corresponderte parte alguna en medio de ellos. Yo soy la parte que te corresponde, y tu herencia, en medio de los hijos de Israel.
(Números 26:62) Y sus inscritos ascendieron a veintitrés mil, todos varones de un mes de edad para arriba. Pues ellos no fueron inscritos entre los hijos de Israel, porque no había de dárseles herencia entre los hijos de Israel.
(Deuteronomio 10:9) Por eso Leví no ha llegado a tener participación ni herencia con sus hermanos. Jehová es su herencia, tal como Jehová tu Dios le había dicho.
(Deuteronomio 12:12) Y tienen que regocijarse delante de Jehová su Dios, ustedes y sus hijos y sus hijas y sus esclavos y sus esclavas y el levita que está dentro de sus puertas, porque él no tiene participación ni herencia con ustedes.
(Deuteronomio 14:27) Y no debes abandonar al levita que está dentro de tus puertas, porque él no tiene participación ni herencia contigo.
(Josué 14:3) Porque Moisés había dado la herencia de las otras dos tribus y de la otra media tribu al otro lado del Jordán; y a los levitas no les dio herencia en medio de ellos.
(Deuteronomio 18:2) Así que ninguna herencia debe llegar a pertenecerle en medio de sus hermanos. Jehová es su herencia, tal como le ha hablado.
(Josué 13:14) Fue solamente a la tribu de Leví a la que no dio herencia. Las ofrendas hechas por fuego de Jehová el Dios de Israel son su herencia, tal como les ha prometido.
(Josué 18:7) Porque los levitas no tienen participación en medio de ustedes, por cuanto su herencia es el sacerdocio de Jehová; y Gad y Rubén y la media tribu de Manasés han tomado su herencia del lado del Jordán hacia el oriente, la cual Moisés el siervo de Jehová les ha dado”.
(Ezequiel 44:28) ”‘Y tiene que llegar a ser de ellos como herencia: Yo soy su herencia. Y ninguna posesión deben darles ustedes en Israel: Yo soy su posesión.
“Yo soy la parte que te corresponde”. Ahora bien, ¿estaban condenados los levitas a vivir en la pobreza por no poseer campos? El contexto muestra que no (Núm. 18:19, 21, 24)
(Números 18:19) Todas las contribuciones santas, que los hijos de Israel contribuirán a Jehová, se las he dado a ti y tus hijos y tus hijas contigo, como una porción asignada hasta tiempo indefinido. Es un pacto de sal hasta tiempo indefinido delante de Jehová para ti y para tu prole contigo”.
(Éxodo 23:19) ”Lo mejor de los primeros frutos maduros de tu suelo has de traer a la casa de Jehová tu Dios. ”No debes cocer el cabrito en la leche de su madre.
(Números 15:19) entonces tiene que suceder que, cuando coman del pan de la tierra, deben hacer una contribución a Jehová.
(Números 18:11) Y esto te pertenece: la contribución de su dádiva juntamente con todas las ofrendas mecidas de los hijos de Israel. Se las he dado a ti y tus hijos y tus hijas contigo, como porción asignada hasta tiempo indefinido. Toda persona limpia de tu casa podrá comerla.
(Números 18:26) “Y debes hablar a los levitas, y tienes que decirles: ‘Ustedes recibirán de los hijos de Israel la décima parte que les he dado a ustedes procedente de ellos como su herencia, y tienen que contribuir de ella como contribución a Jehová una décima parte de la décima parte.
(Números 31:29) De la mitad que es de ellos ustedes deben tomarlo, y tienes que darlo a Eleazar el sacerdote como contribución de Jehová.
(Números 18:8) Y Jehová habló nuevamente a Aarón: “En cuanto a mí, ¡mira!, te he dado la custodia de las contribuciones que se me hagan. De todas las cosas santas de los hijos de Israel se las he dado a ti y tus hijos como porción, como porción asignada hasta tiempo indefinido.
(2 Crónicas 31:4) Además, dijo al pueblo, los habitantes de Jerusalén, que dieran la porción de los sacerdotes y de los levitas, a fin de que estos se adhirieran estrictamente a la ley de Jehová.
(Levítico 2:13) ”’Y toda ofrenda de tu ofrenda de grano la sazonarás con sal; y no debes dejar que falte de sobre tu ofrenda de grano la sal del pacto de tu Dios. Junto con toda ofrenda tuya presentarás sal.
(2 Crónicas 13:5) ¿No es cosa que ustedes deban saber, el que Jehová el Dios de Israel mismo dio un reino a David sobre Israel para tiempo indefinido, a él y a sus hijos, por un pacto de sal?

(Números 18:21) ”Y a los hijos de Leví, ¡mira!, he dado toda décima parte en Israel como herencia, en cambio por su servicio que ellos están efectuando, el servicio de la tienda de reunión.
(Levítico 27:30) ”’Y toda décima parte de la tierra, de la semilla de la tierra y del fruto del árbol, pertenece a Jehová. Es cosa santa a Jehová.
(2 Crónicas 31:5) Y tan pronto como la palabra prorrumpió, los hijos de Israel aumentaron las primicias del grano, vino nuevo, y aceite y miel y todo el producto del campo, y el décimo de todo lo trajeron en abundancia.
(Nehemías 10:37) También, las primicias de nuestra harina a medio moler y nuestras contribuciones y el fruto de toda suerte de árbol, vino nuevo y aceite los debemos traer a los sacerdotes, a los comedores de la casa de nuestro Dios, lo mismo que el décimo de [lo que proviene de] nuestro terreno a los levitas, puesto que ellos, los levitas, son los que reciben un décimo en todas nuestras ciudades agrícolas.
(Nehemías 12:44) Además, en aquel día se efectuó el nombramiento de hombres [que estarían] sobre los salones para los almacenes, para las contribuciones, para las primicias y para los décimos, para recoger en ellos de los campos de las ciudades las porciones [exigidas por] la ley para los sacerdotes y los levitas; pues el regocijo de Judá fue a causa de los sacerdotes y de los levitas que estaban presentes.
(Nehemías 13:12) Y todo Judá, por su parte, trajo el décimo del grano y del vino nuevo y del aceite a los almacenes.
(Gálatas 6:6) Además, que cualquiera a quien se esté enseñando oralmente la palabra haga partícipe en todas las cosas buenas al que da dicha instrucción oral.
(Hebreos 7:5) Es verdad que los hombres de los hijos de Leví que reciben su oficio sacerdotal tienen mandamiento de cobrar los diezmos del pueblo según la Ley, es decir, de sus hermanos, aunque estos hayan procedido de los lomos de Abrahán;
(Números 18:24) Porque la décima parte de los hijos de Israel, que ellos contribuirán a Jehová como contribución, la he dado a los levitas como herencia. Por eso les he dicho: ‘En medio de los hijos de Israel ellos no deben conseguir posesión de una herencia’”.
(Deuteronomio 10:9) 9 Por eso Leví no ha llegado a tener participación ni herencia con sus hermanos. Jehová es su herencia, tal como Jehová tu Dios le había dicho.

“En cambio por su servicio”, las familias de la nación les entregaban “toda décima parte en Israel como herencia”, es decir, un diez por ciento de las cosechas y de los animales que nacían. A su vez, los levitas reservaban la décima parte de lo que recibían —lo más selecto— para dársela a los sacerdotes (Núm. 18:25-29). Estos últimos también recibían “todas las contribuciones santas” que los israelitas llevaban al santuario. Sin duda, los sacerdotes podían confiar plenamente en que Jehová cubriría sus necesidades. w11 15/9 1:3, 4
(Números 18:25-29) Entonces Jehová habló a Moisés, y dijo: 26 “Y debes hablar a los levitas, y tienes que decirles: ‘Ustedes recibirán de los hijos de Israel la décima parte que les he dado a ustedes procedente de ellos como su herencia, y tienen que contribuir de ella como contribución a Jehová una décima parte de la décima parte. 27 Y esto tiene que contárseles como su contribución, como el grano de la era y como el pleno producto del lagar para el vino o para el aceite. 28 De esta manera ustedes mismos también contribuirán una contribución a Jehová de todas sus décimas partes que recibirán de los hijos de Israel, y de ellas tienen que dar a Aarón el sacerdote la contribución para Jehová. 29 De todas las dádivas [hechas] a ustedes, contribuirán toda clase de contribución a Jehová, de lo óptimo de ello, como alguna cosa santa que procede de ellas’.
(Números 18:21) ”Y a los hijos de Leví, ¡mira!, he dado toda décima parte en Israel como herencia, en cambio por su servicio que ellos están efectuando, el servicio de la tienda de reunión.
(Deuteronomio 12:19) Cuídate para que no abandones al levita durante todos tus días sobre tu suelo.
(Nehemías 10:38) Y el sacerdote, el hijo de Aarón, tiene que resultar hallarse con los levitas cuando los levitas reciban un décimo; y los levitas mismos deben llevar en ofrenda un décimo del décimo a la casa de nuestro Dios, a los comedores de la casa de las provisiones.
(Hebreos 7:9) Y, si se me permite usar la expresión, mediante Abrahán hasta Leví, que recibe diezmos, ha pagado diezmos,
(Números 15:20) 20 Deben hacer una contribución de las primicias de su harina a medio moler como tortas anulares. Como la contribución de una era, de esa manera deben contribuirla. . .
(Números 18:12) 12 ”Todo lo mejor del aceite y todo lo mejor del vino nuevo y el grano, sus primicias, que ellos darán a Jehová, te los he dado a ti.
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Jehová es nuestra herencia
“Yo soy la parte que te corresponde, y tu herencia, en medio de los hijos de Israel.” (NÚM. 18:20)
UNA vez que Israel conquistó gran parte de la Tierra Prometida, llegó el momento de repartirla. De ello se encargaron Josué, el sumo sacerdote Eleazar y los cabezas de las tribus (Núm. 34:13-29). Ellos le asignaron una porción a cada tribu, pero no le entregaron ninguna a la de Leví (Jos. 14:1-5). ¿Por qué no? ¿Será que la pasaron por alto? ¿O acaso no le correspondía ninguna parte o herencia?
2 En realidad, Jehová no tenía ninguna intención de abandonar a los levitas. De hecho, él mismo le había asegurado a Aarón como representante de esta tribu: “Yo soy la parte que te corresponde, y tu herencia, en medio de los hijos de Israel” (Núm. 18:20). ¡Qué palabras tan profundas! ¿Cómo nos sentiríamos nosotros si Dios nos prometiera algo así? Tal vez nos preguntáramos: “¿Soy yo digno de recibir como herencia al Todopoderoso? ¿Es posible que, a pesar de nuestra imperfección, los cristianos gocemos de semejante privilegio?”. Sin duda, son preguntas muy importantes, ya que están muy relacionadas con cada uno de nosotros y nuestros seres queridos. Así pues, comenzaremos explicando qué significa tener a Jehová como herencia. Luego veremos en qué sentido puede ser él nuestra propia herencia, sea que esperemos vivir en el cielo o en la Tierra.
Jehová cuida a la tribu de Leví
3 Antes de la Ley mosaica, cada cabeza de familia se encargaba de las labores sacerdotales. Pero cuando se instituyó la Ley, estas funciones quedaron reservadas a la tribu de Leví, cuyos hombres se dedicarían exclusivamente a trabajar como sacerdotes o ayudantes de estos. ¿Cómo se llegó a este sistema? Recordemos que, cuando Jehová dio muerte a los primogénitos varones de Egipto, explicó que había santificado a los primogénitos de Israel, es decir, los había convertido en propiedad suya a fin de que le sirvieran. Sin embargo, más tarde decidió utilizar a los levitas “en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel”. Eso sí, como el número total de primogénitos resultó ser mayor que el de levitas, mandó pagar un rescate para compensar la diferencia (Núm. 3:11-13, 41, 46, 47). A partir de entonces, la tribu de Leví comenzó su servicio sagrado en la nación.
4 Como vimos, la tribu de Leví no obtuvo ningún terreno; más bien, la “herencia” que le correspondió fue un valiosísimo servicio: “el sacerdocio de Jehová” (Jos. 18:7). Por eso él le dijo en Números 18:20: “Yo soy la parte que te corresponde”. Ahora bien, ¿estaban condenados los levitas a vivir en la pobreza por no poseer campos? El contexto muestra que no (léase Números 18:19, 21, 24). “En cambio por su servicio”, las familias de la nación les entregaban “toda décima parte en Israel como herencia”, es decir, un diez por ciento de las cosechas y de los animales que nacían. A su vez, los levitas reservaban la décima parte de lo que recibían —lo más selecto— para dársela a los sacerdotes (Núm. 18:25-29). Estos últimos también recibían “todas las contribuciones santas” que los israelitas llevaban al santuario. Sin duda, los sacerdotes podían confiar plenamente en que Jehová cubriría sus necesidades.
5 Según parece, la Ley mosaica mandaba que todas las familias reservaran otra décima parte de sus ganancias para su propio sustento y disfrute durante las asambleas anuales (Deu. 14:22-27). No obstante, en algunas ocasiones —al final del tercer y sexto año del ciclo sabático de siete años— debían utilizar este segundo diezmo para ayudar a los pobres y los levitas. ¿Por qué se beneficiaban también los levitas? Porque ellos no tenían ni “participación ni herencia” en Israel (Deu. 14:28, 29).
6 Si los levitas no heredaron ninguna tierra, ¿dónde vivían? Jehová cuidó de ellos, pues les asignó ciertas ciudades y campos adyacentes. En total, disponían de 48 poblaciones —entre ellas, las seis ciudades de refugio— donde residían cuando no estaban trabajando en el santuario (Núm. 35:6-8). Es evidente que Dios atendía con creces las necesidades de quienes se dedicaban por completo a su servicio. ¿Cómo podían demostrar ellos que realmente veían a Jehová como su herencia? Confiando en que él tenía la capacidad y el deseo de cuidarlos.
7 A veces había israelitas que no pagaban el diezmo. Aunque tal negligencia no era castigada por la Ley mosaica, perjudicaba a todos los levitas, incluidos los sacerdotes. Eso fue lo que les ocurrió en tiempos de Nehemías. Como consecuencia, se vieron obligados a trabajar en sus campos y descuidaron su servicio sagrado (léase Nehemías 13:10). Los miembros de la tribu de Leví dependían para su sustento de que el resto de la nación fuera obediente. Sin duda, necesitaban demostrar confianza en Jehová y en el medio que había establecido para cuidarlos.
Levitas que tuvieron a Jehová como herencia personal
8 Aunque la tribu de Leví en general tenía a Jehová como la herencia que le correspondía, algunos de sus miembros usaron a título individual la expresión “Jehová es la parte que me corresponde”, manifestando así su devoción y confianza en Dios (Lam. 3:24). Entre ellos figura el compositor del Salmo 73, Asaf. Así se llamaba uno de los encargados de dirigir a los cantores levitas en tiempos del rey David, si bien es posible que el nombre se refiera aquí a algún descendiente suyo que servía de cantante y compositor (1 Cró. 6:31-43). Sea quien fuere el escritor de este salmo, lo cierto es que se sentía desconcertado al ver que a los malvados les iba bien en la vida. Cegado por la envidia, llegó a afirmar: “En vano he limpiado mi corazón y lavo mis manos en la inocencia”. Parece que había olvidado que servir a Jehová y tenerlo como herencia era un gran honor. Sin embargo, su crisis espiritual terminó después de “entrar en el magnífico santuario de Dios” (Sal. 73:2, 3, 12, 13, 17).
9 Una vez en el santuario, Asaf comenzó a ver las cosas desde la perspectiva del Altísimo. Muchos cristianos han vivido una experiencia semejante. Al igual que este levita, dejaron de valorar como debían los privilegios espirituales y se concentraron en los bienes materiales que podrían conseguir. Pero al estudiar la Palabra de Dios y reunirse con su pueblo, corrigieron su forma de pensar. En el caso de Asaf, él se dio cuenta de que, tarde o temprano, la gente mala cosecha lo que siembra. Al reflexionar en las bendiciones que había recibido, comprendió que Jehová lo llevaría de la mano y lo guiaría. De ahí que Asaf le dijera: “Además de ti, de veras no tengo otro deleite en la tierra” (Sal. 73:23, 25). Sabía que, pasara lo que pasara —incluso si le fallaban la salud y el ánimo—, siempre podría asegurar: “Dios es [...] la parte que me corresponde hasta tiempo indefinido” (léase Salmo 73:26). ¡Qué aliviado se sintió al recordar que Jehová jamás olvidaría su amistad y fiel servicio! (Ecl. 7:1.) Tanto es así que cantó: “Acercarme a Dios es bueno para mí. En el Señor Soberano Jehová he puesto mi refugio” (Sal. 73:28).
10 Cuando Asaf declaró que Jehová era la parte, o herencia, que le correspondía, estaba hablando de mucho más que de la ayuda material que recibía por ser levita. Más bien, se refería al honor de servir a Dios en su santuario y gozar de su amistad (Sant. 2:21-23). Para mantener viva esa relación, debía demostrar fe en Jehová y confiar en que su futuro sería mucho mejor si le obedecía. ¿Verdad que nosotros podemos tener la misma fe y confianza?
11 Otro levita que usó la expresión “Jehová es la parte que me corresponde” fue Jeremías. Veamos qué quiso decir. Este profeta vivía en Anatot, una ciudad levítica cercana a Jerusalén (Jer. 1:1). En cierta ocasión se mostró contrariado al ver que la gente mala prosperaba, mientras que los buenos pasaban muchas penalidades (Jer. 12:1). Él sabía que Jehová es justo; por eso, al ver lo que ocurría en Jerusalén y Judá, le expresó su malestar. ¿Qué respuesta recibió? Dios le mandó proclamar un mensaje de juicio y se encargó de que sus profecías se cumplieran al pie de la letra: quienes no hicieron caso perdieron la vida, pero quienes obedecieron recibieron “su alma [...] como despojo”, es decir, se salvaron (Jer. 21:9).
12 La nación quedó desolada y en ruinas. Al verla en tan lamentable estado, Jeremías se encontró perdido, como si Jehová lo estuviera obligando a caminar en la oscuridad. Se sintió sin vida, “como hombres que han estado muertos por largo tiempo” (Lam. 1:1, 16; 3:6). Jerusalén y Judá habían sido destruidas porque los israelitas se negaron a dejar atrás su gran maldad y volver a su Padre celestial. Es cierto que el profeta se lo había advertido a la nación y que él no tenía la culpa de nada, pero aun así estaba muy triste. Con todo, reconoció que si la nación no había desaparecido por completo se debía a la “bondad amorosa de Jehová”, cuyas muestras de misericordia eran “nuevas cada mañana”. Y entonces afirmó: “Jehová es la parte que me corresponde”. En efecto, no había perdido su valioso privilegio de ser profeta de Dios (léase Lamentaciones 3:22-24).
13 Al decir: “Jehová es la parte que me corresponde”, Jeremías demostró, además, que confiaba en la compasión divina, lo que le permitió mantener “una actitud de espera”. Todas las tribus de Israel necesitaban cultivar esa misma actitud, pues habían perdido sus tierras y el país permanecería vacío y desolado setenta años (Jer. 25:11). Jehová era su única esperanza. Setenta años después trajo a su pueblo de regreso a su patria y le devolvió el privilegio de servirle allí (2 Cró. 36:20-23).
Una herencia personal que no se limitaba a los levitas
14 Ahora bien, ¿eran únicamente los levitas —como Asaf y Jeremías— quienes tendrían el privilegio de servir a Dios? ¡Claro que no! Un buen ejemplo de ello es David, quien antes de ser rey de Israel le dijo a Jehová: “Tú eres [...] la parte que me corresponde en la tierra de los vivientes” (léase Salmo 142:1, 5). Cuando compuso este salmo, David no se encontraba en un palacio ni una casa, sino en una cueva, donde se ocultaba de sus enemigos. Durante su vida, se escondió al menos dos veces en cuevas, una cerca de la ciudad de Adulam y otra en el desierto de En-guedí. Por tanto, es posible que fuera en una de ellas donde escribió el Salmo 142.
15 Recordemos que quien lo perseguía para matarlo era nada menos que el rey Saúl. Huyendo de él, David se introdujo en una cueva de difícil acceso (1 Sam. 22:1, 4). En aquel apartado lugar, viéndose solo y sin amigos que lo defendieran, acudió a Dios como su Protector (Sal. 142:4).
16 Para cuando compuso el Salmo 142, es fácil que David ya estuviera al tanto del trágico fin de Ahimélec. Sin saber que él era un fugitivo, este sumo sacerdote le había prestado ayuda, y por ello el furioso Saúl lo había mandado asesinar junto con su familia (1 Sam. 22:11, 18, 19). David se sentía culpable por la tragedia. Era como si hubiera matado a aquel servicial sacerdote con sus propias manos. ¿A quién no le ahogaría la culpa en una situación como esa? Para colmo de males, no le quedaba un momento de respiro, pues el rey venía pisándole los talones.
17 Pero esto no es todo. No mucho después falleció el profeta Samuel, quien lo había designado sucesor al trono (1 Sam. 25:1). Aunque aquella pérdida debió de hacerle sentir aún más desamparado, David nunca olvidó que contaba con el apoyo divino. Es cierto que Jehová no le había concedido el mismo honor que a los levitas, pero lo había elegido para desempeñar en el futuro otro tipo de servicio: gobernar a Israel (1 Sam. 16:1, 13). Por eso, David oró a Dios de todo corazón y buscó su guía con fe. Nosotros disponemos hoy de la misma ayuda. Si aceptamos a Jehová como herencia y refugio nuestro, también nos ayudará a servirle con toda el alma.
18 En este artículo hemos visto que tanto David como los levitas y otros miembros de la nación tenían a Jehová como su herencia. En otras palabras, habían recibido de él una responsabilidad en su servicio y la cumplían con la confianza de que recibirían su cuidado y protección. Cada uno de nosotros también puede llegar a afirmar que Jehová es la parte, o herencia, que le corresponde. En el siguiente artículo veremos qué hacer para conseguirlo.
[Nota]
Para más información sobre el modo en que Jehová cuidaba a los sacerdotes, véase Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2, páginas 890 y 891.
¿Sabe la respuesta?
• ¿Por qué podía decir la tribu de Leví que Jehová era la parte que le correspondía?
• ¿Cómo mostraron Asaf, Jeremías y David que Jehová era su herencia?
• ¿Qué cualidad debemos demostrar si queremos que Dios sea nuestra herencia?
[Preguntas del estudio]
 1, 2. a) ¿Qué ocurrió con la tribu de Leví cuando se repartió la Tierra Prometida? b) ¿Qué les prometió Jehová a los levitas?
 3. ¿Cómo llegó la tribu de Leví a encargarse del sacerdocio?
 4, 5. a) ¿En qué sentido era Jehová la herencia que les correspondía a los levitas? b) ¿Cómo cuidaba Dios a los levitas?
 6. Si los levitas no heredaron ninguna tierra, ¿dónde vivían?
 7. ¿Qué debían demostrar los levitas para que Jehová fuera su herencia?
 8. ¿Qué crisis espiritual experimentó el levita Asaf?
 9, 10. ¿Por qué podía Asaf afirmar: “Dios es [...] la parte que me corresponde hasta tiempo indefinido”?
11. ¿Qué le preocupaba a Jeremías, y qué respuesta recibió?
12, 13. a) ¿Por qué afirmó Jeremías: “Jehová es la parte que me corresponde”, y cuál fue su actitud? b) ¿Por qué necesitaban cultivar “una actitud de espera” las tribus de Israel?
14, 15. Aparte de los levitas, ¿quién tuvo a Jehová como herencia, y por qué?
16, 17. a) ¿Qué motivos tenía David para sentirse desamparado? b) ¿Con qué apoyo contaba siempre?
18. ¿En qué sentido tenían muchos fieles del pasado a Jehová como su herencia?

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