*** Texto del
Jueves, 07 de Febrero de 2013 ***
Jueves 7 de febrero
No estén amando
ni al mundo ni las cosas que
están en el mundo (1 Juan 2:15).
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(1 Juan 2:15) No estén
amando ni al mundo ni las cosas [que están] en el
mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él;
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(Romanos 12:2) Y cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más
bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos
lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.
(1 Corintios 7:31) y los que hacen uso del mundo, como
los que no lo usan a plenitud; porque la escena de este mundo está cambiando.
(Efesios 5:15) Así es que vigilen cuidadosamente que su manera
de andar no sea como imprudentes, sino como sabios,
(Mateo 6:24) ”Nadie puede servir como
esclavo a dos amos; porque u odiará al uno y amará al otro, o se apegará al
uno y despreciará al otro. No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a
las Riquezas.
(Santiago 4:4) Adúlteras, ¿no saben que la
amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, por lo tanto, que
quiere ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios.
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En el transcurso de
los años, el esclavo fiel y discreto ha destacado la necesidad de tener mucho
cuidado con lo que vemos y escuchamos, pues influye profundamente en nuestros
pensamientos y deseos. Además, nos ha advertido que podemos salirnos de
trayectoria si nos dejamos arrastrar por el amor al dinero o la fascinación
por el entretenimiento y la tecnología, con su constante avalancha de
novedades. Ahora bien, ¿cómo consideramos personalmente tales consejos? ¿Nos
parecen exagerados? ¿Creemos que solo son aplicables a los demás y que somos
inmunes al peligro? Pensar así sería un grave error. Las trampas del mundo de
Satanás son tan difíciles de detectar y tan engañosas que han llevado a
muchos a la perdición. Nunca adoptemos una actitud descuidada, confiada o
distraída. ¡Podríamos quedarnos sin el premio de la vida! (1 Juan 2:16, 17.)
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(1 Juan 2:16,
17) porque todo [lo que hay] en el mundo
—el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición
ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del
Padre, sino que se origina del mundo. 17 Además,
el mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la voluntad de
Dios permanece para siempre.
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(Tito 2:12)
12 y nos instruye a repudiar la impiedad y los deseos
mundanos y a vivir con buen juicio y justicia y devoción piadosa en medio de
este sistema de cosas actual,
(Mateo 5:28) Pero yo les digo que todo
el que sigue mirando a una mujer a fin de tener una pasión por ella ya ha
cometido adulterio con ella en su corazón.
(Romanos 13:14) Antes bien, vístanse del Señor
Jesucristo, y no estén haciendo planes con anticipación para los deseos
de la carne.
(1 Pedro 1:14) Como hijos obedientes, dejen de
amoldarse según los deseos que tuvieron en otro tiempo en su ignorancia,
(Génesis 3:6) Por consiguiente, la mujer
vio que el árbol era bueno para alimento, y que a los ojos era algo que
anhelar, sí, el árbol era deseable para contemplarlo. De modo que empezó a
tomar de su fruto y a comerlo. Después dio de este también a su esposo cuando
[él estuvo] con ella, y él empezó a comerlo.
(Proverbios 27:20) El Seol y [el
lugar de] la destrucción mismos no se satisfacen; tampoco se satisfacen los
ojos del hombre.
(Mateo 4:8) De nuevo el Diablo lo llevó
consigo a una montaña excepcionalmente alta, y le mostró todos los reinos del
mundo y su gloria,
(Eclesiastés 5:11) Cuando las cosas
buenas llegan a ser muchas, los que las comen ciertamente llegan a ser
muchos. ¿Y qué ventaja hay para el magnífico dueño de ellas, fuera de
mirar[las] con los ojos?
(Santiago 4:16) Pero ahora ustedes
se glorían en sus alardes llenos de presunción. Todo ese gloriarse es inicuo.
(1 Corintios 7:33)
Pero el hombre casado se inquieta por las cosas del mundo, en cuanto a cómo
ganar la aprobación de su esposa,
(Efesios 2:2) en los cuales en
un tiempo anduvieron conforme al sistema de cosas de este mundo, conforme al
gobernante de la autoridad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos
de la desobediencia.
(1
Corintios 7:31) y los que hacen uso del mundo, como los que no
lo usan a plenitud; porque la escena de este mundo está cambiando.
(1
Pedro 1:24) Porque “toda carne es como hierba, y toda su gloria
es como una flor de la hierba; la hierba se marchita, y la flor se cae,
(Mateo 7:21) ”No todo el que
me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace
la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
(1 Pedro 4:2) con
el fin de vivir el resto de [su] tiempo en la carne, ya no para los deseos de
los hombres, sino para la voluntad de Dios.
(Salmo 37:29) Los justos mismos
poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella.
(Juan 6:40) Porque esta es la
voluntad de mi Padre: que todo el que contempla al Hijo y ejerce fe en él
tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”.
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Para terminar la carrera por la vida,
debemos esforzarnos al máximo (Heb. 12:1). w11 15/9 4:12, 13
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(Hebreos 12:1) Pues,
entonces, porque tenemos tan grande nube de testigos
que nos cerca, quitémonos nosotros también todo
peso, y el pecado que fácilmente nos
enreda, y corramos con aguante
la carrera que está puesta delante de nosotros,
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(Hebreos 11:39)
39 Y, no obstante, todos estos, aunque recibieron
testimonio por su fe, no obtuvieron [el cumplimiento de] la promesa,
(1 Corintios 9:26) Por lo tanto, la manera como
estoy corriendo no es incierta; la manera como estoy dirigiendo mis golpes es
como para no estar hiriendo el aire;
(Filipenses 3:13) Hermanos, todavía
no me considero como si [lo] hubiera asido; pero hay una cosa en cuanto a
ello: Olvidando las cosas que quedan atrás, y extendiéndome hacia adelante a
las cosas más allá,
(1 Pedro 2:1) Por consiguiente, desechen toda
maldad y todo lo engañoso, e hipocresía, y envidias, y toda suerte de
difamación solapada,
(Colosenses 2:8) Cuidado: quizás haya alguien
que se los lleve como presa suya mediante la filosofía y el vano engaño según
la tradición de los hombres, según las cosas elementales del mundo y no según
Cristo;
(1 Timoteo 6:9) Sin embargo, los que están
resueltos a ser ricos caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos
insensatos y perjudiciales, que precipitan a los hombres en destrucción y
ruina.
(Hebreos 3:12) Cuidado, hermanos, por temor
de que alguna vez se desarrolle en alguno de ustedes un corazón inicuo y
falto de fe al alejarse del Dios vivo;
(1 Timoteo
6:12) 12 Pelea la excelente pelea de la fe,
logra asirte firmemente de la vida eterna para la cual fuiste llamado y
presentaste la excelente declaración pública enfrente de muchos testigos.
(1 Corintios
9:24) 24 ¿No saben ustedes que los corredores
en una carrera todos corren, pero solo uno recibe el premio? Corran de tal
modo que lo alcancen.
(Filipenses 3:14) 14 prosigo
hacia la meta para el premio de la llamada hacia arriba por Dios mediante
Cristo Jesús.
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“Corran de tal modo que lo alcancen”
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“Corran de tal
modo que lo alcancen”
“Corran de tal modo
que lo alcancen.” (1 COR. 9:24)
CON la intención de
animar a los cristianos hebreos a seguir luchando por alcanzar la vida
eterna, Pablo les escribió una carta donde utilizó la impactante imagen de
una carrera. Y les dejó muy claro que no estaban solos. Tenían a su
alrededor una enorme “nube de testigos” que ya habían completado el trayecto.
Si recordaban la fidelidad y el esfuerzo de aquellos corredores que les
habían precedido, contarían con un incentivo más para continuar adelante y no darse
por vencidos.
2 En el artículo
anterior hablamos de varios fieles de la “nube de testigos”. Cada uno de
ellos es una clara prueba del poder de la verdadera fe, gracias a la cual
consiguieron perseverar y cruzar la línea de meta. ¿Cómo podemos lograrlo
nosotros? Haciendo caso de la exhortación que dirige Pablo a todos los
cristianos: “Quitémonos nosotros también todo peso, y el pecado que fácilmente
nos enreda, y corramos con aguante la carrera que está puesta delante de
nosotros” (Heb. 12:1).
3 Algo que nos
ayudará a entender las palabras “quitémonos [...] todo peso” es el
siguiente comentario de la obra El mundo clásico: la
epopeya de Grecia y Roma: “Los griegos se
ejercitaban y competían desnudos en los juegos atléticos”, los cuales incluían
las carreras pedestres. Efectivamente, los corredores se desvestían por
completo para no llevar ningún peso que los estorbara. Aunque hoy
parezca una falta de pudor y decencia, lo hacían con la finalidad de ganar el
premio. Entonces, ¿qué idea nos transmite la exhortación de Pablo? Que para
conseguir el premio en la carrera por la vida es esencial librarse de
cualquier estorbo. Era un consejo sabio en aquel entonces y lo sigue siendo
ahora. Pero ¿qué cargas podrían dificultar que lleguemos a la meta?
“Quitémonos [...] todo
peso”
4 ¿Qué está incluido
en el “peso” que Pablo nos invita a quitarnos? Todo lo que nos impida
concentrar nuestra atención y esfuerzos en la carrera. Fijémonos en lo que
dijo Jesús sobre la época en la que vivió Noé, uno de los fieles que mencionó
Pablo: “Así como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del
Hijo del hombre” (Luc. 17:26). ¿Se estaba centrando Cristo en la catástrofe
sin precedentes que se avecina? No. Lo que estaba destacando era la
clase de vida que hoy lleva la gente, una vida muy parecida a la de tiempos
de Noé (léase Mateo 24:37-39). En su
inmensa mayoría, aquellas personas tenían muy poco interés en Dios, y menos aún
en obedecer sus mandamientos. ¿Qué ocupaba su mente? Cosas tan cotidianas
como la comida, la bebida y el matrimonio. El problema fue que, como
indicó Jesús, estaban tan absortos en ellas que “no hicieron caso” de la
advertencia.
5 Al igual que Noé y
los suyos, nosotros estamos muy ocupados. Debemos cubrir nuestras propias
necesidades y las de nuestra familia. Esto puede consumir mucho tiempo, energías
y recursos, y constituir una seria inquietud, sobre todo si afrontamos
problemas económicos. Además, al hacernos cristianos asumimos otras
importantes responsabilidades, como predicar, prepararnos para las reuniones,
asistir al Salón del Reino y fortalecer nuestra espiritualidad mediante el
estudio individual y en familia. Noé también tenía muchas obligaciones, y las
cumplió todas “precisamente así” como se le había mandado (Gén. 6:22). Sin
duda, si queremos llegar a la meta, es necesario que reduzcamos todo lo
posible las cargas que ya soportamos y evitemos añadirnos cargas
innecesarias.
6 Entonces, ¿qué
quiso decir Pablo con su exhortación: “Quitémonos [...] todo peso”?
Es evidente que no nos anima a descargarnos de todas
nuestras obligaciones. Jesús nos invita a tener esta actitud equilibrada: “Nunca
se inquieten y digan: ‘¿Qué hemos de comer?’, o ‘¿qué hemos de beber?’,
o ‘¿qué hemos de ponernos?’. Porque todas estas son las cosas en pos de
las cuales las naciones van con empeño. Pues su Padre celestial sabe que
ustedes necesitan todas estas cosas” (Mat. 6:31, 32). ¿Qué indican estos
versículos? Que hasta las cosas necesarias de la vida, como la ropa y la
comida, pueden convertirse en una carga o en una piedra de tropiezo si no las
mantenemos en el lugar que les corresponde.
7 Centrémonos en
este comentario de Jesús: “Su Padre celestial sabe que ustedes necesitan
todas estas cosas”. Estas palabras llevan implícita la idea de que Jehová
cumplirá con su parte y nos ayudará a cubrir nuestras necesidades. Ahora
bien, “todas estas cosas” que él nos garantiza no siempre coinciden con
nuestras preferencias o deseos. Aun así, Cristo nos anima a no inquietarnos
por “las cosas en pos de las cuales las naciones van con empeño”. ¿Por qué? Él mismo
da la respuesta en otro de sus consejos: “Presten atención a sí mismos para
que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y
beber con exceso, y por las inquietudes de la vida, y de repente esté aquel día
sobre ustedes instantáneamente como un lazo” (Luc. 21:34, 35).
8 Ya estamos en la
recta final. En vista de que nos encontramos a pocos pasos de la meta, ¡qué
triste sería no poder cruzarla por habernos llenado de cargas
innecesarias! Si somos sabios, viviremos de acuerdo con estas palabras
de Pablo: “Es un medio de gran ganancia [...] esta devoción piadosa
junto con contentamiento” (1 Tim. 6:6, nota). Sin duda, si tomamos en
serio este consejo, se nos hará más fácil correr hasta alcanzar el triunfo.
“Quitémonos [...] el
pecado que fácilmente nos enreda”
9 Pero Pablo indica
que no basta con deshacernos de “todo peso”. También nos invita a
quitarnos el pecado “que fácilmente nos enreda”. Estas palabras traducen un término
griego que no aparece en la Biblia más que en este pasaje. Comentando
sobre este versículo, el especialista Albert Barnes dijo: “Cuando corre, el
atleta ha de prescindir de prendas de vestir que puedan enrollársele entre
las piernas y entorpecerle el paso. De igual modo, el cristiano debe
desprenderse de cualquier estorbo semejante”. ¿Qué cosas podrían enredarle en
el pecado de la pérdida de fe?
10 La fe no se
pierde de la noche a la mañana. Esto es algo que al cristiano pudiera
sucederle poco a poco, quizás sin que se dé cuenta. En su carta, Pablo
advirtió unos capítulos antes del peligro de que uno esté alejándose de la
verdad, como un barco “a la deriva”, y desarrollando “un corazón inicuo y
falto de fe” (Heb. 2:1; 3:12). Recordemos lo que sucede cuando a un corredor
se le enredan las piernas en la ropa: casi siempre sufre una caída. Y es
más fácil que esto suceda si no hace caso de la recomendación de evitar
ciertas prendas de vestir cuando corre. ¿Por qué pudiera actuar así? Porque
es descuidado, confiado o distraído. Veamos, entonces, qué nos enseña el
consejo de Pablo.
11 En último término,
¿por qué pierde alguien la fe? Por las cosas que ha estado haciendo durante
cierto tiempo. Hablando del “pecado que fácilmente nos enreda”, un biblista
explica que es “el que tiene más fuerza sobre nosotros, sea por nuestras
circunstancias, forma de ser o compañías”. En otras palabras, el
ambiente, las debilidades personales y las amistades ejercen una poderosa
influencia sobre nosotros. Tanto es así que pueden debilitar nuestra fe e
incluso acabar con ella (Mat. 13:3-9).
12 En el transcurso de
los años, el esclavo fiel y discreto ha destacado la necesidad de tener mucho
cuidado con lo que vemos y escuchamos, pues influye profundamente en nuestros
pensamientos y deseos. Además, nos ha advertido que podemos salirnos de
trayectoria si nos dejamos arrastrar por el amor al dinero o la fascinación
por el entretenimiento y la tecnología, con su constante avalancha de
novedades. Ahora bien, ¿cómo consideramos personalmente tales consejos? ¿Nos
parecen exagerados? ¿Creemos que solo son aplicables a los demás y que somos
inmunes al peligro? Pensar así sería un grave error. Las trampas del mundo de
Satanás son tan difíciles de detectar y tan engañosas que han llevado a
muchos a la perdición. Nunca adoptemos una actitud descuidada, confiada o
distraída. ¡Podríamos quedarnos sin el premio de la vida! (1 Juan
2:15-17.)
13 Día tras día nos
relacionamos con gente que promueve los objetivos, valores y opiniones del
mundo (léase Efesios 2:1, 2).
¿Cuánto impacto tendrán en nosotros? Eso dependerá, en buena medida, de cómo
reaccionemos ante su influencia. Pablo señaló que la forma de pensar mundana
es como el “aire” que nos rodea. Pero es un aire muy tóxico, que ocasiona la
muerte espiritual. Por eso, debemos esforzarnos por evitarlo al máximo. Si no,
nos asfixiaremos y nunca llegaremos a la meta. ¿Qué nos ayudará a seguir
adelante? No perder de vista a Jesús, el líder de la carrera (Heb.
12:2). Otro excelente ejemplo es el de Pablo, quien se incluyó entre los
participantes de esta prueba y, de hecho, animó a sus hermanos a imitarlo (1 Cor.
11:1; Fili. 3:14).
Cómo alcanzar el
premio
14 ¿Cuánta
importancia daba Pablo a la carrera por la vida? En su discurso de
despedida a los ancianos de Éfeso, les dijo: “No hago mi vida de valor
alguno como preciada para mí, con tal que termine mi carrera y el ministerio
que recibí del Señor Jesús” (Hech. 20:24, nota). Como vemos, para él era
crucial alcanzar la meta. Tanto es así que estaba dispuesto a sacrificar
hasta su propia vida para lograrlo. Había hecho grandes esfuerzos en la
predicación, pero consideraba que serían inútiles si no conseguía cruzar
la línea de llegada. Claro, nunca se confió ni pensó que tuviera
garantizada la victoria (léase Filipenses 3:12, 13).
Fue solo cuando se acercaba su muerte que pudo decir con cierta seguridad: “He
peleado la excelente pelea, he corrido la carrera hasta terminarla, he
observado la fe” (2 Tim. 4:7).
15 Además, Pablo
deseaba que sus hermanos completaran el trayecto y no se salieran a
medio camino. Esta es la razón por la que recomendó a los filipenses que
trabajaran con empeño por su salvación. En efecto, les dijo: “[Sigan]
teniendo la palabra de vida asida con fuerza, para que yo tenga causa para
alborozarme en el día de Cristo: que no corrí en vano, ni trabajé
duro en vano” (Fili. 2:16). Y demostró el mismo interés por sus compañeros
de Corinto. Refiriéndose al premio, les dijo: “Corran de tal modo que lo
alcancen” (1 Cor. 9:24).
16 En una competición
de larga distancia, como el maratón, los corredores no divisan la meta
desde el mismo comienzo. Sin embargo, no piensan en otra cosa a lo largo
de la prueba, y más aún cuando les queda poca distancia por recorrer. En nuestro
caso ha de suceder igual. El premio tiene que ser muy real para
nosotros. Así estaremos más motivados a seguir luchando por alcanzarlo.
17 Como señaló Pablo,
aquí entra en juego la fe, a la que definió como “la expectativa segura de
las cosas que se esperan, la demostración evidente de realidades aunque no se
contemplen” (Heb. 11:1). Pensemos en Abrahán y Sara. ¿Por qué estuvieron
dispuestos a dejar todas las comodidades que tenían y vivir como “extraños y
residentes temporales en la tierra” de Canaán? Porque “vieron desde lejos” el
cumplimiento de las promesas de Jehová. Recordemos, además, a Moisés. ¿Por qué
se privó de “disfrutar temporalmente del pecado” y de “los tesoros de Egipto”?
También por su fe, que le dio las fuerzas para actuar así. En efecto,
leemos que “miraba atentamente hacia el pago del galardón” (Heb. 11:8-13,
24-26). ¡Qué apropiado es, por lo tanto, que, al mencionar a cada uno de
estos siervos fieles, Pablo comience siempre con las palabras “por fe”! Sin
duda, fue esta cualidad la que les permitió extender la mirada más allá de
las pruebas y dificultades del momento y ver lo que ya estaba haciendo Jehová
por ellos y lo que iba a hacer en el futuro.
18 Si queremos que se
fortalezca nuestra fe y así evitar “el pecado que fácilmente nos enreda”,
hemos de estudiar el ejemplo de los hombres y mujeres del capítulo 11 de
Hebreos y esforzarnos por imitarlo (Heb. 12:1). También debemos reunirnos con
nuestros fieles hermanos para que todos juntos podamos “incitarnos al amor y
a las obras excelentes” (Heb. 10:24).
19 Ya casi estamos
llegando a la meta. ¡La tenemos ante nuestros propios ojos! Gracias a la fe y
a la ayuda de Jehová, podemos cumplir la exhortación de Pablo: “Quitémonos [...]
todo peso, y el pecado que fácilmente nos enreda”. Esto nos permitirá correr
de tal modo que alcancemos la gloriosa recompensa que nos promete nuestro
amado Padre, Jehová.
[Nota]
Los judíos
consideraban ofensiva esta costumbre de los atletas. Por eso, como indica un
libro apócrifo, la propuesta de construir un gimnasio en Jerusalén en tiempos
de los Macabeos provocó un gran revuelo. La idea de edificarlo vino del
sumo sacerdote Jasón, quien se había vuelto apóstata y quería que la gente
adoptara el estilo de vida griego (2 Macabeos 4:7-17).
¿Qué hemos aprendido?
• ¿Qué quiere decir
el consejo: “Quitémonos [...] todo peso”?
• ¿Qué pudiera
llevar a un cristiano al pecado de perder la fe?
• ¿Por qué debemos
concentrarnos en el premio?
[Preguntas del estudio]
1, 2. a) ¿Qué utilizó Pablo para animar
a los cristianos hebreos? b) ¿Qué exhortación hemos recibido los siervos
de Dios?
3. ¿Qué lección quería establecer Pablo al
utilizar la imagen de los atletas griegos?
4. ¿En qué cosas estaba absorta la gente de
tiempos de Noé?
5. ¿Qué nos ayudará a triunfar en la
carrera?
6, 7. ¿Qué consejo de Jesús debemos tener
muy presente?
8. ¿Por qué es más necesario que nunca que
nos quitemos todo peso?
9, 10. a) ¿A qué se refiere la expresión
“el pecado que fácilmente nos enreda”? b) ¿Qué pudiera sucederle a
nuestra fe?
11. ¿Cómo pudiéramos
perder la fe?
12. ¿Qué consejos
debemos seguir para no perder la fe?
13. ¿Qué nos ayudará
a seguir corriendo sin que nos asfixie el “aire” del mundo?
14. ¿Cuánta
importancia daba Pablo a la carrera cristiana?
15. ¿Qué palabras
de ánimo dirigió Pablo a sus compañeros de carrera?
16. ¿Por qué
debemos tener siempre presente el premio que recibiremos al llegar a la meta?
17. ¿Cómo ha
ayudado la fe a los siervos de Dios a concentrarse en la recompensa?
18. ¿Qué nos ayudará
a evitar “el pecado que fácilmente nos enreda”?
19. ¿Por qué
debemos seguir luchando en la carrera cristiana?
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jueves, 7 de febrero de 2013
Jueves, 07 de Febrero de 2013
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